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Ficha técnica

Título: Desobediencia. Antología de ensayos políticos | Autor: Henry David Thoreau | Traducción: Laura Naranjo, Carmen Torres y Marcos Nava  | Editorial: Errata Naturae | Colección: La muchacha de dos cabezas | Formato: 14 x 21,5 | Páginas: 288 | ISBN: 978-84-16544-02-8 | Precio: 17,90 euros

Desobediencia. Antología de ensayos políticos

Henry David Thoreau

ERRATA NATURAE

Este libro es la primera antología que se publica en castellano de los escritos políticos de Henry David Thoreau: incluye importantes textos inéditos, otros poco conocidos y, por supuesto, sus ensayos clásicos y fundamentales, todos ellos en una nueva y excelente traducción.

Siempre es un buen momento para leer a Thoreau, no lo duden. Pero los editores de este volumen creemos que el clima político y social que estamos viviendo invita encarecidamente a acercarse a este autor y su pensamiento político. En los últimos años, hemos visto cómo se alzan leyes que ilegalizan la desobediencia democrática y la resistencia pasiva, cómo el Estado se resiste con mayor ahínco a garantizar los derechos y libertades elementales del ciudadano, cómo los gobiernos siguen ignorando sus apremiantes responsabilidades en el ámbito ecológico… Todas éstas fueron, precisamente, las grandes inquietudes de Thoreau, las grandes preguntas que lanzó a su tiempo y al nuestro: ¿cuál es el fundamento y el límite de la obediencia de los ciudadanos con relación a la autoridad política?, ¿puede justificar la libertad el uso de la violencia?, ¿cuáles son nuestras verdaderas necesidades y quién debe garantizarlas?

En términos políticos, Thoreau fue sin duda un disidente e impregnó sus escritos con una fuerza tonificante que, aún hoy, anima nuestro propio espíritu de la resistencia y mantiene nuestra guardia en alto. A la manera de la famosa divisa de Walden, «simplifica, simplifica», la propuesta de Thoreau, que es una propuesta fundamentalmente política, es simple, en el mejor sentido de la palabra: nos sugiere rechazar las falsas bondades de la civilización (la riqueza, el poder, el industrialismo, el éxito, el intelectualismo) y acercarnos a los verdaderos dones de la naturaleza (la sencillez, la sobriedad, la belleza, la imaginación, la autonomía, la vida). Y la excepcionalidad de Thoreau reside en haber llevado a cabo esta propuesta no tanto por medio de un sistema filosófico como de una auténtica vida filosófica: pensaba aquello que vivía y vivía tal como pensaba.

PRÓLOGO DE LOS EDITORES

Como todos los grandes filósofos, Ralph Waldo Emerson también dijo alguna tontería. Por ejemplo ésta, referida a Henry David Thoreau y escrita en el panegírico que publicó tres días después de la muerte de su discípulo: «No tuvo tentaciones contra las que luchar, ni apetitos, ni pasiones». Como si la tentación de vivir una vida a la espigada altura de sí mismo no fuera una pasión extrema, potencialmente demoledora, que mantuvo a Thoreau siempre en guardia y en tensión para no ceder a la posibilidad de vivir una vida ajena, impropia, una vida que otros se habrían ocupado de pensar, pautar y cercar.

¿Cómo debería vivir mi vida? Ésta fue la gran pregunta que Thoreau acechó, o por la que fue acechado, durante toda su existencia. Una pregunta que, en ocasiones, orillaba también la cuestión política que aborda este volumen. Aunque no de la manera en la que quizás a veces, por mera inercia, podríamos pensar. Al fin y al cabo, como el propio Thoreau admitía en una carta fechada en 1856, apenas unos años antes de su muerte, en general no hacía demasiado caso de la política. Pero ¿qué entendía Thoreau por «política» cuando afirmaba de este modo su desinterés? Seguramente se refería a los grandes titulares de los periódicos, moribundos a las pocas horas, cuya lectura no recomendaba a todos aquellos que apreciaran su tiempo y sospecharan algo sobre el valor irreemplazable de la existencia; o a los correteos y comparsas de Washington y a su avejentada interpretación de la democracia, aun siendo ésta allí tan escandalosamente joven; o a las campañas, las promesas, los votos, los fraudes, las decepciones y las nuevas campañas, como la rueda destructora del dios Taranis. De hecho, Thoreau, como muchos de sus contemporáneos de mediados del siglo xix en Estados Unidos, sentía una profunda desafección por esa política y sus políticos, seguramente como consecuencia de la rápida extensión de la corrupción en las novísimas instituciones gubernamentales y de las sucesivas e incumplidas promesas presidenciales, sobre todo por parte de Andrew Jackson, relativas a la devolución del poder a los ciudadanos. Un contexto que sin duda nos resulta familiar.

Quizás por todo ello, Thoreau se interesó por la política en la medida y en las ocasiones en que la realidad lo empujó, por así decirlo, a vivir políticamente y a abandonar los espacios naturales y salvajes en los que pasaba buena parte de su tiempo y en los que el Estado le resultaba invisible y su acción, desprovista de fuerza y alcance. Al fin y al cabo, Thoreau se encaró con lo político como con todo lo demás: haciendo un ejercicio de pensamiento que respondía de forma estricta a su propia experiencia, es decir, pensaba aquello que vivía y, al mismo tiempo, vivía tal como pensaba. En este sentido, Thoreau no fue un gran lector de la historia del pensamiento político y pocas son las referencias a esta tradición que aparecen en sus escritos. Su reflexión política se presenta así como un relámpago, como una iluminación súbita y discontinua, sin interés alguno en la sistematicidad o la coherencia, más allá de la coherencia consigo mismo y su propia vivencia. Y si hoy en día Thoreau es un clásico del pensamiento político y un referente inexcusable para los debates sobre la  desobediencia civil o las relaciones entre el Estado y el individuo, sería sin duda para su propia sorpresa, después de publicar apenas un par de libros en su vida, y uno de ellos a su costa y endeudándose dolorosamente a causa de sus ínfimas ventas.

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Henry David Thoreau

Henry David Thoreau (Massachusetts, 1817-1862) fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices, además de ensayista y uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana. Disidente nato, tan completamente convencido de la bondad de la naturaleza como para proclamar un «pensamiento salvaje», se le considera también un pionero de la ecología y de la ética ambientalista. Sin embargo, su auténtico empleo fue, según él mismo se ocupó de recordar, «inspector de ventiscas y diluvios». Su primer libro, Musketaquid, nace de un intenso viaje por los ríos Concord y Merrimack junto a su hermano John. Pero Thoreau quiso experimentar la vida en la naturaleza de forma plena y para ello, el 4 de julio de 1845, Día de la Independencia, se fue a vivir durante dos años a una cabaña en los bosques, donde redactó su obra más conocida, Walden, recientemente editada por Errata naturae. Años antes se había negado a pagar impuestos debido a su oposición a la guerra contra México y a la esclavitud en Estados Unidos, por lo que fue encarcelado. De este hecho nace su ensayo La desobediencia civil, pionero en sus propuestas relativas a la insurrección frente al Estado y la no violencia. De este mismo autor Errata naturae publicó también Cartas a un buscador de sí mismo, una correspondencia lúcida y reveladora, íntima y filosófica, sobre los grandes temas de la existencia cotidiana y la vida salvaje.

Obras asociadas
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