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La colmena

Por 3 de abril de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Marcelo Figueras

Amo las filmaciones. Y soy consciente de la dificultad de explicar semejante amor. Para la gente que no está interesada en el proceso, entraña un aburrimiento sublime: horas y más horas de espera en las que nada parece ocurrir (el tiempo que suele llevar una puesta de luces), a cambio de magros minutos de acción frente a las cámaras. Para peor, aquellos habituados a este régimen no expresan su propio amor con facilidad, dado que saben de las (infinitas) dificultades que supone una filmación: se trata de una lucha contra (todos) los elementos, que para peor se desarrolla en un tiempo acotado con mucho de cuenta regresiva –a matar o morir en el intento.
    En estas semanas de filmación de Las viudas de los jueves, la película de Marcelo Piñeyro basada en la novela de Claudia Piñeiro, he revivido estos aires de comedia shakespiriana que caracterizan todos los rodajes. (As You Like It, sin ir más lejos, nos recuerda que ‘Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres meros actores: tienen sus salidas y sus entradas; y cada hombre desempeña múltiples roles en su tiempo’.)
    Cualquier cosa puede ocurrir. El clima jugando en contra: tormentas dignas de la locura de Lear, el frío que se ensaña sobre los actores vestidos como en una noche de verano. Aquello que, pudiendo fallar, falla, como no puede ser de otro modo dado que –el mismo Piñeyro me lo recordó días atrás- la ley que rige estos emprendimientos es la de Murphy: localizaciones que se caen a último minuto, perros de la vecindad que se niegan a callar para las tomas, aviones que se estorban en el cielo para enturbiar cada registro de sonido. En los momentos más agitados, los sets se parecen al interior de una colmena: hay tanta gente haciendo tantas cosas al mismo tiempo, trayendo ropa, transportando escaleras, tirando cables, aportando utilería, que el hecho de que no haya colisiones a diario (‘Grave accidente: ¡meritorio de dirección decapita a maquilladora con una claqueta!’) no está por debajo del milagro.
    Pero claro, también existe lo otro. El placer de ver cómo se arma una puesta de luces, que es como ser testigo de un cuadro pintado en tiempo récord. La honda satisfacción (un defecto profesional, lo admito) de presenciar la forma en que las palabras escritas se vuelven vida en el cuerpo de un actor. El dulce suspenso que anticipa cada toma, en busca del plano perfecto. (La frase más repetida en un set es siempre la misma: ‘¡Hacemos una última!’, a sabiendas de que nunca lo será.) Las escenas que uno presencia y que el publico no llega a ver: Pablo Echarri haciendo flexiones de brazos junto a la piscina para liberarse del frío, Juan Diego Botto cantando Taxman entre toma y toma, Leo Sbaraglia (con ese aspecto de actor tan serio) bromeando sin parar en los descansos, Ernesto Alterio y Botto jugando al pool para matar el tiempo… Y last but not least, la camaradería que se impone a las jerarquías y a los momentos de tensión, con la regularidad de las mareas.
    En el fondo, lo que más me gusta de los rodajes es saber que esa gente (desde el peluquero hasta la estrella, desde el eléctrico hasta el director) dedica su energía a la menos redituable y más elusiva de las búsquedas: la de la belleza. Todos ellos tratan de crear una miel que perdure e inspire –aun cuando uno ya no esté aquí.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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