
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
El president Mas lleva razón. El conflicto entre legitimidad y legalidad que se está tejiendo en Cataluña no puede resolverse por las armas. Pero tampoco se resuelve con actuaciones fuera de la ley por parte de los gobernantes catalanes. Lo que hacen ambos tipos de actuaciones es agravar el conflicto, no resolverlo. Y de las dos, la que más lo agrava es el uso de la fuerza. Lo agrava tanto que lo puede convertir en un conflicto irreparable.
La solución es tan sencilla como difícil. Mas y Rajoy deben hacer en algún momento, lo antes posible por cierto, lo que no supieron hacer el pasado 20 de septiembre: ponerse de acuerdo y hacer un plan de trabajo para hacer dos cosas imprescindibles en este momento, como son salir junto de la crisis primero y rehacer el consenso constitucional español después.
Estamos en una larga carrera no apta para cardíacos, sentimentales o iracundos. Las apuestas van a seguir subiendo. También el tono y la gravedad de los argumentos. Las ventajas de unos serán entendidas como chantajes por los otros, los inconvenientes como amenazas, las observaciones imparciales como voluntad de desentendimiento.
Esto será así, al menos, hasta las elecciones. Después se verá. En función de los resultados, de la situación política general y del estado de la economía.
Hay variables exteriores que escapan al control de los actores internos de este conflicto. Por ejemplo, el futuro del euro y de la Unión Europea. Es evidente que a una Europa en estado de disgregación, que no es el caso, al menos todavía, le importaría muy poco lo que ocurriera en España. Pero también lo es que la Europa de ahora, a pesar del clima de crisis, no admitiría ni las ilegalidades de unos ni el uso de la fuerza de otros.
A pesar de la puja verbal y política, lo mejor es no hacer mucho caso a los extremos. Dejarse llevar por quienes se sitúan en la punta del arco político es altamente desaconsejable. Adelanto además mi pronóstico: no serán ellos quienes ganarán esta larga jugada en la que estamos metidos. Ha sido Jordi Pujol quien da por prácticamente imposible la independencia. Como correlato simétrico hay que excluir también que se mantenga la unidad de España tal como la interpreta el Tribunal Constitucional en su famosa sentencia sorbe el Estatuto de Cataluña.
Hay solución a este conflicto y se encuentra, como todo, en un punto intermedio que los políticos debieran encontrar y fijar lo antes posible. Cuanto más tarden, más alto será el precio que pagaremos todos por la solución. Y cuanto más tarden, más arriesgado e incierto será el camino que hay que recorrer, con mayores posibilidades de percances de recorrido, sobre todo por la crisis pavorosa que va cobrándose puestos de trabajo, crecimiento y derechos sociales a su paso.