Julio Ortega
Claudia Becerra (Puerto Rico, 1990)
Versión del viaje. Folium, Puerto Rico, 2018.
Para ser éste un primer libro, una verdadera vela de armas, es ya plenamente un libro maduro; esto es, una voz nueva y diestra que dice menos de lo que nombra porque registra más de lo que ve.
Estas sumas y restas del mundo en el poema producen un intenso, lúcido, intrigante proceso de lectura. Leemos las actas de la visión como paisajes en los que las cosas vienen, dejan su huella, y siguen de largo. Su hipótesis es el trayecto circular, un permanente retorno al recomienzo. La “ver-sión” es otra forma de ver, registrada por la parábola del viaje, que es un paisaje hecho verbo. Quien viaja es el lenguaje, haciéndose de parajes.
Su ruta, como suele ocurrir con los primeros libros, es una conversación íntima con los desenlaces de la tradición poética. En esta versión de ese otro recorrido, Claudia Becerra nos interroga por el valor o, tal vez, el coraje de nuestro compromiso de lectores de la Isla más sensible de esta lengua. Puerto Rico, se diría, es un nuevo proyecto de lectura en cada primer poemario, que despierta como si apostara por nosotros. Todo poeta puertorriqueño ha cantado el viaje, que es una ruta heredada, un encargo repartido, una visión insular grabada en el discurso como una lección del porvenir. A Claudia Becerra le importa recuperar la calle que se abrìa en el canto de Ángela María Dávila.
Como otra nave, el poema recorre el habla, que es el mundo que aprendemos a enunciar. Pero siendo un mundo del que tenemos sólo palabras, los nombres verifican su verdad, a su vez, en el trayecto emprendido entre el espacio encantado. “Habría que ver qué le ocurre al tiempo/ cuando el mar discurre sin continente,” nos pregunta esta poesía “sin orillas;” porque sólo en el poema el mar del lenguaje cede “la sorpresa de un nuevo confín,” como si se tratase de una “tierra firme.” Por estas páginas, se diría, pasa el mundo hecho nombres, la Isla hecha verbo, el canto entre-orillado de un “desenlace.” Pleno de una verdad inquieta de preguntas, éste libro es el breviario de una idea de la poesía, ya no como la casa del ser sino como el umbral de estar aquí entre las palabras y la intemperie. Territorio insular cuyos trayectos han documentado con
agudeza y arrebato Rosario Ferré, Aurea María Sotomayor, Liliana Ramos, Mayra Santos Febres…La gran Angela María cantaba boleros dándonos el brazo a lo largo del paseo.
El poema avizora otras orillas, confirmando su trashumancia:
pero si ahora alargara esta mano hecha
un nudo vacío y de golpe la abriera
al día ¿sorprendería su hora?
¿qué habrá de añadido qué habrá
de despoblado si lleno
de mi mano al mundo
y alboroto su orilla?