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Vaya ganado y qué caro sale el zoo

Por 13 de octubre de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Como seguramente les sucede a mis estimados lectores, hace ya tiempo que atiendo a las noticias políticas como otros ciudadanos siguen los dramas sexuales de las televisiones. Un interés severamente antropológico me lleva a continuar informado sobre la política española, como quien lee noticias sobre los desconcertantes hábitos de los Inuit.

    A veces uno se conmueve. Que un político valenciano hable de unas "niñas rusas elegantes y educadas" o de orgías en el chaletito del alcalde, de verdad, emociona. Supera incluso el grado de realismo socialista de la televisión de Pajares. Que los políticos catalanes envíen información escolar en catalán y árabe, me conduce al éxtasis. Que el ayuntamiento de Sevilla rechace un acto literario sobre Agustín de Foixá porque era fascista, me lleva a las lágrimas. ¡Qué no harán con Azorín, con J.V Foix, con Sacristán, con Cela, con Ridruejo, todos ellos fascistas en algún momento de su vida! ¡Y con qué alegría acogen a estalinistas como Alberti, mucho menos interesante que los antes citados! ¡Qué bien se mantiene el genotipo inquisitorial sevillano, ahora ataviado con la sotana de la corrección política!

    En su admirable ensayo "Ejemplaridad pública", editado por Taurus, Javier Gomá habla de algo que debería ser imperioso para los políticos españoles, la intransigencia sobre un modelo honrado de conducta por parte de los poderes públicos, en un país que (casi) sólo propone modelos de abyección moral en su historia. Pero la casta política se empeña en hacer de sí misma una caricatura. Patriotas de barretina dorada como Millet, convertidos en carteristas más patéticos que Roldán. Diputados católicos que dilapidan una fortuna (la nuestra) en una casa de putos. Jefes de la policía que alertan a un etarra para que se ponga a salvo. ¡Qué corrala!

En una ocasión dije que nos aproximábamos al modelo italiano. Error: lo estamos superando. Si alguien vota en las próximas elecciones, por favor, que lo haga por el más grotesco, el que da más risa. El consuelo del esclavo es hacer chistes sobre el amo.

Artículo publicado el sábado 10 de octubre de 2009.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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