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Titán

Por 3 de mayo de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Han pasado menos de dos siglos, pero la comparación da escalofríos. Durante la Revolución Industrial algunos humanos se midieron con los dioses. Para matar a un dios hay que ser un dios. Así, G. W. F. Hegel. Podría parecer un profesor de la Universidad de Berlín semejante a los actuales profesores de filosofía, pero sería como decir que la Vía Láctea tiene el tamaño de un gusano. La nuestra es la visión del gusano. Hegel, en cambio, sentado sobre la Osa Mayor, veía el cosmos en su totalidad. De hecho, fue el primero en comprender que un mundo sin dioses precisaba una voz humana de condición divina. Aquel profesor de universidad se propuso, según dejó dicho, "escribir el discurso de Dios antes de crear el mundo". Y lo hizo.

 

Da lo mismo quién fuera Hegel, lo relevante es que todavía era posible mantener la ambición de saberlo todo y proceder a una representación que lo incluyera todo, desde la primera ameba hasta el último cañón de Napoleón, a quien vio pasar bajo su ventana. ¿Cómo pudo caber todo el cosmos en una sola cabeza? Muy sencillo: el pensamiento, como el arte, no es asunto que dependa de la inteligencia, sino del coraje. Y Hegel era un bravo.

Para nosotros es casi imposible acceder a un pensamiento que sólo puede compararse con el de Platón. Si el griego alzó el telón del temible escenario occidental, Hegel lo bajó con igual grandeza. Después de Hegel, uno de sus alumnos, Marx, quiso prolongar la audacia tirando del cielo hacia el asfalto. Su fracaso es nuestra vida cotidiana. Nietzsche osó dar de martillazos al titán. Aquellos golpes son ahora nuestra música.

Se acaba de publicar la Enciclopedia de las ciencias filosóficas de Hegel, bilingüe y en la admirable traducción de Ramón Valls. Sólo para los más bravos.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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