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Retraso mental

Por 24 de mayo de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Es algo que sucede con cierta frecuencia. Alguien afirma que la televisión es la causa del acelerado deterioro mental de los jóvenes y siempre hay alguien que le tacha de nostálgico y antiguo. La cúspide del contra-argumento es que eso mismo se dijo también cuando apareció el cine, etcétera.

No es fácil saber a ciencia cierta qué efectos produce la acumulación de horas televisivas en el cerebro de los humanos porque los estudios son contradictorios. O bien hablan de clases sociales (los pobres tienen peores resultados, claro), o bien de países (los norteamericanos parecen tercermundistas), o bien de culturas (la tele produce estragos en Turquía).

Un reportaje de Die Welt, recogido por el Courrier International de esta semana, expone el primer experimento que tengo por absolutamente irrevocable, sobre los efectos de la televisión en las delicadas cabezas infantiles.

Lo llevaron a cabo Peter Winterstein y Robert J. Jungwirth en el cantón de Göpingen, en el sudoeste de Alemania. Sometieron a casi dos mil niños de cinco/seis años, todos ellos pertenecientes a una sociedad coherente y unificada, todos miembros de la clase media, todos alumnos desde los tres años de escuelas públicas similares, a un sencillo ejercicio: dibujar una figura humana.

El resultado es escalofriante. Aquellos niños que miran la TV menos de una hora al día dibujan figuras desarrolladas, con brazos y manos distinguibles, con cabellos, vestidos de modo reconocible, en fin, seres humanos estructurados. Los niños que ven la TV tres horas al día o más, producen unos monigotes esquemáticos, deformes, meros palotes y manchas de una pobreza patética. Estos niños no han observado jamás a sus semejantes.

A mi no me cabe la menor duda de que la TV y sus subproductos han hundido el nivel intelectual de Occidente de un modo ireversible. La mayor parte de los fenómenos de violencia estúpida (el terrorismo urbano de los hinchas del fútbol, la destrucción de automóviles en los barrios, las palizas grabadas con el teléfono) están determinados por el efecto televisivo.

Así como la propiedad privada del automóvil, que tiene otras ventajas, ha destruido las ciudades y casi todo el campo, del mismo modo la TV ha destruido la urbanización mental de los ciudadanos, aunque seguramente también con otras ventajas que de momento son invisibles.

Primero hay que admitir la realidad. Luego, encararse con ella. Puesto que nunca podremos acabar con la TV, hay que ir pensando qué se hace con las sociedades que este aparato ha creado a su imagen (¡) y semejanza.

Así como se han creado programas de asistencia a minusválidos, madres solteras, inmigrantes desvalidos, minorías religiosas, víctimas de terremotos, transexuales, y así sucesivamente, habrá que ir pensando en programas de ayuda para afectados gravemente por la TV.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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