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Que se os ve el plumero…

Por 17 de noviembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

El gobierno catalán nos ha dado una nueva alegría. Hacía muchísimo tiempo que no oíamos hablar del contubernio de Munich o de la conspiración judeo masónica. La Generalitat lo ha puesto al día gracias a su exquisito plantel de diseñadores. Exigir una rectificación a The Economist porque tiene una opinión propia sobre España y sobre Cataluña, es algo magnífico. Imagino yo al pobre protoembajador catalán en Londres tragando saliva y dirigiéndose a uno de los más prestigiosos medios periodísticos del mundo para decirles que están mal informados. Y que no se metan con Pujol. Who? Es extraordinario. ¡Qué coraje! Un auténtico caballero español.

Era imprescindible renovar el viejo estilo. Muchos supervivientes recordamos los fenomenales aullidos de la Prensa del Movimiento o de los ministros folklóricos cada vez que Le Monde, Le Nouvel Observateur o The Times tenían la ocurrencia de escribir su opinión sobre el gobierno español. Por lo general, los jefazos daban la orden de protestar y todos los plumillas del país cantaban a coro sus jeremiadas, dirigidos por el sin par Emilio Romero. El argumento era que nos tenían envidia y que no nos conocían. Ahora, como se ha visto, ha sido una consejera del gobierno catalán la que ha protestado en persona, mientras los plumillas más bien miraban hacia otro lado avergonzados. Lo novedoso es que no ha faltado algún periodista, como Juliana en el diario de la burguesía barcelonesa, que haya comentado lo aconsejable que es, en estos casos, mantener un juicioso silencio. De todos modos, aunque el argumento se ha rediseñado, sigue siendo el mismo: estos ingleses, dice la consejera Tura, no nos conocen. Si nos conocieran, nos amarían. Es de todo punto imposible no amar al gobierno catalán.

La burbuja en la que viven los políticos catalanes les impide ver que este tipo de protestas oficiales son propias de países como Corea del Norte o Birmania en donde no hay políticos sino dueños de fincas. Y que suponen un ridículo pavoroso. Las carcajadas de los europeos han debido de ser pantagruélicas.

Artículo publicado en: El Periódico, 15 de noviembre de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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