Félix de Azúa
Sin embargo, para quienes conocíamos la región, era evidente que las profecías se iban a cumplir en cuanto se fundieran las células grises de los nacionalistas con estudios y cuenta corriente. Se fundieron pronto, pero los políticos españoles sólo dieron en pensar que la cosa emputecía cuando tomó el mando la comandancia de Gerona. Aquella provincia es un clon de Guipúzcoa y comparte con ella lo montaraz, la víscera y el arcaísmo. Es gente de religión y trabuco. Se sabe que una solución del incordio sería declarar la independencia de Gerona, a ver si así dejaban en paz al resto de los españoles. Antes sólo odiaban a los de Barcelona ("pixapins", en su elegante jerga), pero ahora han ampliado el negocio.
En su notable El roble de Goethe en Buchenwald, escribe José Luis Gómez Toré: "El nazismo proyecta la imagen de un pueblo que puede, y debe, esculpirse como un bloque de piedra. No importa lo dolorosos que puedan ser los martillazos del escultor". Ya se oyen incluso en Barcelona. Desde que el machaque viene de Gerona a Forcadell se le ha puesto cara de Arias Navarro. Algo debe de estar agonizando.