Félix de Azúa
Hace pocos meses la prensa internacional daba una noticia que afectaba al mundo de la música clásica. Muy rara vez los periodistas consideran que la música seria puede interesar a la gente que lee diarios, pero en esta ocasión la razón era de peso: un desconocido había pagado dos millones de dólares por un manuscrito de Beethoven.
Sin embargo, ni siquiera se trataba de una obra fundamental, sino de la transcripción para piano a cuatro manos de la “Gran Fuga” Op.133 para cuarteto de cuerda. ¿Por qué alguien pagaba tan descomunal cantidad por una tarea de aliño? Es como pagar una traducción al precio del original.
El musicólogo Alex Ross logró permiso para examinar el manuscrito durante media hora y se quedó helado. Es mucho más que un mero resumen para interpretar en casa. Los cambios que introduce Beethoven ayudan a comprender los últimos y decisivos años del músico más radical de la historia. Según Ross, a pesar del tremendismo de la Gran Fuga, es posible que siga el modelo de la ópera bufa de Rossini. Las variantes de la transcripción lo confirmarían. El trascendentalismo que se le atribuye puede ser un fiasco.
El hallazgo de este tipo de documentos nos ayuda a entender lo que debió de ser, en la época del humanismo, la aparición de una nueva tragedia de Sófocles o de un diálogo desconocido de Platón. Nuestro relato imaginario de la vida humana sobre la tierra gana de pronto un nuevo capítulo, incorpora un personaje inesperado, complica el argumento, enriquece el relato o lo ensombrece.
Algunos diálogos de Platón se descubrieron en los papiros que envolvían a las momias egipcias de la época alejandrina. Aquellas hojas tan astringentes eran las más indicadas para amortajar. Los incomprensibles signos que las cubrían añadían un toque mágico a la operación de embalsamar.
Las momias guardaron aquel secreto del espíritu en sus gélidas celdas hasta que al cabo de muchos siglos volvieron al mundo e iluminaron a los más encendidos espíritus del Renacimiento. Desde sus tumbas, las voces de los muertos lanzaron su antiguo verbo hasta fundirlo con la poesía de Shakespeare.
El manuscrito de Beethoven ha aparecido en un cajón almacenado junto a miles de papeles inútiles en un Seminario Teológico de Filadelfia.