Skip to main content
Blogs de autor

Nuestro ángeles custodios

Por 26 de enero de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La primera columna que envié a este diario trataba sobre la okupación de pisos y lo incómodo que debía de sentirse el consejero de gobernación, Joan Saura, aplicando leyes que le disgustan. No podía yo imaginar entonces que el asunto iría subiendo de temperatura hasta que su esposa, la concejala Imma Mayol, propusiera la semana pasada despenalizar la okupación al tiempo que se declaraba “antisistema”. ¡Qué buenos sueldos cobran en Cataluña los antisistema!

En realidad se suele producir una confusión entre lo que escribimos los opinadores y nuestros profundos deseos. Podía parecer que por denunciar las contradicciones entre la política real y la ideología de partido lo que estaba diciendo es que sólo tienen derecho a vivienda los ricos. Ya me gustaría a mí que nadie se quedara sin casa y que ningún ser humano sufriera el invierno en la calle. Pero la cuestión no es esa sino la confusión entre trabajo e ideología.

Es lógico que tanto Joan Saura como su esposa, ambos crecidos políticamente en el colectivismo totalitario, guarden resabios contra la propiedad privada. Es posible que esos resabios sean moralmente admirables, pero su trabajo no consiste en imponer su ideología sino en hacer cumplir la ley. Con el tipo de políticos que han acabado por tomar la escena, a veces se hace difícil clarificar algunos principios democráticos básicos. Por ejemplo: que el ejecutivo ejecuta, pero no legisla. Y que el legislativo legisla, pero no ejecuta. La tremenda chapuza nacional tiende a cruzar legisladores, ejecutivos y jueces, pero nada sería más urgente que clarificar este panorama cuyos embrollos nos acercan cada vez más al modelo italiano.

El clásico reparto de poderes quiere decir que cuando Imma Mayol pide la despenalización de los okupas, siendo así que eso sólo es posible si lo aprueban los legisladores porque es un recorte de las garantías jurídicas del propietario, sus palabras son interpretadas inmediatamente como un alegato a favor de la okupación. Es como si hubiera dicho: “Apoyaremos la okupación hasta que logremos cambiar la ley”. Barcelona, que ya es la capital de un sinfín de grupos la mar de simpáticos pero perfectamente estériles, puede convertirse en el centro mundial de la inseguridad jurídica. Y conste que me encanta la idea.

Lo digo porque la despenalización de los okupas no es sino una posibilidad, simpática, chula, guay, entre muchísimos otros posibles actos de okupación. En mi columna ponía como metáfora la okupación de plumas estilográficas, pero les aseguro que más de una vez y a la vista de los cientos de miles de motocicletas que corren por Barcelona he pensado en proponer un “uso social de la moto”. O sea, despenalizar su okupación. Las motos no deberían permanecer en las aceras quietas como muertas impidiendo el tránsito de los ciudadanos que puedan necesitar en cualquier momento un rápido traslado. ¡Cuántas veces no hemos tropezado con doscientas motos perfectamente inútiles! En esos instantes de conciencia social se me acude que las motos habrían de dejarse abiertas, sin llave de encendido, y que todos deberíamos poder usar la que nos cayera más a mano. ¡Tantas veces hemos tenido que acudir urgentemente a algún lugar de esta ciudad en la que el transporte público es, por decirlo educadamente, una boñiga de vaca y no hemos podido coger la moto que yace sin uso al lado mismo de nuestro portal! Un uso social de la motocicleta debería ser el siguiente paso de Imma Mayol.

Subamos un escalón. Alguien quizás haya reparado en la cantidad enorme, desmesurada, de automóviles que se arrastran por las calles de un modo asombrosamente asocial. En mi barrio, que es un campo de concentración escolar, pasan constantemente unos tremendos cuatro por cuatro ocupados por una señora y una especie de guisante sonriente que desde el asiento trasero agita sus manitas camino de la escuela. ¿No hay en este ámbito una importantísima labor para sosegar la conciencia antisistema de Imma Mayol? ¿Por qué emperrarse en la vivienda? A nadie molesta tener por vecino un piso vacío. Sin la tele a todo trapo, sin las peleas a gritos, sin los tocadiscos de los nenes, sin competidores a la hora de coger el ascensor… En cambio, el uso asocial del automóvil que soportamos actualmente (francamente fascista) crea una mortal nube de veneno, representa un despilfarro monumental, y causa una destrucción de la vida pública, tanto urbana como rural, equivalente a cinco bombas atómicas. Y encima le estamos dando todos los beneficios a las compañías más salvajes del globo, a los consorcios más cínicos y gangsteriles, a los países más tiránicos y genocidas.

Un poco de cabeza, queridos colectivistas de Iniciativa. Empezad por lo que hace más daño: las motos y los automóviles. Dejad para el final lo fácil, esas casas vacías como las que tenéis en Mallorca y en Cadaqués. De todos modos, si os empeñáis en despenalizar a los okupas barceloneses, lo primero será convencer a los legisladores, para lo cual vuestro partido tendrá que incluirlo en su programa para las municipales. Ya estoy viendo el logo: “Barcelona, kapital mundial de la okupación”. Os hacéis con el ayuntamiento en un plis plas.

Artículo publicado en: El periódico, 26 de enero de 2007

profile avatar

Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Obras asociadas
Close Menu