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Más falso que Judas

Por 31 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Dentro de cien años alguien estudiará (si es que queda gente en este perro mundo) los líos que se hacían los habitantes del siglo XXI para distinguir entre lo real y lo virtual, lo verdadero y lo ficticio.
James Frey se hartó de enviar su novela a editores que la rechazaban sin apelación, de modo que en un ataque de lucidez cambió de género: dejó de definirla como “novela” y comenzó a presentarla como “autobiografía”. No sólo se la publicaron de inmediato, sino que fue un éxito de ventas gracias al apoyo de una gran estrella mediática, Oprah Winfrey, tan bien informada ella como casi todas las estrellas mediáticas. Ahora, Oprah ha afeado a Frey su traición (“has engañado a millones de lectores”) y llora amargas lágrimas, en lugar de asumir su incompetencia y reconocer que fue ella quien los engañó.
El mismo texto puede ser un éxito si se lee como “verdadero”, pero ni siquiera se publica si se considera “ficción”. En realidad, estamos ante un clásico. Los célebres “Protocolos de Sion” escritos por feroces antisemitas, tienen un éxito loco entre los islamistas gracias a que esa gente los toma por verdaderos, aunque para cualquier lector sensato es evidente que son una patraña inverosímil. Lo que no hace sino constatar que la mayor parte de la gente sólo quiere ver y leer aquello que confirma sus opiniones, prejuicios, supersticiones, odios, enfermedades mentales y manías. El secreto del éxito es coincidir con las manías, enfermedades mentales, odios, supersticiones, prejuicios y opiniones de un gran número de ciudadanos.
Entre las manías y enfermedades mentales del público del siglo XXI debemos incluir el respeto religioso por la “realidad” y la “verdad”, aunque con un relevante matiz: a casi nadie importa seriamente si es o no verdadero y real un texto, una foto, un documental, un artículo, un reportaje, un libro, una teoría científica, un descubrimiento médico, una película. Nadie tiene tiempo para comprobarlo y muy pocos podrían hacerlo aunque tuvieran meses para ello. Lo que importa es que lo parezca, que simule adecuadamente la verdad y lo real.
El simulacro de realidad y el simulacro de verdad, ese es el verdadero alimento de nuestra sociedad. Porque lo cierto es que apenas nadie soporta ni la verdad ni la realidad cuando se presentan de forma indudable, intransigente y cruda. El público sólo aguanta las imitaciones. A poder ser, garantizadas por una estrella mediática.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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