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Imperialismos

Por 30 de enero de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Hasta el fin de la primera guerra mundial, el imperio era el sistema político más común en nuestro planeta. Tengo que recordar ese dato elemental, que figura en los primeros cursos de cualquier estudiante de ciencias políticas, antes de recordar la dolorosa mirada de Francia sobre su pasado. Fueron once meses de polémicas y desafíos sobre unas palabras de una ley del 23 de febrero del 2005 que hablaba del “papel positivo de la presencia francesa en ultramar”. Para decirlo de manera directa, los diputados y senadores franceses celebraban así la obra colonial de Francia, hasta el miércoles pasado: vencido, el presidente Chirac, que pretendía pedir la mera reescritura de estas palabras, optó ese día por proponer que sean borradas.

Francia, que tiene un presente difícil, se dedica a debates sobre su memoria. Lo normal es volver al periodo de vergüenza mayor: la ocupación alemana, cuando Francia fue el único país cuyas autoridades legales aceptaron negociar con los nazis. (En otras partes no había gobierno nacional, o existía un gauleiter, un especie de procónsul nazi, o después de una incorporación al Reich había un administración directa). Los franceses saben que las leyes en contra de los judíos se tomaron en esta época sin que los alemanes pidieran nada. Es un periodo de vergüenza y la otra vergüenza es lo que cuesta reconocerlo.

Ahora viene el turno del imperio colonial francés, otra vergüenza para muchos, y tan difícil de reconocer. El contraste no puede ser más grande con el Reino Unido que asume, y prolonga en gran parte con el Commonwealth, lo que fue su imperio. Hay que leer el libro de Niall Ferguson El imperio británico (Editorial Debate, Madrid) para entender aquella diferencia. Empieza con un examen a fondo de los discursos a favor y en contra de una polémica sobre el pasado imperial del reino que no cambiará en nada el pasado. Es un excelente libro, que corresponde a lo que fue una excelente serie de la BBC y el autor no niega su orgullo imperial. En 1982, cuenta, al entrar a la Universidad de Oxford, se negó a sumarse al voto de una asociación estudiantil a favor de una moción para deplorar la colonización. No faltan los libros como este para celebrar de manera indirecta el imperio. Voy a citar dos: uno ya viejo, Pax Britannica de Jan Morris, y otro más reciente, The Zanzíbar Chest de Aidan Hartley, que es una maravilla y merece ser traducido a todos los idiomas (es insuperable sobre Somalia en la época reciente).

Es extraño ver cómo Ferguson, frente a la palabra actual de “globalización” inventa la de “anglobalización” con un entusiasmo imperial. Todo lo contrario de Francia que sufre al evocar su pasado. Claro que nosotros, los franceses, actuamos con la dosis de hipocresía que nos corresponde: hoy la prensa dice maravillas de un libro de Conan Doyle: The crime of Congo (el crimen del Congo); fue escrito en ocho días en 1909 por el inventor de Sherlock Holmes para denunciar lo que hacía Leopoldo II en África. Ahora, la editorial “Les nuits rouges” lo saca con el título Le crime du congo Belge, con un epílogo de Colette Braeckman, periodista belga muy reconocida. Qué placer imaginar que los belgas han sido los peores en África.

¿Para qué hablar de la historia imperial? Para entrever si va a ocurrir algo con los discursos de Evo Morales o de Hugo Chávez. El primero ataca de frente al colonialismo español y el segundo va repitiendo que la construcción del imperio español destruyó las sociedades precolombinas que eran todas, dice, “socialistas”. Por el momento, las Cortes no votaron nada para celebrar “el papel positivo” de Hernán Cortés o Francisco Pizarro; los diputados españoles no son tan tontos como los franceses pero dudo que se eluda por mucho tiempo una cierta polémica.

Si ocurre, habrá que recordar lo fundamental que fue el imperialismo para la literatura escrita. Podemos hablar de choques creativos y mortales, mortales pero creativos, desde Conrad a Naipaul y desde Ngugi Wa Thiongo a todo lo que se escribió en español o portugués en América Latina. Dentro de los sitios web que voy viendo hay uno dedicado al impacto del colonialismo y el imperialismo sobre la literatura en inglés. Es de la Universidad de Singapur y tiene un mapa en su portada. ¿Cuándo y cómo vamos a tener algo parecido para el mundo iberoamericano?

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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