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Mal tiempo

Por 7 de enero de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Contra la rabia, el odio, etc., quizás el estilo de Handke sea lo más parecido a nuestro tiempo cuando es bueno: un airecillo que apenas se mueve entre los don nadie
 

El azar ha querido que la columna anterior coincidiera con la Nochevieja y la anterior a la anterior con la Nochebuena. Este martes de hoy no sé cómo calificar la noche que nos aguarda, si buena, mala, vieja o difunta. En todo caso, será difícil dormir, como presagiaba el señor Sánchez.

El oficio de columnista se ha puesto muy duro. Cuando los tiempos son bonancibles y hay un mínimo acuerdo entre las gentes para dedicarse cada cual a lo suyo y dejar los negocios del Estado en manos de quienes sepan, las columnas pueden entonces hablar del parchís, de la sopa de pistones, los suicidios rituales y las sinfonías de Schumann. Pero cuando no hay consenso ninguno y todo lo domina la rabia, la venganza, el odio, la desesperación y el desprecio, no hay modo de escribir algo que haga más llevadera la lectura del diario. Y a eso hemos llegado. De quién sea la culpa es algo en lo que no conviene entrar porque lo cierto es que la culpa es de los votantes, pero no se puede decir.

Así que les voy a hablar de una novela de Peter Handke que se llama La ladrona de fruta (Alianza) en la que no sucede nada, no hay argumento, tampoco hay personajes y los que hay no tienen contenido ninguno. La novela transcurre a lo largo de unos días y el verdadero protagonista es el paso del tiempo, su tranquilo sucederse, el flujo de trivialidades que constituye la parte buena de nuestras vidas. El estilo de Handke, tan fluido, sin construir y sin apenas más juego que las palabras mismas, se asemeja al tiempo de los personajes de la novela, un airecillo que transcurre y atraviesa a unos don nadie. Contra la rabia, el odio, etcétera, quizás sea lo más parecido a nuestro tiempo cuando es bueno: un airecillo que apenas se mueve entre los don nadie. A lo mejor por eso le dieron el Nobel.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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