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Por 9 de febrero de 2021 Sin comentarios

Félix de Azúa

Hace muchos años, allá por los ochenta del siglo pasado, yo era discípulo de un grupo barcelonés que me enseñó algunas de las mejores cosas que he aprendido en la vida

Hace muchos años, allá por los ochenta del siglo pasado, yo era discípulo de un grupo barcelonés que me enseñó algunas de las mejores cosas que he aprendido en la vida. Su punto de encuentro era la Editorial Seix Barral, su rey Arturo, Carlos Barral, y los caballeros de la Tabla, Gil de Biedma, Gabriel Ferrater, J. M. Castellet, Rosa Regàs y alguno más. En aquel tiempo de triunfo de la esperanza cavilé entrar en el Partido Socialista, pero Carlos me disuadió. En todo caso, dijo, hazlo en el partido nacional, pero no en el catalán: son como los de Pujol. El tiempo le ha dado la razón, aunque él fue senador del partido hasta su muerte por pura supervivencia.

Ninguno de los otros tenía ramalazos nacionalistas e incluso Castellet era un catalanista moderado. Por eso no recibió premios o prebendas realmente cuantiosos y vivió en una honesta posición económica. Gabriel era furiosamente antinacionalista y tildaba a los mandarines intelectuales de escarabats. Me pregunto qué habrían votado en las elecciones del domingo. Han muerto todos y nada puede saberse sobre su evolución, pero el más lúcido, Gil de Biedma, creo que habría votado a Ciudadanos. Lo digo por este fragmento de entrevista que me ha enviado un amigo. Preguntado por el periodista Eduardo Jordá, para el Diario de Mallorca del 10 de mayo de 1985, respondió lo siguiente: “Sobre todo me considero un liberal en sentido inglés, pero las actitudes de la izquierda me molestan últimamente. Por ejemplo, toma partido por situaciones y países que desconoce por completo. Y como supondrás estoy hablando de Nicaragua. Tanto en la derecha como en la izquierda hay mentalidades sacramentales y feudales y eso es precisamente lo que me molesta”.

En lugar de Nicaragua hoy pondría Venezuela.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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