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La realeza

Por 9 de diciembre de 2005 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Recuerdo algunas discusiones sobre el realismo (o la verosimilitud), a propósito de la novela de Cercas en la que figuraba como protagonista el padre de Sánchez Ferlosio. ¿Se pueden mezclar acontecimientos ficticios e históricos con la justificación del género novelero? ¿No es deshonesto?
Bueno, ficción novelesca y acontecimiento histórico no parecen dos especies distintas. Seguramente pueden hibridarse. Son como el whisky y el hielo. Si el whisky es muy bueno, no le pongas hielo. O sí.
Casualmente tropiezo con un pasaje de La orgía perpetua, el muy brillante ensayo de Mario Vargas Llosa sobre Flaubert, que me viene al dedillo. En la mitad justa del ensayo, Vargas comenta una carta de Flaubert a Louise Colet en la que dice no poder escribir “lo que ve” (la realidad), sin “transfigurarlo” (la ficción). Este “elemento añadido”, este imponderable, dice Vargas, es lo que da originalidad a la obra y autonomía a la “realidad ficticia”. Pero entonces se le cruza una intuición, no tiene tiempo de desarrollarla, y la deja como nota a pie de página:
“1. El elemento añadido, o manipulación de lo real, no es gratuito: expresa siempre el conflicto que es origen de la vocación y puede ser poco o nada consciente por parte del escritor. Naturalmente, el elemento añadido es detectado por el lector en función de su propia experiencia de la realidad, y, como ésta es cambiante, el elemento añadido muda también, según los lectores, los lugares y las épocas”.
¡Menudo jardín derridiano! Nos encontramos con una experiencia A (un fact) que el escritor transfigura inconscientemente en experiencia B gracias al elemento añadido. El lector transforma inconscientemente la experiencia B en experiencia C, según su propio elemento añadido. La coincidencia entre los facts A y C es absolutamente indemostrable, pero ambos, autor y lector, están persuadidos de referirse a lo mismo.
De modo que si alguien considera que esa novela es “realista”, lo que está diciendo es que él, el lector, es “real” porque se reconoce en ese texto al cual otorga estatuto de realidad. Dicho en plata: el realismo de las novelas de Flaubert consiste en crear un tipo de lectores realistas. La realidad a la que se refieren autor y lector, sin embargo, no está en ningún lugar, sólo entre las páginas de un libro cuyo contenido es distinto para cada lector.
Simultáneamente, quien no considera “realista” o verosímil ese texto (por ejemplo, porque conoció personalmente a Sánchez Mazas) tiene su realidad en otro lugar. Quizás en Tolkien.
¿Qué habría sucedido si el protagonista se hubiera llamado Pérez Martillo? ¿Habría arrastrado al mismo número de lectores? ¿Habrían aceptado su verosimilitud?

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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