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La mejor novela jamás escrita

Por 14 de julio de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Han pasado veinte años. El héroe se ha perdido mil veces por el laberinto de los mares. Ha conocido el canto que muda a los humanos en peleles sin alma ni cerebro, pero ha logrado huir de las Sirenas. Ha compartido lecho con la gentil Calipso, la más bella reina de todas las islas. Antes de clavar una estaca en su único ojo, ha visto cómo un cíclope devoraba a sus compañeros. Ha sido cautivado por Circe, poderosa hechicera. Le han acosado las potencias celestes guiadas por Zeus y por el arcaico Poseidón cubierto de algas, conchas y corales. Secretamente le ayudaba Atenea a urdir trampas y armar máquinas, pero ahora la diosa de espíritu ígneo debe asistirle una última vez porque Ulises va a matar a los cien pretendientes que acosan a su esposa.

Llega a Ítaca con el cabello cano, disfrazado de mendigo, envuelto en harapos. Hiede a senectud y miseria. Así pasa inadvertido y puede tramar con esmero su venganza. Los cien pretendientes son crueles guerreros y él está solo. Tiene la complicidad de su hijo Telémaco, pero es un muchacho. Nadie más sabe que el amo está en palacio. Nadie le reconoce, ni siquiera su mujer, Penélope. Y entonces tiene lugar una de las escenas más sublimes de la literatura universal.

Durante esos veinte años, el perro de Ulises, un mastín llamado Argos, ha ido envejeciendo. Incluso para una bestia fuerte y membruda veinte años son muchos, pero además ha sido torturado por los pretendientes, le han apaleado, le han impedido comer y beber, le han atado con sogas, le han echado de la ciudad. /upload/fotos/blogs_entradas/ulises_1_med.jpgAhora agoniza sobre un montón de estiércol a las puertas de Ítaca. Cuando el mendigo va a cruzar el umbral, Argos menea la cola y con un supremo esfuerzo alza la cabeza para saludar a su amo: sólo él le reconoce. Luego muere. La cólera de Ulises entra en Ítaca.

Esta es una historia inmortal. Nos la sabemos de memoria, pero amamos oírla de nuevo. Me la ha vuelto a contar Pietro Citati en su deslumbrante Ulises y la Odisea (G Gutenberg) y me ha conmovido como si no la hubiera oído nunca. Lo inmortal nace todos los días.

Artículo publicado en: El Periódico, 12 de julio de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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