Félix de Azúa
Cualquiera que en alguna ocasión se haya visto en la necesidad de corregir trescientos exámenes, habrá reparado en la enorme diversidad de las escrituras. Cada alumno tiene su particular modo de dibujar letras y palabras. Vence, en general, una grafía primitiva, fragmentada y difícil de leer, como si se hubiera escrito deprisa, aun cuando si se observa a los examinandos se constata que escriben con lentitud exasperante. Esta asombrosa diversidad es el resultado de una práctica cada vez más secundaria, frente al tecleo.
Nuestros abuelos recibían lecciones de caligrafía y todavía en mi infancia mis amigos distinguían perfectamente si una niña era del Sagrado Corazón o del Jesús María sólo con mirarle la letra. Eran modelos de disimulo, de ocultación, porque es ancestral la creencia de que en la escritura nos traicionamos. La caligrafía servía para encubrir nuestra parte siniestra. Todavía hoy el examen grafológico es decisivo para la elección de candidatos a trabajos comprometidos.
En uno de sus artículos de los años treinta, escrito en Ibiza y quizás alucinado por una insolación germana, Walter Benjamín escribió que el poder de imitación de los mortales es su principal carácter. No sólo imitamos a los animales y a los otros humanos, imitamos también los fenómenos naturales y la esfera celeste, por ejemplo con las danzas rituales o con los signos del zodiaco. Más tarde imitamos el mundo mediante jeroglíficos. Y finalmente con la escritura, la cual representa el cosmos, pero también a quien está escribiendo. En la escritura, dice, aparece el retrato de la parte ciega de nuestra alma. Escribo una carta y desde el papel un rostro maléfico y amenazador me sonríe en forma de escrito: es mi parte opaca y latente. La he imitado disfrazada de alfabeto.
Añade Benjamín que precisamente por ir concentrándose nuestras imitaciones del mundo en la escritura, poco a poco ha ido desapareciendo la magia. Si su hipótesis es correcta, la desaparición de la escritura por efecto del tecleo traerá consigo un crecimiento exponencial de la magia.
Artículo publicado el sábado 20 de junio de 2009.