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El tema del traidor y del héroe

Por 21 de mayo de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La participación de conocidos izquierdistas en el Gobierno de Nicolas Sarkozy produce océanos de bilis en los medios de la izquierda francesa. Cuanto más irreprochable el personaje, más bilis. Quien mayor odio desata es Bernard Kouchner, nuevo ministro de Exteriores: no pueden acusarle de nada. Exasperado, Daniel Cohn-Bendit le tilda de "narcisista", una majadería cuando se aplica al fundador de Médicos sin Fronteras, la única organización de ayuda humanitaria que concita la alabanza universal.

¿Qué está sucediendo en Francia para que las más estimadas piezas de su tablero cultural abandonen a los socialistas? Quizá habría que reflexionar con la debida seriedad sobre la célebre frase de André Glucksmann: "Voto a Sarkozy porque soy de izquierdas". No es una ocurrencia. Ni siquiera para Pascal Bruckner, uno de los pocos izquierdistas notorios que no se ha pasado al enemigo. Tras las elecciones escribió: "Los socialistas parecen decididos a congelar la Historia: han elegido el camino de la inercia". Y luego: "Dos conservadurismos, de derecha y de izquierda, se han unido para frenar cualquier reforma importante". Y la puntilla: "El Partido Socialista debe decidir entre morir para resucitar mejorado o agonizar en el culto del pensamiento muerto".

Es muy singular que ante cualquier novedad la izquierda institucional, la que goza de todos los privilegios del poder, reaccione con pavor y con ataques personales. Hay un miedo en la izquierda, una inseguridad ética, que produce estallidos de cólera en cuanto algo o alguien se aparta unos centímetros de su catecismo. Antes siquiera de reflexionar o analizar, y desde luego mucho antes de argumentar, baja la testuz y embiste al grito de "¡facha!". Este había sido siempre el comportamiento de una derecha analfabeta y goyesca, la derecha de cortijo y sortija. Ahora lo es también de la izquierda establecida y oronda, la izquierda momificada.

No es extraño que, para algunos hombres de acción, como Kouchner, lo significativo no sea ya la izquierda y la derecha, sino la posibilidad real de hacer algo que valga la pena.

Artículo publicado en: El Periódico, 20 de mayo de 2007.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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