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Educación

Por 1 de diciembre de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

 

La señora Celaá está logrando acabar con los suspensos, no fuera a ser que el Gobierno tuviera una tonelada de los mismos

Entiendo bien a la tal señora Lastra. Felipe González ha de callarse o quizás incluso mejor morirse. En la sociedad ideal que planean Iglesias y Sánchez un hombre de 78 años no tiene otro deber que morir. Alguien que ha cumplido una función histórica, que llegó al poder por aclamación, alguien con estudios y experiencia internacional, es el zumbido de un mosquito en la siesta de un Gobierno inerme, con escaso conocimiento del mundo, sin otra experiencia que husmear el rastro de los zapatos por las moquetas y sin interés por nada que no sea su beneficio inmediato.

El jefe de ventas de La Moncloa ha ordenado que a la gente de esa edad hay que aplaudirla, sí, aplaudirles mucho, pero solo cuando están agonizando en hospitales y residencias gracias a la pericia de un ministro de Sanidad que viene de la filosofía catalana. Casi con seguridad los agonizantes son gente que sabe cosas como la capital de Islandia, el autor de La montaña mágica o el cálculo integral. Son conocimientos que escandalizan al actual Gobierno y deben ser combatidos. La señora Celaá está logrando acabar con los suspensos, no fuera a ser que el Gobierno tuviera una tonelada de los mismos. Así que, con toda autoridad, puede presentar a la señora Lastra como un modelo para el futuro educativo de España: no tiene estudios y ha vivido en los pasillos del partido pasando curso sin necesidad de aprobar absolutamente nada. Abundemos, pues, con Lastra: cállense los viejos que no entienden el mundo actual. Paso a la juventud.

Me asalta una duda. En realidad, quien afea su edad a González, con ese delirio de Peter Pan que afecta al Gobierno, es una mujer talluda. ¿Debemos confiar más en una cuarentona indocta que en un sabio setentón? Y sobre todo ¿por qué?

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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