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Edad de Oro

Por 23 de mayo de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

He asistido a uno de los admirables cursos de la Fundación March. Esta vez, sobre la pintura paleolítica. En realidad, sobre la vida en las cavernas hace 40.000 años. No hay nada más actual, porque no tenemos ni idea de cuáles son nuestros orígenes, de manera que mal hemos de saber cuál será nuestro destino. La prehistoria comienza, para nosotros, a mediados del siglo XIX. La prehistoria es algo muy reciente. Antes los sabios creían que la edad de la Tierra era de 6.000 años. Desde entonces nuestro pasado ha crecido en millones de años. Nuestro futuro, en cambio, se ha esfumado.

Fue Picasso quien dijo: "Después de Altamira todo es decadencia". Se refería a la inexplicable delicadeza de las pinturas que se han conservado en cuevas como la cántabra o las francesas de Chauvet y Lascaux. La extremada elegancia y exactitud del trazo hiela la sangre. Las primeras imágenes de la humanidad son perfectas. Nadie sabe cómo fue posible, pero seguimos echando luz sobre el enigma del Paleolítico. De hecho, nada envejece más deprisa que la prehistoria. Lo que decía sobre Lascaux un talento como Georges Bataille hace 50 años sigue siendo inteligente y poético, pero apenas hay datos que no estén equivocados.

Los ponentes del curso, Alcolea, García-Diez, Baquedano, describieron minuciosamente el mundo de los cazadores cavernarios, hermanos de bisontes, ciervos, caballos, renos o mamuts, y a mí me pareció un mundo ejemplar, civilizado, profundo, respetuoso con lo viviente, en comunión con los animales a los que admiraban.

Su esperanza de vida era de 25 años. Así que, comparados con aquellas sociedades juveniles que mantuvieron una mesura vital milagrosa durante 40.000 años, nosotros somos unos salvajes.

 

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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