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Blogs de autor

Desde hace dos mil quinientos años

Por 3 de marzo de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Cuatro siglos antes del nacimiento de Jesús de Nazaret (a quien, por cierto, Eduardo Mendoza dedica su última e hilarante novela), el poeta Eurípides estrenó una tragedia titulada "Las Troyanas". Como fondo, la ciudad de Troya arrasada, sus ruinas, la humareda de los incendios. Sobre la escena cuatro mujeres condenadas a muerte o esclavitud por los vencedores. Hécuba, la madre del héroe troyano que ha visto como degollaban a su marido, mataban a sus hijos y ahora ve llegado el turno de sus hijas. Andrómaca, esposa de Héctor, también lo ha perdido todo, pero ahora va a tener que soportar el asesinato del pequeño Astianax, lo único que la ata a este mundo. Casandra, la hermana loca, la divina, la profetisa a quien nadie cree, ebria de conocimientos secretos que baila su futura violación porque sabe que sus tiranos van a perecer. Finalmente, Helena, la bella, fría, calculadora, codiciosa y adúltera causante de la destrucción, a quien su marido desea matar, pero no podrá hacerlo en cuanto la hermosa se abrace a sus rodillas. Eurípides describe con una poesía barroca y agresiva la conexión entre soberbia masculina y humillación femenina.

/upload/fotos/blogs_entradas/las_troyanas_med.jpgEn 1965 y sin que pueda yo explicarme la razón, Jean Paul Sartre estrenó su adaptación y traducción de "Las troyanas". Cualquiera que las compare verá que las mujeres de Eurípides son colosales, esculpidas en mármol, sus lamentos queman, su destino conmociona. Las de Sartre son hembras domésticas, madres y esposas burguesas en un mal trance. Excepto Helena. La mujer más seductora del mundo sigue provocando en Sartre la misma cegadora admiración que a Menelao el cornudo. De las cuatro, sólo Helena sobrevivirá.

No sé yo si esta genuflexión del macho que Eurípides conocía bien, pero odiaba, y que Sartre conoce y sin embargo acepta, no está en la raíz misma del escandaloso contraste entre una presencia agobiante de bellas publicitadas por todas partes, y pobres mujeres asesinadas en barrios marginales y pisos de renta limitada. Acaso las mujeres no puedan aspirar a otra salvación que la cirugía.

Artículo publicado en: El Periódico, 1 de marzo de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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