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Decir la verdad

Por 5 de diciembre de 2005 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Cuenta Jean Piaget que cuando contaba muy pocos años un hombre trató de secuestrarlo en pleno centro de París. Iba acompañado por su niñera y la esforzada muchacha opuso una resistencia tan feroz que logró poner en fuga al criminal, no sin antes recibir heridas en el rostro. Recordaba el epistemólogo con nitidez a las gentes que acudieron en ayuda de la heroica niñera, e incluso el uniforme de los policías que levantaron acta del suceso.
Muchos años más tarde, la niñera sufrió una repentina iluminación religiosa y entró como pupila en un establecimiento cristiano. Escribió entonces una carta a los padres de Piaget pidiendo perdón por sus mentiras. Todo había sido un invento. Ella misma se había autolesionado para impresionar a sus patrones y conservar el empleo. Junto con la carta, devolvía el reloj de oro que le habían regalado en agradecimiento por su valentía.
El relato histórico se mostraba falso. No así el recuerdo de Piaget, el cual sería para siempre verdadero. Se pueden desmentir los hechos, pero no pueden borrarse los sentimientos hacia atrás. Este es el peligro que trae consigo la presencia de niños o jóvenes inmaduros en algunos juicios que tratan de establecer una verdad relacionada con la memoria. Acaba de suceder en Francia, tras la absolución más escandalosa de la historia judicial francesa. Y está pasando en Barcelona, como en su día denunció Arcadi Espada a raíz de los procesos por pederastia en el barrio de El Raval.
No de otro modo se experimentan algunos sucesos históricos (derrotas, humillaciones, agravios) basados en hechos demostradamente falsos, pero que siguen viviéndose como emocionalmente verdaderos por los nacionalistas.
El establecimiento de una verdad aceptable tropieza con dos obstáculos. El primero, por la izquierda desorientada, presenta la verdad como un puro resultado de los intereses de los poderosos. Por la derecha, en cambio, la verdad sólo puede ser establecida por la tradición y la autoridad.
Encontrar una verdad posible es tarea de artistas, científicos y filósofos. Una novela como Demonios, de Dostoievsky, dice la verdad sobre los grupos terroristas actuales. Filósofos como Michael P. Lynch, en su reciente estudio divulgativo La importancia de la verdad (Paidós), ayudan a evitar relativismos y fundamentalismos. Los científicos denuncian a los falsos expertos y los fraudes disfrazados de investigación académica. Una triple alianza.
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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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