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¿Con quién andas?

Por 18 de mayo de 2021 mayo 19th, 2021 Sin comentarios

Félix de Azúa

No es en absoluto fácil distinguir a un imbécil de un malvado. Uno de los modos más eficaces de proceder a la distinción es observar con quién se trata el personaje

No es en absoluto fácil distinguir a un imbécil de un malvado. Cierto: lo más abundante es el malvado que además es un imbécil, pero lo interesante es que a veces puede uno pensar de alguien que es un malvado, que hay que andarse con ojo y a poder ser esquivarlo, cuando en realidad se trata de un simple tontazo. La distinción es relevante porque el malvado hace maldades dolorosas, en tanto que el imbécil, aunque por pura estupidez pueda causar daño, también da risa.

De modo que es prudente aprender a distinguir. Uno de los modos más eficaces de proceder a la distinción es observar con quién se trata el personaje. Si sólo se asocia con idiotas, no hay peligro o no suele haberlo. El malvado prefiere la compañía de gente inteligente, si se deja. El malvado los usa en su beneficio y luego los humilla, los hiere, los arruina y los elimina. Por esta razón hay que fijarse mucho y en política perdonar sólo a los bobitos.

Un ejemplo. Los franquistas de la inmediata posguerra eran casi todos ellos muy malvados. Fusilaban, desterraban, censuraban, encarcelaban, reprimían. Con el tiempo se les fueron debilitando las fuerzas mentales y acabaron por ser simplemente una masa de idiotas que ni siquiera distinguía a la gente valiosa de la que no valía una higa. Por esta razón cometían errores ridículos. Censuraban las novelas de Vargas Llosa, cortaban películas de Ford o metían en la cárcel a estudiantes inocuos. Eran el hazmerreír de Europa.

Y así como las compañías son excelente señal para distinguir entre malvado y necio, la segunda señal es aún más certera: todo aquel que hace el ridículo suele ser un idiota. Ni siquiera tiene entidad para ser malvado. Aplicado a la política, permite entender mejor el acoso a Cercas y Trapiello.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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