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Banderitas para el nene y la nena

Por 2 de abril de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La campaña francesa está cada día más divertida. Ahora han emprendido una carrera para ver quién tiene la patria más grande. La palabra "nación" aparece en sus discursos más a menudo que en las Cortes. El candidato conservador ha prometido un Ministerio de la Identidad y la candidata socialista ha respondido exigiendo que cada ciudadano francés ponga una bandera en su hogar. El más sensato, François Bayrou, no ha entrado al trapo… y ha bajado en las encuestas.

Ante el amor furioso que estos inesperados nacionalistas muestran hacia la bandera, la identidad o la nación, y siendo así que hasta ahora el único nacionalista era Jean-Marie Le Pen, candidato de la extrema derecha, la izquierda está que trina. Todos los periódicos y las televisiones entrevistan sin pausa a lo que queda de intelecto gauchiste para que se indigne en público. Se indigna, y el público se muere de risa. De haber estudiado la filosofía política española (y haber sobrevivido), sabrían que no hay nada más izquierdista que el nacionalismo, pero como no la han estudiado, están espeluznados y fuera de sí.

De todos ellos, el que ha tenido las mejores ocurrencias ha sido Toni Negri, antiguo apóstol de la lucha armada y actual clérigo de la extrema izquierda paleolítica. Preguntado por el fenómeno nacionalista que sacude a Francia, el pensador contesta: "Es un movimiento general que procede de la última fase del pensamiento neoconservador americano". ¡Cielo santo! ¿Carod Rovira, Pernando Barrena, Xosé Beiras, serán en verdad un derivado autóctono de Bush?

No queda la cosa en tan sorprendente afirmación. Un poco más adelante añade: "(la agitación nacionalista) ss un comportamiento reaccionario por definición y vergonzoso en alguien que se dice socialista como Ségolène Royal". ¡Qué barbaridad! ¿Reaccionarios Otegui, Xirinachs o Vendrell, esas figuras heroicas de la izquierda española?

Si alguien tiene todavía un poco de amor por la izquierda europea, por favor, que le envíe a Toni Negri algún libro subvencionado por la Generalitat. A ver si se aclara.

Artículo publicado en: El Periódico, 31 de marzo de 2007

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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