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La larga conversación de Eduardo Coutinho

Por 14 de junio de 2014 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Edmundo Paz Soldán

El pasado 2 de febrero, el cineasta brasileño Eduardo Coutinho (1933-2014) fue asesinado por su hijo Daniel. Daniel, que padecía de esquizofrenia, acuchilló a los padres (la madre recibió cinco cuchilladas y sobrevivió); al ver que su padre había muerto, fue a entregarse donde un vecino, a quien le dijo que había "liberado" a Eduardo. La noticia causó conmoción en el Brasil, pero pasó relativamente desapercibida en el resto del continente: los medios reportaban la muerte por sobredosis del actor Philip Seymour Hoffmann.

Llama la atención que alguien como Eduardo Coutinho, uno de los más importantes documentalistas latinoamericanos del siglo XX, no sea más conocido entre nosotros; es una de nuestras asignaturas pendientes con la cultura brasileña. A lo largo de cincuenta años, desde las primeras tomas que hizo casi por accidente a principios de los sesenta, Coutinho se especializó en captar la agitación del pueblo brasileño, en escuchar a gente de extracción popular y de clase media contando sus dramas; sus documentales se basaban sobre todo en el recurso de la entrevista. En plano medio o en close-up, Coutinho enfocaba a su entrevistado y se largaba a rodar; es sintomático de su estilo que uno de sus documentales más aplaudidos, Edificio Master (2002), en el que cuenta la vida de los habitantes de un edificio en Copacabana, no hay una sola imagen de exteriores: no se ven las bulliciosas calles ni la belleza natural que rodea a ese privilegiado lugar de Río. Todos sus documentales juntos pueden verse como una larga conversación de Coutinho con el pueblo del Brasil.

Coutinho hizo muy buenos documentales, pero es Cabra marcado para morrer (1985) la que le asegura la permanencia en la historia del cine. Simplemente, Cabra es el documental de un genio. Hacia 1962, Coutinho llegó a una región rural en el estado de Paraiba y se enteró de la muerte de un líder campesino a manos de la policía militar, en connivencia con latifundistas. Conmovido por la denuncia de la esposa del campesino, Elizabeth Teixeira, Coutinho pensó que sería una buena idea filmar su testimonio y recrear lo ocurrido utilizando a los mismos campesinos como actores del drama; hacía docu-ficción antes de que este subgénero echara a andar. En 1964, sin embargo, ocurrió el golpe militar, y Coutinho debió interrumpir su filme. Pensó que podría volver a filmar en un par de años, pero se equivocaba: al final, debió esperar hasta el final del período militar, en 1982, para retomarlo.

Coutinho contactó a Elizabeth, que había estado viviendo en la clandestinidad, y a los actores campesinos de las primeras tomas. Los reunió y les mostró lo que había filmado dieciocho años antes: pocas tomas más a la vez posmo y auténticas que las de los campesinos viéndose a sí mismos actuar cuando eran jóvenes. Cabra intercala escenas en blanco y negro de principios de los 60 con nuevas entrevistas a color de los años 80, y cuenta la forma en que los hijos de Elizabeth fueron entregados a parientes y amigos y perdieron contacto con su madre, y los intentos de recuperar ese contacto. El documental es un brillante testimonio del paso del tiempo en la vida de los campesinos, del paso de la historia por el Brasil profundo y luchador que sufre la represión militar y la ausencia de una verdadera reforma agraria. Es también la historia viva del género, desde el realismo social del cinema novo hasta el uso de recursos más vanguardistas en los años ochenta.

 

(La Tercera, 14 de junio 2014)  

    

 

 

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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