Edmundo Paz Soldán
La narrativa española tiene una nueva generación muy interesante. Buena parte de esos escritores, los "mutantes" -Jordi Carrión, Manuel Vilas-, juegan con los elementos formales de las nuevas tecnologías y dialogan, a la manera de McOndo en la década pasada, con la cultura popular norteamericana. En ese panorama, Julián Rodríguez es el "antimutante". El editor de la maravillosa Periférica es también un escritor con un mundo narrativo propio. Por un lado, están las novelas minimalistas -entre las que destaca Lo improbable–, y por otro lado está su proyecto "Piezas de resistencia", en el que combina ficción con memoria y ensayo. Rodrigo Hasbún, un amigo escritor cuyas opiniones respeto mucho, jura que Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás es de lo mejor que ha leído últimamente.
Cultivos, recién publicada por Mondadori, también pertenece a este último proyecto. Rodríguez habla poco de nuevas tecnologías; de hecho, el mundo que aparece retratado en sus páginas es el rural, a punto de desaparecer, y sus protagonistas suelen ser hijos de campesinos, buscando otra forma de "cultivo" -el intelectual–, e incapaces de comprender del todo a sus padres. De todos los textos que componen este libro algo irregular -grandes ensayos al lado de piezas más bien ocasionales–, "Hacia atrás" es el que llega más lejos, en su intento de dar cuenta de una novela que no terminó de cuajar; Rodríguez, aquí, se hace preguntas clave para su desarrollo como escritor: "¿Cómo se consigue el misterio en una novela que no es de misterio? ¿Cómo evitar lo afectado, los adjetivos imponentes, los giros verbales que luego no se pueden corregir porque nos fascinan?" Así nos muestra que una novela que no va a ninguna parte no tiene por qué ser un fracaso.