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Después de Iowa

Por 6 de enero de 2012 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

 

El caucus de Iowa dio inicio esta semana a las elecciones primarias del partido Republicano. Mitt Romney ganó por apenas 5 votos, pero el gran vencedor fue Rick Santorum, quien, después de languidecer entre los últimos de un grupo caracterizado por la ausencia de figuras verdaderamente carismáticas, se convirtió en el favorito de los votantes evangélicos. El tercero, Ron Paul, él único que ha logrado atraer a votantes nuevos, independientes, estuvo lo suficientemente cerca como para ser considerado una alternativa importante en las siguientes elecciones primarias.

Ninguno de los candidatos logró conseguir un 25% de los votos, con lo que el panorama se muestra complejo para los republicanos: a estas alturas, se puede hablar de un partido dividido en tres, incapaz de agruparse detrás de un político. Los neoconservadores y los preocupados por temas económicos están con Romney; los votantes religiosos le han dado su apoyo a Santorum; y los "libertarios" aislacionistas y antigobierno han conseguido mantener a Paul en la lucha. El partido todavía no ha encontrado su identidad en la era post-Bush; la aparición del Tea Party radicalizó a sus votantes de base y los divorció de un establishment más pragmático. Así, se ha dado la paradoja de que, en un año propicio para el triunfo de la derecha gracias a la debilidad de Obama, casi todos los políticos más centristas, menos estridentes, prefirieron pasar de largo y dejar el circo a los más extremistas.

Romney es el que tiene más capacidad financiera y de organización para aguantarlas; se ha posicionado como el tecnócrata del grupo, el "manager" que sabe cómo administrar una empresa (o un país), lo cual le augura buenos resultados en un año en que la economía es el tema principal. Sin embargo, es un candidato poco querido por su ideología tan diluida, por su incapacidad para mantenerse fiel a sus principios; no ha logrado convencer ni a los populistas ni a los conservadores ortodoxos. Santorum apenas tiene organización, por lo cual no le irá bien en las primarias de New Hampshire la próxima semana, pero luego viene Carolina del Sur, ideal para su discurso cristiano-evangélico; sin embargo, ¿puede un candidato que se opone a cualquier tipo de control de la natalidad llegar muy lejos? En cuanto a Paul, algunas de sus posiciones -legalización de la droga, no intervencionismo- son un anatema para los republicanos tradicionales.

El establishment conservador soñaba con unas elecciones rápidamente definidas en torno a un líder, para ahorrarse la batalla interna y centrarse en Obama. El sueño se ha convertido en una pesadilla fascinante: cada nueva primaria no hará más que exponer las debilidades de los principales candidatos. Bachmann ya se bajó de la carrera y es probable que Perry renuncie, con lo que todavía quedarían Gingrich y Huntsman. No se los debe descartar: estarán allí, agazapados, esperando que la lucha desangre a los favoritos. Gane quien gane, los demócratas han recuperado el optimismo. El grupo de republicanos que les ha tocado en suerte este año se muestra débil para un Obama que, aunque no ha sido un gran presidente, sigue siendo un político brillante y un candidato de primer nivel. 

(revista Qué Pasa, 6 de enero 2012)

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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