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De la inspiración poética

 

La polémica entre las dotes naturales y el aprendizaje de un arte tan importante como la poesía tiene su hito más relevante en el pasaje de la Odisea donde el aedo Femio se dirige a Ulises, que acaba de liquidar a los pretendientes, y le suplica que no le mate, porque (XXII, 347-9): “Soy autodidacta, y el dios me implantó en la mente todo género de vías poéticas,  y me parece que canto a tu lado, como al lado de un dios.” Es la única vez que aparece el término “autodidacta” en los poemas homéricos, y la primera, en las letras griegas. Platón cogió al vuelo la oportunidad y estos versos son el principal apoyo de su teoría de la anammesis, que concibe la sapiencia como rememoración, y se explica por primera vez en su diálogo Ion (533). La inspiración poética se debería a la divinidad, bien sea la Musa, o bien un daimon  innominado, como el que inspiró a Penélope la astucia de la tela interminable.

El pasaje homérico autoriza la tesis platónica, pero también a su modo la del aprendizaje, aunque sea autodidacta. Cuando Aristóteles se ocupó del problema de la inspiración poética, hizo mención del caso de Maraco de Siracusa, que era mejor poeta en sus accesos de locura. Este famoso ejemplo aristotélico fue comentado por Alejandro de Afrodisia, autor muy estudiado durante el Renacimiento, y el poeta y loco esporádico Maraco de Siracusa pasó a ser un paradigma repetido por numerosos teóricos de los misterios de la inspiración poética, como Huarte en su Examen de ingenios: “Maraco siracusano era más delicado poeta cuando estaba (por el calor demasiado del cerebro) fuera de sí; y, volviendo a templar, perdía el metrífico, pero quedaba más prudente y sabio. De manera que no sólo admite Aristóteles por causa principal de estas cosas extrañas al temperamento del cerebro, sino que también reprende a lo que dicen ser esto revelación divina y no causa natural.”

Al final del Renacimiento, el genio literario y el proceso de la inspiración tuvieron su fase culminante como materia de discusión entre los entendidos. En su tratado Apología de la poesía, escrito hacia 1582, Philip Sidney constata que “los más bárbaros y simples indios, que carecen de escritura, tienen sus poetas que componen y cantan”. Montaigne también calificó por entonces de “anacreónticas” las canciones compuestas por los “caníbales”, y en su Diario del viaje a Italia relata dos casos de inspiración extraordinaria, el del spiritato de Roma, y, sobre todo, el de la signora Divizia, iletrada que componía de encargo:

“Esa mujer, como su marido, vive del trabajo de sus manos. Es fea, de treinta y siete años, con bocio en la garganta, y no sabe leer ni escribir. Pero como en su tierna juventud tenía en la casa de su padre uno de sus tíos que leía siempre en su presencia a Ariosto y otros poetas, su ingenio se halla de tal modo dispuesto a la poesía que no sólo hace versos de una prontitud extraordinaria, sino que también les mezcla fábulas antiguas, nombres de dioses, de países, de ciencias y de hombres ilustres, como si hubiera hecho un curso de estudios reglado. Hizo muchos versos para mí. No son, en verdad, más que versos y rimas,  pero de un estilo elegante y fácil.”

Antonio Guaineri, médico de Pavía, escribió casi un siglo antes el caso de “un rústico melancólico que componía cantos fogosos durante la luna creciente, y una vez pasada la combustión, al cabo de unos dos días, hasta que venía otra combustión, no proferia ni palabra literaria. Me han dicho que jamás estudió letras.” El propio Huarte cita varios casos de inspiración sapiencial y en particular el de un frenético versificador: “De otro frenético podré también afirmar que en más de ocho días jamás habló palabra que no le buscara consonante, las más veces hacía una copla redondilla muy bien formada.”

Frente a la explicación estrictamente médica de Huarte, que remite el fenómeno al desequilibrio de los diversos humores y temperaturas, los teóricos de la época preferían la versión de Marsilio Ficino, que era puramente mágico-platónica, y se remitían a un “entusiasmo” literario que estaba ilustremente autorizado por el fervor de Boccacio, el furor de Cicerón y el cuarteto de furori del propio Ficino. 

Montaigne, que medita largo y tendido sobre el gusto y la capacidad para la poesía, sigue la opinión de Huarte en materia de inspiración poética y psicología aplicada, lo que se traduce en su autovindicación por la suelta de “mis caprichos en público”. La dignificación de lo caprichoso en el Examen de ingenios de Huarte corre así: “A los ingenios inventivos llaman en lengua toscana caprichosos, por la semejanza que tienen con la cabra en el andar y pacer. Esta jamás huelga por lo llano; siempre es amiga de andar a solas por los riscos y alturas, y asomarse a grandes profundidades, por donde no sigue vereda alguna, ni quiere caminar con compañía. Tal propiedad se halla en el ánima racional cuando tiene un cerebro bien organizado y templado: jamás huelga en ninguna contemplación, todo es andar inquieta buscando cosas nuevas que saber y entender […] Hay otros hombres que jamás salen de una contemplación, ni piensan que hay más en el mundo que descubrir. Esos tienen la propiedad de la oveja, la cual nunca sale de las pisadas del manso, ni se atreve a caminar por lugares desiertos y sin carril, sino por veredas muy holladas y que alguno vaya delante. Ambas diferencias de ingenio son muy ordinarias entre los hombres de letras. Unos hay que son remontados y fuera de la común opinión; juzgan y tratan las cosas por diferente manera; son libres en dar su parecer y no siguen a nadie. Otros hay recogidos, humildes y muy sosegados, desconfiados de sí y rendidos al parecer de un autor grave a quien siguen, cuyos dichos y sentencias tienen por ciencia y demostración, y lo que discrepa de aquí juzgan por vanidad y mentira.”

Montaigne no sólo leyó a Huarte, sino que se debe a él, y el autor español representó para el francés justo aquello que Morgenstern contaba de Joseph Roth en relación con Proust. Roth le confió una vez que: “Durante muchos años, después de cada artículo que escribía, tenía el terrible sentimiento de que era el último, ¿cómo podría escribir el siguiente? Así fue hasta que leí a Proust. Con Marcel Proust se me deshizo el nudo. Desde entonces sé cómo tengo que escribir. Aunque no imito a Proust en absoluto, como seguramente sabes.” 

Al señor Eyquem se le deshizo el nudo cuando leyó a Huarte, y decidió ser Montaigne. En Huarte encontró la legitimación para ese capricho. Es natural que la afinidad quedase inconfesa, a nadie le gusta deberse a un contemporáneo.

Pasada la brillante procesión del Renacimiento, y una vez que sus más atrasados epígonos doblaron la esquina, la cuestión sobre la inspiración poética debida al diablo, a la magia platónica o el estudio de los humores orgánicos, perdió todo su interés. Ya en el Siglo de las Luces, se presiente la convicción moderna de que la poesía, como el arte, se ha vuelto imposible y fácil.

De esa época, hacia 1740, son los deliciosos ejemplos de ingenio e inspiración relatados en las Cartas confidenciales sobre Italia por Charles de Brosses:

“Quiero participaros, mi querido presidente, una especie de fenómeno literario del que acabo de ser testigo, y que me ha parecido una cosa più stupenda que la catedral de Milán. Al mismo tiempo, poco me ha faltado para quedar en evidencia. Vengo de casa de la signora Agnesi, donde dije ayer que tenía que acudir. Me han hecho entrar en un gran y hermoso apartamento, donde he encontrado a treinta personas de todas las naciones de Europa, ordenadas en círculos, y a la señora Agnesi, sola con su hermana pequeña, sentada en un canapé. Es una chica de dieciocho o veinte años, ni guapa ni fea, con hermosa tez, aspecto sencillo y dulce. Primero han traído muchos helados, lo que me ha parecido un preludio de buen augurio. Al ir, esperaba que no sería más que para conversar de manera corriente con esa señorita; en lugar de eso, el conde Belloni, que me acompañaba, ha querido hacer una especie de acto público. Ha empezado por pronunciar una bella arenga a esa joven en latín, de modo que le oyera todo el mundo. Ella le ha contestado muy bien; tras lo cual,  se han puesto a debatir en la misma lengua sobre el origen de las fuentes, y sobre las causas del flujo y reflujo que algunas tienen semejante al mar. Ella ha hablado como un ángel sobre esa materia; no he oído nada al respecto que me haya satisfecho tanto. Tras lo cual, el conde Belloni me ha rogado disertar igualmente con ella, sobre cualquier materia que me pareciera bien, siempre que fuera filosófica o matemática. He quedado estupefacto al ver que me hacía arengar de improviso y hablar durante una hora, en una lengua que no uso. No obstante, de un modo u otro, le he dirigido un hermoso cumplido, y luego hemos discutido primero sobre la manera en que el alma puede ser afectada por los objetos corporales, y luego comunicarlos a los órganos del cerebro, y a continuación sobre la emanación de la luz, y sobre los colores primitivos. Loppin ha disertado con ella sobre la transparencia de los cuerpos y sobre algunas líneas curvas geométricas, de lo cual no he entendido nada. Él le hablaba en francés, y ella le ha pedido permiso para responderle en latín, temiendo que los términos de las artes no le vinieran tan fácil a la boca en lengua francesa. Ella ha hablado de maravilla de todos los temas, sobre los cuales, sin duda, no estaba más prevenida que nosotros. Es muy adicta a la filosofía de Newton, y es una cosa prodigiosa ver a una persona de su edad que se sabe tan bien puntos tan abstractos. Pero, por chocante que me haya parecido su doctrina, aun me ha asombrado más oírle hablar en latín (lengua de la que, sin duda, ella no hace uso sino rara vez) con tanta pureza, facilidad y corrección, que puedo decir no haber leído nunca libro alguno en latín moderno escrito con tan buen estilo como sus discursos. Después de que contestase a Loppin, nos levantamos, y la conversación se hizo general. Cada persona le hablaba en la lengua de su país, y ella respondía a cada cual en su propia lengua. Me dijo que estaba muy disgustada por que la visita hubiera tomado así el aspecto de una tesis, y que no le gustaba hablar de tales cosas en sociedad donde, por cada persona que se entretenía, había veinte aburridas, y que aquello sólo estaba bien entre dos o tres personas del mismo gusto. Ese discurso me pareció al menos de tanta sensatez como los precedentes. Me disgustó enterarme de que pensaba meterse en un convento, cosa innecesaria, porque es muy rica. Después de que charlamos, su hermana pequeña tocó en el clavecín, como Rameau, unas piezas de Rameau y otras de su propia composición, y cantó acompañándose.”

La joven dama sapiente era Maria Gaetana Agnesi (1718-1799), y su hermana, Maria Teresa Agnesi (1720-1795), clavecinista, cantante y compositora de óperas. La carta de Brosses está dirigida a Jean Bouhier (1673-1746) erudito, académico y presidente del Parlamento de Borgoña. Unos días más adelante tuvo lugar el encuentro con Bernardino Perfetti (1681-1747), poeta improvisador, que Brosses narra como sigue:

“El espectáculo más singular que hemos tenido durante nuestra estancia en Siena nos ha sido otorgado por el caballero Perfetti, improvisador de profesión. Llaman así a ciertos poetas que se dedican a improvisar sobre la marcha un poema impromptu sobre un motivo quodlibético que se les propone. Propusimos como tema a Perfetti la aurora boreal. Permaneció con la cabeza baja durante un buen cuarto de hora, al son de un clavecín que preludiaba a media escala. Se levantó y comenzó a declamar suavemente, estrofa a estrofa, en rimas octavas, siempre acompañado por el clavecín que daba los acordes durante la declamación y volvía a preludiar para no dejar vacíos los intervalos al cabo de cada estrofa. Estas se sucedían unas a otras bastante despacio, a lo primero. Poco a poco,  la verba del poeta aumentó y, a medida que aumentaba, el son del clavecín se reforzaba parejamente. Al final, el poeta declamaba como un hombre rebosante de entusiasmo. El acompañante y él iban concertados con una sorprendente rapidez. Al salir, Perfetti parecía muy fatigado; nos dijo que no le gustaba hacer con frecencia semejantes ensayos, que le agotaban el cuerpo y la mente. Pasa por el más hábil de los improvisadores de Italia; su poema me causó gran placer; en esa declamación rápida, me pareció sonoro, y lleno de ideas e imágenes. Al principio era una joven pastora que se despierta, sorprendida por el brillo de la luz; se reprocha su pereza y va a despertar a sus compañeras, les muestra el horizonte ya dorado con los primeros rayos, les representa que ya debían haber conducido sus rebaños a las praderas esmaltadas de flores. Las pastoras se reúnen, el fenómeno aumenta; el rayo del dueño de los cielos se lanza a todas partes desde un globo oscuro que amenaza la tierra, las olas inflamadas se desbordan por la campiña; el terror se apodera de todos los pastores. Vanamente, uno de ellos, más instruido que los demás, les quiere explicar las causas físicas del fenómeno; todos huyen, todos se dispersan, etc. Esa improvisación perfilada poéticamente, llena de frases armoniosas, declamada con rapidez, y unida a la dificultad singular de sujetarse a las estrofas en rimas octavas, sumerge rápido al oyente en la admiración y le hace compartir el entusiasmo del poeta. Creeréis, con todo, que hay ahí muchas más palabras que cosas. Es imposible que la construcción no resulte forzada y el relleno, compuesto de un pomposo galimatías. Creo que con esos poemas pasa un poco como con las tragedias que improvisamos el señor Pallu y yo, donde hay tantas rimas y tan poca razón. Tampoco el caballero Perfetti ha querido escribir nada, y las piezas que le han robado mientras las recitaba, no han mantenido en la lectura lo que habían prometido en la declamación.”

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27 de septiembre de 2010
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Los okupas atacan de nuevo

Nunca se han quedado quietos. Un buen okupa sólo da sentido a su vida si sigue okupando. Diez meses de tregua, aunque fuera parcial, no podía crear más que intranquilidad y malestar entre estos personajes guiados por un sentido de la equidad y de la justicia invertido. De manera que ayer a las seis de la tarde, las doce para ellos, celebraron a lo grande la reanudación de sus actividades. Centenares de nuevos proyectos de okupación se pondrán en marcha a partir de ahora, mal les pese a los propietarios y titulares de los territorios okupados, en abierto desafío a lo que todo el mundo les pide.

Esos okupas son muy especiales. Los que solemos conocer en nuestras ciudades son gentes de pocos medios, que se introducen en casas desocupadas, por lo común pertenecientes a a propietarios sobrados de medios y de viviendas. No suelen contar con medios económicos para sufragar obras ni para hacer reparaciones. Y sufren, por supuesto, la hostilidad de las autoridades: los policías que los desalojan, los jueces que les condenan, los bomberos que luego desinfectan, clausuran y tapian los edificios. Están fuera de la ley y como a tales todo el mundo les considera. Los okupas sobre los que hoy escribo, en cambio, son distintos. En primer lugar, ellos son los pudientes en comparación con la pobreza y la precariedad de los propietarios legítimos. No se meten en casas desocupadas, sino que hacen exactamente lo contrario: procuran que los habitantes se vayan para colarse en sus casas y establecerse allí de por vida. Tienen todos los medios económicos que quieren: donaciones de fundaciones internacionales y ayudas públicas del propio Estado, que gasta más en ellos que en los ciudadanos normales y pacíficos que no se dedican a okupar las casas de los otros. Suelen contar, incluso, con la protección del ejército y se da el caso incluso de que lo tienen infiltrado de okupas empeñados en defender sus okupaciones antes que la seguridad nacional. Estos, como los otros, están fuera de la ley y sus actos de okupación son jurídicamente ilegales, moralmente incalificables y políticamente perjudiciales para la paz en el país y en la región, pero todo esto a ellos les importa muy poco porque aseguran con todo el aplomo que un contrato milenario otorgado por la divinidad en la que ellos creen les concede a ellos y sólo a ellos la propiedad sobre el país en el que viven los propietarios con títulos civiles de estas tierras. Pero su máxima ventaja es que, además, tienen un buen montón de ministros en el propio Gobierno de su país. Es insólito pero así es: se trata de un Gobierno de okupas, presidido por un primer ministro que con diez meses de suspender la okupaciones se da por satisfecho. Lo más gracioso del caso es que este primer ministro asegura que está negociando con los propietarios una fórmula para que los okupas desalojen algunas okupaciones y les dejen algo de espacio para vivir decentemente en su casa. Pero un gobierno de okupas no puede negociar nada, ni siquiera algunas pequeñas desocupaciones, sin cejar en su actividad, la actividad que le da sentido, que es seguir expoliando propiedades a los únicos propietarios legítimos. Todo tiene su lógica cuando el interés más material y egoísta se sitúa en perfecta sintonía con el nacionalismo excluyente y con un Dios intervencionista que concede títulos de propiedad. Nada hay más sencillo y popular que una patria bendecida por los cielos que además te subvenciona la vivienda y te da de comer. Una gran causa al servicio de la causa más miserable.

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27 de septiembre de 2010
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Lecciones de PD James

P.D. James Todo lo que sé sobre novela negra es el título del libro de P.D. James que ha publicado Ediciones B. Ahí analiza a varios modelos de novelas de detectives, teniendo como paradigma a Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes. En El Mundo, Paula Juan resume las lecciones en cinco.  Aquí les dejo las dos más interesantes para mí:

EL CONTEXTO Algunos novelistas comienzan describiendo el acto del asesinato. Otros, sin embargo, inician sus líneas con el descubrimiento ?del cuerpo del delito?. También hay algunos que se decantan, como la propia P. D. James, por ?comenzar por describir el entorno? para poder ?meterse de lleno? en el ambiente y en el contexto sobre el que girará la historia. Sea cual sea la manera de comenzar hay que tener en cuenta que, una de las ?reglas sagradas?, según explica la autora de la obra, es que ?el detective nunca debe saber más que el lector?. Pero sí que puede ocurrir lo contrario, ?que el lector sepa más que el detective?. Un ejemplo de esto es que el lector sepa que uno de los sospechosos miente EL LECTOR Pero, quizás, lo más importante de toda historia detectivesca sea la inteligencia del lector ya que, al fin y al cabo, el relato se convierte en un ?puzzle casi intelectual?. Ellos son la parte más importante de la historia ya que sin ellos ni habría novela ni historia ni nadie que reflexionara acerca del asesinato, las pistas y todo lo que el detective va descubriendo con su análisis y sus investigaciones.

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26 de septiembre de 2010
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Disciplina, terquedad, perseverancia, espíritu crítico y autocrítico

Mario Vargas Llosa Cada vez es más difícil encontrar notas en las que Mario Vargas Llosa hable de cosas estrictamente literarias. Los medios siempre resaltan las frases políticas de Vargas Llosa incluso en medios literarios, como la reciente: ?Las dictaduras en América Latina están en extinción?, dicha en La Jornada. Por eso, es tan interesante la nota que hace El Universal donde Vargas Llosa habla de sus inicios literarios y da consejos a los jóvenes escritores presentes en el salón de la UNAM luego de su Honoris Causa. Sobre literatura y ficción dice:

?La ficción ejerce una presión de tal naturaleza sobre lo que uno quiere que sea puro testimonio, que se ve obligado a introducir también en el testimonio la ficción, es decir, a que el testimonio sea infiel, a que prevalezca la fantasía sobre la pura memoria?, explico el escritor. ?Me gusta que mis historias imiten la realidad?, recalcó ante los estudiantes que se dieron cita en la Sala Nezahualcóyotl, en el marco de un diálogo sobre su obra, en el contexto de la entrega del Doctorado Honoris Causa que recibió de la UNAM el pasado jueves. ?Estoy convencido de que las novelas no cuentan verdades, se han hecho para contar mentiras?, expuso el narrador peruano y luego matizó: ?un tipo dementiras que son muy sui generis, muy especiales porque sólo a través de esas mentiras se pueden expresar verdades. Creo que la novela sí expresa unas verdades muy profundas sobre la condición humana, pero las expresa a través de ficciones que son versiones muy engañosas y falaces de lo que es la realidad objetiva?. Y sobre la vocación literaria declaró: ?Uno puede escribir con muchas aspiraciones: hacerse famoso, rico, denunciar las injusticias, pero todo eso es accesorio. Lo fundamental es dedicar su vida a ese quehacer, porque gracias a ese quehacer uno encuentra un orden, un sentido a la vida, algo que organiza el caos. Un joven que siente la literatura de esa manera es alguien que tiene vocación; el que se dedica a la literatura por razones subalternas, lo más probable es que fracase como escritor y que, por lo tanto, no alcance nunca esos ideales que lo llevan a hacer literatura?, dijo el también autor de La niña mala. Con esas palabras provocó una ovación del público. Vargas Llosa, quien publicará en noviembre la novela El sueño del celta, basada en la vida del irlandés Roger Casement, personaje al que el novelista dedicó tres años de investigación, dijo que, detrás de las grandes obras hay disciplina, terquedad, perseverancia, espíritu crítico y autocrítico.

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26 de septiembre de 2010
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Escritores enredados

enredos Los escritores se enredan, dice Daniel Arjona, quien escribe para El Cultural de ?El Mundo? un artículo sobre cómo las redes sociales han terminado por involucrar a la actividad literaria. Le agradezco mucho que le dedique un párrafo al Moleskine Literario:

? La actividad de algunos importantes narradores en las redes resulta errática. Lorenzo Silva no actualiza su Twitter desde hace más de veinte días y su actividad anterior no superaba el comentario por mes, para decepción de su centenar de seguidores. Otros, como Jorge Volpi se han visto tal vez superados por las multitudes virtuales como muestra el hecho de que su perfil en FB avise al lector que busca su amistad que el mexicano ?tiene demasiadas solicitudes pendientes?. Por contra, los hay que no paran. El peruano Ivan Thays, activísimo, no deja un hueco de las redes sin tocar y, sin embargo, su bulímica deglución de información literaria -su blog es lo primero que consultan a diario editores como Jorge Herralde- sufrió una radical mutación el pasado julio. ¿El motivo? El Mundial de Fútbol de Sudáfrica que trocó, durante todo un mes, los comentarios librescos por los de las jugadas. Minuto a minuto, sin exagerar. 

La  nota comenta los distintos casos, en España y en el mundo anglosajón, de cómo las redes sociales acogen páginas de fans o de los autores mismos. Y también recoge algunas declaraciones de autores españoles que participan de estas redes sociales. Por ejemplo:

¿Cómo afecta la hipervisibilidad y la cháchara a los escritores españoles interrogados? Eloy Tizón (Madrid, 1964), cuyo perfil en Facebook es un hospitalario punto de encuentro para sus más de 600 amigos, apunta que ?el excesivo contacto afecta tanto al escritor como no tener ninguno. Entre el zoco y la torre de marfil debe haber algún término medio. Facebook es una especie de gigantesca sopa de letras en permanente estado de ebullición; un pulpo; un panóptico; un escaparate que tiene mucho de espejismo?. Asegura Fernando Marías (Bilbao, 1958) que Facebook le ha ayudado a vender ?muchos? ejemplares de Todo el amor y casi toda la muerte, (Premio Primavera 2009). ?Me fascina las fórmulas de comunicación que han generado las redes sociales. Para hablar de tus libros con los lectores son valiosísimas. Y también me inspiran, mi muro es bastate literario?. ?En este país se sigue escribiendo como si no existiera la televisión? (Ray Loriga. El hombre que inventó Manhattan). Idéntica afirmación, sólo que sustituyendo la ?televisión? por ?Internet?, ha sido enmendada en los últimos años por una nueva generación de escritores decididos a correr en el campo de juego fragmentario de la cultura de masas. No es extraño así que sean algunos de los nocilleros los más activos peripatéticos de las redes. Agustín Fernández Mallo y Manuel Vilas, sin ir más lejos, aliñaron recientemente a cuatro manos una suerte de Manifiesto Facebook lúdico literario en el que secuenciaban las diferentes poses emocionales-estéticas-intelectuales que allí se prodigan. Vilas (Barbastro, 1962) defiende que ?Facebook le ha venido bien a la literatura: ensancha y democratiza la difusión de los discursos literarios. Es un delirio, una casa del terror posmoderno. Hay vanidad, hay estrés, hay soledad, hay adicción, hay fotos, hay exhibicionismo??. Otro de los renovadores de la Literatura actual, Kirmen Uribe, Premio Nacional de Literatura por Bilbao-New York-Bilbao (2009) asegura que ?la relación autor-lector está cambiando muchísimo. Ahora hay mucho más contacto. La red ha sido un motivo de inspiración muy importante en mi novela Bilbao-New York-Bilbao. ?. Montero Glez (Madrid, 1965), por su parte, se sirve de Facebook ?para hacer propaganda de mi material. Yo me lo tomo como un juego. Al igual que cuando me iba a los billares a jugar con las máquinas de marcianitos. Es algo infatiloide, pero se trata de conectar con tus semejantes y a partir de ahí, materializar lo virtual?. Tal vez quienes más gusten de las redes sociales con ímpetus creativos sean los poetas y, de manera especial, las jóvenes versificadoras. Y es que la Generación bloguer anda por todas partes, en las redes y en los bitácoras, cincelando versos en vivo con teclado y ratón. ¿Sus nombres? Ana Pérez Cañamares, Ana Gorría, Luna Miguel, Déborah Vukusic, Inma Luna, Rebeca Yanke? La foto del perfil de Facebook de la poeta tinerfeña Pérez Cañamares (1968) es la de su último poemario: Alfabeto de cicatrices (Baile del Sol, 2010). Trasiega desde hace un año por allí y sabe bien de sus ventajas: ?Me entero de la vida literaria de otros colegas y doy a conocer la mía; lo utilizo como trampolín para acceder a blogs y otros textos ; tengo reacciones de primera mano a mis libros. Permite una creatividad mayor de lo que pensaba en un primer momento.

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26 de septiembre de 2010
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El aprendizaje de la decepción

Lo sorprendente, en la vida y en la política, no es la decepción, que se repite una y otra vez, sino la ilusión previa que la provoca. Nos extrañamos de nuestra capacidad para agarrarnos a cualquier quimera, pero en cuanto reflexionamos un poco percibimos que se trata casi de un mecanismo instalado en nuestra naturaleza. Tropezar en la misma piedra es mucho más que un destino fatal: forma parte del instinto de supervivencia. Una humanidad siempre escéptica y deprimida se hundiría en el embrutecimiento y en la inacción. Esos momentos de exaltación por cambios que no se producirán tal como los hemos soñado son imprescindibles para que se produzcan otros cambios mucho más modestos y prácticos.

Una buena crisis económica no es tan solo la oportunidad para efectuar grandes cambios: también es el tiempo idóneo para la caída de los ídolos. El caso más resonante, aunque no sabemos si definitivo, es el de Barack Obama. También es el que permite mayor riqueza de matices. Las caídas de Zapatero o de Sarkozy, siendo igualmente espectaculares e irreversibles, tienen menos trascendencia, por la inferior enjundia de los personajes y el menor peso y tamaño del poder de sus respectivos países. Con Obama podemos atender a un primer argumento: la falta es nuestra, del público que ha creado las expectativas excesivas que luego quedaron desmentidas. Pero tiene mayor interés un argumento más sofisticado y subjetivo: fue el propio Obama quien nos avanzó una visión del mundo ilusoria y sobre ella se proyectaron los deseos de la gente. Lo ha señalado Walter Mondale, vicepresidente con Jimmy Carter, que publica sus memorias estos días y ha reprochado a Obama su excesiva confianza en una política más transversal y pospartidista, superadora del sectarismo y de la estrechez de miras de los partidos. Entre las expectativas de unos y las ilusiones de otros hemos dibujado el mito de una nueva era histórica sobre la que está cayendo un chorro de agua fría. Sucede ahora con el mundo lo que ya nos ha sucedido justo un peldaño antes con la unidad europea, que iba a superar los Estados nacionales y nos iba a catapultar como una superpotencia benéfica en el nuevo mundo multipolar. Nada de esto ha ocurrido: los Estados nacionales regresan, a pesar de su escasa funcionalidad, y la capacidad europea para jugar en el mundo no aparece por ningún lado. Tampoco termina de arrancar la nueva era de cooperación multilateral bajo liderazgo americano, revertida más bien en una época de inseguridad occidental y de desplazamiento del poder hacia Asia. A menos que Mondale no tenga razón y Obama, en vez de asemejarse a Jimmy Carter, presidente de un solo mandato, se reinvente como líder mundial y vuelva a levantar en los dos años que le quedan las ilusiones perdidas durante los dos primeros de su presidencia.

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26 de septiembre de 2010
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En ninguna parte, pero en todas

Son las dos de la tarde en el Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE) de la calle 17 entre J y K. Decenas de personas aguardan  por un permiso de salida del país, esa autorización de viaje que han dado en llamar ?tarjeta blanca?, aunque mejor sería decirle ?el salvoconducto?, ?la carta de libertad? o ?la orden de excarcelación?. Las paredes están descascaradas y un anuncio de ?cuidado, peligro de derrumbe? se muestra a un costado de la enorme casona de El Vedado. Varias mujeres ?que ya han olvidado sonreír y ser amables? visten sus uniformes militares y le advierten al público que debe esperar disciplinadamente. De vez en cuando gritan un nombre y el convocado regresa unos minutos después con el rostro jubiloso o con un puchero contenido. Finalmente, me llaman para anunciarme la octava negativa de viaje en apenas tres años. Especialistas en despojarnos de lo que podríamos vivir, experimentar y conocer fuera de nuestras fronteras, los funcionarios del DIE me comunican que no estoy ?autorizada a viajar por el momento?. Con ese breve no ?dicho casi con deleite? he perdido la posibilidad de estar en el 60 aniversario del Instituto de Prensa International y en la presentación de Internet para el Nobel de la Paz en New York. Un cuño sobre mi expediente y me vi obligada a hablar vía telefónica  en las actividades de Torino Capital europea de los jóvenes, y a comunicarme con la editorial Brûlé para que lance Cuba Libre en Montreal sin  mi presencia. El absurdo migratoria se ha interpuesto entre mis ojos y los repletos estantes de la Feria del Libro de Frankfurt, entre mis manos y esa compilación de textos que verán la luz en el Festival de Literatura de no ficción en Polonia. Ya no llegaré a la Feria de Periodismo de Ferrara ni a la presentación del documental en Jequié, Brasil; mucho menos podré participar en el Congreso de Mujeres Liderando el Milenio, con sede en Valencia, y tampoco en Cuneo, durante el evento Scrittori in Citta. Mi voz no se escuchará en LASA, a donde sí han enviado una representación oficial y la aparición de mi libro Gestión y Desarrollo de Contenidos con WordPress tendré que disfrutarla en la distancia. Todo eso y más me han arrebatado. Sin embargo, me dejan ?como si se tratara de un castigo? junto a la materia prima fundamental de la que salen mis escritos, en contacto con esa realidad de la que no me perdonaría estar ausente.

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26 de septiembre de 2010
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"Intento nuevas maneras de contar un cuento"

carátula del libro. Fuente: la ciudad letrada El diario La Tercera acoge una entrevista al escritor mexicano Daniel Sada a propósito de su reciente libro de cuentos, editado en Anagrama, Ese modo que colma.  Dice la nota:

Con un estilo abigarrado que incluye grandes espacios dedicados al verso octosílabo, heptasílabo y eneasílabo, mediante el cual narra historias de pueblo como la de Rosita Alvez, una chica que vive con su madre viuda y que termina pagando un precio muy caro por fugarse de casa para ir a un baile, el autor norteño ha sido calificado de varias maneras. Ha sido llamado costumbrista, recreador del realismo mágico, barroco en el desierto norteño, definición esta última atribuida al desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño, que era su gran admirador. Todas estas definiciones son negadas con fuerza por Sada. ?El barroco en realidad es culterano, por definición y yo con lo que trabajo es con la oralidad, no hay culteranismo en mi literatura, pero la oralidad sí me impulsa a buscar y encontrar arcaísmos?, dice. ?En una presentación que hizo el escritor Heriberto Yépez el año pasado decía precisamente que no soy todo eso que dicen. Que no soy barroco, ni norteño, ni costumbrista y que en realidad nadie ha acertado a definirme, soy un escritor atípico que no se identifica con todos esos adjetivos que me endilgan?, asegura. Lo que sí admite Sada es cierta deuda con el irlandés James Joyce, sobre todo por los monólogos a que son tan afectos muchos de sus personajes, fruto ?de un narrador que me invento y que es un poco bobalicón, reflexivo, que increpa a los personajes, se hace muchas preguntas, se responde él mismo?. ?Siempre me interesa un narrador que esté muy cercano a los personajes, casi hombro con hombro?, explica. Para el autor, que comienza su volumen de cuentos con cinco páginas narradas en verso, ?el cuento como género ha caído en fórmulas estratificadas, la típica fórmula de Maupassant con el final sorpresivo. En cambio la novela ha sido siempre un campo de experimentación?. ?He tratado con mi libro de escapar de todos esos exégetas del cuento que defienden las fórmulas anquilosadas, intentando humildemente hallar nuevas maneras de contar un cuento?.

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24 de septiembre de 2010
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El insomnio de Lobo Antunes

Antonio Lobo Antunes El archipiélago del insomnio, el nuevo libro de Antonio Lobo Antunes, aparecerá en unas semanas por Mondadori. Un libro terminado bajo condiciones muy especiales, porque el autor portugués tenía cáncer y sentía que el tiempo para terminar el libro se le extinguía, sin saber si podría o no terminarlo. Lobo Antunes está en Segovia, dispuesto a participar del Hay Festival, y ahí Javier Rodríguez, para El País, consigue hacerle una entrevista:

Hace cuatro años, mientras andaba embarcado en una nueva novela, la vigésima, António Lobo Antunes (Lisboa, 1942) se sintió mal. Estaba en Guadalajara, México, y pensó que sufría un mero desarreglo estomacal, la venganza de Moctezuma. Pero era cáncer. ?Mi gran problema era que tenía que terminar el libro?, cuenta el escritor, en Madrid camino de Segovia, donde el sábado participa en el Festival Hay. ?El tratamiento es muy violento y lo que sientes es un vacío inmenso. No miedo, vacío, porque crees que no tienes futuro. Cuando suena el despertador y pides cinco minutos más, ese tiempo es eterno. No se puede vivir sin eternidad, y mi problema era el libro, acabarlo?.

Se curó, lo acabó y lo publicó en Portugal en 2008. Se titula El archipiélago del insomnio y en unos días aparecerá en Mondadori la traducción española, obra de Mario Merlino, fallecido en agosto del año pasado. ?Sentí mucho su muerte. Fueron años juntos?, dice Lobo. ?Traducir bien es muy difícil, y más cuando las lenguas son tan cercanas?. Sostiene Lobo Antunes que no sabría decir si la enfermedad ha influido en su escritura. ?En el hospital sentía remordimientos porque supe que yo viviría y la gente que me acompañaba en la sala de espera, tal vez no. Tenía además la impresión de estar rodeado de aristócratas. Había revistas que nadie leía y una tele encendida que nadie miraba. Cada uno estaba en su burbuja, pero con una dignidad y un coraje increíbles. Era un hospital público lleno de gente pobre. Muchos venían del campo. Se habían puesto su mejor ropa para ir a Lisboa. Parecían príncipes?. Cuando él volvió a casa pasó tres meses sin poder escribir. Ni leer: ?Los libros me importaban un pito. Me quedaba en una silla mirando a la pared. Nunca me había pasado porque yo escribo 12 horas al día?, afirma antes de añadir con una sonrisa: ?Tener un libro en marcha es bueno para la fidelidad conyugal?. El archipiélago del insomnio está lleno de voces en duermevela que se cruzan para contar sin concesiones la historia de una familia del agro portugués gobernada por un abuelo autoritario. Gente más cómoda ante un gesto violento que ante uno cariñoso. Cosas de la costumbre. Las voces de los muertos, además, atraviesan la novela. El escritor escucha esa frase en el arranque de una pregunta y lanza él la suya: ?¿Es una novela? Yo me lo pregunto. Uno aspira a hacer una obra de arte total que lo combine todo, la música, la pintura? Quizás un libro no sea más que un delirio estructurado?. ¿Y cómo se construye esa estructura? ?Trabajando todo lo posible. Siempre pienso que el libro hubiera sido mejor si hubiera trabajado más. Cada libro que escribes es como una corrección del precedente. A veces lo que llaman calidad no es más que un defecto disfrazado?, explica el autor, para el que el cansancio es el estado ideal para que fluyan las palabras: ?Las tres primeras horas son tiempo perdido. Cuando estás cansado tus mecanismos lógicos y tu policía política interior se relajan. Pero para empezar una obra debes estar seguro de no ser capaz de escribirla, para que sea un reto?.

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24 de septiembre de 2010
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Boardwalk Empire: El origen del mito

El pasado domingo se estrenó Boardwalk Empire, la serie con la que HBO intenta recuperar un lugar prominente en el competitivo espacio de la televisión de calidad. Hubo un tiempo en que, con series como Los Soprano, The Wire y Six Feet Under, HBO estableció su predominio. Luego, apareció AMC con Mad Men y Breaking Bad, y de pronto todo cambió. No será fácil que HBO vuelva a su posición de privilegio. Pero eso no quiere decir que no lo intentará.

Boardwalk Empire no esconde su deseo de ser la nueva Los Soprano. Su productor es Terence Winter, que escribía guiones para Tony Soprano y su familia; el papel principal de "Nucky" Thompson, tesorero de Atlantic City, está en manos de Steve Buscemi, que tenía un gran rol como primo de Tony Soprano. Aunque el primer episodio de Boardwalk Empire es brillante, gracias a la dirección de Martin Scorsese, sería injusto compararla con una obra ya formada como Los Soprano. Además, los objetivos son diferentes. Los creadores de Los Soprano se acercaron al gran mito americano del gangster, lo encontraron lleno de lugares comunes y estereotipos, y decidieron reinventarlo; los de Boardwalk Empire han preferido, más bien, ir en busca del origen del mito.

Ese origen está en 1920, año en que comienza en Estados Unidos el período de la Prohibición. En la primera escena, "Nucky" y otros políticos de Atlantic City celebran la llegada de la "ley seca"; como dice "Nucky", los que tienen en sus manos un producto que todo el mundo quiere (el alcohol) podrán venderlo ahora a un precio veinte veces más alto que el original. Así, en el primer episodio aparecen mezclados, a la manera de Doctorow en novelas como Ragtime y Billy Bathgate, personajes ficcionales con otros históricos; estremece ver a dos jovencitos ambiciosos que no tardarán en llegar a ser grandes: Lucky Luciano y Al Capone.

Scorsese dirige este episodio con su acostumbrada energía y su visión operática de la vida. Se mueve con soltura de "Nucky", un hombre corrupto con un lado sentimental que le hace ponerse del lado de los inmigrantes, las mujeres, los negros y los bebés, a las historias de Jimmy (el protegido de "Nucky") y Margaret (una inmigrante embarazada con un marido alcohólico). Si hay una parte confusa, ésta tiene que ver con la enorme cantidad de mafiosos que aparecen en Atlantic City en busca de un pedazo del negocio del contrabando de alcohol; no está claro quiénes son aliados y quiénes enemigos y quiénes enemigos que aparentan ser aliados. Es el precio a pagar cuando se presentan múltiples subtramas en apenas setenta y cinco minutos.

Terence Winter ha dicho que el "Nucky" ideal hubiera sido James Gandolfini. Pero Gandolfini es Tony Soprano, de modo que hubo que pensar en otras opciones. Buscemi es un actor con mucho carácter, más acostumbrado a roles secundarios. Su "Nucky" no se adueña de la serie desde el principio. Winter pide paciencia. A juzgar por el primer episodio, Boardwalk Empire se la ha ganado.  

 (Qué Pasa, 24 de septiembre 2010) 
 

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24 de septiembre de 2010
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