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La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica VI

VI La metáfora y la fórmula

Todo individuo sano tiende a desarrollar en él los rasgos de su especie. En la medida en que la palabra y el conocer por ella mediatizado es en nosotros un primordial rasgo distintivo, desde el hombre de Herto hasta Albert Einstein o Marcel Proust, el ser humano ha dado muestras de su inclinación a mediatizar su existencia por el registro del símbolo, lo que puede traducirse tanto en labrar una  fórmula como en forjar una metáfora. "Probablemente somos la única especie que  fabrica cosas que aparentemente no sirven para nada" nos dice Jordi Agustí en uno de los momentos del diálogo que vengo desde hace columnas glosando. Y efectivamente un cántaro que además de hallarse horadado es demasiado  grande para servir de efectivo recipiente, no se conserva en razón de utilidad. Pero tampoco es seguro que fuera resultado de algún imperativo práctico la tablilla de  ocre    de Sudáfrica a la que se hace referencia en el texto, en la que  hace 77000 años un antepasado trazó una serie de líneas  que constituirían  "el primer tratado de matemáticas de la historia". Unas aspas cortadas por  paralelas configurando formas que son ya premonición de las que la privilegiada  libertad  de que gozaban permitía a los  sacerdotes egipcios entregarse a las matemáticas por el placer de la contemplación. Tampoco el sacrificio de tiempo y espacio por la teoría de la relatividad ( su conversión en prejuicio, o en todo caso en expresión de nuestras subjetivas condiciones de posibilidad de la experiencia)  respondía  exactamente a imperativos de utilidad, al menos que por utilidad entendamos, lo conveniente para nuestra naturaleza de seres racionales y la exigencia de inteligibilidad que esta conlleva.

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20 de octubre de 2011
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El primero de la clase

Es pequeño pero vibrante y determinado, brillante y puntual: el primero de la clase. Se anticipó en la revuelta y derribó al tirano. Allí saltó la chispa y de allí salió el impulso que levantó la oleada de revueltas. También es ahora el primero en celebrar elecciones democráticas, que en su caso son para elegir a los diputados de una Asamblea Constituyente. Su modelo de transición es el más maduro y avanzado.

Egipto está bajo tutela militar y ha modificado ya la Constitución, con referéndum incluido, sin llamar antes a las urnas a los ciudadanos. Marruecos ha seguido el mismo camino, pero en este caso bajo tutela de la monarquía. Túnez, que ya tuvo la primera constitución en el mundo árabe en el XIX, ahora quiere ser el primer país de la zona que no tenga una carta otorgada, el primero en romper con el viejo régimen y el primero en gobernarse por un poder civil y democrático al que se subordinen todos los otros poderes. También será el primero en el experimento del siglo, que consiste en comprobar cómo ligan islam y democracia en territorio árabe, donde nunca antes habían conseguido encontrarse. Los resultados electorales de este domingo nos darán una primera aproximación del peso del islamismo político en el paisaje tunecino. Que será grande, según adelantan ya las encuestas. Lo que de ahí salga importa en Túnez ante todo, pero es una prueba también y un espejo donde se mirarán los siguientes en pasar por las urnas, que son los marroquíes el 25 de noviembre y los egipcios el 28 del mismo mes. El dibujo ideológico que ofrezcan las elecciones tunecinas va a prefigurar cómo será la Constitución, y sobre todo el peso en su texto de las ideas laicas y de las islamistas. El modelo tunecino será, en cualquiera de los casos, el más diferenciado del otro modelo que se ofrece a los árabes como respuesta a su primavera: el del paternalismo autoritario y reformista de las monarquías petroleras. Hasta dónde llegará este modelo empezará a saberse el domingo, cuando conozcamos las proporciones de la fórmula que arrojarán las urnas, pero la novedad absoluta de unas elecciones abiertas, el sistema proporcional, el 30 por ciento de indecisos, y las seis circunscripciones de los tunecinos en el exterior (700.000 votantes potenciales) dejan unos amplios márgenes a la indeterminación y la incertidumbre. La libertad también es eso. Cada uno puede aportar su explicación a este vanguardismo tunecino. Es un país de 10 millones de habitantes y 163.000 kilómetros cuadrados, dimensiones modestas en comparación con la extensa geografía y la población de sus vecinos, a excepción para esta última de Libia. También es el más homogéneo cultural y étnicamente, sin divisiones religiosas, lingüísticas o tribales relevantes. No ocupa un lugar estratégico, como es el caso de todos los países que se hallan en la línea de la tensión entre chiitas y sunitas y entre Arabia Saudita e Irán. Todo esto facilita más que explica que haya sido el primero en cambiar de régimen y el más veloz en derrocar al tirano. El historiador y demógrafo Emmanuel Todd, acreditado por su pronóstico prematuro acerca de la desaparición de la Unión Soviética, asegura en su libro 'Alá no tiene nada que ver con esto' ('Allah n'y est pour rien', Le Publieur), que es la evolución demográfica árabe lo que explica las revueltas. Túnez es el primer país árabe que ha culminado su transición demográfica, es decir, una etapa de fuerte crecimiento de la población a la que sigue una caída de la mortalidad y de la natalidad, como ya ha sucedido en Europa. En 2005 la tasa de fecundidad había caído hasta 1'9 nacimientos por cada mujer, inferior a la de Francia, según las cifras exhibidas por Todd. El excelente conocedor del Magreb y compañero de estas columnas que es Sami Naïr considera, en su libro de muy reciente aparición 'La lección tunecina. Cómo la Revolución de la Dignidad ha derrocado al poder mafioso' (Galaxia Gutemberg), que Túnez ha sido el primero porque era el eslabón más débil en la cadena de estados policiales árabes, donde se había llevado hasta el extremo la identificación del poder del Estado con una mafia familiar. La dureza del blindaje dictatorial explica así que se quebrara por el mero efecto de la presión de la sociedad tunecina. Esta explicación enlaza con otra primacía de Túnez: en ningún otro país tuvieron un impacto tan espectacular los documentos del Cablegate filtrados por Wikileaks, en los que se explicaba con todo lujo de detalles coloristas los desmanes de la familia de Ben Ali y de su esposa Leila Trabelsi. El régimen intentó bloquear su difusión digital, lo que todavía incrementó el interés por su lectura, principalmente a través de una página web, llamada Tunileaks, profusamente difundida viralmente a través de twitter y facebook. El primero de la clase fue también el primero en tecnología y en comunicación. (Enlaces: con la entrevista televisiva a Emmanuel Todd, de la que ha salido su libro; con la ficha del libro de Todd y con la del de Naïr; con Tunileaks).

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20 de octubre de 2011
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Fogwill, Bianchini y Guadalajara

Fogwill sería un buen nombre de una revista literaria. Eso fue el experimento que hicieron en el 02, el suplemento cultural de La Gaceta, una publicación de la Universidad de Guadalajara. Ahí se ve una ilustración de autor argentino y arriba, a modo de marca registrada, su apellido. Un acierto del equipo que dirige Alonso Torres, quien ya debería comenzar los trámites para registrar la marca.

¿Por qué Fogwill va en portada del último número de 02? Pasa que la crónica ganadora de la primera edición de Las Nuevas Plumas, el premio de crónicas inéditas organizado por la Escuela Móvil de Periodismo Portátil y la Universidad de Guadalajara, fue un texto sobre el autor argentino. La crónica se llama "El hombre que nada", escrita por el joven cronista argentino Federico Bianchini.

El próximo 04 de diciembre, en el marco de la FIL de Guadalajara, se conocerá la nueva mejor crónica inédita del idioma español. El texto ganador del II Premio Las Nuevas Plumas saldrá en varios países, y estaremos un año deleitándonos con aquello. Por ahora, seguimos disfrutando la historia de Fogwill. Quedan pocas semanas, pero las sorpresas no se detienen. Como esta última, donde un interesante experimento de diseño ha convertido al autor en portada de su propia revista.

Para leer la crónica completa de Federico Bianchini, ENTRA AQUÍ

 

 

twitter @menesesportatil

 

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19 de octubre de 2011
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La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica V

V El más antiguo festín caníbal

En el diálogo entre Carbonell y Agustí que vengo evocando  se  explora fascinantes  cuestiones técnicas:  ¿hemos de atenernos a la ortodoxa hipótesis de las sucesivas migraciones out of Africa o si cabría hablar de  into Africa a partir del Caucaso,  como cabría deducir a partir de los fósiles de Dmanisi? ¿Se ha superado definitivamente la tesis de que en África los homínidos habrían aparecido hace dos millones de años,  y en Europa tan sólo un millón de años después? ¿el canibalismo practicado por homo antecesor es meramente alimenticio- en un duro mundo marcado por la dificultad de sobrevivir entre carroñeros como las hienas gigantes?  Vale la pena detenerse sobe este extremo:

Hace unos años  los periódicos dieron cuenta de un caso de canibalismo entre  ciudadanos argentinos, supervivientes aislados  de un accidente, y del que sus protagonistas estuvieron años sin atreverse siquiera a hablar. Obviamente este canibalismo accidental poco tiene en común con un canibalismo estructural, consecuencia por ejemplo del aumento de la demografía humana en el seno de un territorio, como habría acontecido en Atapuerca a finales del Pleistoceno. Pero la frontera es mucho más radical cuando surgen  formas rituales de canibalismo, no marcadas   por  la  necesidad inmediata, sino por  imperativo que apuntan a la cohesión del grupo. Canibalismo, entonces, en última instancia defensivo, que se transmite de generación en generación y que  que no difiere en gran parte de lo que supone el sacrificio y consumo ritual  de animales, que de manera sublimada se práctica aún en nuestros días.

 

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19 de octubre de 2011
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Walesa, de 1989 a 2011

No sabemos a dónde nos lleva la indignación mundial. Pero sí sabemos a dónde nos conduce la acogida que están teniendo los indignados. Sólo alrededor del Tea Party hemos encontrado la sal gruesa de las imputaciones enormes, y desde aquí en su inefable imitador español, José María Aznar. La tendencia mundial, conservadores y derechas incluidos, es a comprender a quienes protestan y a execrar a los codiciosos que están suscitando tanta indignación. Leo en Der Spiegel una muy interesante información en la que se nos dan los nombres de personalidades que han manifestado en algún grado u otro su comprensión con los indignados y su insatisfacción por el poder excesivo de los banqueros en esta crisis: Wolfgand Schäuble, José Manuel Durao Barroso, Rainer Brüderle, Mario Draghi, Angela Merkel? También Obama ha expresado su simpatía. Pero el caso más espectacular e insuficientemente citado es el Lech Walesa que ha mostrado su solidaridad con el movimiento Ocupemos Wall Street y ha denunciado los excesos del capitalismo.

Walesa sabe de qué habla. Sabe lo que es una protesta, porque fundó el sindicato Solidarnosc, que consiguió cambiar el régimen en Polonia y abrir las puertas a la democracia. Sabe también lo que es el comunismo, porque fue un combatiente en su contra, de forma que nadie puede venirle ahora con monsergas sobre las pretensiones criptocomunistas de los indignados. Y sabe lo que es una sociedad de libre mercado, porque él contribuyó a crearla en su país. Pero Walesa es también un obrero y una persona sencilla, que ha trabajado duramente al servicio de los trabajadores y de sus conciudadanos sin ninguna pretensión de enriquecerse. No puede haber dudas de que debe producirle urticaria comprobar cómo actúa la codicia económica y cómo quienes se han enriquecido sin escrúpulos hacen luego ostentación de su poder y de su riqueza. Las declaraciones de Walesa a la agencia AP desde Varsovia enlazan dos momentos especiales de la historia reciente del mundo como son 1989 y 2011. En aquella fecha cayó el Muro de Berlín y a continuación el entero sistema comunista: lo que queda son reminiscencias (Cuba y Corea del Norte) o regímenes metamorfoseados en capitalistas (China y Vietnam). Este año han caído tres dictaduras árabes protegidas por Occidente y los jóvenes de muchos países de todo el mundo parecen haberse contagiado de las energías y de la tecnología que ha servido a los árabes para su liberación. En 1989 se trataba de terminar con la dictadura sin mercado, mientras que este 2011 ha empezado contra las dictaduras con mercado y ahora está contra las dictaduras del mercado. No sabemos a dónde lleva, pero sí la línea que traza la ola de indignación entre quienes critican el reino de la codicia y quienes siguen haciendo la apología de los codiciosos: a la vista está que ni siquiera tiene que ver con la distinción entre derecha e izquierda, al menos tal como era en el siglo XX.

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18 de octubre de 2011
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Julian Barnes, premio Booker 2011

Julian Barnes Como dice The Guardian, a la cuarta fue la vencida para Julian Barnes. Esta vez era casi seguro que ganaba el Booker, pero con ese premio ya se sabe, nunca deja de sorprendernos. Pero no hubo sorpresas: la novela The Sense of an Ending de Julian Barnes ganó el premio Booker 2011.  Dice la nota:

Julian Barnes finally won the literary prize that has eluded him on three previous occasions when he was tonight presented with the Man Booker prize for his short novel, The Sense of an Ending. His victory came after one of the most bitter and vituperative run-ups to the prize in living memory - not among the shortlisted writers, but from dismayed and bemused commentators who accused judges of putting populism above genuine quality. But few of those critics could claim Barnes? novel is not of the highest quality. The chair of this year?s judges, former MI5 director general Stella Rimington, said it had ?the markings of a classic of English Literature. It is exquisitely written, subtly plotted and reveals new depths with each reading.? Much of the row over the shortlist has stemmed from Rimington?s own prioritisation of ?readability? in the judging criteria. But tonight, she said quality had always been just as important. ?It is a very readable book, if I may use that word, but readable not only once but twice and even three times,? she said. ?It is incredibly concentrated. Crammed into this short space is a great deal of information which you don?t get out of a first read.? The book, at 150 pages, is undoubtedly short, but not the shortest to ever win the prize ? that record belongs to Penelope Fitzgerald?s Offshore, which won in 1979 and is shorter by a few hundred words. The Sense of an Ending, Barnes? 11th novel, explores memory: how fuzzy it can be and how we amend the past to suit our own wellbeing. It tells the story through the apparently insignificant and dull life of arts administrator Tony Webster. ?One of the things that the book does is talk about the human kind,? said Rimington. ?None of us really knows who we are. We present ourselves in all sorts of ways, but maybe the ways we present ourselves are not how we really are.? Rimington said the question of whether Barnes was overdue to win the £50,000 prize never entered her mind or figured in the debate. ?We really were, and I know you find it very boring of me to say so, looking at the books that we had in front of us,? she said. Despite the sometimes hostile reaction to the shortlist, Rimington said she had enjoyed the process of judging. ?I?ve been through many crises at one time or another in which this one pales, I must say. We?ve been very interested by the discussion. We?ve followed it sometimes with great glee and amusement. The fact that it has been in the headlines is very gratifying.? It took the judges (Rimington, MP Chris Mullin, author Susan Hill, the Daily Telegraph?s head of books Gaby Wood and he Spectator editor Matthew d?Ancona) just 31 minutes to decide on the winner, after what Rimington called ?an interesting debate.? They had been divided 3-2 at the beginning of the judging meeting, but were all agreed by the end. ?There was no blood on the carpet, nobody went off in a huff and we all ended up firm friends and happy with the result,? she said. Barnes, 65, had been shortlisted for the prize three times previously; in 1984 with Flaubert?s Parrot, when he lost out to Anita Brookner; win 1998 with England, England, losing to Ian McEwan; and with Arthur & George in 2005, when he lost to John Banville. What was particularly striking this year was that Barnes was the only seriously big hitter on the shortlist, and the only author to have been shortlisted previously.

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18 de octubre de 2011
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‘Anisakis’

Debo de ser uno de los pocos seres humanos -fuera del universo de la microbiología-  que ha visto un ‘anisakis' vivo. Adelanto que se trata de uno de los bichos más repugnantes que puedan imaginarse, pese a su nombre, dotado, tras el prefijo espirituoso, de un cierto predicamento japonés. La palabra podría, de hecho, dar título a una película de terror bacteriológico procedente de la cantera oriental, tan proclive tanto a ese tipo de cine como al pescado crudo, al que debe su fama (si no su propia existencia) el ‘anisakis'.

     Lo vi en un piso bien puesto del madrileño Barrio de Salamanca donde recibe el médico al que acudí, en segunda consulta, por unos leves pero persistentes picores en los tobillos. El dermatólogo, el especialista al que en buena lógica había recurrido en primera instancia, no detectó ningún mal puramente dérmico en mi persona, pero, hombre prudente y experimentado, pidió unos análisis que revelaron, junto a una aceptable sanidad de mi piel, indicios de un contacto esporádico interno, no se sabe de qué intensidad y en qué fechas, con el parásito que anida en los peces que más nos gustan.

          Como el aprensivo, levemente hipocondríaco, que soy, fui a ese segundo médico, el primer alergólogo de mi vida sanitaria, para asegurarme de que -a pesar de que desde la infancia he sido un desaforado comedor de pescado sin haber tenido nunca la menor reacción alérgica a las criaturas marinas- no era portador ignorante del maléfico gusano. Con los dos brazos plantados de agujas esperé una media hora larga en la consulta, entre otros ‘eccehomos' igual de anhelantes que yo. El resultado dio a conocer que, efectivamente, yo tuve (sin saberlo y sin consentirlo) relaciones íntimas con algún alevín de ‘anisakis', pero el alergólogo, al ver pintados en mi rostro el estupor, la incredulidad y el larvado deseo de seguir comiendo, mientras no fuera víctima de un sarpullido letal, los frutos del mar, hizo dos cosas. La primera fue la más sensacional.

    Se levantó de la mesa de despacho, fue a un mal iluminado laboratorio adjunto, abrió un cajón y volvió hasta donde yo me sentaba, al otro lado de su mesa, con un pequeño recipiente lleno de un líquido semejante al agua donde nadaba a sus anchas, en la relativa estrechez del bote, un ser filiforme y exiguo, aunque coleante, de inmaculada blancura. "Ahí lo tiene usted. Eso es un ‘anisakis'. Recordé las lombrices de nuestra infancia, que aparecían a veces revueltas en el conglomerado de las deposiciones; ¿tienen por cierto hoy los niños lombrices en sus pequeños intestinos, o la lombriz histórica ha sido colonizada, como sucede con los caracoles del delta del Ebro, por el más poderoso monstruito de nombre vagamente japonés?

      Porque, y aquí viene el segundo acto, la revelación del alergólogo, el ‘anisakis' no sólo prospera en las vísceras de la merluza, del abadejo, el salmón o la sardina cuando estos deliciosos comestibles aún están, por decirlo en palabras de Shakespeare, en sus "salad days", o sea, crudos. El bicho, y lamento compartir mi angustia con todos ustedes, y en particular con los ictiófagos como yo mismo, puede trasmitirse al humano también en la carne asada o hervida del pez fresco.

    Lo que quiere decir que la mala noticia se contrarresta con otra buena. Los que nos deleitamos con el ‘carpaccio' de atún o los tiraditos de lubina que ofrece la creciente y excelente nómina de restaurantes peruanos o nikkei, estaremos a salvo del parásito, ya que, según la ley, todo pescado servido sin cocción previa ha de ser congelado anteriormente, como usted o yo hacemos en nuestras casas. Y también el molusco y una buena parte de los crustáceos son, por lo visto, inmunes al ‘anisakis', por lo que sin angustia podremos comer ostras y otras ‘delicatessen' del mar, ahora que llegan los meses fríos. ¿Y qué pasa con el exquisito pescado fresco de nuestras costas? Todo placer conlleva, ya lo sabíamos, un riesgo.   

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18 de octubre de 2011
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Riqueza imaginaria

 

El financiero Law inventó el sistema económico basado en el principio de que la riqueza imaginaria de muchos se convierte en riqueza real de algunos. Se trata de un principio muy semejante al de la lotería, negocio que Law explotó en Venecia, Alemania, Holanda y Escocia, antes de llegar a Francia. Para poner en funcionamiento su sistema a gran escala, Law solo necesitaba que una nación le confiase sus finanzas. El parlamento de Edimburgo había rechazado dos veces su propuesta. Pero, cuando la explicó en París, en el salón literario de la marquesa de Tencin, esta se entusiasmó y lo recomendó al primer ministro, quien lo presentó al Regente. 

Como el admirable siglo de Luis XIV dejó a Francia una deuda de tres billones de libras, Law propuso la conversión de la deuda en acciones de la Compañía de Mississipi y la fabricación de dinero de papel. Los miembros del consejo de finanzas no lo veían claro. Entonces, como contó Saint-Simon, “se les habló un poco en francés al oído”. Cobraron su comisión, y dejaron de dudar. Así se estableció aquel sistema prodigioso y, en efecto, el resultado fue mágico: la deuda se marchó a América y Francia se hizo rica.

La Compañía de Missisipi adquirió la Compañía de Senegal, poseedora de una estupenda flota de once navíos, que suministraría los esclavos. Cuando se supo que habían embarcado en África los primeros ciento veinte negros, para trabajar en las futuras plantaciones y minas de Louisiana, toda Francia conoció una euforia sin igual. Gracias al sistema de Law, los franceses eran de repente ricos que podían vivir de sus esclavos negros que trabajaban en América.

Law compró el monopolio de Louisiana al financiero Crozat, quien no sabía con certeza dónde estaba aquel lugar, ni qué hacer con él. El plan de Law consistía en poblarlo en diez años, con seis mil blancos y tres mil negros. Law aseguraba a los inversores que Lousiana era uno de los países más fértiles del mundo, daba tres cosechas al año y poseía minas de oro, plata y cobre, se extendía a lo largo del Mississipi, llegaba hasta Canadá e incluía el río Illinois, el Ohio, el Colorado, las Montañas Rocosas, los Grandes Lagos y otros parajes casi desprovistos de antropófagos. Aquella gran finca se podía colonizar y explotar, simplemente adquiriendo acciones. Era un oportunidad providencial para los franceses. 

La gente acudía en masa a París, a comprar aquellos papeles enriquecedores de Law, y este se convirtió en una celebridad mundial, hasta el Papa envió un nuncio a la fiesta de cumpleaños de su hija. En correspondencia a tal atención, Law se convirtió al catolicismo, renegando de la herejía anglicana. 

Sin embargo, pese a que se imprimieron bellas estampas donde los colonos gozaban de todos los placeres terrenales en una ociosidad perfecta, pese a las tres cosechas por año y a las minas de oro y plata prometidas, sólo unos pocos colonos acudieron por su voluntad al país de Jauja. Hubo que recurrir a convictos, contrabandistas, bandoleros, desertores y embastillados de toda suerte que escapaban así de las galeras. Todos los tribunales de Francia podían imponer la pena de “relegación a Louisiana”.

Como Law encontró que no se condenaba lo suficiente, una ley ordenó que todos los mendigos de París abandonaran la ciudad, bajo pena de deportación a Lousiana. Se crearon brigadas armadas que tenían la misión de detener a vagabundos y sospechosos de toda condición. Como se les pagaba un tanto por cabeza, detuvieron a todo el mundo, obreros, viajeros, aguadores, y hasta burgueses, que tenían que pagar su rescate. Se encerraba a poblaciones enteras en granjas donde no se les daba de comer. Hubo revueltas y muertos. Fue tal el escándalo, que se suspendieron las deportaciones y Louisiana empezó a tomar color de pesadilla. Con todos aquellos esfuerzos, apenas se llegó a establecer una población de quinientos blancos que chapoteaban en los pantanos de Pensacola y las bocas del Mississipi. Ellos debían cultivar y recolectar las tres cosechas, además de extraer el oro y la plata, para pagar los grandes intereses que Law adjudicaba a los inversores de Francia. 

El señor Vente, cura párroco de Louisiana, propuso que los colonos blancos se casaran con indias. Pero el administrador Duclos rechazó el plan porque, dijo, producirían una colonia de mulatos, elementos naturalmente vagos y libertinos. Así que se recurrió a las recluidas en los hospicios y las cárceles, y a las huérfanas que educaban las religiosas. Las últimas eran más cotizadas y llevaban consigo una dote consistente en un cofrecito con ropa y un rosario. 

Durante cuatro años, toda Francia apostó que, con las grandes riquezas que vendrían de Louisiana, habría cada vez más dinero y prosperidad. Los banqueros hermanos Pâris apostaron lo contrario, lo que en su oficio se llama especular a la baja. 

Todos sabían qué era un financiero: prestaba dinero y había que devolverle algo más. Eso hizo Luis XIV y, antes de él, todos los reyes y particulares del mundo que tomaban dinero prestado. El sistema de Law, en cambio, era mágico y no necesitaba financieros. Francia se hacía cada vez más rica, porque fabricaba el dinero que quería, a cuenta de la colonización de Lousiana. En lugar de los financieros, Law puso la gran burbuja llena de cosechas y minas de Louisiana, y sus acciones de gran rentabilidad.

Llegaban noticias muy esperanzadoras. Los colonos supervivientes habían dejado de merodear y morir de fiebre o masacrados por los indios. La malaria y la lepra habían estabilizado su propagación, apenas quedaba nadie por contagiar. Lo mejor era que los colonos habían hallado un lugar algo menos inundable donde se fundaría Nueva Orleans, en cuanto amainaran los huracanes y hubiera gente suficiente. Tan buenos auspicios produjeron un alza del cuarenta por ciento en los dividendos a finales de 1719.

Se compraban acciones y cada vez valían más; así que, sin hacer nada, se poseeía más oro  y plata. Por escrito. Pero a nadie le parecía extraño. Ser rico limita la capacidad de asombro. 

En enero de 1720, el duque de Bourbon, Jefe del Consejo de Regencia, obedeció a su amante, la marquesa de Prie, quien a su vez seguía las indicaciones del señor Pâris Duverney, banquero de confianza del primer ministro Dubois, e hizo que el señor Law le reembolsara todos sus millones con los intereses acumulados, no en papel, sino en oro. Hubo que transportarlo en carretas hasta su palacio. Enseguida, lo imitaron el príncipe de Conti y otros señores. 

Con ello, los poderosos hicieron caer el sistema que los había enriquecido. Porque esa acción provocó el descrédito general y la pompa de jabón se volatilizó. Todo el mundo quiso ver y tocar su oro. Pero comprobaron que el dinero de papel era eso,  sólo papel, y se devaluaba a toda velocidad. Al cabo de unos días, las acciones valían poco y los billetes, nada.

Como toda aquella riqueza se basaba en la opinión pública, ninguna medida, como rentas, acciones, cuentas bancarias o billetes, podía hacer nada contra la incredulidad generalizada. Los aspirantes a cobrar se amotinaron ante el banco de Law y los guardias dispararon contra ellos. Los billetes tenían tal descrédito que la única manera de calmar al público fue quemarlos en las plazas. Ése fue el preludio de la orden que rebajó a las cuentas bancarias tres cuartas partes de su valor nominal. Law huyó a Holanda, dejando en Francia su sistema y propiedades confiscadas. Después pasó a Venecia, donde implantó con éxito una nueva lotería y volvió a demostrar la validez del terco principio según el cual la riqueza imaginaria de muchos, debidamente apacentada, produce riqueza real de algunos.


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18 de octubre de 2011
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La paz y sus facturas

ETA va a desaparecer. No parece haber discusión alguna sobre esto. Y la razón fundamental es porque ha sido derrotada. El ritmo de reproducción de sus comandos, es decir, el ciclo de adoctrinamiento, reclutamiento y entrenamiento, hace ya tiempo que era mucho más lento que el ritmo de desarticulación policial. Mérito de las distintas policías ocupadas del asunto y de los ministros del Interior. Pero no es la única razón para la extinción de ETA: las hay y muy poderosas de orden internacional.

Desde hace años es el último vestigio de una vieja y desgraciada época, la guerra fría en cierta forma, en que una gran parte de la sociedad consideraba aceptable la acción política a través del asesinato. Que nadie se haga ahora el despistado como si no fuera con ellos. Esa idea ha sido también derrotada, al menos en Europa; algo menos en otras latitudes, a pesar de que la globalización hace una muy buena contribución a la universalización de los derechos humanos. Esa es la gran derrota de ETA: sus seguidores han comprobado en la práctica que hoy ya no es posible en Europa obtener ventajas políticas con la amenaza o el uso de la violencia. Tres derrotas en una entonces: una derrota militar de su estructura armada, una derrota política de una organización que ha usado la violencia para financiarse, hacer propaganda u obtener ventajas incluso electorales y una derrota moral de quienes, militantes, seguidores o votantes, menosprecian la vida humana y sitúan sus ideas o quimeras políticas por encima de la convivencia y del respeto a sus vecinos. Sin contar con las sucesivas derrotas jurídicas de sus brazos políticos, que llegan hasta el tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Los nacionalistas quieren evitar que la derrota de ETA se convierta también en una derrota del nacionalismo y llevan razón, aunque el riesgo es evidente. Véase el caso del nacionalismo alemán, descalificado hasta nuestros días gracias a su total sumisión a un proyecto genocida. Está claro que el sector más afectado e infectado por ETA es el nacionalismo radical, que lo es en sus ideas independentistas pero sobre todo en su inhibición moral a la hora de escoger esos métodos execrables o de sacar provecho de los atentados como si nada tuvieran que ver con ellos. Pero ni siquiera el radicalismo independentista merece ser contagiado por la derrota de ETA. Al contrario: la derrota de la violencia política debiera servir para legitimar el combate independentista democrático y pacífico. Las dos horas de conferencia de paz organizada ayer en San Sebastián merecen un análisis detallado. Y la correspondiente crítica, claro que sí. Lo que no merecen es esa artillería de epítetos e insultos utilizados por la derecha española, tan cómoda en su radicalismo verbal, que termina metiendo en el mismo saco a ETA, a los nacionalistas, a los socialistas vascos por asistir, al gobierno de Zapatero por callar y a Kofi Annan, Gro Harlem Brutland, Jerry Adams, Berti Ahern y Pierre Joxe por ofrecerse a encabezarla. Es muy plausible que la conferencia sea un ejercicio vacío. Útil solo para adornar la rendición de ETA como si fuera el resultado de una paz acordada. Todos sabemos que no es así. Los abertzales quieren vestir la derrota y convertir la humillación del final en la victoria de un nuevo comienzo, que además les dé réditos electorales. Han pasado de buscar paz por presos, o paz por paz a falta de otra cosa, a contentarse con paz por elecciones. Si les siguen poniendo las cosas a huevo, es posible incluso que consigan sacar rendimientos extra entre unos electores más que hartos de ETA y sometidos en alguna medida al síndrome de Estocolmo. Hay algo muy positivo en la declaración de la conferencia, que no es posible tergiversar: ?Llamamos a ETA a hacer una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada?. Todo lo que sigue a esta frase contundente y clara pertenece al reino de los matices y las ambigüedades más o menos calculadas. No pide un diálogo entre ETA y los gobiernos de España y Francia, sino que ETA lo solicite. Dejen las armas y pidan dialogar a los dos gobiernos es lo que dice el primer punto, y una vez hecho esto, estas personalidades internacionales ?instan? a los gobiernos a dar la bienvenida a la declaración e iniciar las conversaciones. Nada dicen de cómo debe hacerse esto, ni de qué tipo de conversaciones deben organizarse. No hay distinción entre víctimas y victimarios en el tercer punto de la declaración, es cierto. Se habla de ?todas las víctimas?, pero se hace en términos tan generales y respetuosos que se hace difícil convertir este punto en una vejación como algunos pretenden. Han hecho muy bien los familiares de víctimas agrupados en una de las asociaciones en entregar una detallada y excelente documentación sobre las más de 800 personas asesinadas. No hay simetría posible entre víctimas y verdugos, pero no estamos ante una rendición de ETA sino ante un intento de reintegración en la sociedad vasca de un amplio sector abertzale que no sabía hacer política sin utilizar la violencia. Los dos puntos siguientes han suscitado todavía más reticencias. Los intermediarios aluden a su experiencia en la resolución de conflictos, y a partir de eso sugieren y apuntan iniciativas que puedan ser útiles para avanzar, es decir, para que ETA deje definitivamente las armas. Sugieren, por ejemplo, ?que los actores no violentos y representantes políticos se reúnan y discutan cuestiones políticas?. Lo mismo dicen de las ayuda que puede proporcionar una eventual ?consulta ciudadana?. También insinúan que unos intermediarios, ellos mismos, pueden echar una mano en la ayuda al diálogo y en el seguimiento del proceso. Todo esto, obviamente, es discutible. ¿Por qué no esperamos a discutirlo después de que ETA haya hecho caso al primer punto? ¿Qué nos lleva a pelearnos por las sugerencias e insinuaciones si todos sabemos que tienen como objetivo convencer a ETA de que deje de una vez las armas? Sería un mal negocio que nuestras sutiles razones democráticas impidieran o retrasaran el abandono definitivo de la violencia. ETA quiere salvar la cara, al menos ante sus propios partidarios o sus hipotéticos electores. Si el precio que hay que pagar para que salve la cara es esta declaración hay que decir que ETA pide calderilla, aunque algunos consideran cualquier precio, por pequeño que sea, como una fortuna inadmisible.  

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17 de octubre de 2011
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Gardel y el debate en el Río de La Plata

Hace pocos días apareció el tema de una guerra entre Argentina y Uruguay. El debate, que podría parecer imposible para cualquier rioplatense normal, lo encendió el ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez. En un discurso en un colegio de Montevideo, confesó que pensó la alternativa de declararle la guerra a los argentinos para solucionar el problema fronterizo provocado por la instalación de una papelera.

Pero esa industria en la frontera no es lo primero que casi lleva a un conflicto armado a ambos países. Mucho antes de eso, estas dos naciones (cada una con su buena colección de escritores entrañables) ya estaban enfrentadas por otro asunto mucho más importante que las fronteras: Carlos Gardel, el cantante de tangos más famoso de la historia.

César Bianchi es uruguayo, de Montevideo y a comienzos de año pasó por los talleres de la Escuela Móvil de Periodismo Portátil. César escribe crónicas en publicaciones de Uruguay, Argentina, Colombia, México y Chile. Fue productor periodístico en televisión, es docente de periodismo en la Universidad ORT de Montevideo y en 2008 publicó su primer libro, Mujere$ Bonita$, 14 retratos de prostitutas uruguayas (Random House Mondadori). Hace pocas semanas acaba de lanzar A lo Peñarol. La pasión nunca pierde (Sudamericana), donde cuenta la historia de su equipo de fútbol.

Su trabajo final para la Escuela Móvil de Periodismo Portátil se llama "Resentidos con el mago", y es un viaje a Tacuarembó, la tierra uruguaya que reclama ser la cuna de Carlos Gardel.  

¿Argentino o uruguayo? Mientras eso se sigue discutiendo, dejamos esta crónica sobre el tema:

 

 

RESENTIDOS CON EL MAGO  por César Bianchi

Valeria Costa se inscribió en el certamen de belleza porque le encanta desfilar. "Sólo quiero divertirme", dice a lo Cindy Lauper, de quien nunca escuchó hablar. Tiene 15 años, el pelo negro, ojos almendrados y una delgadez para la ocasión. Con la voz tan bajita que es casi un susurro dice que le gusta bailar cumbia los sábados en Castilla, el boliche de moda en Tacuarembó.

Cuando le pregunto por Gardel, Valeria sólo dice: "Es como el representante de Tacuarembó. Nació acá... y ta". A Valeria no le gusta Gardel, ni el tango, y le importa más saber qué banda de música tropical llegará desde Montevideo a tocar a Castilla que ponerse a defender la nacionalidad del Mago.
Pero está concediendo una entrevista en la terminal de ómnibus Carlos Gardel de Tacuarembó, se anotó en el certamen "La Pebeta de Gardel" en el marco de la Semana Gardeliana que organiza la Intendencia de Tacuarembó, y tres días después de la charla estará encorsetada en un vestido negro brilloso con vivos rojos, medias can can, pañuelo rojo que cae hasta promediar el vientre, maquillaje de mamá, labios salvajemente pintados y el pelo atado en un moño para que calce bien el "gacho", como llamaba Gardel a su sombrero. Habrá cambiado las zapatillas por unos tacos que le darán vértigo y tendrá que explicarle a todos los presentes quién era Gardel, qué significa para los tacuaremboenses y qué se necesita para promover el tango en la ciudad.

Como si lo supiera. Como si ellos, los organizadores, lo supieran.

 

LEE LA CRÓNICA COMPLETA AQUí

 

 

@menesesportatil

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17 de octubre de 2011
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El Boomeran(g)
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