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Rumbo a la Feria del Libro Los Mochis

Rueda de prensa de presentación de la Feria Estoy en el aeropuerto, rumbo a la Feria del Libro Los Mochis, en Sinaloa (México), que empezó este 12 de Noviembre. El día domingo 20, a las 18 horas, presentaré mi novela Un sueño fugaz. Y el día sábado 19 iré a Culiacán para presentarme, junto a Santiago Roncagliolo, en el Casino de la Cultura a partir de las 7 pm. En este enlace pueden ver las actividades.

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17 de noviembre de 2011
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Los zapatos de Bachar

Las revoluciones también ejercen de maestras e imparten su peculiar pedagogía. Todos aprenden de ellas. Quienes quieren seguir su camino y quienes quieren obstaculizarlo, quienes las esperan y quienes las temen. Poco pueden aprender de ellas quienes niegan su propia existencia. Tampoco quienes niegan su carácter pedagógico y se limitan a combatirlas sin sacar provecho de las lecciones correspondientes.

Las lecciones de Túnez sirvieron para Egipto: los militares supieron tomar buena nota, al contrario de Mubarak, que nada supo aprovechar. Las de Túnez y Egipto también sirvieron para Libia: en ningún caso para el obstinado Gadafi, pero sí para la oposición, que ensayo la revuelta pacífica y terminó tomando las armas. Y ahora todas las lecciones revolucionarias revierten en su influencia sobre Siria, país crucial en los equilibrios estratégicos de Oriente Medio: Assad sigue con el rancio manual represivo heredado de su padre, y los revolucionarios ensayan el camino libio después de que se les hiciera impracticable el tunecino y egipcio. Las lecciones aprovechan también internacionalmente. Francia fue tan activa en Libia como para borrar sus pecados en Túnez. Estados Unidos aprendió a dirigir desde atrás en la guerra contra Gadafi después de muchas vacilaciones con Egipto. Las monarquías árabes, con los saudíes a la cabeza, extrajeron lecciones domésticas: hay que reformar a toda prisa, antes de que la revolución las alcance, y reprimir también con urgente contundencia ante el peligro de desbordamientos, como fue el caso en Bahrein. Y en cualquier caso, aprovechar para mejorar posiciones en el tablero internacional. En el caso de los países vecinos, a todas estas consideraciones se añade la necesidad de crear cortafuegos frente al temor a una inestabilidad que desborde las fronteras. El Irak de hegemonía chiita dirigido por el primer ministro Nuri al-Maliki teme el triunfo de una revolución sunnita que prenda entre la población iraquí de la misma obediencia. También lo teme el rey Abdalá de Jordania, que ha cambiado dos veces a su primer ministro desde que empezaron las revueltas para frenar el descontento popular. El mosaico sectario libanés recela de la inestabilidad siria, por si enciende una vez más sus propias e inveteradas tensiones civiles, aunque la mitad quiera la caída del régimen y la otra preste un apoyo incondicional a El Assad. Este es el caso de Hezbolá, el poderoso partido chiita, pillado en la contradicción de que apoya todas las revoluciones árabes menos cuando afectan a su aliado estratégico sirio. También le sucede al régimen de Irán, que sufrió prematuramente y liquidó su revolución verde en 2009: ahora no quiere perder a un socio tan importante como Siria, pero apoya al menos de boquilla las revoluciones árabes. Todas las potencias regionales juegan sus cartas a fondo para limitar los desperfectos y avanzar a la vez en su hegemonía. Turquía tiene en Siria una de sus áreas de influencia, en competencia con Irán y Arabia Saudí; pero también un mercado donde expandirse y un agente decisivo y peligroso para el conflicto kurdo. Para Arabia Saudí es uno de los tableros en los que juega la partida a muerte contra Irán y a la vez la contención de la oleada revolucionaria. Tanto Ankara como Riyad ofrecen sus modelos islamistas como alternativas a las dictaduras civiles: el turco es el de la república democrática, mientras que el saudí es el de la supuesta benevolencia de una monarquía obligada a reformarse. La Liga Árabe, de proverbial y caótica ineficacia, ha encontrado en la crisis siria un nuevo protagonismo. Lo tuvo ya con Gadafi, al apoyar la revolución de Naciones Unidas que condujo a la intervención de la OTAN. Ahora acaba de expulsar a Siria, país fundador y clave en su historia, en respuesta a los engaños clásicos de Assad, que se comprometió el 2 de noviembre a retirar las tropas de las ciudades y ha cosechado desde entonces unas 300 víctimas mortales. Esta organización internacional quiere mandar una fuerza civil de 400 ó 500 observadores de asociaciones de derechos humanos para proteger a la población frente a la represión del régimen. Es un paso más en el cerco que se va estrechando alrededor de Assad, mientras la oposición civil interna va convirtiéndose en una resistencia armada que cuenta ya con un Ejército Libre de Siria y con centenares de soldados desertores. Abdalá de Jordania, con los poderes absolutos que le da la monarquía, ha sido el primer líder árabe en pedir explícitamente a Assad que abandone el poder en una entrevista a la BBC. "Si yo calzara sus zapatos dimitiría", ha dicho. Seguro que si Bachar calzara los zapatos de Abdala haría lo mismo que hace su vecino; cambiar ministros, anunciar reformas y no renunciar a ninguna de sus prerrogativas políticas: cambiarlo todo para que nada cambie. Además de criticar a su vecino en apuros. Abdala quiere salvar la cabeza aun a costa de la de Bachar. Si la perdiera, sería el primer monarca caído en esta oleada revolucionaria. Todos los otros monarcas están detrás de él para impedirlo. De ahí los esfuerzos de la Liga árabe por controlar las rupturas revolucionarias para convertirlas en plácidas reformas.

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17 de noviembre de 2011
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La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica XIV

XIV La soledad del filósofo: reduccionismo y antihumanismo

Nadie puede hoy negar con un mínimo de apoyo racional ( los teócratas del llamado Tea Party han renunciado totalmente al mismo) que el hombre es un resultado de una compleja historia evolutiva que arranca con la aparición de materia y an-timateria (quarks y anti-quarks,  millonésimas de segundo después del big-bang y a temperaturas de diez elevado dieciseis grados Kelvin), pasa por la aparición de la vida, y se concretiza como emergencia de ese singularísimo código de señales que es el lenguaje humano (singularísimo en razón de que en ocasiones trasciende  la función misma de los códigos de señales animales).

¿Quiere ello decir que  el hombre  es un ser natural como los demás, susceptible en principio como todos los seres naturales de ser explicado por el conocimiento científico  e incluso reducido por el mismo? Ello sólo puede ser sostenido negándose a efectuar una distinción esencial por cuya aceptación cabría caracterizar la disposición filosófica, a saber la distinción misma entre el fenómeno natural del que cabe dar cuenta, y la razón misma que da cuenta.

Podemos explicar el comportamiento de las partículas remontándonos casi a los orígenes,  a la dialéctica entre las formas primitivas de materia y anti materia; podemos, en el otro extremo del devenir del universo,  dar cuenta del funcionamiento de las neuronas, incluído el funcionamiento del cerebro humano...pero no podemos dar cuenta de lo que significa dar cuenta; no podemos dar origen a la razón, porque el origen como el devenir y el reducir son producto de la razón misma.

Y nosotros (en el sentido que el llorado filósofo catalán Ramón Valls utilizaba en su libro Del yo al nosotros) somos ese dar cuenta por esencia irreductible. Este sentimiento  de veracidad opuesto a toda creencia, esta seguridad de que la razón y con ella la humanidad va por delante, es lo que distingue la actitud filosófica de la que no lo es, y por eso los filósofos (tan a menudo indiferentes al contenido concreto del discurso de sus colegas) se reconocen entre sí, se reconocen en su singularidad.

Me atrevo a escribir que entre el filósofo y el que no lo es la diferencia no reside en  el conocimiento o en la información (ya sea relativa a la historia misma de la filosofía), sino en esta apertura a la propia humanidad. Ante quien no la muestra, cualquiera que sea su grado de sofisticación en el terreno de la ciencia y aun del arte, el filósofo se encuentra esencialmente perdido. Las diferencias respecto a cualquier asunto concreto  (que podrían eventualmente ser objeto de racional acuerdo) vienen perturbadas   por esa  diferencia de actitud y el filósofo experimenta un sentimiento de profundo desarraigo.

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17 de noviembre de 2011
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La tristeza en la cultura

Un manto de grisalla planea sobre el mundo de la cultura. No llega a ser un malestar demasiado concreto, como en otros tiempos aciagos, pero planea como una sombra que apenas deja de entorpecer la vitalidad cultural.

Si la situación, tanto financiera como material, atraviesa uno de sus peores momentos de los últimos cien años, ¿cómo no iba a encontrar su paralelo en la producción espiritual?

Un sector y otro, las fábricas y los estudios de arquitectura, las cadenas de fabricación industrial y los eslabones de la literatura, el cine, la pintura o el videoclip, han terminado enlazados a través de la informática y engullidos por el sistema capitalista que todo lo acapara y oscurece con su abrazo gangrenado todo lo que consigue alcanzar.

En otros tiempos se tenía la esperanza, no abandonada todavía, de que de las crisis y su evolución nacería un mundo mejor, vistoso y lúcido al mismo tiempo. Progresivo en cualquier caso. Nadie descarta todavía un renacimiento porque en el presente juego de estafas y mentiras, siempre bajo el anuncio de hallarnos "al borde del abismo" puede desenlazarse -como en el Evangelio de San Mateo- la victoria del bien sobre el mal.

De tal manera, que la gran narración de nuestra época no la elaboran los libros ni los videojuegos, sino la superstición la magia, la realidad hecha ficción en una superproducción de plató planetario.

El hecho, en fin, de que no lleguemos a comprender nada respecto a la realidad, magnitud y duración de esta gran crisis, como reconoce el premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, permite creer que acaso nos hallamos ante el desarrollo de una gran función beckettiana, que si no llegamos a descifrar con la razón, la emoción nos lo dice todo.

La inspiración principal de tal magna obra teatral sería la poética sagrada del caos. A su lado o en su entorno, cualquier obra de la "cultura" convencional aparece como una menuda linterna que la gran bomba atómica de la crisis acaba oscureciendo, demediando y empujando a desaparecer.

Los que más leen, leen hoy tan solo a los buenos autores muertos. Buenos todavía porque no han perdido el relumbre de sus cenizas y muertos, gracias a Dios, porque no enferman por falta de liquidez. Se libran de las aguas turbias que han de beber los autores actuales y no malviven en un universo amenazado a todas horas por el apagón total.

Puede ser, efectivamente, que la poscrisis propicie un mundo de brillantes materiales inéditos, que cunda una nueva inventiva al modo de las vanguardias y su fecunda derivación histórica.

Puede ser, incluso, que esta tristeza casi excrementicia en la que habita la creatividad se convierta en el abono de una plantación de hojas lucientes. Casi todo puede ser, puesto que la característica más significativa de esta hecatombe es que todo lo que parecía imposible puede ocurrir. Todo lo que parecía malo puede ser peor y aun letal.

A partir de esta secuencia, cuando se llegue por fin al límite de la extremosidad, el módulo siguiente será necesariamente mejor. A la quiebra absoluta nunca puede suceder otra quiebra más. La quiebra exacerbada sería la quiebra de la quiebra y entre las cenizas de los destrozos nacerá el inocente y anhelado "tallo verde".

Finalmente, de la misma manera que si de la tristeza mediocre en la que boga la cultura no puede esperarse nada importante cabe esperar que si esa tristeza se maximiza, se recrudece, mineraliza y craquela nazcan fragmentos de cuarzo al modo de Superman returns y, con ellos, una potencia que inaugure una nueva sin angustias ni sistemas de calamidad.

Dicho esto, "el que no se consuela es porque no quiere".

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17 de noviembre de 2011
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"Ya era hora de escribir otra vez como una mujer"

Siri Hustvedt en Barcelona. Foto: EFE Este fin de año, Anagrama, además de recuperar la fundamental novela El gran Gatsby en versión de Justo Navarro, ha publicado dos novelas absolutamente extraordinarias e imprescindibles: El año de la liebre, una de las primeras novelas del extraordinario Arto Paasilinna y que, según quienes la leyeron en una antigua edición española, es su mejor novela; y El verano sin hombres, una comedia feminista de Siri Hustvedt -la esposa de Paul Auster, aunque este dato es cada vez más irrelevante porque ella ha logrado hacer una carrera aparte- que ha recibido muy buenas críticas en su país. Desde España, donde se encuentra para presentar su libro, Siri conversó con David Morán del ABC. Dice la entrevista:

A Siri Hustvedt (Northfield, Minessota, 1955), eminente novelista y ensayista americana amén de esposa de Paul Auster, (casi) nadie le pregunta ya por su muy literario matrimonio ni le interroga sobre su condición de ?mujer de?, pero hay otra cosa que, aún hoy, consigue enojarla, aunque sea de forma tímida y educada. ?Todo el mundo piensa que lo que escribo es mi vida, pero no lo es. Tengo una imaginación soberbia y me puedo convertir en otra gente muy fácilmente?, suelta casi de carrerilla cuando alguien subraya los supuestos trasvases entre realidad y ficción en ?El verano sin hombres? (Anagrama; Empùries en catalán), novela con la que se adentra en la intimidad femenina tras consagrarse con ?Elegía para un americano? y transformar sus sufrimientos psicosomáticos en el ensayo ?La mujer temblorosa?. Ni siquiera las coincidencias más o menos sospechosas -Mia Fredicksen, la protagonista de la novela, es poeta, y su hija es actriz- parecen suficientes para una autora que, pese a todo, reconoce que en sus obras nada es autobiográfico y, al mismo tiempo, todo lo es. ?Las historias se generan dentro de una misma, sí, pero yo no soy Mia. Ella debe surgir de alguna parte de mi interior, pero es muy diferente a mí?, subraya Hustvedt antes de anunciar que lo que realmente le preocupar a la hora de ponerse a escribir es ?la verdad emocional?. ?Escribir ficción es como recordar lo que nunca ocurrió, y en ese recuerdo tiene que haber una verdad emocional que no tiene porque coincidir con la verdad literal?, explica Sobre todo si de lo que hablamos es de una novela que, como ?El verano sin hombres?, se sirve de la comedia para interrogarse sobre los mecanismos de la imaginación y mostrar como sus personajes,todos femeninos, reescriben su historia gracias a ella. ?La imaginación siempre tiene que ver con ser otro y eso es lo que ocurre en el libro. El arranque es muy banal, casi ordinario, pero es precisamente por esa historia tan ordinaria que mi protagonista se pasa todo el libro redecorando la vida con su propia imaginación?, explica. Y esa historia, la que Mia redecora una y otra vez, no es otra que la de una pausa matrimonial, una pausa reclamada por su marido Boris -pausa que, dicho sea de paso, es francesa y goza de una envidiable silueta- y que lleva a Mia a vivir un verano distinto, marcado por el desfile de figuras femeninas asociadas a diferentes épocas de la vida. ?Me he pasado diez años escribiendo novelas como un hombre: ya era hora de escribir otra vez como una mujer?, sentencia Hustvedt quien asegura que ha escrito ?una comedia feminista? inspirada tanto por las comediasshakesperianas como porpelículas como ?The Women?, de George Cuckor.

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16 de noviembre de 2011
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Alemania premia escritor disidente

Liao Yiwu En el 2004, durante el Salón del Libro de París, cuando China era el País Invitado de Honor, no se invitó para ningún evento a Gao Xingjian (escritor chino y Premio Nobel de Literatura, quien vive en Francia y es considerado por ello disidente) en una muestra de pensamiento obtuso e intolerante. Y por si esa prueba fuera poco, el año pasado se mantuvo preso al escritor Liao Yiwu, disidente que ahora vive en Alemania donde ha sido premiado. La escritora Hertha Müller fue la encargada de dar el discurso de honor. Dice la nota:

El escritor y disidente chino Liao Yiwu, exiliado en Alemania desde julio pasado, recibió hoy en Munich el Premio Hermanos Scholl en una ceremonia en la que participó la Premio Nobel de Literatura Hertha Müller Durante una rueda de prensa Liao Yiwu calificó de ?gran aliento? la distinción y alabó a Alemania por su forma de abordar la historia. Al mismo tiempo, criticó la postura de Washington respecto a Pekín y señaló que Estados Unidos ?sólo ve a China como socio económico?. Según el jurado del premio, Liao, que recibe esta distinción por su libro ?Por una canción y cientos de canciones?, en el que relata sus cuatro años en prisión entre 1990 y 1994, ?libra un combate literario por el restablecimiento de la dignidad del hombre?. ?Es un gran artista a la vez que valiente cronista. Liao Yiwu tiene su propia cabeza y su propio tono. Precisamente por ello es según el legado de los hermanos Scholl un ejemplo para todos los que se rebelan contra la injusticia y la dictadura?, agrega el comunicado. La obra de este escritor, nacido en 1958, refleja de forma especial ?coraje moral e intelectual?, subrayó el jurado. ?La distinción de Liao Yiwu lleva implícita la esperanza amonestadora de que pueda regresar algún día a una China libre y democrática?, agregó. Liao, condenado a prisión por el profético poema ?Masacre? publicado en la víspera de la matanza de Tiananmen de 1989, se vio obligado a escribir varias veces desde cero este libro ?demoledor, furioso y arrebatador?, después de que el manuscrito fuera requisado en tres ocasiones por las autoridades chinas. ?Con su lenguaje fuerte, unas veces carente de ilusión, otras lleno de imágenes, Liao Yiwu da voz a todos los humillados de China?, afirmó el jurado. Para Herta Müller, encargada de pronunciar el discurso de entrega del premio, ?el libro de Liao Yiwu también es un libro de relaciones: las relaciones con su país, que quisiera llamar patria y no puede?. En su obra, el escritor relata cómo ?la tortura oficial por parte de los funcionarios de prisión y el sadismo privado entre los reos en sus celdas formaban parte del día a día?, destacó Müller. El autor, que pudo abandonar su país tras hacer la falsa promesa a las autoridades chinas de que no publicaría su nueva obra en el extranjero, permanecerá en Alemania gracias a una beca concedida por el Servicio de Intercambio Cultural Alemán (DAAD) para 2012 y tiene previsto viajar a Estados Unidos y Australia.

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16 de noviembre de 2011
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Murió Pilar Donoso

Pilar Donoso Una noticia tristísima: Murió la hija adoptiva de José Donoso, Pilar, a causa de una sobredosis de medicamentos. Ella había publicado el libro Correr el tupido velo (Alfaguara) hace unos años, un libro catártico, y era la albacea de su padre. Su muerte en estas circustancias cierra uno de los capítulos más tristes del Boom Literario Latinoamericano. Depresión crónica, angustia, dolor, enfermedad, males que aquejaron a los Donoso -tanto al autor como a la esposa, y luego a la hija- desde siempre. Dice la nota:

El cuerpo sin vida de Pilar Donoso, hija del escritor José Donoso, fue encontrado en horas de la noche en su vivienda, ubicado en la comuna de Providencia. El hallazgo fue realizado por la hija de Pilar Donoso, quien dio aviso a la Policía. Personal de la Brigada de Homicidios de la PDI corroboró el deceso, que se habría debido a la ingesta de medicamentos. La hija de la mujer encontró la puerta del dormitorio de su madre cerrada con llave, y tras golpear en reiteradas ocasiones decidió llamar a un cerrajero. Al momento de su hallazgo, el cuerpo de Donoso tenía una data de muerte de diez horas, y la PDI ya descartó la participación de terceros.Pilar Donoso, hija adoptiva de José Donoso y María Pilar Serrano, había publicado hace dos años el libro ?Correr el tupido velo?, una biografía basada en los numerosos cuadernos escritos por su padre, y almacenados por la Universidad de Princeton.La iniciativa le permitió descubrir los aspectos más íntimos de su padre, y descubrir qué lugar ocupaba ella en su familia, en un viaje de alegrías, dolores y sorpresas. Pero además consumió su tiempo y sus emociones, con severas consecuencias familiares.?Ese proceso me costó la soledad. Me separé, después de veinte años de buen matrimonio, y mis tres hijos se fueron con su padre?, reconoció en entrevista con la revista ?Ya?, publicada hace exactamente un año.?Estoy pagando un costo altísimo, un costo que a veces me dificulta respirar, pero tenía que hacerlo. Fue mi catarsis, mi pena y mi liberación. De ninguna manera me siento víctima. Ha sido muy liberador y me está ayudando a encontrarme?, decía en la misma entrevista.La obra también le valió un premio Altazor en la categoría ensayo literario, el prestigioso Premio de Edición, altas ventas y el reconocimiento de su labor como biógrafa, pero también descubrir el lugar que ocupaba en la vida de su padre.El trabajo tomó siete años de investigación y escritura, en un proceso que además le ábrió la puerta a buscar a sus verdaderos padres en España. Sin embargo, reconoció que nunca pudo encontrar otra seña más que ?desconocido?, al consultar sobre su origen. Eso ?cambió mi vida, porque supe que, ahora sí, había llegado al final de mi identidad, a la línea de tope. Que jamás voy a saber de dónde vengo genéticamente?, aseguró en la citada entrevista.

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16 de noviembre de 2011
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Al fin aparecen las armas de destrucción masiva

En Libia, no en Irak. Ocho años más tarde. Sin invasión americana y sin inspectores de Naciones Unidas. Era el detalle que faltaba para redondear la comparación entre el disparate de Irak y el éxito de Libia. Disparate desde el principio: el de la demonización de Sadam Hussein sin que existieran evidencias de la existencia de arsenales, como la aceptación de Gadafi en el club de los personajes honorables sin suficientes garantías ni inspecciones; el primero con los inspectores de la OIEA metidos hasta la cocina pero sin resultado satisfactorio y el segundo realizando negocios con todo lo más granado del capitalismo occidental sin apenas control de nadie.

Ha sido el nuevo gobierno libio el que ha descubierto dos escondrijos secretos y no declarados donde Gadafi guardaba los arsenales sobre cuya existencia mintió a Tony Blair y a sus otros aliados. En 2003 el régimen aseguró que había destruido su arsenal, pero ahora se ha comprobado que solo lo hizo en parte y que todavía mantenía una buena y peligrosa santabárbara de gas mostaza y otras armas químicas. Este tipo de declaraciones, junto al acuerdo sobre el atentado de Lockerbie, sirvieron para lavar la imagen del régimen y permitirle su reintegración en la comunidad internacional, a pesar de su acreditado pasado terrorista. La comparación entre Libia e Irak no puede ser más aleccionadora, y explica la pasión con que algunos neocons todavía critican la actuación de la OTAN y defienden, al menos subrepticiamente, las virtudes estabilizadoras de Gadafi y las ventajas que proporcionan dictadores comprados de este tipo en frente del islamismo. Todo lo que se hizo mal en Irak se ha hecho bien el Libia: resolución de Naciones Unidas, coalición con participación árabe, apoyo aéreo de la OTAN, derrocamiento del dictador a cargo de los propios libios. Y lo que se ha hecho mal en Libia, como es permitir el linchamiento de Gadafi, no puede decirse que se hiciera mejor en Irak, donde Sadam Husein fue ejecutado sumariamente de forma vengativa y vergonzosa. Quien tenga dudas sobre la orientación del país en el futuro, mayores podría tenerlas sobre la evolución de Irak, cada vez más en la esfera de influencia de Irán. Y por si faltara algún razonamiento a estos silogismos, basta con observar las revueltas árabes como una cadena de movilizaciones con efectos cada una en la siguiente. Sin Túnez, no hay Egipto. Sin Egipto no hay Libia. Y sin Libia, no tendríamos algún día cercano a Siria. El único argumento que aguanta es el del inmovilismo: no hay duda que un mundo inmutable y estático es el ideal obligado de los conservadores, que afortunadamente la vida se encarga de desmentir a diario.

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16 de noviembre de 2011
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III. Las almas muertas

Donde se denegaron las cédulas fue porque el partido oficial temía perder; mientras tanto, a sus propios partidarios, las cédulas les eran entregadas a domicilio, cortesía de la casa. Y miles de muertos, como en las Almas Muertas de Gogol, figuraban en las listas del padrón que el elector debía consultar en los centros de votación para saber a qué junta receptora dirigirse. En Matagalpa, leo, un humilde votante, Jacinto Villalta López vio en la lista el nombre de su hija Claudia Carolina Villalta Cano, fallecida de cáncer en 1999, a los veintiún años de edad. Ya había votado desde el más allá, o alguien lo había hecho por ella. No le quedó sino llorar.

 Roberto Courtney, el director de Ética y Transparencia, un prestigioso instituto que ha observado y evaluado los anteriores procesos electorales en Nicaragua, y al que esta vez se le negó participación, ha declarado que de las trece reglas internacionales que sirven para medir la transparencia de unas elecciones, éstas del domingo salen aplazadas en doce. Es decir, pierden toda credibilidad. Lo mismo ha dicho Roberto Bendaña, presidente de otro de los organismos consagrados a la observación electoral, Hagamos Democracia, al que también se le denegó la participación. Las ha calificado de bochornosas.

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16 de noviembre de 2011
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El intelectual herido

Dicen que las mujeres tenemos fama de quejarnos. Ese lamento de que no por prosperar en la vida, alcanzar objetivos y acertar por fin con el color de pelo, lograremos ser más felices. Algunas ensayistas norteamericanas, como Susan Pinker, han querido demostrar que a pesar de las conquistas obtenidas, las mujeres occidentales toman más antidepresivos que nunca y aún y así su optimismo es fungible. Pero gracias al profesor Jordi Gracia, descubro que existe un colectivo que supera con creces al de las mujeres quejumbrosas: los intelectuales. En El intelectual melancólico. Un panfleto (Anagrama), Gracia apunta contra la egolatría y la frustración de quienes pasean engreimiento clasista y amargura vital. Leí sus páginas sin dejar de subrayar: “La melancolía no es un estadio fijo ni se alcanza (necesariamente) en el último paso de una vida fecunda; de hecho es sobre todo un estado de ánimo que predice el desfondamiento de las esperanzas de hacer de la sociedad ?o de todo Occidente?, el bosque rico de imaginación, fuerza creadora y atadura a la tradición que ha sido siempre y ya no va a ser más». Esas cantinelas: todo tiempo pasado fue mejor; la fatal decadencia del presente. El “nunca ha habido tanta miseria de autores, el nivel más bajo de la historia contemporánea”. Para terminar arrojando la toalla porque se acabaron la alta cultura y el buen gusto. Pero, ¿hay razones para tan negro réquiem? Jordi Gracia, en un punteo mortífero y eficaz, alcanza a dibujar un ser verdaderamente temible, un tipo que mira por encima del hombro a todo dios, incluso a Martin Amis o Philip Roth, un ser que desprecia todo lo que se publica . Aquél, dice el autor, que fue un joven iconoclasta y se ha convertido en un adulto resentido por el fracaso de su utopía; el que tiene fobia a internet y sus libros se encuentran en el último e inalcanzable estante de la librería aún con la etiqueta del precio en pesetas. Y sacude mi ingenuidad, e imagino que la de tantos autores ingenuos, cuando al esbozar la estampa del intelectual emprenyat asegura que este critica de oídas, con datos sacados de las charlas con sus sobrinos.   No fue hasta después de leer el libro cuando me enteré de que este panfleto irritado y virulento se debía a un duelo bajo el sol, o más exactamente, a un desencuentro de claustro universitario. Pero que la idea proceda de un rifirrafe entre eruditos no invalida la defensa de un espíritu constructivo y respetuoso, lejos del resentimiento de quienes actúan como si ejercieran la más elevada autoridad moral, una especie de superyo social, aunque aislado del espacio público. Cierto es que las inclemencias del paso del tiempo, o de la química, pueden abonar el carácter endiablado de quien critica la miseria intelectual del presente mientras se dedica a lo que se acaba haciendo a cierta edad: autoplagiarse. Pero ni todas las mujeres son un paño de lágrimas ni todos intelectuales se creen Goethe. Si bien se ha argumentado con profusión el declive de la fama, la vida que se inicia para aquellos que fueron celebridades ?los deportistas, por ejemplo, cuando ya no pueden seguir compitiendo y su nombre tan sólo figura en la historia o como comentarista de televisión?, la decadencia del intelectual tiene menor bibliografía, salvo que se haya sido Gertrude Stein. Afortunadamente existen voces que, más allá de lamentos infértiles, fomentan la disidencia y el espíritu crítico frente a las alianzas empresariales y editoriales que anteponen el marketing a la calidad. Y que contribuyen a reafirmar el orgullo y la autoestima de un país que necesita más que nunca aliviarse con el manto de la cultura. Aun sabiendo que un genio nace cada cien años.

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16 de noviembre de 2011
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El Boomeran(g)
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