Skip to main content
Category

Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Lecturas geopolíticas de Londres 2012

El mundo es decididamente bipolar, como ya no fue en Pequín. Arriba del todo el G2: Estados Unidos y China. Los BRICS emergen solo parcialmente: Rusia y China sí, Brasil, India y Surafrica no. Especialmente dramáticos son los resultados ínfimos de India, que a veces pretende retar a China en el continente asiático y tiene una población y una economía que no se corresponden con su deporte. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas todavía cuenta, y mucho: los cuatro primeros tienen derecho de veto y Francia, que también lo tiene, es séptima (un buen resultado contra el declinismo), solo con Corea derl Sur y Alemania por delante.

A simple vista se percibe que el cambio geopolítico tarda en hacerse notar en el deporte. La lectura del medallero, sobre todo si se hace de forma evolutiva, ofrece numerosas ideas para la reflexión. A simple vista pueden observarse cosas curiosas, con la ayuda de la tabla del New York Times. España  no está mal situada y es el primer país de lengua española en resultados deportivos. El siguiente es ni más ni menos que Cuba. México queda muy atrás, igualado con Georgia y por debajo de Colombia (tercero entre los hispánicos): es la India hispana, emergente pero sin fuerza deportiva. Primer país europeo, Reino Unido. Primero del euro, Alemania, que bate a Francia. Primer africano en oro, lejos, muy lejos, Suráfrica, y en total de medallas, Kenia. Primer país árabe: Túnez, sí donde empezó la revolución, pero demasiado lejos. Los resultados del deporte árabe tampoco se corresponden, ni a la población ni a la riqueza. Donde menos, en la península árabiga: el primer país en el medallero es Catar, con dos bronces: prefieren fomentar el deporte y sobre todo el fútbol europeo. Arabia Saudí, superpotencia petrolera y geoestraégica, está en la cola absoluta: un bronce. Caben muchos ejercicios más. Los puede hacer el lector por su cuenta. Sugerencias. Además de continentes y lenguas, puede hilar más fino. Tener en cuenta las religiones, por ejemplo. Entrar en detalles de lengua y religión dentro de países donde hay pluralidad: Estados Unidos es un país hispano, India musulmán. Sumar todos los europeos. Los que están en el euro luego. O los rescatados y rescatables: no tan mal por cierto. Dedicarse a separar para luego volver a rehacer la tabla: hombres y mujeres, por ejemplo. O países: Cataluña de España, Escocia de Reino Unido, Flandes de Bélgica, la Padania de Italia, o Kurdistán de Turquía, Irak, Irán y Siria. Pero estos últimos ejercicios son muy difíciles, porque hay que hacer la simulación con las fichas de los deportistas. Seguro que algunos lo harán, aunque solo sea para darse gusto.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
13 de agosto de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

En la mente del asesino

Mientras preside la larga mesa, frente a su estado mayor, el rais se muestra ausente, extraviado; su mirada sobrevuela la sala y apenas se posa sobre los diagramas y los planos que le presentan sus subordinados. Todos saben que su carácter siempre ha sido distante -desde que su padre lo llamó a Damasco tuvo que realizar esfuerzos inauditos para vencer su timidez y atreverse a hablar en público-, pero en las últimas semanas se ha vuelto aún más frío, como si los escasos rasgos de humanidad que le quedaban hubiesen acabado por desvanecerse. Su temple nunca se decantó por los exabruptos o las descargas de violencia -privilegios reservados a su hermano mayor-, sino por la suavidad y la conciliación, y sin embargo ahora el mundo lo ve como un monstruo que no alberga la menor piedad hacia sus súbditos rebeldes.

            Lo cierto es que él nunca quiso este papel, que jamás soñó con el poder. Si lo obtuvo fue contra su voluntad, impulsado por un destino aciago -y la voz inquebrantable de su padre-, y desde entonces tuvo que transmutarse en otro y suplantar a su hermano en contra de su voluntad. El fiero Hafez jamás pensó en él como su sucesor: le parecía demasiado dulce, demasiado reservado, demasiado bueno como para dedicarse a la política. Basil reunía, en cambio, todas las virtudes de un buen gobernante, al menos a ojos de su padre: firme, apuesto, implacable. Pero también era soberbio e irrefrenable, dispuesto a todo con tal de demostrar su valor, hasta que su soberbia lo llevó a estrellarse contra un arcén cuando se dirigía, una mañana de bruma, hacia el aeropuerto.

¡Imbécil! Si Basil no se hubiese empeñado en doblegar todas las normas -incluso las de velocidad-, Bachar no tendría que estar hoy aquí, frente a esos generales y funcionarios que cada día le resultan menos confiables, escuchando sus insulsas alabanzas y discutiendo los distintas opciones de lucha contra los terroristas de Alepo. Mientras su hermano siempre supo que seguiría la carrera militar -aunque hubiese hecho la farsa de estudiar ingeniería-, él en cambio se consagró con pasión a sus estudios de medicina en la Universidad de Damasco y se empeñó en convertirse en un célebre oftalmólogo mientras estudiaba el posgrado en Inglaterra.

En un parpadeo, Bachar casi es capaz de contemplar la vida que podría haber tenido si Basil no hubiese desbarrado rumbo al aeropuerto: su consulta en Kensington u otro barrio posh, su vida al lado de Asma -la hermosísima Asma que lo enloqueció en sus devaneos londinenses y en la cual ahora tampoco confía-, los paseos a lo largo del Támesis con sus hijos, su apacibles vacaciones por Europa, las esporádicas visitas a Siria, cada vez menos frecuentes desde el ascenso de Basil, la normalidad de un profesional rico y exitoso en un país civilizado. ¿Por qué no podría estar hoy en Londres, disfrutando de los juegos olímpicos como cualquier otro aficionado, en vez de tener que sofocar una revuelta a sangre y fuego?

No, el maldito Basil tenía que matarse y a su padre no le quedó otro remedio que usarlo como recambio. ¡Qué tristeza y qué decepción para el viejo! Bachar nunca fue para él más que un segundón y ahora se veía obligado a recurrir a él para conservar su dominio sobre el país. Increíble: el imbécil de su hermano se mató -y casi mató a su primo- por culpa de su imprudencia y su padre lo convirtió en "mártir de la nación y ejemplo de la juventud siria". ¡Como si imponiendo su nombre a calles, plazas, conjuntos deportivos y edificios, y multiplicando su fotografía en cada rincón del país, pudiese mantenerlo con vida!

Ocultando su rabia, Bachar acudió junto a Hafez cuando éste lo hizo llamar. Para ponerlo a prueba, su padre lo puso al cargo del "expediente libanés", y él no dudó en resolverlo con una crueldad que él mismo no imaginaba. Tal vez el poder no estuviese entre sus prioridades, pero la naturaleza guerrera de sus ancestros se encontraba allí, almacenada en sus genes, y sólo necesitaba resucitarla. Entonces cambió su vida para siempre: en vez de curar y aliviar a la gente, en vez de darle luz a los ciegos, en vez de ser un padre de familia normal y apreciar las Olimpíadas por televisión, le tocó administrar la pesada herencia de su padre.

Si alguien se lo preguntara, preferiría aquella otra vida. Pero ya no hay remedio. Luego de atravesar estos largos meses de acoso por parte de los terroristas, de padecer las traiciones de sus generales y ministros, de convertirse en el villano favorito de la prensa internacional -incapaz de comprender que él es la última barrera contra los islamistas-, Bachar sabe que no le queda otra salida excepto confiar en el juego geopolítico y esperar que rusos, chinos e iraníes continúen apoyándolo. Comportarse como lo habrían hecho su padre o su hermano muerto. Y esperar que, en el peor de los casos, su astucia le permita tener la suerte de Ben Ali, y no la de Mubarak o Gadafi.

-Acaben con ellos -musita por fin, en voz baja-. Aplástenlos.

 

twitter: @jvolpi



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
12 de agosto de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Melancolía y arrogancia

He leído muchas informaciones sobre el juicio público por asesinato celebrado este pasado jueves contra Gu Kailai, la esposa de Bo Xilai, el dirigente chino ahora caído en desgracias. Pero ninguna me ha proporcionado tanta información como las imágenes videográficas y las fotos de la acusada, sobre todo si se comparan con las fotos anteriores a su detención, hace seis meses.

La calidad de las informaciones publicadas sobre el caso es bastante notable, sobre todo si se tienen en cuenta que la justicia china no brilla precisamentre por su transparencia. Especialmente en un asunto que afecta a la esposa de uno de los dirigentes comunistas más destacados, que aspiraba a ocupar una de las más altas magistraturas, una de las nueve sillas del comité permanente, la institución más alta del Partido Comunista que dirige el país. Solo dos observadores occidentales, diplomáticos británicos ambos, han podido asistir a la sesión pública del juicio. Un estudiante bloguero que asistió a las siete horas de la sesión pública hizo un recuento detallado en su página web, denominada renren.com, que luego fue corroborado por la agencia oficial Xinhua y por dos abogados, según la narración detallada del Times de Nueva York. La abundancia de datos, sin embargo, apenas permite saber qué ha sucedido entre la detención de Gu Kailai en marzo y ahora en julio, sobre todo porque las informaciones proporcionadas por las autoridades conducen a construir un caso de delito común donde todos los observadores ven un juicio con causas y consecuencias políticas. Bo Xilai representaba el ala más conservadora del comunismo chino, que corresponde paradójicamente a la más igualitaria y maoísta, y la detención de su esposa por asesinato ha significado su derrota en los últimos compases de la quinta suceción en la cúpula del Estado en favor de los más liberales. Las últimas consecuencias de esta batalla se verán en la composición del nuevo comité permanente que saldrá del próximo congreso del PC de China. Que los conservadores sean los izquierdistas y los progresistas los más liberales no es la única paradoja de la China contemporánea. El caso Bo Xilai ha permitido observar a los ciudadanos chinos como el neomaoísmo, que ha hecho bandera del combate contra la corrupción, no es incompatible con el enriquecimiento y el lujo, e incluso con el crimen mafioso. En todo caso, la idea transmitida por los medios oficiales es que la esposa de Bo Xilai es una mujer ambiciosa y desequilibrada, que ha puesto en peligro o incluso ha arruinado con sus comportamientos la carrera de su marido, hasta ahora acusado oficiosamente meramente de comportamientos incorrectos dentro del partido. La justicia china, en un caso como este que afecta a la cúpula del poder, ha actuado como en el clásico modelo de la caja negra, en el que conocemos los datos que entran y los que salen pero nada sabemos de los que ocurre dentro. Es exactamente lo contrario de lo que pretende conseguir la justicia occidental con el proceso público, las garantías de defensa y el procedimiento contradictorio. Lo más relevante e interesante del caso se ha decidido y jugado en el secreto del proceso previo que ha realizado el partido, del que solo ha sido un palidísimo reflejo la vista pública de la que hemos conocido algunos datos. Para mi gusto, el mejor reflejo de lo ocurrido en este tiempo lo encontramos en la comparación entre el rostro melancólico y arrogante de Gu Kailai anterior a la detención y la imagen adocenada y vulgar que ofreció en el juicio. Difícilmente una persona engorda durante un largo período de detención e interrogatorio, que es una de las más evidentes cosas que le han sucedido a la acusada. Ha ganado peso, probablemente como decisión de las autoridades, pero ha perdido algo muy importante como es su aspecto especial y distinguido de aristócrata roja, como hija que es de un notable militar maoísta y esposa de un príncipe del régimen.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
11 de agosto de 2012
Blogs de autor

IV. Las penas de la bebida

En el poblado de Miane, al occidente de Irán, un ciudadano que creyó encontrar alegría pasajera en la bebida, o a lo mejor curarse de sus penas, fue sentenciado por un juez clerical a recibir el castigo de veinte latigazos en los lomos. Según muestra un video que ha sido subido a YouTube, el hechor fue obligado a yacer en el suelo en medio de una plaza atestada de gente, y mientras el verdugo encapuchado descargaba la recia fusta sobre sus espaldas desnudas, el clérigo barbado vigilaba que se cumpliera el castigo contando los latigazos, como quien canta los números de una dichosa lotería.
Veinte azotes deben corresponder, seguramente, a unas cuantas copas de vino, y, también seguramente, el juez hace la estimación a ojo de buen cubero; o, a lo mejor, echa mano del alcoholímetro, como los policías de tránsito. No creo que acerque la nariz a la boca del sospechoso para oler su aliento alcohólico, porque esos efluvios llevarían al mismo juez a pecar. Calculemos lo que costará en latigazos una borrachera de esas en las que al día siguiente, en lo más crudo de la goma, ofende hasta el ruido de la tableta de Alka Seltzer al disolverse en el vaso de agua.
Viejo adagio aquel que dice: "Dios mío, sin con beber te ofendo, con la cruda te pago, y me quedas bebiendo", pena que no parece suficiente a los ceñudos jueces islámicos.

Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Caídas del santoral

Hoy desempolvan que hace cincuenta años murió Hermann Hesse. Aquel cuyos libros leyó usted con devoción cuando era adolescente. Sí el del lobo y los abalorios. Pues ahora columnistas y reseñadores tienen interés en poner distancia. Sí, estaban muy bien aquellas historias narcisas de Camenzid y del que hacía como que se iba a suicidar, porque a esa edad se siente uno como el solitario descrito por Hesse. Y aquella doctrina venerable de que solo se encontrará a sí mismo quien antes haya destruído un mundo, aquel mandamiento de estar en contra como es debido para ser bueno, ¿no es tiernamente precursora de los indignados de cada generación? No es que Hesse aguante poco o nada la relectura, nos dicen los entendidos en aniversarios, es que si a usted no le gustó en sus años mozos, es que iba usted para adocenado y doctrino, pero si le gusta hoy, denota falta gusto y estética transcendental.
 
Ahora nos aseguran que Hesse es kitsch y no aguanta el medio centenario. Cierto es que se reconoce esa anécdota de ser el escritor alemán más vendido del mundo, por haberlo hecho 170 millones de veces en 60 lenguas. Pero lo meten en ese cajón de rancias lecturas juveniles para recordar con la indulgencia más distante posible. Un colega medio budista y nebuloso de Enid Blyton, Richmal Crompton o Emilio Salgari, aquellas lecturas piadosas para entretener la pubertad.
 
Llevamos este año varias caídas sonadas del santoral. Los dos poemas de Grass le han llevado al punto de que ya no necesita un tercero para desprestigiarse del todo. Y a Sloterdijk, quién lo iba a decir, lo han echado de la tele por falta de audiencia.


[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
10 de agosto de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Amazon boys

 
«El amor es egoísta, igual que tú». La frase, que parece letra de bolero, sale volando desde una fiel radio de pilas. El transistor es pequeño, verde, antiguo y acompaña con su música a una mujer sola, delgada y sin sonrisa que rema tranquilamente frente a la ciudad de Iquitos, en la inmensidad espesa de la selva de Perú. Es un día como todos los demás, vale decir: por un lado los iquiteños, con una amabilidad que parece sumisión, y en contraparte los turistas, cientos de visitantes que cada día llegan hasta aquí para vivir su propia experiencia amazónica.
Ésta no es una historia de amor, pero sí tiene que ver con matrimonios. Desde que aterricé en el aeropuerto Coronel F.A.P. Francisco Secada de Iquitos, estoy escuchando frases de mujeres heridas: «Las gringas vienen hasta acá a buscar maridos exóticos». Indignadas: «Los hombres que se casan con extranjeras lo hacen por interés». Burlonas: «Ellas se los llevan para mostrarlos como mascotas». Compasivas: «Ellos se casan para irse de esta pobreza». En su mayoría, las quejas son desembuchadas por mujeres nativas, algunas de ellas trabajadoras agrícolas o vendedoras de chucherías, o artesanas, o pescadoras, como la mujer de la radio verde que escucha «El amor es egoísta, igual que tú».
El turismo de los pintorescos cruceros que recorren el río Amazonas ha sido el escenario ideal para el progreso de estas historietas. «Las gringas que andan viajando y los muchachos de acá, que trabajan en turismo, pasan varios días juntos, río adentro, y ahí se enamoran», me dice Amanda, una joven nacida en el poblado de Indiana, a unos 40 kilómetros al norte de Iquitos, en la desembocadura del río Yanayagy.
Amanda es una típica mujer de la selva peruana, con ojos achinados y pómulos que destacan sobre el resto de sus rasgos. No pasa de los 20 años y perdió a su novio hace unos meses: «Se fue a Texas. Se casó con una americana que vino a hacer una investigación acá. Pedro me lo había advertido. ‘Mi sueño es irme a vivir a un país grande’, me decía siempre. Logró su sueño». Amanda me vende los cigarrillos Caribe que llevaré para el viaje.Mañana zarparemos desde Iquitos en un barco-crucero repleto de turistas y con una tripulación de peruanos.
«Que tenga buen viaje», se despide ella, y el susurro de su voz se pierde entre la conversación de dos aves que desconozco. Empieza a llover, como todas las tardes en la amazonía.
 
-00-
Las gringas son como el chocolate: con el frío se endurecen y con el calor se derriten. Esta mañana, en Iquitos, la temperatura es muy alta (tanto como la tasa de analfabetismo, que aquí supera el 30 por ciento) y por eso las turistas caminan con la cara enrojecida, bañadas en repelente de mosquitos, cargando mochilas pesadas, empinándose las botellas de agua como si fueran tanques de oxígeno, abochornadas, pero sonrientes. Porque hay algo que no se debe perder de vista: igual que la mayoría de los chocolates, las que han venido a explorar el Amazonas son dulces,muy dulces, tan dulces como la panela, el azúcar sin refinar que se come en la región.
Ahora me tropiezo con docenas de ellas a bordo de Río Amazonas, un viejo barco al estilo Fitzcarraldo, la película de Herzog filmada en este río. «Hay que tener cuidado con estas gringuitas», me advierte Alfredo Chávez, el guía, mientras juega con su anillo de oro. Chávez es de Iquitos, tiene 56 años y lleva más de una década trabajando en la empresa de turismo Amazon Tours. Con el particular acento charapa, como se le llama burlonamente en Lima al español cantadito con ritmo y velocidad brasileña de quienes habitan esta zona, confiesa que ha tenido muchas oportunidades con ellas. «Varias veces me ofrecieron matrimonio, pero prefiero a la mujer de acá», dice tranquilamente, con una autoestima capaz de repeler al más peligroso mosquito.
La travesía promete aventuras. Navegaremos por la selva durante cuatro días, en algo que podría llamarse Amazonas Exprés: recorreremos la jungla, visitaremos tribus, saldremos de pesca y de caza. Todo fugaz, en función del turista, como si quienes vamos a bordo acabáramos de comprar el ticket de un nuevo parque temático Disney, pero con aires de Tarzán. 
«No hay tiempo para profundizar», me dice Chávez, aplastando cualquier asomo de romanticismo y se calla empinándose una botella de Pilsen, una cerveza de Perú. Faltan unos minutos para zarpar y en eso, como una brisa que se cuela por una puerta mal cerrada, pasa frente a nosotros la gringa Kaye.
Kaye es un chocolate blanco de un metro 80 centímetros, pelo amarillo como el jugo de vainilla y ojos azules. Alfredo Chávez la mira de abajo arriba mientras vuelve a la cerveza. «Está buena, ¿eh?», descarga, y lo dice como tratando de no darle tanta importancia, con un tono que deja sus palabra flotando más cerca de la preocupación que del interés. Como si algo le dijera que esta extranjera pudiera significar, en el corto plazo, que otro muchacho de la tripulación deje la selva tras ella y su promesa de pasaporte hacia el primer mundo.
Kaye Thomas es guía de turismo de la empresa Explore y viene a cargo de un grupo de turistas. Es una londinense licenciada en estudios hispánicos y latinoamericanos. Hasta hace un tiempo trabajó en una empresa telefónica de Inglaterra, pero la despidieron por una reducción de personal a causa de la crisis asiática.Me cuenta que de un día para otro se quedó sin trabajo y que desde entonces decidió viajar.
Al fin zarpamos al mediodía. Desde tierra nos despide Paul Wright, un tipo de 60 años y 120 kilos nacido en California y dueño de la empresa Amazon Tours, un lucrativo imperio en torno al turismo de la jungla. Nuestros destinos son las ciudades de Leticia, en Colombia, y de Tabatinga, en Brasil. Cruzaremos una parte del Amazonas, el río con seis mil kilómetros de cauce y cuya cuenca, la más grande del mundo, mide siete millones de kilómetros cuadrados. Hablo del sitio donde habitan más de dos mil especies diferentes de animales y que es el pulmón verde de la Tierra que sólo en su explotación turística genera unos varios miles de millones de dólares anuales y que atraviesa Perú, Colombia y Brasil.
Cuando comenzamos a navegar los viajeros aplauden, toman fotos, celebran destapando cervezas, se abrazan, se dan ánimos, gozando la adrenalina de sentirse protagonizando la aventura más arriesgada y peligrosa y memorable e impredecible de sus vidas. Todos, de alguna manera, sabemos que estamos empezando a protagonizar una aventura arriesgada.
Kaye Thomas baja el entusiasmo. «La gente piensa en el Amazonas como un sitio peligroso, pero tú ves que acá es muy relajado. Se puede tomar sol, leer, dormir mucho. Es ideal para quienes no vienen a la selva a explorar», me explica. Kaye trae a su cargo a 16 ingleses, la mayoría profesionales y jubilados de 30 a 70 años. «Son aventureros, pero tienen poco tiempo, un poco de susto y no hablan español. Por eso los acompaño. Para la mayoría, son las tres semanas de sus vidas que le dedicarán a Latinoamérica: tres días en Machu Picchu, tres días en Cuzco, dos días en Lima, tres días acá en el río, un día en Quito y una semana en Galápagos», enumera, mientras por la cubierta se pasean algunos jubilados ingleses en traje de aventura. Parecen atentos a fotografiar esa infinita anaconda que nunca se les cruzará por enfrente, o aquella piraña que jamás dará el salto para tragarles un dedo, o a ese gigantesco caimán que no se dará el tiempo de mostrarles su famosa mandíbula capaz de triturar una roca.
 
 
-00-
Ricky se define como un amazon boy. Él es un veinteañero criado en la selva de Perú y que lleva algunos años en la industria del turismo. Su nombre es Ricardo Hurraga Guerra, pero todos le dicen Ricky. Ahora se queja de que su español está cada día peor porque todo el tiempo habla en inglés con los turistas. Ricky es la estrella de la nueva camada de guías.
 
Usa perfume, cinturón de cuero, linterna, repelente alemán en sus brazos oscuros y está aprendiendo a pasarse bloqueador solar por los labios. Se hace notar entre los 16 miembros de la tripulación por su acercamiento a los extranjeros y sus buenos modales, adquiridos en el curso de turismo del Instituto Municipal de Iquitos. «Nos enseñan que los visitantes deben ser bien atendidos, que traen dinero y que debemos preocuparnos de que no les falte nada, que tengan un buen viaje», dice y luego abraza amigablemente a una inglesa que le lanza sonrisas tímidas, coquetas, tentadoras.
El tiempo encima del barco avanza lento, pero sin freno. Por momentos uno se maravilla de las cosas que está viendo y, un segundo más tarde, pillándote desprevenido, viene una patada baja que transforma todo en paradoja. Como si la selva, aburrida de tanta novela boba en su nombre, se empecinara en demostrar que ella es mucho más real que mágica.
Una tarde, el segundo día de la travesía, visitamos a los yaguas. «Es una tribu peligrosa. Llevan años viviendo acá y tienen fama de ser muy carnívoros», dice Ricky, provocando la excitación de todos los que vamos a bordo. Enseguida entramos a una choza gigante donde los nativos, vestidos con plumas café y la cara pintada rojo, actúan una danza que, con buena voluntad y ganas de pasarla bien, puede conmover.
Terminada la presentación y como verdaderas pirañas, los aguerridos yaguas se abalanzan sobre los extranjeros rogando que les compren una de sus artesanías. Imploran por un par de billetes y, como si no bastara, el espíritu salvaje de los adultos queda todavía más ridiculizado frente a la actitud agresiva de los niños: hay un escuadrón de infantes que no pasan de los cinco años que se lanza a las piernas de los visitantes con la decisión y la fiereza de esos perros que persiguen a los automóviles en marcha para morderles las ruedas. Bravos y temerarios, los niños mantienen el espíritu yagua. (...)
 
 
-00-
 
 
(...) El sueño de la mayoría de los amazon boys es terminar viviendo en Estados Unidos o, si no se puede, en un país europeo. Lo reconocen abiertamente. Para eso se han preparado.
«He tenido invitaciones, pero todavía no me llega lo que espero», dice Ricky, una noche en que volvemos de una travesía en bote donde él ha tomado con sus manos un caimán en mitad de la oscuridad. Sabe que no todos los tripulantes tienen sus ambiciones. Hay muchos que están a gusto con su sueldo mensual y una esposa peruana, pero también tiene claro que él no es como todos y que pertenece al grupo de los que quieren ganarle a la vida. Y para muchos latinoamericanos la vida se vence viviendo en un país del norte. Ahí se cumplen verdaderamente los sueños, parecen decir sus ojos iluminados, mientras se arregla la camiseta de la Universidad de San Francisco, regalo de una turista de la que ya olvidó su nombre:
––Miami o Los Ángeles. Esas son las dos ciudades que sueño. Me gustaría vivir allá. Tampoco descarto Alemania, porque vienen muchas alemanas solas. Siempre aparecen cosas, pero todavía nada muy bueno. Hace un año conocí a una chica de San Francisco, que me quería llevar, pero en realidad no tenía tan buena situación económica. Otra vez enamoré a una chica de Texas, que andaba en el crucero con sus padres: ella me ofreció matrimonio, pero creo que todavía puedo encontrar algo mejor. Si todo sale bien, en dos meses por fin voy a poder conocer Estados Unidos. Una turista que vino de Miami, una bióloga, me invitó a dar unas charlas a la Universidad de Miami sobre los distintos tipos de caimanes del Amazonas. Veré si me quedo con ella un tiempo.
––¿Por qué tantas ganas de irte? ––le pregunto.
––Para tener una mejor vida. Yo nací acá, crecí en la selva, pero siempre he querido cosas más importantes. Mis amigos de la aldea donde crecí siguen ahí, trabajando la tierra, pero yo preferí aprender inglés para entrar al turismo. Tengo varios primos que ya se han ido. Están en Los Ángeles, casados, tienen autos y buenos trabajos: uno es recepcionista de un hotel y otro transporta alimentos a los restaurantes. Quiero conocer otras realidades, conocer el mundo.
––¿Parece que te aburriste de vivir aquí?
––Es que aquí hay mucha pobreza. Es verdad que son mis orígenes, pero de tanto trabajar con los turistas uno conoce nuevas cosas. Mejores. A veces, sin que se den cuenta, ellos me han enseñado las grandes ventajas de vivir en países como Estados Unidos. La educación, el dinero que traen, lo bien que lo pasan: yo lo veo todos los días. Por eso entré al turismo, por eso también aprendí inglés: para tener una mejor situación. Mi novia vive en Iquitos, es una buena persona, pero ella sabe que en cualquier momento me caso y me voy.
––¿Y lo acepta?
––No será a la primera que le pase. Sabe que nuestra relación se acabará el día en que yo me vaya. Sólo está faltando conseguir alguna gringa que me ofrezca algo bueno para casarme. Ellas llegan a la selva buscando una aventura romántica, y eso hay que aprovecharlo.
No toda la aventura sucede a bordo. Las actividades oficiales del crucero son tan rápidas que apenas se sienten: hay una caminata por la jungla, una jornada de pesca de pirañas, un avistamiento de aves, y en ninguna se ocupa más de una hora. De todo, pero poco. Ideal para el tipo de visitantes que no tiene tiempo para recorrer el río de la vegetación más exuberante de todas.
––Me encantaría quedarme más tiempo en cada lugar, pero tenemos que volver luego a Australia y no sabemos hablar español ––me dice Paul, un profesor australiano que tiene un tatuaje en el brazo, un collar con dientes de pirañas y que recorre el río junto a su novia––. Son increíblemente amables con nosotros. Es divertido, porque ellos nos ven a todos nosotros por igual y piensan que somos millonarios. He estado en muchos lugares del mundo, y en todos los sitios con pobreza pasa lo mismo: piensan que todos los blancos somos ricos, y en verdad la mayoría de los que venimos en el crucero somos gente de trabajo, empleados en nuestros países que tenemos que volver a casa para seguir trabajando. En ese sentido, la gente de Latinoamérica me parece muy graciosa. Son muy ingenuos ––dice, y me lo explica tanto, que parece una advertencia velada para que no le pida billetes ni ropa. Para muchos gringos la inocencia y la ingenuidad sólo se consigue viniendo de vacaciones a un país de América del Sur. (....)
 
 
-00-
 
 
Frente a la embarcación está el pueblo de Leticia, Colombia, y, a su lado, pareado, se ve Tabatinga, Brasil. Los pasajeros se comienzan a despedir. Chávez, el guía sentado en una mesa de plástico, se pinta la uña larga del meñique de su diestra. «Es una tradición para protegerme de la selva», me dice. 
Está feliz de llegar a Leticia porque tiene dos planes: comprar aquel anillo de oro que lleva varios meses yendo a visitar a la vitrina de una joyería del pueblo, y luego llamar por teléfono a sus hijos:
––Desde Colombia las llamadas son más baratas que de Iquitos. Ellos son mis dos únicos hijos hombres y hace dos años que no los veo. Viven en Estados Unidos y son mi orgullo. No cualquiera de acá puede decir que tiene dos hijos viviendo en Estados Unidos.
––¿Están casados? ––le pregunto.
––Claro, por eso se fueron. Se los llevaron dos gringas. Mira, vamos a hablar con honestidad: ellos se casaron por interés, pero ha sido para mejor. Eso sí, me gustaría tener nietos, pero a las gringas no les gusta tener hijos y ellos todavía no se pueden separar: aquí la cosa sigue muy mala y todavía no tienen muy solucionado el asunto de los papeles. Pero yo sé que les va a ir bien. Son mi orgullo.
Mientras esperamos para bajar del barco, el guía del anillo de oro y la uña pintada se queda mirando a la gringa Kaye. Hipnotizado por el chocolate blanco, suelta:
––Yo preferí quedarme a vivir acá, porque me gustan las iquiteñas. No me arrepiento. Mis hijos no: ellos se fueron por una mejor vida. Uno está de cocinero y otro dirige un ascensor. Es cierto que a veces los extraño, porque son mis únicos hijos hombres, pero ellos ahora están asegurando su futuro. (...)
 
 
FRAGMENTOS de la crónica "Amazon boys" publicada en el libro EQUIPAJE DE MANO 
 
 
 
 
Twitter: @menesesportatil 


[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2012
Blogs de autor

La propuesta heideggeriana de ejercitación filosófica sobre la mecánica cuántica (I)

En el arranque de este texto de Heidegger unas consideraciones no excesivamente trasparentes sobre la coincidencia entre la mecánica cuántica y el procedimiento clásico consistente en objetualizar. En ambos casos, nos dice, habría la necesidad de  referirse  a situación, aspecto, mirada previa, vía y proyecto, y se barrunta que ello sería  un indicio  de  que seguimos en la misma  forma de coordinarse con el mundo, sugiriéndose que sólo un pensar ajeno  a esta coordinación supondría auténtica novedad.

Sin embargo Heidegger acepta una  singularidad de la física cuántica consistente  en el hecho de que " ya no puede eludirse la pregunta de quienes somos "nosotros", para quienes el objeto es en cada caso un objeto" . Y tras este recordatorio una declaración programática: "Es decisivo averiguar cual es la relación sujeto- objeto, en cuanto relación, en su esencia y fundamento esencial, y sacar este preguntar del círculo de la "teoría del conocimiento y de la metafísica del
conocimiento
". Y a continuación, pregunta sobre el título mismo del parágrafo: "Interpretación filosófica de la mecánica cuántica. ¿qué significa eso?"

Mas que una respuesta un listado de tareas encuadradas en dos apartados. El primero se reduce a un enunciado, más bien redundante respecto al título general del parágrafo

1.     "Interpretar la Mecánica Cuántica en lo que se refiere a sus fundamentos filosóficos".

2.     "Exponer la Mecánica Cuántica misma como tipo de [filosofía] y como contribución a la filosofía".

Aquí la concreción es mayor. Siendo la Mecánica Cuántica un tipo de física, se muestra sin embargo tener "relevancia para la filosofía" y de ello se pasa a pregunta: "¿Qué tipo de filosofía es ella [la mecánica cuántica]?"

Desde luego tener relevancia para la filosofía no supone necesariamente constituir un tipo de filosofía. En realidad lo que de entrada se barrunta es que sin querer  ser filosofía, siendo cabalmente física, la Mecánica Cuántica se ve abocada a realizar aseveraciones sobre la physis (incluída en ocasiones la physis del hombre) que chocan con lo que la filosofía convencionalmente asumía.  Más que ser un tipo de filosofía la Mecánica Cuántica-cabría decir- se ve más o menos inesperadamente  envuelta en la filosofía ...lo cual no es poca cosa. Pero sigamos con el texto de Heidegger.

No se aborda la enunciada pregunta sobre el tipo de filosofía que sería la Mecánica Cuántica, sino que se evoca un indeterminado "error fundamental (Grundirrtum)en la actitud de las ciencias ante la 'filosofía' " (entrecomillado del autor), se distingue entre "Filosofía" y "filosofía",  y se denuncia "la exigencia inversa a la filosofía y los criterios inadecuados para enjuiciarla", sin que quede muy claro si se trata de enjuiciamiento de la mecánica cuántica o de la filosofía misma.

Leer más
profile avatar
9 de agosto de 2012
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.