Foto: Joel Robinson Leila Guerrero ha escrito un excelente artículo para “El País”...
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Foto: Joel Robinson Leila Guerrero ha escrito un excelente artículo para “El País”...
El mundo es decididamente bipolar, como ya no fue en Pequín. Arriba del todo el G2: Estados Unidos y China. Los BRICS emergen solo parcialmente: Rusia y China sí, Brasil, India y Surafrica no. Especialmente dramáticos son los resultados ínfimos de India, que a veces pretende retar a China en el continente asiático y tiene una población y una economía que no se corresponden con su deporte. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas todavía cuenta, y mucho: los cuatro primeros tienen derecho de veto y Francia, que también lo tiene, es séptima (un buen resultado contra el declinismo), solo con Corea derl Sur y Alemania por delante.
A simple vista se percibe que el cambio geopolítico tarda en hacerse notar en el deporte. La lectura del medallero, sobre todo si se hace de forma evolutiva, ofrece numerosas ideas para la reflexión. A simple vista pueden observarse cosas curiosas, con la ayuda de la tabla del New York Times. España no está mal situada y es el primer país de lengua española en resultados deportivos. El siguiente es ni más ni menos que Cuba. México queda muy atrás, igualado con Georgia y por debajo de Colombia (tercero entre los hispánicos): es la India hispana, emergente pero sin fuerza deportiva. Primer país europeo, Reino Unido. Primero del euro, Alemania, que bate a Francia. Primer africano en oro, lejos, muy lejos, Suráfrica, y en total de medallas, Kenia. Primer país árabe: Túnez, sí donde empezó la revolución, pero demasiado lejos. Los resultados del deporte árabe tampoco se corresponden, ni a la población ni a la riqueza. Donde menos, en la península árabiga: el primer país en el medallero es Catar, con dos bronces: prefieren fomentar el deporte y sobre todo el fútbol europeo. Arabia Saudí, superpotencia petrolera y geoestraégica, está en la cola absoluta: un bronce. Caben muchos ejercicios más. Los puede hacer el lector por su cuenta. Sugerencias. Además de continentes y lenguas, puede hilar más fino. Tener en cuenta las religiones, por ejemplo. Entrar en detalles de lengua y religión dentro de países donde hay pluralidad: Estados Unidos es un país hispano, India musulmán. Sumar todos los europeos. Los que están en el euro luego. O los rescatados y rescatables: no tan mal por cierto. Dedicarse a separar para luego volver a rehacer la tabla: hombres y mujeres, por ejemplo. O países: Cataluña de España, Escocia de Reino Unido, Flandes de Bélgica, la Padania de Italia, o Kurdistán de Turquía, Irak, Irán y Siria. Pero estos últimos ejercicios son muy difíciles, porque hay que hacer la simulación con las fichas de los deportistas. Seguro que algunos lo harán, aunque solo sea para darse gusto.
Mientras preside la larga mesa, frente a su estado mayor, el rais se muestra ausente, extraviado; su mirada sobrevuela la sala y apenas se posa sobre los diagramas y los planos que le presentan sus subordinados. Todos saben que su carácter siempre ha sido distante -desde que su padre lo llamó a Damasco tuvo que realizar esfuerzos inauditos para vencer su timidez y atreverse a hablar en público-, pero en las últimas semanas se ha vuelto aún más frío, como si los escasos rasgos de humanidad que le quedaban hubiesen acabado por desvanecerse. Su temple nunca se decantó por los exabruptos o las descargas de violencia -privilegios reservados a su hermano mayor-, sino por la suavidad y la conciliación, y sin embargo ahora el mundo lo ve como un monstruo que no alberga la menor piedad hacia sus súbditos rebeldes.
Lo cierto es que él nunca quiso este papel, que jamás soñó con el poder. Si lo obtuvo fue contra su voluntad, impulsado por un destino aciago -y la voz inquebrantable de su padre-, y desde entonces tuvo que transmutarse en otro y suplantar a su hermano en contra de su voluntad. El fiero Hafez jamás pensó en él como su sucesor: le parecía demasiado dulce, demasiado reservado, demasiado bueno como para dedicarse a la política. Basil reunía, en cambio, todas las virtudes de un buen gobernante, al menos a ojos de su padre: firme, apuesto, implacable. Pero también era soberbio e irrefrenable, dispuesto a todo con tal de demostrar su valor, hasta que su soberbia lo llevó a estrellarse contra un arcén cuando se dirigía, una mañana de bruma, hacia el aeropuerto.
¡Imbécil! Si Basil no se hubiese empeñado en doblegar todas las normas -incluso las de velocidad-, Bachar no tendría que estar hoy aquí, frente a esos generales y funcionarios que cada día le resultan menos confiables, escuchando sus insulsas alabanzas y discutiendo los distintas opciones de lucha contra los terroristas de Alepo. Mientras su hermano siempre supo que seguiría la carrera militar -aunque hubiese hecho la farsa de estudiar ingeniería-, él en cambio se consagró con pasión a sus estudios de medicina en la Universidad de Damasco y se empeñó en convertirse en un célebre oftalmólogo mientras estudiaba el posgrado en Inglaterra.
En un parpadeo, Bachar casi es capaz de contemplar la vida que podría haber tenido si Basil no hubiese desbarrado rumbo al aeropuerto: su consulta en Kensington u otro barrio posh, su vida al lado de Asma -la hermosísima Asma que lo enloqueció en sus devaneos londinenses y en la cual ahora tampoco confía-, los paseos a lo largo del Támesis con sus hijos, su apacibles vacaciones por Europa, las esporádicas visitas a Siria, cada vez menos frecuentes desde el ascenso de Basil, la normalidad de un profesional rico y exitoso en un país civilizado. ¿Por qué no podría estar hoy en Londres, disfrutando de los juegos olímpicos como cualquier otro aficionado, en vez de tener que sofocar una revuelta a sangre y fuego?
No, el maldito Basil tenía que matarse y a su padre no le quedó otro remedio que usarlo como recambio. ¡Qué tristeza y qué decepción para el viejo! Bachar nunca fue para él más que un segundón y ahora se veía obligado a recurrir a él para conservar su dominio sobre el país. Increíble: el imbécil de su hermano se mató -y casi mató a su primo- por culpa de su imprudencia y su padre lo convirtió en "mártir de la nación y ejemplo de la juventud siria". ¡Como si imponiendo su nombre a calles, plazas, conjuntos deportivos y edificios, y multiplicando su fotografía en cada rincón del país, pudiese mantenerlo con vida!
Ocultando su rabia, Bachar acudió junto a Hafez cuando éste lo hizo llamar. Para ponerlo a prueba, su padre lo puso al cargo del "expediente libanés", y él no dudó en resolverlo con una crueldad que él mismo no imaginaba. Tal vez el poder no estuviese entre sus prioridades, pero la naturaleza guerrera de sus ancestros se encontraba allí, almacenada en sus genes, y sólo necesitaba resucitarla. Entonces cambió su vida para siempre: en vez de curar y aliviar a la gente, en vez de darle luz a los ciegos, en vez de ser un padre de familia normal y apreciar las Olimpíadas por televisión, le tocó administrar la pesada herencia de su padre.
Si alguien se lo preguntara, preferiría aquella otra vida. Pero ya no hay remedio. Luego de atravesar estos largos meses de acoso por parte de los terroristas, de padecer las traiciones de sus generales y ministros, de convertirse en el villano favorito de la prensa internacional -incapaz de comprender que él es la última barrera contra los islamistas-, Bachar sabe que no le queda otra salida excepto confiar en el juego geopolítico y esperar que rusos, chinos e iraníes continúen apoyándolo. Comportarse como lo habrían hecho su padre o su hermano muerto. Y esperar que, en el peor de los casos, su astucia le permita tener la suerte de Ben Ali, y no la de Mubarak o Gadafi.
-Acaben con ellos -musita por fin, en voz baja-. Aplástenlos.
twitter: @jvolpi
He leído muchas informaciones sobre el juicio público por asesinato celebrado este pasado jueves contra Gu Kailai, la esposa de Bo Xilai, el dirigente chino ahora caído en desgracias. Pero ninguna me ha proporcionado tanta información como las imágenes videográficas y las fotos de la acusada, sobre todo si se comparan con las fotos anteriores a su detención, hace seis meses.
La calidad de las informaciones publicadas sobre el caso es bastante notable, sobre todo si se tienen en cuenta que la justicia china no brilla precisamentre por su transparencia. Especialmente en un asunto que afecta a la esposa de uno de los dirigentes comunistas más destacados, que aspiraba a ocupar una de las más altas magistraturas, una de las nueve sillas del comité permanente, la institución más alta del Partido Comunista que dirige el país. Solo dos observadores occidentales, diplomáticos británicos ambos, han podido asistir a la sesión pública del juicio. Un estudiante bloguero que asistió a las siete horas de la sesión pública hizo un recuento detallado en su página web, denominada renren.com, que luego fue corroborado por la agencia oficial Xinhua y por dos abogados, según la narración detallada del Times de Nueva York. La abundancia de datos, sin embargo, apenas permite saber qué ha sucedido entre la detención de Gu Kailai en marzo y ahora en julio, sobre todo porque las informaciones proporcionadas por las autoridades conducen a construir un caso de delito común donde todos los observadores ven un juicio con causas y consecuencias políticas. Bo Xilai representaba el ala más conservadora del comunismo chino, que corresponde paradójicamente a la más igualitaria y maoísta, y la detención de su esposa por asesinato ha significado su derrota en los últimos compases de la quinta suceción en la cúpula del Estado en favor de los más liberales. Las últimas consecuencias de esta batalla se verán en la composición del nuevo comité permanente que saldrá del próximo congreso del PC de China. Que los conservadores sean los izquierdistas y los progresistas los más liberales no es la única paradoja de la China contemporánea. El caso Bo Xilai ha permitido observar a los ciudadanos chinos como el neomaoísmo, que ha hecho bandera del combate contra la corrupción, no es incompatible con el enriquecimiento y el lujo, e incluso con el crimen mafioso. En todo caso, la idea transmitida por los medios oficiales es que la esposa de Bo Xilai es una mujer ambiciosa y desequilibrada, que ha puesto en peligro o incluso ha arruinado con sus comportamientos la carrera de su marido, hasta ahora acusado oficiosamente meramente de comportamientos incorrectos dentro del partido. La justicia china, en un caso como este que afecta a la cúpula del poder, ha actuado como en el clásico modelo de la caja negra, en el que conocemos los datos que entran y los que salen pero nada sabemos de los que ocurre dentro. Es exactamente lo contrario de lo que pretende conseguir la justicia occidental con el proceso público, las garantías de defensa y el procedimiento contradictorio. Lo más relevante e interesante del caso se ha decidido y jugado en el secreto del proceso previo que ha realizado el partido, del que solo ha sido un palidísimo reflejo la vista pública de la que hemos conocido algunos datos. Para mi gusto, el mejor reflejo de lo ocurrido en este tiempo lo encontramos en la comparación entre el rostro melancólico y arrogante de Gu Kailai anterior a la detención y la imagen adocenada y vulgar que ofreció en el juicio. Difícilmente una persona engorda durante un largo período de detención e interrogatorio, que es una de las más evidentes cosas que le han sucedido a la acusada. Ha ganado peso, probablemente como decisión de las autoridades, pero ha perdido algo muy importante como es su aspecto especial y distinguido de aristócrata roja, como hija que es de un notable militar maoísta y esposa de un príncipe del régimen.
James Patterson La lista de los escritores mejores pagados del mundo, elaborada por Forbes, no ha...
En el poblado de Miane, al occidente de Irán, un ciudadano que creyó encontrar alegría pasajera en la bebida, o a lo mejor curarse de sus penas, fue sentenciado por un juez clerical a recibir el castigo de veinte latigazos en los lomos. Según muestra un video que ha sido subido a YouTube, el hechor fue obligado a yacer en el suelo en medio de una plaza atestada de gente, y mientras el verdugo encapuchado descargaba la recia fusta sobre sus espaldas desnudas, el clérigo barbado vigilaba que se cumpliera el castigo contando los latigazos, como quien canta los números de una dichosa lotería.
Veinte azotes deben corresponder, seguramente, a unas cuantas copas de vino, y, también seguramente, el juez hace la estimación a ojo de buen cubero; o, a lo mejor, echa mano del alcoholímetro, como los policías de tránsito. No creo que acerque la nariz a la boca del sospechoso para oler su aliento alcohólico, porque esos efluvios llevarían al mismo juez a pecar. Calculemos lo que costará en latigazos una borrachera de esas en las que al día siguiente, en lo más crudo de la goma, ofende hasta el ruido de la tableta de Alka Seltzer al disolverse en el vaso de agua.
Viejo adagio aquel que dice: "Dios mío, sin con beber te ofendo, con la cruda te pago, y me quedas bebiendo", pena que no parece suficiente a los ceñudos jueces islámicos.
En el arranque de este texto de Heidegger unas consideraciones no excesivamente trasparentes sobre la coincidencia entre la mecánica cuántica y el procedimiento clásico consistente en objetualizar. En ambos casos, nos dice, habría la necesidad de referirse a situación, aspecto, mirada previa, vía y proyecto, y se barrunta que ello sería un indicio de que seguimos en la misma forma de coordinarse con el mundo, sugiriéndose que sólo un pensar ajeno a esta coordinación supondría auténtica novedad.
Sin embargo Heidegger acepta una singularidad de la física cuántica consistente en el hecho de que " ya no puede eludirse la pregunta de quienes somos "nosotros", para quienes el objeto es en cada caso un objeto" . Y tras este recordatorio una declaración programática: "Es decisivo averiguar cual es la relación sujeto- objeto, en cuanto relación, en su esencia y fundamento esencial, y sacar este preguntar del círculo de la "teoría del conocimiento y de la metafísica del
conocimiento". Y a continuación, pregunta sobre el título mismo del parágrafo: "Interpretación filosófica de la mecánica cuántica. ¿qué significa eso?"
Mas que una respuesta un listado de tareas encuadradas en dos apartados. El primero se reduce a un enunciado, más bien redundante respecto al título general del parágrafo
1. "Interpretar la Mecánica Cuántica en lo que se refiere a sus fundamentos filosóficos".
2. "Exponer la Mecánica Cuántica misma como tipo de [filosofía] y como contribución a la filosofía".
Aquí la concreción es mayor. Siendo la Mecánica Cuántica un tipo de física, se muestra sin embargo tener "relevancia para la filosofía" y de ello se pasa a pregunta: "¿Qué tipo de filosofía es ella [la mecánica cuántica]?"
Desde luego tener relevancia para la filosofía no supone necesariamente constituir un tipo de filosofía. En realidad lo que de entrada se barrunta es que sin querer ser filosofía, siendo cabalmente física, la Mecánica Cuántica se ve abocada a realizar aseveraciones sobre la physis (incluída en ocasiones la physis del hombre) que chocan con lo que la filosofía convencionalmente asumía. Más que ser un tipo de filosofía la Mecánica Cuántica-cabría decir- se ve más o menos inesperadamente envuelta en la filosofía ...lo cual no es poca cosa. Pero sigamos con el texto de Heidegger.
No se aborda la enunciada pregunta sobre el tipo de filosofía que sería la Mecánica Cuántica, sino que se evoca un indeterminado "error fundamental (Grundirrtum)en la actitud de las ciencias ante la 'filosofía' " (entrecomillado del autor), se distingue entre "Filosofía" y "filosofía", y se denuncia "la exigencia inversa a la filosofía y los criterios inadecuados para enjuiciarla", sin que quede muy claro si se trata de enjuiciamiento de la mecánica cuántica o de la filosofía misma.
Mensaje de Twitter Hoy le llegó a Salman Rushdie la primera copia de su libro de memorias, donde...