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El verdadero Conde de Montecristo

Nunca pensé que Alejandro Dumas se hubiese inspirado en su padre, del mismo nombre, para escribir historias como El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros. Se supone que desde Freud el hijo ha de matar al padre y no ensalzarlo en historias de acción y diálogos desbordantes, que han hecho las delicias de generaciones y generaciones de adolescentes, y no solo de adolescentes.

Recordando la fascinación que había sentido por las novelas de Dumas en la infancia, un personaje de El jardín de los Finzi-Contini habla con nostalgia de aquel perderse entre personajes, situaciones, y acciones cruzadas que te envolvían completamente. Se refería por supuesto a El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros.

Tom Reiss, que ya deslumbró con El orientalista, biografía del escritor camaleónico Kurban Said, que se se presentaba a los demás como musulmán, monárquico y oriental, y cuyos pasos perdidos anduvo siguiendo por el mundo más de cinco años, regresa a la palestra con otro libro monumental, en el que el tono detectivesco vinculado a la búsqueda del personaje recuerda el método de Bolaño en Estrella Distante y en 2666. Bolaño publicó su novela más poderosa en el 2004, y Reiss en el 2005, por lo que puede tratarse de meras coincidencias.

Decíamos que Reiss tardó cinco años en consumar su enrevesada búsqueda de Kurban Said, y suponemos que no menos  le ha debido de costar reproducir las idas y venidas del general Alejandro Dumas, que llegó a ser bastante célebre en los períodos más bravos de su vida, y que tenía la peculiaridad de ser mulato (como lo fue su hijo), por ser vástago de un noble desclasado y una esclava antillana. El general Dumas se hizo célebre entre la tropa por su coraje, sus improvisaciones, sus maldiciones y su humanidad, y como nos cuenta Reiss, padeció la cárcel, donde no encontró a ningún benefactor que le indicase la existencia de un tesoro como a Edmond Dantés. Es normal, como decía de joven Vargas Llosa: las novelas sirven para vengarse de la realidad, y cabría preguntarse si las biografías también. Sí, quizá sirvan para vengarse del olvido, aunque no siempre. El libro de Reiss representa la consagración de una nueva forma de construir las biografías, implicando al lector en la búsqueda del personaje, a través de un narrador en primera persona que va contando las vicisitudes de su investigación.

Así como una tendencia de la narrativa actual es la conquista de la novela-realidad, de la novela que excluye la ficción sin por eso dejar de hacer literatura, y hasta muy buena literatura, una tendencia de la biografía-ensayo actual es la que practica Reiss, y en la que resulta fundamental el rigor histórico, cierto, pero también las astucias y habilidades del narrador en primera persona, que se hace muy cercano al lector. Tendencia bien visible en este momento, y en la que cabrían igualmente la Anatomía de un instante, de Cercas, La cerca de Jean Rolin, Limonov de Carrère, y hasta me atrevería a nombrar también Galíndez de Vázquez Montalbán, biografía novelada en la que vemos anunciados los elementos básicos de esta modalidad narrativa, a medio camino entre el ensayo histórico-sociológico y la novela. ¿Habrá que recordar que lo que entendemos precisamente por novela moderna surgió imitando el discurso de la historia? Una vez más en literatura, el dragón se muerde la cola.

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8 de octubre de 2014
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La edad fértil

No sé muy bien a qué permiso de paternidad se refería Mónica de Oriol, del que, en sus polémicas declaraciones, aseguró que “afortunadamente” también disfrutan los hombres. ¿A los distintos proyectos de ley, ya amarillentos, que desde hace siete años se van posponiendo porque siempre hay algo más urgente que reconocerle al padre sus derechos y sus responsabilidades? Porque, de las palabras de la presidenta del Círculo de Empresarios criticando duramente las regulaciones que protegen la maternidad, se sobreentiende que las funciones del padre se liquidan en los quince días de recreo actuales. Los mismos que por casarse -sea en primeras o cuartas nupcias-, otro chiste propio de la obsolescencia cultural que nos ampara. Que Oriol haga apología de contratar a mujeres de menos de 25 o por encima de 45 años en detrimento del resto es un disparate. No porque las becarias y las séniors no seamos valiosas, sino porque es la edad en la que el talento ya ha encontrado el cauce para ser productivo, mientras que la avidez de la juventud incide en la creatividad, el nervio y el reto. Y eso lo debería saber bien la líder de un lobby empresarial. ¿Cómo va a despreciarse a las profesionales con dos másters, jornadas interminables y atisbos de experiencia por estar en edad fértil? Conozco a varias de ellas que han sido madres y su actitud acaso se haya modificado en dos aspectos: se organizan mejor y dimiten de los actos de las ocho de la tarde en adelante. Porque de la irracionalidad de horarios que España sufre más que nadie, no somos responsables las mujeres. No es políticamente incorrecta sino empíricamente indemostrable la percepción del paternalismo de Estado al que indirectamente se refiere Oriol. Todo lo contrario, el Estado ha descansado cómodamente sobre el trabajo no remunerado de las mujeres. Hoy en día, cerca del 50% de las mujeres de todo el mundo trabajan, son mayoría en la universidad, y tienen elevadas responsabilidades en todos los ámbitos. Quien las haga sospechosas de desmotivarse al ser madres es que poco ha ahondado en su experiencia íntima y la construcción de su identidad. Ni en un modelo social que torpedea la realización conjunta profesional-familiar con horarios penosos, escuelas infantiles de pago, permisos paternos en el cajón, contratos basura y salarios inferiores. Ahí descansan algunos argumentos para determinar por qué las mujeres tienen hoy tan pocos hijos. Hay una frase lanzada al vuelo al comienzo de la intervención de De Oriol, acaso la más machista de todas: “El problema no son los consejos de administración, donde se tiene libertad de horarios”, sabiendo de antemano que en ellos sólo hay un 14% de mujeres. Y ese sí es un problema. (La Vanguardia)

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8 de octubre de 2014
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La fiesta de las verdades

He salido de Medellín tras vivir la entrega de los premios de periodismo Gabriel García Márquez padeciendo los estragos que siguen a los excesos de una fiesta incesante, entre ellos la nostalgia que se paga como una penitencia. Homenaje al gran mago de feria que fue Gabo. Fiesta de conversaciones aleccionadoras para exaltar la profesión del periodismo. Fiesta de las verdades contadas con rigor.

El premio a la Excelencia se concedió al colombiano Javier Darío Restrepo, maestro por décadas en ejercer y explicar la ética; y a la mexicana Marcela Turati, cronista de los horrores de la violencia, el crimen organizado y el narcotráfico, y del drama de los migrantes, fundadora del contingente juvenil de los Periodistas de a Pie, que desafían riesgos y amenazas para cumplir con sus oficio.

Escuchando los debates, lo primero que surge a la vista, y lo apunto en mi libreta, es esa contradicción feroz entre la transformación centelleante de los medios tecnológicos, y los temas de la realidad diaria a enfrentar: el reinado de los barones del narcotráfico, periodistas decapitados por las mafias igual que ocurre con los rehenes del califato islámico, migrantes asesinados en masa por los Zetas cuando buscan la frontera dorada de los Estados Unidos, buses incendiados por las Maras con todos sus humildes pasajeros adentro, selvas exterminadas y la ecología sacrificada en el altar de la ambición desmedida de riqueza; y la represión oficial que busca siempre esconder la mano, y excusar las trasgresiones envolviéndose en la retórica.

Sorprendente paradoja. El siglo veintiuno es incomparable en cuanto a atrocidades y desmanes, como en la edad de las cavernas, y al mismo tiempo lo es cuanto a la multiplicación de posibilidades de la comunicación, la edad de las luces cibernéticas. El viejo maestro José Salgar, que lo fue de Gabo cuando sus tiempos de joven aprendiz en la redacción de El Espectador, a sus noventa años veía el fenómeno de las transformaciones de la era digital con entusiasmo, y recordaba cómo del uso de los dedos para escribir en el teclado se había pasado al de los pulgares. Ahora escribimos en los celulares, y nos informamos a través de los celulares, y con ellos fotografiamos y filmamos; mientras no envejezcan de vejez prematura y pasen al olvido.

Se concedieron premios en texto, imagen, cobertura e innovación, tres finalistas y un ganador por categoría; y hay uno  que quiero destacar: "Los sucesos del 12F", ganador de cobertura, obra de un equipo que entonces era del diario Ultimas Noticias, encabezado por César Batiz, en el que había reporteros, redactores, infógrafos, videógrafos, fotógrafos, verificadores de datos y diseñadores.

El 12 de febrero de 2014, durante una marcha de protesta en Caracas, a la altura de la plaza de la Candelaria ocurrió una balacera que dejó muertos, entre los que se hallaban un militante oficialista y un dirigente estudiantil. "A través de un trabajo de investigación audiovisual y de una curaduría de fotos y vídeos ofrecidos por vecinos y testigos de los hechos, logramos determinar que los asesinos eran policías y funcionarios de inteligencia de Nicolás Maduro", dice Batiz.

Como consecuencia de este reportaje, del que fueron parte activa los propios vecinos, que cedieron al equipo de periodistas fotos y videos tomados por ellos mismos, el gobierno tuvo que dejar de un lado sus falsas versiones que inculpaban a los opositores, abrió juicio contra los policías secretos, y el jefe de inteligencia fue destituido.

Pero es más. El propio periódico ya había cambiado para entonces de manos, y sus nuevos dueños, alineados con el gobierno, quisieron impedir la publicación del reportaje. Frente al intento de imposición se alzó toda la planta, empezando por los editores y redactores jefes, y la censura fue impedida. Un último acto de rebeldía antes de que Últimas Noticias pasara al dócil acomodo del silencio. 

Vivimos nuevos tiempos. Un teléfono celular, que puede tomar fotos y filmar, se convierte en una poderosa arma de la verdad, y puede derribar las mentiras oficiales. Periodistas hoy en día podemos ser todos.

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8 de octubre de 2014
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88 libros de poesía recomendados

Aunque son muchos los que creen que las redes sociales son poco útiles en cuestiones literarias, ayer hice en Facebook una petición o llamamiento del siguiente tenor:

 

"A diferencia de los primeros años de siglo, donde era relativamente fácil estar al tanto de los buenos poemarios que aparecían (otra cosa era conseguirlos), creo que el panorama español de poesía se ha fragmentado y disgregado de tal forma que tengo la sensación de estar perdiéndome buenos libros. El otro día repasé la lista de los candidatos al premio Ciudad de Alcalá y no conocía la mayoría de los títulos. La nula distribución de poesía por las pocas librerías que todavía la ofertan incrementa mi sensación de desconocimiento. Ya que estamos aquí quejándonos del poco partido que le sacamos a Facebook, os ruego que hagamos algo de interés: recomendadme, por favor, poemarios interesantes (no vuestros, por favor, sino de otros poetas). Por mi parte, os recomiendo vivamente Limbo de Ada Salas, Rendicción de Mario Martín y ¿Por qué hay poemas y no más bien nada?, de Ángel Cerviño."

 

El resultado fue abrumador: decenas de comentarios aportando propuestas españolas e hispanoamericanas. Imagino que entre todas ofrecen, con sus aciertos y sus fallos, como cualquier lista, un mapa muy completo de la edición reciente de poesía en España. Algunos de los citados los he leído y me han gustado, otros me parecen flojos, la mayoría esperan lectura. Pero transcribo a continuación todos los poemarios recomendados, por si son también de utilidad para ustedes, a quienes imagino (y deseo) lectores de poesía.

Advierto que el orden no implica ningún criterio: los fui pasando con cierto desorden de la red social a un documento de word y ni siquiera siguen el orden temporal con que fueron recomendados. Insisto: no se sigue ningún orden de calidad o de número de recomendaciones. Aquí está la lista en bruto y quien quiera distinguir calidades tiene formas de hacerlo, como buscar reseñas de los libros o leer en línea los poemas disponibles de los poetas para juzgar su línea estética.

 

Libro de escorzos, de Juan Quintana.

Skinny cap, de Marta Asunción Alonso.

Los líquidos íntimos, de Olga Novo.

Las señales que hacemos en los mapas, de Laura Casielles.

Ruido de venenos, de Eva Vaz.

Divina, de Inma Luna.

Pan comido, de Isabel Bono.

Insumisión, de Eduardo Moga

Inclinación al envés, de Julio César Galán

Constantes vitales, de Laura Lahoz.

Días animales, de Almudena Vidorreta Torres.

Hallarse en la caída, de Inés Ramón

Silencio (por favor), de Fernando Sarría.

Todos han muerto. Poesía completa, de José Barroeta.

De paso a la ya tan, de Ángela Segovia.

Las sumas y los restos, de Ana Pérez Cañamares.

La posesión del humo (reedición) de Violeta C. Rangel.

Febrero, de Julia Castillo.

Retrato de la soledad, de Eduardo Fraile.

Documentum, de Sara Herrera Peralta.

La casa como un árbol, de María Dolores Almeida.

El sueño de Visnú, David Meza.

Cuando todos los accidentes suceden de Manoel Ricardo de Lima.

Mente animal, de Pidar Adón.

amor.txt, de David Refoyo.

Broza de Antonio Manilla.

Axis mundi de Pilar Verdú. 

Las pequeñas espinas son pequeñas, de Raquel Lanseros.

La tumba del marinero, Luna Miguel.

El imperfecto cielo concedido, de Marta Fuentes.

Reses, de Esther Ramón.

Caoscopia, de Yaiza Martínez.

Años abisinios, de Eva Chinchilla.

Porción del enemigo, de Enrique Falcón.

Chatterton, de Elena Medel.

Los desengaños, de Antonio Lucas.

Las visitas de Caronte de Jesús García Calderón.

Desviada Luz, antología gongorina para s. xxi, de Jesús Ponce.

Lugar y esquema, de Julián Cañizares Mata.

Papilas analógicas, de Ana Cibeira, Davidia Martín Saornil y Elia Maqueda.

Medición de la pampa, de Juan Carlos Sanchez Sottosanto.

Manifiesto asténico, de Eloy Sánchez Guallart.

Mensajes de texto, de Ape Rotoma.

El hombre que mató a Michael Hutchence, de J. Malone Miller (Jorge M. Molinero).

Mis pies de mono, de Miguel Martínez López.

La habitación transhumante, de Roberto Ruiz Antúnez.

Tuvimos, de Rosa Lentini.

Hay una jaula en cada pájaro, de Óscar Curieses.

Aprendiz, de Antonio Luis Ginés.

Larva seguido de Cerca, de Pilar Fraile Amador.

Manicomio, de Maurizio Medo.

Antología de la poesía espectacular, de Yago Ferreiro.

Alambres, de Lola Nieto.

Hallar una hendidura, de Ana Hidalgo.

El hastío de las manos, de Miyer Pineda.

Poesía secreta colombiana, de Elias Mayol.

Ártico, de Juan de Dios García.

Edición anotada de la tristeza, de José Alcaraz.

Una bomba de amor; Felipe Ortega Regalado.

Ellos son mejores, de Guillermo Morales Sillas.

Compro oro, de Harkaitz Cano.

Incendiario, de Bárbara Butragueño.

Hordas de escritura, de Chus Pato.

Apuntes para un Génesis, de Ana María Puigpelat.

Todas las fiestas del Mañana, de Juan Bello Sánchez.

Road Movie, de Carlos Huerga.

La soledad de las formas, Ana Gorría.

La ciudad o la palabra pájaro, de Mar Benegas.

Antibiótico, de Agustín Fernández Mallo.

Nuestra película de las vacaciones, de Jeymer Gamboa.

Made in China, de José María Cumbreño.

Ruido blanco, de Raúl Quinto.

Topología de una página en blanco, de Alejandro Céspedes.

Cahiers, de Isabel Bono.

Riego automático, de Raquel Ramírez de Arellano.

Gordo Juan, tienes una voz de trueno, L.E. Cauqui.

This is your home now, de Mercedes Díaz Villarías.

Epitafios, de Antidio Cabal.

Tientos de erótica celeste, de José Val del Omar.

Paisajeno, de Willy McKey.

Codex Mundi, de Ramon Dachs.

Cantos & Ucronías, de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán.

Helio, de Ariadna G. García.

Lisboa Song, de José Vidal Valicourt.

Ready, de María Salgado.

Desdecir, Enrique Cabezón.

La Arqueología del Viento, De Luis Alberto Ambroggio.

Medicinas para quebrantamientos del halcón, y Fragmentos para incendiar la Quimera, de Eduardo Chirinos.

Obra completa, de Héctor Viel Temperley.

 

 

Como ya saben, si quieren buscar la editorial que publica cualquiera de estos libros, pueden consultarlo en la página del ISBN.

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7 de octubre de 2014
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Asuntos metafísicos 68: Espacio ajeno…simultaneidad propia.

Las verdaderas invariancias de la naturaleza. Y aquí cabe una pregunta: Supongamos que el evento B  anunciado por el evento A es sólo potencial, algo que puede ocurrir o no ocurrir, de tal manera que, para el funcionario de la estación, A es un hecho,  mientras que B está por ver. ¿Como casa esto con la afirmación de que, para el viajero, B es tan presente como A? ¿Lo que simplemente puede ser en el andén pasa a ser efectivo en el tren?

Dado que, en general, se acepta la tesis de que no hay pasados contingentes, la simultaneidad de acontecimientos para el observador en movimiento resulta quizás menos chocante  tratándose del pasado, pero en realidad la objeción cae si se considera que precisamente porque la simultaneidad es relativa al sistema de referencia, la polaridad pasado-presente carece de peso. El acontecimiento B es futuro para el jefe de estación, presente para el viajero  a la velocidad V0 y pasado para el viajero de un tren paralelo que circula a velocidad V mayor que V0, de tal manera que, cabe decir, en el futuro no hay más contingencia que en el pasado.

Y  esta relatividad del futuro y el pasado este hecho de que dados dos acontecimientos siempre quepa considerar un sistema de referencia  en el que son simultáneos, es desde luego una bendición para el físico si se erige en principio algo que ya habíamos visto tratándose de Galileo, a saber: La magnitud espacial de un entidad física  en movimiento respecto al referencial desde el que se mide ( el espacio físico  entre las estaciones A y B  está en movimiento en relación altren en relación al tren) es la que separa dos eventos en sus extremos que son simultáneos para el que mide. Ello supone que para relacionarse con el espacio ajeno (el espacio que se mueve respecto a uno) hay no sólo que relacionarse con el tiempo sino reducir la distancia temporal, ver las cosas en el espacio de simultaneidad propio.

Síntesis técnica e idea central

El principio de relatividad de Galileo supone que el movimiento rectilíneo uniforme sólo tiene sentido físico por la relación entre sistemas. Sea un acontecimiento espacio-temporal A expresado en las coordinadas  (x, y, z, t, ) de un sistema S. Para expresar la situación del evento en el sistema (x', y,' z', t') del sistema S' cabe servirse de la transformación de coordenadas de Galileo, t' = t ; x' = x- vt; x = x'+vt ; y' =y- vt, en la cual el tiempo es una invariancia en ambos sistemas.

El paso de la transformación de coordenadas de Galileo a la trasformación de coordenadas de Lorentz viene dada ante todo por la necesidad  de dar cuenta de la constancia de la velocidad de la luz  cuando se pasa de un sistema a otro, x/t =x'/t'= c. Ello exige: en primer lugar renunciar a la invariancia de la coordenada temporal, pues si el espacio es menor (tomando  x' = x- vt ) y el tiempo t' sigue coincidiendo con  t es imposible que   x/t =x'/t'= c.  En segundo lugar  introducir  en las transformaciones de Galileo   relativas al espacio  un factor de corrección, , que depende de la velocidad relativa v y que se muestre inocuo cuando esta velocidad tiende a cero. Este factor se incorpora asimismo a la nueva transformación temporal, de tal manera que el lugar de t'=t, tendremos  , es decir: en el tiempo cuenta el espacio.

La transformación temporal afecta a la noción de simultaneidad, pues dos acontecimientos que están separados espacialmente si son simultáneos en un sistema de  referencias S es imposible que lo sean en el sistema S' y viceversa.

Esta imposibilidad toma importancia a la hora de medir la distancia  entre dos extremos de un espacio en movimiento relativo. Sea un segmento A B en  reposo en S. Si ha de ser medido en un sistema en movimiento relativo S', ya la transformación galileana mostraba la  necesidad de que ubicación de ambos extremos (es decir, la distancia respecto al origen)  se efectúe en el mismo instante,  por ejemplo t'=0.  Mas  si en A, t=t'=0 entonces para que t' siga siendo 0 en B, necesariamente t es diferente de cero.

Esta distorsión temporal hace que, considerando A el origen espacial y temporal  al sustituir  en la fórmula   x por B y t por su valor cuando en B t'=0, la magnitud del segmento sea más corta.

Asumida  la relatividad restringida como una teoría que integra como caso límite el universo euclidiano-newtoniano ( siendo ella misma un caso límite de la particular de la relatividad general) la constancia de la velocidad de la luz puede llegar a plantear problemas, al menos cuando es  interpretada como límite de toda velocidad posible, de toda  forma de tener una influencia que constituya un envío de señales, o incluso como límite para toda forma de tener simplemente una influencia a distancia.  La teoría cuántica tiene entonces mucho que decir, con lo cual enlazamos con la cuestión central de los principios  que nos ha venido ocupando.

Idea central

Ya he señalado en varias ocasiones que la teoría relativista constituye sin duda una gran revolución dentro de la ontología. Sin embargo no constituye un cuestionamiento de los cimientos mismos de la ontología, cimientos de todas las ontologías que se han dado. Cabe incluso decir que   la relatividad restringida  contribuye a incrementar la confianza en esos cimientos precisamente porque  (entre otras cosas) al privar de peso ontológico al espacio y el tiempo euclidianos espacio y tiempo newtonianos marca la diferencia entre estos y los "auténticos" universales ontológicos. Pero lo que no lleva a cabo la teoría relativista sí parece llevarlo a cabo la teoría cuántica, al menos en ciertas interpretaciones de la misma.

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7 de octubre de 2014
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