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Blogs de autor

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Poema 16

Una súbita  cristalización
del llanto
hizo pensar
que las lágrimas 
se habrían posado, 
entre las sombras,
fragantes
como fresas. 

Sangre carmín
que florecía
perfumada e ilesa
en la memoria.

Sangre escarchada
que la propia muerte
habría transformado
silenciosamente 
en golosina
del dolor.  

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7 de noviembre de 2016
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La lección catalana de Trump

Los cuatro años de Procés ?o de procesismo, según los observadores más maliciosos? han producido una abundante literatura sobre las excelencias de la Cataluña futura. No está prohibido soñar y menos imaginar, entre otras razones porque es gratis. Pero a veces no son el deseo o la imaginación las que más nos cuentan sobre cómo queremos que sean las cosas sino nuestros propios actos y gestos, más elocuentes de lo que solemos pensar sobre nuestras auténticas intenciones.

Esto es lo que está ocurriendo con la rebelión municipal que ha organizado la CUP para poner contra las cuerdas a los Mossos, al consejero de Interior Jordi Jané y al propio Gobierno de Carles Puigdemont, conminándoles a que se sumen a la desobediencia de las órdenes judiciales que ordenan retirar banderas esteladas de los ayuntamientos, anulan resoluciones soberanistas o sencillamente citan a acudir al juzgado para declarar ante denuncias interpuestas y aceptadas.

La CUP no tiene secretos. Su objetivo es perfectamente coherente para una formación que quiere la ruptura con la democracia constitucional, la salida del euro y de la OTAN, y la construcción sobre sus cenizas de una república de trazas próximas a la Venezuela chavista. Sus consejos municipales pueden decidir con toda naturalidad que la medida más pertinente para las jornadas electorales es hacer ondear una bandera de partido como la estelada en el edificio del ayuntamiento. O que serán laborables los días del calendario festivo que se identifican con la denostada democracia española. Y también que no hace falta obedecer los requerimientos judiciales para enmendar las presuntas ilegalidades cometidas ni hay que acudir a declarar cuando lo considere conveniente un juez.

Más difícil de entender es que compartan estas actitudes autoridades sobre el papel más solventes, como son la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Se puede estar en favor del derecho a decidir, como la primera, e incluso de la independencia más o menos exprés, como el segundo, y no desatender la legalidad vigente a conveniencia. Esta es una e indivisible y no puede estratificarse, distinguiendo una legalidad municipal y una legalidad catalana, estas legítimas y emanadas del pueblo soberano, y luego otras española y europea, menos legítimas y endosables a las élites, castas y burocracias.

Nadie ha prohibido las banderas esteladas. Nadie puede ni debe limitar la libertad de expresión. El problema es pretender vulnerar los reglamentos y las normas que cuidan del funcionamiento de las elecciones con la exhibición de banderas y símbolos partidistas en instalaciones vinculadas a los comicios que se celebran y hacerlo para más mofa en nombre de la libertad de expresión; o desatender las resoluciones y citaciones judiciales en nombre del pueblo soberano o, lo que es más grave, declarar la desobediencia a la más alta instancia de arbitraje constitucional a través de una resolución parlamentaria, como sucedió el pasado 9N.

Aunque sean de la CUP, es preocupante que quienes exhiban tal confusión sean cargos electos con capacidad de decisión sobre sus administraciones y sus presupuestos, porque indica que pueden desatender la ley también en otros ámbitos. Pero más alarmante es que la compartan fuerzas de Gobierno en Cataluña y en Barcelona, y, no por lo que dicen ni siquiera por lo que hacen, sino por el mensaje que hacen llegar a la población sobre la Cataluña futura que tienen dibujada en sus mentes. Política es pedagogía. Cada comportamiento político es una lección impartida que tendrá luego consecuencias.

¿Cómo será esa república catalana que propugnan los desobedientes? ¿Estará permitido colgar banderas partidistas en locales municipales cuando se celebren elecciones? ¿Será optativo el cumplimiento de las leyes y de las órdenes judiciales?

Las respuestas que da la CUP y sus amigos a estas preguntas son las mismas de Donald Trump respecto a los resultados electorales: solo los acepto si gano, solo asumo las leyes que me favorecen. Quien no respeta la legalidad ahora mal puede exigir que se respete mañana aun cuando esta legalidad lograra ser únicamente catalana.

Atendiendo al reparto del voto y a la división de la opinión pública ante la independencia, la desobediencia que la CUP practica y que otros jalean contiene una firme promesa en favor de la discordia civil y del enfrentamiento entre catalanes. Que, por cierto, no sería una novedad en la historia de Cataluña.

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7 de noviembre de 2016
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Derivados humanos en la dieta de aves pirenaicas

Uno de los capítulos menos conocidos de la necrofagia a cargo de aves es el que atiende al consumo del cuerpo y de los residuos de la especie humana. La desconfianza del paisanaje y la discreción de las personas de nivel han hurtado a la ciencia, desde siempre, valiosas informaciones. Se relacionan a continuación algunos casos de esta variante trófica.

Barranco de Culivillas, Huesca, 1968. Dos prospecciones en busca de una planta, el raro caméfito rastrero Diphasiastrum alpinum, aportan curiosos datos no botánicos. En la primera prospección, estival, se atestigua, tras dos días de acampada, que la coprofagia del alimoche –Neophron percnopterus– incluye también excretas humanas. En la segunda, a finales de otoño, se puede observar como tres buitres leonados –Gyps fulvus– comen nieve ensangrentada, único elemento aprovechable de un montañero despeñado y pronto evacuado.

Barcelona, 1999. Residencia de ancianos. Visita a  J.A.D., de 88 años, natural del prepirineo leridano que cuenta que a su padre, fallecido en 1975, médico en un hospital del norte de la provincia, le dominaban dos pasiones, la anatomía y la ornitología de campo, lo que le llevaba a recoger las piezas amputadas para diseccionarlas y dibujarlas y luego echarlas en su finca donde las aves daban cuenta de ellas.

Ascara, Huesca, 1981. Charla con un vaquero de 70 años. Explica que a mediados de los cincuenta un grupo de gitanos se acercó al pueblo para preguntar si se había enterrado algún animal y que él mismo fue quien les enseñó el lugar donde haría un par de semanas habían sepultado una cerda. De golpe, mientras describía los detalles de la inhumación, señaló un sembrado y dijo: “Ahí sucedió una desgracia, Mariano, de casa  Tapón, tuvo que ir de vientre y estando agachado perdió el equilibrio y tuvo la mala suerte de hincarse la dalla  por el sieso, no sé si antes o después de deponer, esto no viene ahora al caso, y quedó desangrado bajando de seguida los ‘bueitres’ que le comieron las partes del cuerpo que estaban al aire”.  

Pardina de Saso Plano, Huesca, 2004. Según la prensa regional el único habitante de la pardina fue devorado por alimañas, igual que su perro. A la sazón sufriría un infarto cuando preparaba una lifara para agasajar a unos parientes que iban a visitarle. Una reconstrucción no especulativa de los hechos apunta a un derrumbe de Pedro Siguanes al trasegar pesados materiales bajo un sol de justicia, a un descenso de buitres leonados al cabo de unos días cuando el cadáver humano ya había sido ramoneado por córvidos, zorros y pequeños necrófagos, y a una ingestión paralela, a cargo de los mismos carroñeros, de los restos del perro, muerto ahorcado en su esfuerzo por liberarse de la cuerda con la que Siguanes lo tenía atado a un árbol. No debe extrañar que los parientes invitados no comparecieran si comprobamos, también en la prensa escrita, que esos días, en un accidente en la comarcal A 224 sucumbía el conductor de un turismo y quedaban heridos los otros tres ocupantes: el coche se empotró contra una arqueta de riego al quedar la dirección bloqueada por la extracción en marcha de la llave de contacto. Las personas que descubrieron los esqueletos de Siguanes y su perro, senderistas de elevado prestigio, declararon ante la Guardia Civil no haber hallado jamones ni embutidos en la bodega, por lo que se supone que fueron apañados por mamíferos carnívoros aprovechando que la puerta estaba abierta.

 

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6 de noviembre de 2016
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Donde habitan las musas

Las palabras, de tanto restregarlas, acaban por olvidar su textura original, como le ocurre al término museo, que en tiempos de los griegos fue el lugar donde se rendía culto a las musas. Ptolo-meo II tuvo la delicada ocurrencia de habilitar un espacio –en la biblioteca de Alejandría– donde se celebrara la existencia de esas criaturas míticas que encienden la imaginación de artistas y filósofos. Entonces, a las musas se las alentaba, mientras que hoy se las expulsa del espacio público, colonizado por los emporios globales, y su reinado es fortuito.
Existe un gesto magnánimo, una profunda convicción en el poder de la mirada, por parte de quienes abren sus colecciones particulares para que puedan ser disfrutadas públicamente. “Al barón Thyssen le gustaba tanto venir al museo, pasear por él, ver cómo lucían las nuevas adquisiciones. Se le veía disfrutar, siempre junto a Tita: ¡estaban tan enamorados!”, me cuenta uno de los vigilantes ya históricos del Thyssen-Bornemisza, que custodia las salas del patronato. Junto a su biblioteca, conforman dos espacios desconocidos que reúnen un enorme valor estético. Estos días Renoir despierta tantas pasiones como Operación Triunfo. Un domingo lluvioso vi largas colas soportando estoicamente el aguacero para poder contemplar, con los zapatos calados, Baños en el Sena. Y muy pronto podremos admirar no solo las esmeraldas Bulgari de Tita Cervera sino un cofre entero, el que la firma italiana ha coleccionado recomprando en Sotheby’s o Christie’s sus antiguos ­tesoros.
El llamado paseo del arte, sobre el eje del paseo del Prado y la calle Atocha, ha sido uno de los grandes aciertos de la capital. Custodiados por sus dos hoteles emblemáticos, el decimonónico Palace y el Ritz ­–este último recientemente adquirido por el grupo saudí Olayan, y a punto de cambiar su nombre por el de Mandarin (la marca Ritz se extingue en España, en unos tiempos en los que las firmas con leyenda son tan apreciadas)–, el Reina Sofía, el Prado y el Thyssen-Bornemisza sumaron el año pasado casi siete millones de visitantes. Que el arte se haya convertido en fenómeno de masas nada tiene que ver con la tan glosada cultura-espectáculo. Poco importa que el visitante lleve o no audioguía o que contemple Las señoritas de Avinyó
entre decenas de espaldas y comentarios. El arte parece que te hace mejor persona. Contemplas las obras, pero también puedes mirar tu reflejo dentro del cuadro sin miedo a ensoñarte en sus colores y relieves, sintiendo cómo lo bello y lo extraño te rozan.
Dada la afluencia a los museos, sobre todo en fin de semana, las musas deben esconderse en sus almacenes –donde, en el caso del Prado, descansan cerca de siete mil lienzos, mientras que solo 1.150 están expuestos–. Esta semana he leído varios libros en los que, por azar, aparece el Prado: Tabú, de Von Schirach (Salamandra) o Vivir, pensar, mirar, de Siri Hustvedt, enamorada de Goya y Zurbarán, que considera que ambos crean un espacio sacrosanto. Aquí, en cambio, nos siguen hechizando el MoMA o la Tate Modern, más cool. Los directivos de El Prado andan preocupados por la media de edad de sus visitantes, y es verdad que, a cierta hora, sus estancias desprenden un olor acre, igual que si regresaras a la casa de los abuelos. El patronato de la pinacoteca, no obstante, mira ya al bicentenario –en el 2019– y no deja de ampliar su impresionante fondo, ya sea mediante donaciones como la del generoso Plácido Arango, que cedió 25 obras de importantes maestros españoles en el 2015.
Los jóvenes se encaminan más hacia el Reina Sofía, que sigue renovando con ímpetu sus actividades e instalaciones (de su programación educativa, que acerca el arte a estudiantes y discapacitados y beca a investigadores, al nuevo restaurante NuBel, del chef Javier Muñoz-Calero, que ya tiene adictos) o a Matadero, con Mateo Feijóo como nuevo director –fue el primero en apostar en España por el talento de Marina Abramovic, Angélica Liddell o Rocío Molina–. Los museos ejercen de modernos templos invitando a recogerse o a expandir el espíritu. Y lo reseñable no sólo es que el arte se haya convertido en masivo, también que se haya convertido en un rito social que inviste de un beneficio simbólico a aquel que lo consume. Hasta el punto de hacerle sentir importante frente a una obra que, sin su mirada, permanecería muda.
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5 de noviembre de 2016
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Poema 15

De su seno brotaba
una reiterada
escultura de luz.

Una llama
sin destino 
que se licuaba
pronto
en la vecindad
de sus ojos.

Era imposible mirarla
sin beber
un sorbo
de su sencillo helor.

Una dosis
de otra vida
desprendida
azulada.

Vida salvada.

Trazos pálidos
y leves
sin asomo
de angustia
o de pasión.

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4 de noviembre de 2016
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El estrato geológico de la estupidez generalizada

Hace años, lo que más que consolaba de nuestro tiempo era la seguridad de que buena parte de su contenido se disiparía en el aire. Pensaba que la memoria colectiva sólo guardaba lo estrictamente necesario para seguir atravesando la oscuridad, y a ese proyecto la gente de nuestros días no está aportando nada. Pero dicen los entendidos que en Internet queda todo, "y especialmente lo innecesario", como diría Ramón Eder. Si es verdad que queda todo, ¿cuantas estratos tendrá la red dentro de cien años?

Me lo ha dicho un sabio: más de cien. Habrá geólogos de Internet, que estudiaran las capas más antiguas, y se asombrarán de nuestra banalidad, única en la historia. La capa perteneciente a nuestra época, vinculada al nacimiento de Antropoceno, la llamarán, según el sabio que digo (y que es también profeta) el estrato de la estupidez generalizada.

La estratigrafía vinculada al estudio de Internet deparará muchas sorpresas a los científicos. Les asombrará que subnormales profundos tuvieran parroquias de millones de personas. Medirán, con aparatos que aún no conocemos, nuestra inteligencia emocional, y se desesperarán mucho; pensarán que algo no funcionó en algún momento de nuestra historia, y verán la prueba de por qué en Europa triunfarán de nuevo ideologías muy próximas al nazismo, a las que tanto la derecha como la izquierda están abriendo las puertas de par en par.

Para estudiar nuestro tiempo no les servirán demasiado ni los análisis sociológicos y psicológicos sobre el comportamiento de las masas, ni todas las variantes de la antropología. Nuestro grado de estupidez les parecerá tan vasto y tan desalentador que tendrán que inventar una nueva ciencia. ¿Y a quién le puede extrañar? Si uno echa una mirada a lo que entendemos por humanidad, desde la Primera Guerra Mundial hasta este momento, está obligado a rechazar todas las mentiras y mistificaciones del humanismo y a coger la bestia por los cuernos. Pero si la coge se quemará las manos y arderá su cerebro. No es fácil abordar las inmensas zonas negras de ese abismo de indignidad que es desde hace tiempo la especie humana, ni fácil calibrar las dimensiones de su tragedia y de su maldad.

Pero lo que más sobrecoge, y sobrecogerá a los que nos estudien, es nuestro empeño en conducirlo todo hacia la entropía, en conducirlo todo a la muerte, en conducirlo todo a la nada, y aún se no llena la boca cuando hablamos del género humano, de su gloriosa historia de sangre y tinieblas, de su gloriosa tendencia a valorar unicamente la imbecilidad y la miseria moral, y sobre todo en nuestra época.

Si al menos fuésemos capaces de soportar unos minutos de silencio total y de recogimiento, para mirarnos en profundidad, más allá de todas las formas de la idiotez y todas las formas de la avaricia...

Estamos convirtiendo en excremento el inmenso tesoro de la vida.

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3 de noviembre de 2016
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El sultán no lee la prensa

No hay quien pare esta deriva. El mejor termómetro lo proporciona el estado de la libertad de expresión. Turquía ya era, antes del golpe de Estado, uno de los países con mayor número de periodistas detenidos y encarcelados, según denuncia de Reporteros sin Fronteras y del Parlamento Europeo de abril de 2016. Pero la sangrienta intentona del pasado 15 de julio fue una buena excusa para terminar con los remilgos y barrer cualquier disidencia.

Solo faltaba la detención de Murat Sanbucu, director de la veterana y prestigiosa cabecera Cumhuriyet, símbolo de la Turquía laica y kemalista, la más europea e ilustrada, junto a quince periodistas de su redacción, acusados de una doble y contradictoria complicidad con sendos enemigos declarados de Erdogan, la secta islámica que dirige Fetulá Gülen, presunta organizadora del acusada del golpe militar, y el prohibido Partido Kurdo de los Trabajadores, tachado de separatista y terrorista. Sería ya muy grave si fuera solo una deriva contra la libertad de expresión. Pero las cifras de la represión son escalofriantes. Esta es un de las mayores purgas de las que exista memoria, solo equiparable en cifras de detenidos y destituidos de sus cargos, de momento sin ejecuciones, a las perpetradas por los mayores dictadores del siglo XX, Stalin, Hitler o Mao. Erdogan ya ha dejado caer el regreso inminente a la pena de muerte, para cuya aplicación no deben faltar candidatos entre los militares detenidos en la madrugada del 16 de julio.

Turquía está cambiando de régimen, en una transición hacia atrás: de la democracia a la dictadura, disfrazada de régimen presidencial; de la integración europea a la recuperación del perdido espacio imperial otomano. Iba a ser el modelo para las democracias árabes y ahora lo es de la regresión autocrática. Solo Túnez, donde empezó la desgraciada primavera árabe, mejora en estándares de libertad y democracia, mientras que Turquía se hunde en las clasificaciones internacionales.

Es de sobra conocido el disgusto que producen los periodistas en cierto tipo de gobernantes. Si hace unos años los había que eran auténticos adictos al papel impreso cotidiano, ahora los hay que se jactan de no abrir jamás un periódico. George W. Bush solo leía los resúmenes de prensa que le hacían sus ayudantes. A Erdogan también le disgustan los periodistas. Pero no se conforma con no leerles. Los detiene y encarcela.

Los hombres fuertes que nos depara el siglo XXI ?Putin, Erdogan, Orban, Xi Jinping, Al Sisi? no son antiguallas, todo lo contrario. Erdogan lo demostró con su decisiva intervención en la noche del golpe, cuando pidió a sus partidarios que se movilizaran en la calle a través de una aplicación para teléfonos móviles. Los autócratas se mueven como pez en el agua en las redes sociales, donde el buen periodismo naufraga y triunfan la insolencia y la brevedad cortante. En las redes, intoxican, interrumpen, intimidan, viralizan sus consignas y sus bravuconadas. Directamente, como Trump, o a través de sus servicios. Para los periodistas de siempre, los del papel y los textos largos, los nuevos autócratas tienen también los instrumentos de siempre: las tijeras de la censura y los grilletes de la cárcel.

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3 de noviembre de 2016
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Poema 14

El mal del otro

pasa pronto.

Un pájaro

se pierde

en el cielo

sin  color.

La celda del yo

cubre  la sangre

y ahoga.

el torturante 

pesar de ser

sin  medalla

ni muerte.

Y entonces

un océano exangüe

orienta la proa

rebozada

del rutinario dolor.

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3 de noviembre de 2016
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El Boomeran(g)
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