Este año se cumple el centenario del nacimiento del escritor mexicano Juan Rulfo. Sin embargo, la...

Este año se cumple el centenario del nacimiento del escritor mexicano Juan Rulfo. Sin embargo, la...

Encontré una buena reseña al libro póstumo de Roberto Bolaño, El espíritu de la ciencia ficción...


La tenia
del recuerdo
aciago
penetra
con gran
facilidad
en el corazón.
Pero hay una defensa
contra este parásito
consistente en
no prestarle
la menor oportunidad
de secreción.
Esta estrategia
no es más
que ahuyentar
el pensamiento
de su boca
y situarlo
en paradigmas
remotos.
Extremos
en donde
el animal
no entiende
no sabe
no se place
siquiera
en las sílabas
de la enunciación.

Excelente la nota de Matilde Sánchez en ?Clarín? dedicada a recordar al recién fallecido escritor...

Es obligado inventarse obligaciones para 2017. Aunque sea inútil y esté uno ya más fundido a la noria que un burro de piedra, hay que intentarlo.
No volveré a aguantar más de tres anuncios seguidos en la radio o la tele. Al cuarto, cambio de emisora o de canal. Como los entes conspiran para unir las horas de tortura, si constato que coinciden en la tabarra, cerraré el aparato. No respetaré ni una sola declaración en la que me agredan con las palabras "democracia", "democrático" o "absolutamente democrático", siendo así que quienes más las usan son, con toda evidencia, unos cínicos oportunistas. No blasfemaré en hebreo la próxima vez que los informativos se convulsionen porque Pablo ya no ama a Íñigo o se da de besos con el especulador Espinete. Trataré de no quemar en la vía pública los diarios que escriben editoriales sobre la vida sentimental de los chavistas. Superaré la tentación de eliminar la domiciliación de mi pensión, sita en uno de los bancos de la banda que ha birlado 4.000 millones de euros a la desdichada población española. Superaré también mi opinión sobre los jueces españoles que han sido enmendados por los jueces europeos sobre este punto. Y no me ahorcaré de una viga cuando el Gobierno regale a esa banda los 4.000 millones que han desvalijado. No saltaré a la yugular de quien use latiguillos como "hacen las delicias de (alguien)", "el sol será el protagonista (meteorológico)", "van a disfrutar de (algo)", "el españolito de a pie (¡arggg!)", "el deporte rey" y otras semejantes. Sobre todo, resistiré estoicamente a que Sánchez reciba el apoyo de Odón, de Patxi, de Lluis Llach o de Kim Jong-un. Etcétera.
Calma, sosiego, elevación de miras, amor por el espectáculo natural y repaso, una vez más, de los cuartetos de Beethoven.

Todos los escritores tenemos un lugar sagrado especial para el escritor que nos ha cambiado la vida pero pocos somos capaces de escribirle una carta de amor tan elocuente como la de Cristina Rivera Garza a Juan Rulfo: Había mucha neblina o humo o no sé qué (Random) -título excepcional donde los haya- es una confesión completa, un asedio incesante que entrega un Rulfo a veces conocido y otras muy nuevo, pero siempre complejo y fascinante. Había mucha neblina es historia y crítica cultural, biografía a medias y crónica autobiográfica con momentos sublimes; es un gran modelo de crítica literaria híbrida, que indaga tanto en el texto como en las condiciones materiales que lo permiten y que de paso se convierte ella misma en literatura.
Tres son los principales puntos de ingreso de Rivera Garza a la escritura y a las condiciones materiales específicas de la vida de Rulfo: el histórico, que investiga al escritor de Jalisco en los años cuarenta y cincuenta, como agente contradictorio del proceso modernizador en el que estaba embarcado México; el de la crítica literaria, que relee la obra para apuntar nuevos caminos de lectura; y el de la escritura misma, que se apropia de escenas y frases de Rulfo como punta de lanza para la escritura de otros textos. El Rulfo de Rivera Garza es un "doble agente", alguien que a fines de los cuarenta trabaja en una compañía trasnacional de llantas (la Goodrich-Euzkadi), y luego, a mediados de los cincuenta, es asesor e investigador de la Comisión del Papaloapan. Esos trabajos no son menores: a base de sus informes para la Comisión, el gobierno justificaba los desalojos de comunidades indígenas de los sitios donde se construiría la presa Miguel Alemán. Rulfo, así, es como el ángel de la historia de Benjamin: "un apasionado del progreso que va hacia adelante sobre los vientos de la Comisión del Papaloapan y, a la vez, el solidario defensor de las comunidades indígenas que, melancólicamente, mira la ruina, la miseria, la orfandad".
El Rulfo de Rivera Garza enuncia no solo esa modernidad de mediados de siglo de la que él es uno de sus agentes, sino que también es capaz de desplazarse a nuestro presente, a "aquello que no sab[emos] pero avizoramos". Rulfo incorpora el deseo sexual femenino como parte activa -aunque negada- de la modernización mexicana. Es también un Rulfo queer: "¿Dices que te llamas Doroteo?", pregunta Juan Preciado en Pedro Páramo. "Da lo mismo", es la respuesta, "aunque mi nombre sea Dorotea. Pero da lo mismo". Estos momentos de "intermitencia genérica" permitirían una lectura alternativa de "los cuerpos de la modernidad mexicana", al igual que otros momentos de sexualidad polimorfa: los hermanos incestuosos de Pedro Páramo, el niño de "Macario" obsesionado con los pechos de su nodriza, las congregantes de "características más bien viriles" de "Anacleto Morones". De los cuentos de Rivera Garza inspirados por Rulfo, me quedo con el intenso "Allá te comerán las turicatas", inspirado por la escena de los hermanos incestuosos en Pedro Páramo, a la que la autora vuelve una y otra vez y convierte en generadora de la escritura de su libro.
Como toda carta de amor que se respete, Había mucha neblina tiene sus exageraciones ("sólo un hombre de provincias, con esa atención desmedida ante su entorno, apegado hasta la médula a las cosas de la tierra, pudo haber traducido los murmullos cotidanos en pura escritura"), pero esas exageraciones son las que permiten las iluminaciones de la autora, que estallan en cada página, y el sublime final, con subida a la montaña y todo: "Nos desgastamos, es cierto, pero no para morir sino para vivir. Nos desgastamos no para llegar al punto del agotamiento, sino al punto de la devoción".
(La Tercera, 3 de enero 2017)

El novelista Bruce “Snake” Tenser falleció el pasado 27 de diciembre en el St. John’s Health Center de Santa Mónica, California, a los 83 años de edad víctima de una inflamación intestinal conocida como colitis isquémica. Tenser, noveno hijo de una familia de inmigrantes judíos lituanos, se abrió camino en el incierto mundo de los cantantes adolescentes de su localidad natal -Júpiter, Florida- gracias a la brutalidad de sus baladas. En 1940, recién cumplidos tres lustros, acepta escribir mensualmente, en un diario local, una columna de carácter escatológico. En 1944 crea el detective Farmer McDevlin, personaje que ayudado por el conserje corrupto de un viejo hotel resuelve de modo impecable los frecuentes crímenes de la ficticia ciudad de Atenetia. La década de los cincuenta supone el espaldarazo definitivo a su obra literaria: inicia la publicación, en pulps y fanzines, de historietas protagonizadas por un infrahombre, el pétreo coronel Lawrence, que movido por un intenso odio a la raza humana no deja, prácticamente, títere con cabeza. “Lawrence es un soldado”, sintetiza la propaganda, “que no responde a ningún precepto, su furia aniquiladora se ceba siempre en los más débiles ya que considera, acertadamente, que apenas tienen capacidad de respuesta”. Tenser, gana, en 1964, el premio que concede una asociación de lectores de novelas policiacas vinculada a los rosacruces y que según su agente literario, John Carlino, “aquilata a la perfección la estima que la obra de Bruce despierta en el pueblo americano”. Con The Gin Game (1972) consolida el primer puesto en la lista de autores de novela breve. “Una narración”, se apunta en la contraportada, “de ritmo trepidante, de estilo seco y descarnado, en la que una mujer negra y sorda, Tammy Klinger, de profesión cocinera, recorre Estados Unidos practicando certeras hemorroidectomías a novicias y monjas atrincheradas en monasterios y conventos”. La experta viaja en un Chevrolet blanco y azul del 54 a cuyos mandos, y para cualquier tipo de necesidades, se halla Bruce Tenser apodado “Snake” por la longitud y sinuosidad de su miembro. El éxito de la obra anima al autor, y a su agente, a utilizar de nuevo a los dos héroes en la siguiente entrega: Gunsmoke Miracle (1974). De hecho, en los treinta títulos que vendrán después, se mantiene la misma estructura narrativa al tiempo que, la cocinera Klinger y el agente Carlino, van equiparando sus personalidades hasta resultar, en bañador, indistinguibles.

En la vida, es decir, en Facebook.
si no se consigue captar
a un número mayor de seguidores,
no significa
que el mensaje (mesiánico)
sea de peor calidad
sino que, sencillamente,
el mensaje no es-
o sí lo es-
del agrado de la multitud.
¿Qué multitud?
Facebook hace ver
que tras el ojo de
cada rostro
una faz preside,
con muchos ojos distintos
el espectáculo moral
y visionario.
Superseries oculares que,
como una gran boutique
de suburbio,
deciden
el brumoso mundo de la mirada
u su resultado fatal.
Porque ¿qué miran esos ojos?
Miran y miran condenadamente.
Y, como es habitual
miran obsecuentes
a través de sí.
Miran hacia los escritos,
miran las películas,
miran los cuadros,
tanto como
hacia los estragados efectos
de un atentado
en Bratislava
en Kula Lampur
o en Berlín.
Todos los espectadores son
altos especialistas
en catástrofes humanas,
en los estragos,
en los gravísimos bombardeos
del mundo corriente
y del sentido común.
Los espectadores son compuestos
cuya fórmula,
vista de cerca,
fulmina la ilusión de ser
"el pacífico artista".
Los contempladores de cuadros,
los visitantes del Louvre,
los turistas del MOMA
o los falsarios
supuestamente interesados en
el falso Hermitage de Málaga
son, después.
sujetos temibles.
Potenciales asesinos
malhechores
que matan el arte
precisamente
sin ninguna intención.
La mirada al cuadro, la lectura del libro,
la visión del móvil o la televisión
son autovisión.
Asunto de los consumidores enanos
pero regla de todos los humanos en general.
La mirada hacia sí,
el acunamiento primitivo
no reside sólo en la madre,
no reside pasivo
en el pecho del dictador
sino que crece optimista,
como un tumor o
alegre enjambre de células
que se asocian
al modo de una estratagema,
para morder la identidad
poco a poco,
y, finalmente,
el latido del corazón.

Esta vez las novedades que trae el 2017 son en inglés. El diario The Guardian comenta algunos de los...
