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Festina lente

No debemos engañarnos, todo nos obliga a que vayamos tan deprisa que no sepamos lo que hacemos. Por supuesto, tampoco hemos de percatarnos de lo que nos hacen. Para resbalar en masa carnavalera por el tobogán de la muerte, es imprescindible que esa fea palabra no exista.

Hace 75 años Paul Morand describió con lucidez el fenómeno. Su novela, L'homme pressé, trata de un impaciente que lo arrasa todo porque tiene muchísima prisa. Va con colosal aceleración por delante de todo el mundo, porque, si no es el primero, se siente morir. Su impaciencia choca agudamente con su profesión: es anticuario. Morand nos da a entender que el pasado remoto es lo único que en verdad cambia. Y cuanto más arcaico, más cambia. "El arte de las épocas ya desaparecidas, sobre todo las más antiguas, es tan fértil en inventos como el cerebro de un genio", dice. Cualquier descubrimiento trastorna el pasado como un terremoto. Basta con que un buen día se abra una tumba cerca de Pretoria y en ella aparezca la figurita de un rinoceronte dormido entre los huesos de un esqueleto para que se hundan capítulos enteros de la historia del arte y se derriben los precios del mercado de antigüedades.

Que el pasado es lo único verdaderamente móvil y viviente, que el hombre apestado por la precipitación se dedique a las culturas caídas porque no soporta el presente (para él, ahí le espera la muerte) y que se lance siempre hacia un futuro que no puede cambiar porque no existe, nos obliga a pensar sobre cómo estamos ayudando a la ruina de nuestra civilización con la pura actualidad.

Cuando ahora veo a los muchachos pegados a sus pantallas corriendo por el globo sin pausa, huyendo de una muerte que desconocen, veo al hombre de Morand. Tampoco él sabía qué hacer con el presente.

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10 de enero de 2017
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Poema 62

Hay una niña, Giselle,

que brilla

como una perla.

No fustiga, no desdice.

Se comporta

como una porción

del cielo

que hubiera

querido llegar 

a nuestra zona por azar.

Como una píldora

de mágica salvación

que calma y cura.

Por encima

de su posible voluntad

excesiva

se halla

la ingente tarea

de redimirnos.

Pero tanpoco la inmuta

o la desordena.

Nos ama sin ruido.

Nos aprecia en silencio y

bastaría que tan sólo uno

de nosotros la tratara

para obtener

de ese encuentro

un azúcar transparente

similar a la verdad.

Que obtuviera

la timidez perfecta

de la bondad.

Una bondad

igual a la belleza de la

contención exacta,

la verdad natural

El amor que

se extiende  sin esfuerzo.

Siendo así,

al cabo,

incomparablemente

superior al estruendo

de la desorganizada

humanidad.

Más aquí.

Y más allá.

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10 de enero de 2017
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MARIO BELLATIN EN TORONTO.- Mario Bellatin está en Toronto,…

MARIO BELLATIN EN TORONTO.- Mario Bellatin está en Toronto, donde impartirá un taller en ICE (Institute of Creative Arts) desde el 18 de enero al 22 del mismo mes. El taller se titula ?Art & orthopedics?. ICE ha hecho un video donde Mario habla de ese proyecto extraordinario que se llamó la Escuela Dinámica de Escritores. Para más información pueden acudir a la web del instituto aquí. 

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9 de enero de 2017
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Otro nuevo mundo

Excavadoras y volquetes que perforan y trasladan la tierra junto a enormes grúas que levantan escombros conforman un paisaje permanente. Miras a cualquier lado y ves un dinosaurio de mecano rodeado de tierra removida. Las máquinas trabajan siete días, veinticuatro horas, en el desierto o en la estepa, donde apenas había nada hace treinta, veinte años y ahora, con la voracidad acuciante del dinero, se levantan cimientos, se tienden kilos de cables y se remozan las paredes entre las que algún día se cocinaron legumbres. Perforar el suelo para plantar las raíces de un nuevo mundo.
Las máquinas se detienen a la hora de cenar, y por un instante pienso en la delicadeza de quien ha pautado el horario: la gente se acuesta con la ilusión de la calma, excepto los noctámbulos que a partir de medianoche volcarán sus remordimientos contra la chicharra metálica hasta que se acostumbren al ruido, a su repetición implacable, al círculo continuo, por turnos. Son nepalíes, indios, srilankeses y paquistaníes cubiertos por pañuelo en la cabeza y un mono de color marrón, de la misma gama que la arena y el ladrillo que colocan. Algunos, en sus países de origen, estudiaron para contables, trabajaron como enfermeros o puede que pasaran por la cárcel, pero no tenían trabajo. En su nueva vida, ocupada en levantar las torres de cristal firmadas por afamados arquitectos Pritzker, sólo son obreros invisibles. Hace un par de siglos, inmigrantes irlandeses, po­lacos, alemanes o noruegos dieron forma al nuevo mundo de entonces, Norteamérica, y aunque legalmente no lo fuesen, lo construyeron igual que esclavos. Galeano escribió hace ya años que “el dinero viaja sin aduanas ni problemas; lo reciben besos y flores y sones de trompetas. Los trabajadores que emigran, en cambio, emprenden una odisea que a veces termina en las profundidades del mar Mediterráneo o del mar Caribe, o en los pedregales del río Bravo”.
Otros, en la actualidad, atraviesan las desérticas arenas del golfo Pérsico.
Allí, en Oriente, se erige hoy un orden basado en el management de la excelencia; un mundo de cinco estrellas y cartón piedra, se dice, salpicado de parques temáticos con arcos de herradura y ventanas ojivales que dentro de un par de décadas envejecerán como todo lo nuevo. Se rigen por grandes inversiones, un absoluto control, seguridad y orden, ambición y un soplo de occidentalización. Los centros comerciales representan la joya de la corona, la feria donde todas las marcas internacionales se dejan querer. Los suelos rabian de novedad, brillan como espejos. Un pequeño hombre asiático pasa una mopa mecánicamente sobre ellos. En los baños, dos mujeres africanas entran a limpiar cada vez que sale una clienta, lo hacen con profesionalidad y guantes, no hay lugar para la lástima. Meados y perfumes. Y pienso en la historia que podrían contar todos los parias invisibles que construyen los nuevos mundos, como una huida hacia delante, hasta desollarse las manos.
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9 de enero de 2017
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La alergia VIP

Justo hace un año en Madrid, muchos niños asistieron atónitos a la entronización de unos señores de la calle como Reyes de Oriente. Los más mayorcitos, que empezaban a cuestionarse el don de ubicuidad de los Magos, descubrieron el pastel ante el horror de padres y madres. Cayetana Álvarez de Toledo, se erigió en madre en jefe. Su indignado “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena”, provocó todo tipo de memeces, como si solo las chicas Telva que decía Umbral salvaguardaran las tradiciones familiares. “Estos reyes son de mentira, van disfrazados”, protestaban los chavales ante unos trajes inflamables que parecían más propios de las carrozas  de Chueca. No se tragaron el esperpento, pero, por si acaso, les echaron agua a los camellos. En Madrid se utiliza muy frescamente el verbo echar, tanto que los Reyes aquí no traen sino que echan, más directo y escatológico. Otros camellos han tenido una sorprendente campaña de publicidad. ”Oh, blanca Navidad” rezaba el anuncio de Netflix con el ficticio Pablo Escobar en Sol. En la Gran Vía, en cambio, el subidón de adrenalina es low cost. Ropa de mala calidad a cuatro chavos, como la que se vende en la mole de Primark, fast food, lotería y compra-venta de oro, que tanto conecta con la sensación de ruina.
 
Otro gallo cantará cuando aflore el nuevo paisaje que ha empezado a construirse a cuatro pasos: bajo el nombre de Operación Canalejas se está levantando un mega complejo de lujo que incluye un Hotel Four Seasons, una exclusiva galería de tiendas, 20 viviendas de alto standing y 400 plazas de garaje. Al principio, Manuela Carmena, una mujer dura -nada que ver con la estampa de abuelita amable- se indispuso. Al igual que a su colega barcelonesa, los cinco estrella les producen alergia, aunque sea el sector que acapara mayores inversiones. ¡Con lo VIP que siempre ha sido Madrid! Plácido Arango fue un auténtico visionario al sembrar la ciudad de establecimientos escarlatas, que vienen a ser una socorrida modalidad de las tiendas de gasolinera pero con libros de arte y abiertas hasta la medianoche. En la cruzada municipal anti-vip, no se permiten zonas denominadas como tales en los saros urbanos: aquí se trata a todo el mundo igual, predica el consistorio. Pero Carmena ha aprendido del “negoci”: si quieres ser vip, paga. El Ayuntamiento puso a disposición, para los patrocinadores, 215 butacas en tribunas «privilegiadas»:30.000 euros más IVA.
 
Según Cushman&Wakefield, Madrid ocupó el pasado 2016 el puesto número 39 en su clasificación mundial de ciudades en desarrollo. Aún y así, ha bajado nueve puestos con respecto al año anterior, en el que fue la urbe que más creció a escala mundial en inversión inmobiliaria. Carmena y Cifuentes, tan diferentes y a la vez tan castellanas, lo saben. Por ello han compartido tres carpetas calientes sobre la mesa: la de la llamada Operación Chamartín –por el momento, desestimada-, La Peineta, asiatizada por el capital chino hasta el punto de rebautizarla Wanda ,y la reforma integral del Santiago Bernabeu, donde reina un nuevo dios apodado Zizou. No podía ser más sexy el silabeo de su nombre; novato pero exitoso, calvo como Guardiola, Varoufakis o Romeva, pero mestizo. Un bellísimo Baltasar que diría Boris Izaguirre. A Madrid le faltan magos carismáticos, por ello Zidane -que ha encadenado 33 victorias consecutivas- es el auténtico Baltasar del año. La esperanza blanca de la marca Madrid. Me cuenta Cayetano Carral, organizador de la cabalgata hasta 2015, que lo más frustrante de todos esos años fue no contar nunca con un concejal negro para hacer del tercer rey, un asunto, el del maquillaje de betún, que la alcaldesa zanjó como buena juez y parte.
 
En el Madrid financiero se anhela que Carmena sopese sin resoplidos ideológicos el sector ascendente del Retail, y, como en el caso de Canalejas, dé luz verde a las millonarias inversiones que pueden reverdecer los árboles de la ciudad -desde el mandato de Botella se han cortado 6.500 especies considerados peligrosos-El otro día, desde mi ventana, presencié la demolición de un viejo arce: una grúa elevaba a un hombre que se parecía a Van Damme, poseedor de una sofisticada arma que blandió contra las ramas. Después del sacrificio, quedó un hueco en mi particular skyline de la ciudad, al que regreso con el mismo que estupor que la lengua a la cicatriz de la muela. Mal asunto que de un día para el otro te cambien el horizonte. 
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9 de enero de 2017
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Necrologías 2

 

La misma viga para tres maridos. Cosma Blata Ballarín, la Bruja de Artal, casó por primera vez en 1941. Que su hombre se ahorcara aquella noche ventosa de final de la década no constituyó noticia. De hecho, hasta tiempos recientes, los suicidios, en días de viento, eran comunes en esos rincones pirenaicos. Incluso se hablaba de una sólida tradición afincada en determinados enclaves, como la viga de hierro atravesada sobre el hueco de la escalera, fácilmente practicable desde el rellano de la última planta de un inmueble ubicado en el casco antiguo de cierta ciudad de cierto lustre, un inmueble abandonado y con la puerta de la calle siempre abierta, que concitó tanta fama que un grupo de sorianos fletó una camioneta para trasladarse y aprovechar las ventajas de una instalación tan pulcra, accesible y carente de riesgo para los practicantes. Después, con los ayuntamientos democráticos, primero se tapió la entrada y luego se demolió el edificio. Pero el caso de Cosma Blata (Artal, 1919 – Zaragoza, 1981) tiene un interés añadido: la expectación y la fascinación que provocó en su segundo marido, y no digamos en el tercero. La expectación, el diario estado expectativo ante el curso de los acontecimientos, ante la aparición de pistas, por pequeñas que fueran, encaminadas a cerrar el círculo y, la fascinación, extrema, por el lugar del sacrificio: la cuadra vacía, primorosamente ventilada e iluminada, la viga de madera de quejigo pulida y exenta, los accesorios –soga y taburete- discreta pero acertadamente colocados en el rincón visible, al alcance de la mano. 

El juez encargado del levantamiento del segundo y tercero de los tenaces esposos pidió traslado. Aunque se dijo que no era por eso, que lo que quería era cambiar de aires atmosféricos. Obtuvo plaza. Quedó instalado en Andalucía, en una importante población de la campiña jiennense. Y allí, pasados los años, Julio Muñoz Salgado, escribió un libro. Unas memorias de su larga y prolífica vida de juez que, ciclostiladas, circularon por diversos mentideros siendo, a menudo, tachadas de mera enumeración y descripción vigorosa de levantamientos y levantados. Publicadas ahora en condiciones –Muñoz falleció en 1993- se comprueba que hacen particular hincapié en tres singulares escenarios: la cuadra de la casa de la Bruja de Artal, el bloque de viviendas ciudadano con puertas abiertas a cualquier diletante y, un tercero, de gran espectacularidad y sentimentalismo. El juez Julio Muñoz Salgado (el libro se titula Memorias sosegadas de un funcionario servidor de la ley y la justicia  y ha sido editado por la venezolana Fundación Losilla) pormenoriza, sin recrearse, el proceso de suicidio de los ‘mocicos viejos’ en el olivar de la provincia de Jaén. El ‘mocico viejo’ es el equivalente del ‘tión’ altoaragonés, el miembro de la familia campesina acomodada que malvive, soltero, a la sombra del padre y que luego envejece rápido bajo la aceptación despechada del heredero casado. Una figura poco envidiable que arroja los mayores índices de muerte voluntaria y los mayores índices de fidelidad al procedimiento. 

El olivo, tótem indiscutible del paisaje, sufre, signo de los tiempos, un cambio en su fisonomía; se arrancan los ejemplares de gran porte, los cargados de años pero de baja productividad, reemplazándolos por ejemplares jóvenes, las llamadas ‘estaquillas’, que no tardan en convertirse en maduros productores aunque no ofrezcan garantías a la hora de colgarse de sus ramas. El juez escribe: “A menudo, los infortunados, mueren no por ahorcamiento sino por destrucción craneal al tener que saltar numerosas veces y golpearse contra el suelo por la poca altura de la rama elegida y, dada la bisoñez de la misma, su gran flexibilidad. Bajo el maravilloso cielo azul de estos campos no me ha resultado extraño levantar, diría mejor, caritativamente, recoger, en un mismo día, más de un magro cuerpo con la cabeza ensangrentada y achichonada”.

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9 de enero de 2017
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Poema 61

Con diez cañones por banda,

viento en popa a toda vela

no corta el mar, sino vuela

Un velero bergantín.

Un velero por la banda.

Diez cañones con pólvora

o encarnadura.

El mar bravo y arbolado  

se revuelve

en sus nudos de grueso astracán.

Y lanza, sin condiciones,

hacia el filo del delfín.

El pez que se ahuyenta sin penas

Un minuto, un aletazazo,

una rama de cuarzo, de lágrima

o  marfil.

Furia  dulce que

se desliza

entre mi esqueleto

sin norte,

tormenta ni bonanza,

ni heroísmo y sinrazón.

Un barco a toda vela

que ha perdido los mástiles

o al revés.

Un naufragio de huesos

que sucumben  

el tendido de la memoria

enferma.

¿O no hubo nunca

memoria feliz?

Canta el capitán pirata

sonrosado en la popa,

a un lado está Europa

al otro Asia

y allá a su frente Estambul.

Estabulados en lo estambulado.

Ambulando en la eterna insatisfacción.

Huele a estiércol miserable

y a caramelos de menta

maternales.

¿La memoria feliz?

Nunca hubo

con certeza

esa memoria gratuita.

La felicidad apagándose

sin término

como una vela.

La luna en el mar riela

Y alza cansada

olas de plata y azul.

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9 de enero de 2017
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Voces debidas

En un país tan olvidadizo de sus artistas, tan áspero, es todo un logro que alguien se acuerde de recordarles y guarde lo que en demasiadas ocasiones se ha dejado perder. En un país carente de un sistema institucional de restitución de la memoria histórica y de protección de los documentos, papeles y demás testimonios de otra memoria no menos valiosa, la literaria, hay que celebrar la existencia de una colección como Poesía en la Residencia, que con el volumen dedicado en este año 2016 a Ida Vitale, la poeta uruguaya recientemente galardonada con los premios internacionales Reina Sofía y Federico García Lorca, ha alcanzado su número 18. La colección de voces poéticas publicada por la Residencia de Estudiantes (coincidente en algunos nombres con la serie de Visor, Antología Personal) cuenta no sólo con la calidad de los escritores hasta hora representados sino con un formato de libro elegante, cómodo y escrupulosamente anotado que contiene en una carpeta final el cd de los recitales grabados en la propia sede madrileña de la Residencia. De ese modo, el lector que lo oye en casa puede ir cotejando los textos y los comentarios espontáneamente realizados por cada poeta, recuperando no sólo la belleza y la calidad de los versos sino el sentido de una ocasión, que en los ya fallecidos quedará como irrepetible.   

 

    José Ángel Valente, por ejemplo, convirtió su recital de abril de 1989 en un homenaje al fundador de la Residencia, don Alberto Jiménez Fraud, y a las figuras centrales ligadas a esa institución, Giner de los Ríos, Fernando de Castro, Gumersindo de Azcárate, Manuel Bartolomé Cossío, entre otros, declarándose en sus palabras explicativas y sus poemas heredero de la tradición de libertad de pensamiento y civismo laico que ellos representaron. Octavio Paz, en ese mismo año, tuvo una de las intervenciones más vivas de la serie, leyendo con su sedosa voz una amplia selección también ampliamente comentada por él. Destacan sus apreciaciones de la cultura hindú y la ironía un tanto venenosa de su glosa explicativa al poema al músico John Cage. Hay, como es natural, numerosos poetas latinoamericanos en la serie, y yo destacaría a la peruana Blanca Varela, que cuenta con gracia cómo Octavio Paz le cambió el título a su primer libro, que ella pensaba llamar ‘Puerto Supe', diciéndole que era feo, y al contestarle ella "pero ese puerto existe", Paz añadió sin dudarlo: ‘Ese puerto existe' ha de ser llamado tu libro; Varela lee a continuación una de sus piezas más osadas y memorables, ‘Vals del Ángelus'.

        Por fortuna, varios de los grandes ‘seniors' de Poesía en la Residencia siguen en vida y produciendo, y entre ellos la ya citada Ida Vitale, muy animada y locuaz en las dos lecturas de años distintos que recoge su libro-disco. También están en activo Antonio Gamoneda, José Manuel Caballero Bonald y Francisco Brines, que se muestra comunicativo, a veces confidencial, en las intervenciones habladas que acompañan a sus recitados. En alguna de ellas sale a relucir el secreto de la emoción profunda contenida en los mejores versos de este grandísimo poeta.    

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9 de enero de 2017
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