Venía a decir en el texto anterior que aquellos mismos que están inclinados a aceptar que la Many-Worlds Interpretation tiene gran potencialidad para dar base teórica (no costosa para las exigencias de la razón) a los fenómenos descritos por la Mecánica Cuántica, potencialidad en suma para salvar los fenómenos (objetivo fundamental de la Filosofía según Platon y Aristóteles), conservan su escepticismo respecto a que la cosa sea así. Estamos en un nueva manifestación de la doctrina (o al menos el sentimiento) de la doble verdad, que remonta a las diatribas de la Escolástica y que tiene momento álgido en la célebre carta del Cardenal Roberto Belarmino en la que a la vez declara que la tesis heliocéntrica defendida por Galileo no encierra peligro alguno mientras se trate de una mera hipótesis explicativa de los fenómenos naturales, pero sería blasfematoria si pretendiera que realmente la tierra gira en torno al sol.
Recordaré que en 1599 Belarmino había dirigido el proceso inquisicional contra Giordano Bruno, condenado a ocho años de prisión y finalmente a morir en la hoguera por sus teorías sobre la infinitud del universo y sobre la multiplicidad de sistemas solares (conjetura tan alarmante quizás entonces como hoy puede serlo la de los múltiples mundos).
La carta de Belarmino relativa a los trabajos de Galileo, escrita en 1615, está dirigida a Antonio Foscarini, carmelita, amigo y colaborador del filósofo, y en principio no hace sino elogiar la sensatez de Galileo al no superar los límites de la ortodoxia, a diferencia de Copérnico que, a juicio del cardenal, sí había dado tal salto:
"Estimo que su merced y el señor Galileo actúan prudentemente limitándose a hablar ex-suppositione (por hipótesis) y no absolutamente, como siempre he creído que ha hablado Copérnico. Pues decir que en el supuesto que la Tierra se mueve y el sol se halla estable, se salvan las apariencias mejor que con poner las excéntricas y los epiciclos, es un perfecto decir, no hay en ello peligro alguno, y tal cosa es suficiente para el matemático. Mas pretender afirmar que realmente el Sol se halla en el centro del mundo y gira tan sólo en sí mismo sin trasladarse de Oriente a Occidente, y también que la Tierra se encuentra en el tercer ciclo y con extrema velocidad gira en torno al Sol, ello conlleva peligro no sólo de irritar al conjunto de los filósofos y teólogos escolásticos, sino incluso de perjudicar a la Santa Fe, tildando de falsas las Santas Escrituras (...) Como vuestra merced sabe, el Concilio prohíbe interpretar las Escrituras en contra del consenso de los Santos Padres. Y si su merced quisiera leer, no digo ya los Santos Padres, sino los modernos comentarios sobre el Génesis, sobre los Salmos, el Eclesiastés o Josué, encontrará que todos coinciden en interpretar ad litteram que el sol está en el Cielo y gira en torno a la Tierra con suma velocidad, y que la Tierra, alejadísima del Cielo, se halla inmóvil en el centro del mundo. Considere Usted con su prudencia si la Iglesia podría soportar que se de a las Escrituras contrario sentido al de los Santos Padres y a todos los intérpretes griegos y latinos. No cabe responder que esta no es materia de fe, porque si no lo es en razón dell tema tratado (ex parte obiecti) sí lo es en razón de quien lo trata ( ex parte dicendis). Y tan herético sería el que afirmara que Abraham no tuvo un hijo y Jacob doce, como el que dijese que Cristo no nació de Virgen, puesto que una y otra cosa las dice el Espíritu Santo por boca de profetas y apóstoles"
Roberto Belarmino viene a sostener que la construcción sobre la base de mera hipótesis matemática pesa en la balanza frente al discurso geocéntrico de los peripatéticos, pero es ciertamente repudiable cuando la tesis geocéntrica se sustenta en lo absoluto, es decir, en la palabra fundadora, en el Génesis y el libro de Josué. La cuestión teológica se halla estrechamente vinculada a las controversias ontológicas y determinando conjuntamente las posiciones que cabe tolerar en el marco regido por la razón experimental. La transmisión evocada por Roberto Belarmino es hasta tal extremo fruto de sujetos identificados a la verdad sustentad en el verbo que, considerando quien habla (ex parte dicendis), el texto por entero es sagrado, hecho ante el cual poco peso tiene la casuística respecto a lo que se dice (ex parte obiecti).
A lo irrelativizable de la palabra originaria y a la imposibilidad de someterla a criterios de verificación extrínsecos es a lo que apunta Roberto Belarmino en su escrito. Volere affirmare realmente equivale a remitirse a a lo que indica el texto revelado, mientras que por el contrario, parlare ex suppositione es propio de aquel que aspira tan sólo a asentar con coherencia racional ciertos hechos. No hay peligro alguno en efectuar una construcción sobre la hipótesis heliocéntrica, ni en integrar en ella la pluralidad de fenómenos que percibimos. El peligro reside en pretender que tal edificio es real, o sea, la cosa, res, misma erigida sobre el verbo. (Recordaré que Roberto Belarmino fue en 1931 nombrado Doctor de la Iglesia y que un año antes el Papa Pio XI le había beatificado).
