Víctor Gómez Pin
Edwin Schrodinger se encontraba en Dublín ejerciendo docencia en el Trinity College y profesando un curso de Doctorado para físicos. Un día sin embargo interrumpió las clases, sorprendiendo a sus alumnos con la reflexión de que, antes de seguir avanzando en meandros perdidos de la Física, había que interrogarse sobre la palabra misma que daba origen a la disciplina a saber physis que solemos traducir en castellano por naturaleza. A fin de efectuar tal cosa Schrodinger se volcó sobre el pensamiento griego, muy especialmente el presocrático. Resultado de la misma fueron unos apuntes, más tarde ordenados en un libro titulado Nature and the Greeks[1].
La primera interrogación de Schrodinger concernía la cuestión del llamado "milagro griego". Tópico tanto más reiterado cuanto que nadie sabe muy bien en qué consiste precisamente. Pues bien, para el eminente físico, el milagro griego residiría fundamentalmente en los dos rasgos siguientes (a uno de los cuales ya me he referido):
1) Grecia seria la primera civilización profundamente marcada por el postulado según el cual la naturaleza es en su esencia transparente a la razón, inteligible, susceptible -en suma- de ser conocida. Ha de señalarse que esta percepción de la singularidad griega no implica en absoluto algún tipo de jerarquización de las civilizaciones. Pues cabe perfectamente que una gran civilización tenga un lazo con la naturaleza que no privilegia su transparencia al conocimiento; una refinadísima civilización puede sentir, por ejemplo, que sobre todo la naturaleza es sagrada, misteriosa y objeto de culto. Asunto éste no baladí en un mundo en el que a la vez que se enfatiza retóricamente la equivalencia salva veritate de todo hombre respecto de todo otro hombre, se procede de hecho a una jerarquización no ya de regímenes o costumbres sociales (cosa perfectamente legítima), sino de enteras civilizaciones y hasta de lenguas, a menudo tomando precisamente como criterio el grado en el que se hallan marcadas por el desarrollo científico y tecnológico.
2) El hecho de conocer modifica nuestra relación con la naturaleza , con los demás humanos y con nosotros mismos, pero la naturaleza misma seria totalmente indiferente a estos cambios .En suma: la naturaleza es cognoscible, pero el conocimiento por si mismo no modifica la naturaleza. Nótese que esta tesis implica ya una concepción del conocimiento que abre la puerta a una radical diferencia entre conocimiento y tecnología, pues esencial a la idea de tecnología es la potencialidad de modificar todo aquello que se convierte en su objetivo.
[1] Traducción española bajo el título La naturaleza y los griegos, Tusquets, Barcelona,1997. Yo mismo efectué la tradución, ignorando que veinte años atrás el texto había ya sido traducido por el poeta Gabriel Ferrater