Skip to main content
Escrito por

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

Blogs de autor

Nihilismo de ‘Bourbaki’

Hace ya dos años me refería aquí al hecho de que el grupo de matemáticos que respondía al pseudónimo Bourbaki expulsaba a sus miembros a la edad de cuarenta años, considerando que eran ya solar "estéril para la viña" (es decir incapaces de  enriquecer con nuevo fruto el campo de la matemática), aunque aún pudieran  servir "para el cultivo de la remolacha" (en ese terreno semi- baldío  en el que florece la matemática aplicada o la  pedagogía de la disciplina).

Señalaba en mi columna  que ni los miembros de Bourbaki eran genetistas ni la genética había  alcanzado entonces el despliegue exponencial que le permite hoy en día ser, por ejemplo, un imprescindible aliado de la paleontología (ejemplo más reciente el descubrimiento en la cueva de Denisova en Siberia  de restos de  un hominido cuyo genoma no coincidirían con el de los neandertales, ni con el de homo sapiens). Los bourbakianos se limitaban a una trivial generalización por inducción: de  la constatación empírica de que, en edad aun temprana, los individuos dan ya  muestras de debilitamiento en la capacidad intelectual, pasaban a la abusiva conclusión de que el ser humano es rápidamente un ser intelectualmente asténico.

Si hubiera que buscar una base a esta convicción cabría decir que los bourbakianos aceptaban como palabra evangélica algo que hoy es puesto en tela de juicio, a saber, que el monto de células cerebrales, de las que se haya dotado el ser humano desde el nacimiento, va reduciéndose con el tiempo sin posibilidad de reposición, y ello por mucho que se constatara que en el resto del cuerpo sí se da un cierto grado de reposición de órganos. La proliferación de nuevas neuronas no se produciría  únicamente en  cerebros de personas con buena salud, sino incluso en víctimas de graves enfermedades degenerativas (al respecto E. Goldberg La paradoja de la sabiduría. Traducción de Joan Lluís Riera, Crítica: Barcelona, 2006, p. 279).

Pero esta suerte de nihilismo que mueve a empujar a los arcenes de la vida del espíritu a personas incluso plenamente activas en el registro biológico convencional, tiene particular acuidad cuando se aplica no ya a la capacidad de invención en una disciplina dada, sino a la capacidad de  acceder a la disciplina misma. Pues, en el caso particular de la matemática, ello equivale casi a  negación de la capacidad (fundamental para la condición humana)  de insertarse en el orden de los símbolos. En el "primer tratado de matemáticas de la historia", una tablilla  de hace 77000 años encontrada en una cueva de Sudáfrica, en la que unas aspas  a las  cortan líneas paralelas forjando diversas figuras geométricas, el paleontólogo Jordi Agustí (en un texto de próxima aparición) encuentra un signo primordial de  la emergencia de lo no dado como expresión del gran poder  del pensamiento simbólico.

Leer más
profile avatar
21 de enero de 2011
Blogs de autor

Del discurso sobre la creación a la creación efectiva

Entre el discurso sobre la creación y la creación en acto hay la misma -abisal- distancia que se da entre un discurso sobre las implicaciones de la ciencia y el acto de ver surgir tales implicaciones de una experiencia o de un concepto. Supongamos que un respetado interlocutor nos declara: "De la teoría de la relatividad se deduce que el continuo pasar de un tiempo en el que las cosas y nosotros mismos se hallarían inmersas constituye una suerte de espejismo, una ilusión mental." Hemos entendido el significado de la frase y ,dada la confianza que nos inspira quien la profiere, sentimos una especie de inquietud impregnada de curiosidad que nos llevará quizás a intentar la lectura del texto original de Einstein (1905) en el que la relatividad restringida se enuncia. Supongamos que nuestra formación matemática es escasa. Al ver sin embargo que las fórmulas no parecen encerrar excesiva complicidad simbólica, nos sentimos  animados y buscaremos la ayuda técnica (reitero que accesible) que nos permitirá la comprensión  del texto. Avanzando en éste llegará un momento en que se hallarán ante nosotros las fórmulas de las que se infiere la elasticidad de tiempo y espacio, su sumisión al contexto referencial en el que operan,   y en esta aprehensión  a través de un concepto propio de lo que está realmente en juego ...experimentaremos  la misma emoción que Einstein.

Cabe imaginar  a Einstein  estupefacto ante la evidencia conceptual de que tiempo y espacio no pueden ser lo que nuestro "sentido común" (que vendría determinado por  la intuición trascendental de Kant cuyo contenido- tiempo y espacio absolutos- sería la condición de posibilidad de la experiencia) nos indica. Esta emoción de Einstein no será nunca compartida por quien responde a la actitud genuflexa consistente en decirse:   "Einstein afirma que tiempo y espacio carecen de objetividad física, y que puede mi pobre sentido común  frente al decir del gran Einstein". Mas por el contrario el estupor  de la persona que ha superado la tiniebla de la mera opinión  para contemplar él mismo lo que a Einstein deslumbraba, el estupor de  la persona  que ha accedido a ese orden simbólico que pone en entredicho lo que la percepción inmediata sigue indicando (hay un marco absoluto y euclidiano en el que las cosas- incluída esa cosa que yo mismo constituyo- se insertan y devienen) no difiere en lo esencial del estupor del propio Einstein.

La misma emoción que Einstein en razón del contenido  que efectivamente, sin acto de fe, es ahora nuestro. Pero   quizás   más importante fue un momento anterior, aquel en el que nos decidimos a vencer la inercia que impide ver en la simbolización matemática un abismo que separa en lugar de un puente, que además tiene peso propio, vale por sí mismo. Esto se hace todavía más evidente cuando animados por la experiencia precedente y picados por una curiosidad aun mayor, nos decidiremos a enfrentarnos a la relatividad general, cuyas consecuencias para  la visión clásica o convencional de lo que es la naturaleza son aun  mucho más revolucionarias.

Aquí ciertamente  se constatará  de inmediato que la dificultad técnica es mayor, que la simbolización matemática exige ya- para el no familiarizado con esta disciplina- un esfuerzo que puede llegar hasta la ascesis. Aquí pueden contar muchas cosas, puede por ejemplo acudir a la mente el prejuicio del colectivo matemático conocido como Bourbaki, para el cual la capacidad de simbolización que exige la matemática está ya seria e irreversiblementemente diezmada a partir de los treinta años. Pero si perdura algún rescoldo de resistencia al reducionismo en el caso de los seres humanos, si se estima que medir el diente a un ser humano además de canallesco quizás sea inadecuado como método de evaluación, entonces las matrices, las métricas de Gauss y los tensores no serán irreductibles fortalezas, sino aliados cuya confianza hay que ganarse, y que nos permitirán (en la alianza de rigor  y belleza formal que la propia matemática constituye) aprehender en un concepto propio  que ni siquiera uniendo tiempo y espacio podemos considerar que alguna urdimbre tetra-dimensional   constituiría el marco finalmente vacío y euclidiano en el que las entidades de nuestro entono se desplegarían.

Y aquí el simbolizar será lo más preciado, en razón de que simbolizar cuando todo parece dificultar la simbolización es una manera fundamental de instaurar lo menos probable, es decir,   invertir el proceso que constituye lo esencial del tiempo. La situación es particularmente cristalina cuando la dificultad   por  simbolizar no depende de elementos nuevos de información, cuando se trata de hurgar en lo que ya se tiene con vistas a que emerja lo que aun no está presente. Pues  si se alcanza a pensar sin refuerzo exterior aquello que no se pensaba ( y que nunca se hubiera pensado si el espíritu se comportara como las entidades físicas inmediatas ) se está pasando de lo más probable (la situación de  infertilidad ) a lo  menos probable, y así venciendo la segunda ley de la termodinámica.

Leer más
profile avatar
18 de enero de 2011
Blogs de autor

Físicos y metafísicos

Una de las cuestiones que mayormente desorienta al filósofo que busca en la física ayuda técnica para responder a sus propias interrogaciones es la proliferación de hermenéuticas en torno a los logros indiscutibles de la disciplina. Paradigmático a este respecto es la auténtica polémica relativa el concepto de tiempo.

Sentado que el tiempo  y el espacio absolutos de Newton carecen de realidad  física , no queda sin embargo claro que ello signifique la desaparición de referencia a un marco continuo en el que aquello que sí tiene realidad física acontece. Al nivel de la relatividad restringida basta referirse al mundo de Minkowski, continuo tetra-dimensional que, al decir del propio Einstein,  hubiera supuesto una decepción para Descartes si éste (en su lucha contra la idea de un marco condición de los fenómenos físicos y por consiguiente en sí mismo vacío) hubiera podido apostar a la teoría de la relatividad.

Pero en el registro  de la Relatividad  General, la ambigüedad persiste. Podemos considerar que la vivencia subjetiva del tiempo como memoria unidireccional (memoria del pasado y no del futuro, la cual Einstein calificaba de ilusión), tiene en realidad explicación en el segundo principio de la termodinámica, tal como lo concebía Boltzsmann. La vivencia del tiempo sería expresión subjetiva del paso de una situación de menor probabilidad a una situación de mayor  probabilidad. Cuando por razones en general bien difíciles de determinar, una situación poco probable se ha dado, entonces el sistema que refleja tal emergencia, caso de ser abandonado a sí mismo, se desliza naturalmente a la situación más probable, sin que haya marcha atrás en el proceso. Reflejado este proceso objetivo en  el espíritu humano tendríamos  esa "duración", de la cual, al decir de Bergson, el sentido común sería testigo. En suma:

Lo que para el filósofo francés era concordancia con la objetiva realidad del  transcurrir irreversible de un marco, de un tiempo absoluto y vacío que efectivamente pasa por que su esencia es el pasar, para Einstein era una ilusión psicológica que Boltzsmann tendría a explicar por la adecuación de nuestro psiquismo a la objetividad de los  procesos concordantes con la segunda ley de la termodinámica.

A modo de digresión señalaré que el proceso temporal en el sentido de Botzsmann, se interrumpe desde luego en el seno del lenguaje humano, simplemente cada vez que  algo muy poco probable surge del pantano de la vacuidad a la que casi siempre se halla reducida la palabra.  Asunto este que entre otras cosas explica que un narrador o un poeta tengan en ocasiones el sentimiento de estar venciendo el tiempo, tengan literalmente sentimiento de creación.

Leer más
profile avatar
14 de enero de 2011
Blogs de autor

Colapso de la socialdemocracia: esbozo de repuesta a objeciones

Las columnas sobre la socialdemocracia han provocado varias reacciones críticas, alguna  como la inmediata  de mi amigo Felix de Azúa, a través de correo personal, otras expresadas aquí mismo. Un lector que  firma un socialdemócrata hace por su parte  duras objeciones a mi primer escrito, que se solapan con las de otros lectores o interlocutores y que encuentra un apoyo en el escrito del lector que firma vaya. He aquí un esbozo de respuesta a unos y otros

Empiezo por la  pregunta final de un socialdemócrata:

"¿nos podría indicar exactamente en qué lugar del evangelio se cita la frase que Ud. señala que es evangélica? Teniendo en cuenta la numeración del texto bíblico será muy fácil hacérnosla encontrar, aunque supongo que le costará un rato ya que al parecer se la ha sacado de la chistera sin más." La chistera  en este caso es más bien la de  Mateo 25, 14-30. Transcribo:

‘...Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y

recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a

 banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.

Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los

diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará;

pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo

inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el

rechinar de dientes." (Al final de este escrito presento el texto completo que es presentado como parábola sobre el  reino de los cielos)


Me  señala el lector que "la libertad está por encima de cualquier ideología, sistema político y religión". No puedo estar más de acuerdo. Simplemente estimo que es casi un sarcasmo hablar de libertad  si se hace referencia a la vida de la inmensa mayoría  de personas, ciudadanos de países en los que nunca ha existido el llamado "socialismo real", por lo que en consecuencia no cabe achacar tal miseria a ese sistema. Pero también constituye un sarcasmo decir que es libre la vida de los afectados en Europa por las actuales medidas impuestas por los mercados.

Precisa un socialdemócrata que "la libertad estaría por encima de esa igualdad imperativa y uniforme que adocenaba, anestesiaba, manipulaba y anulaba a todo individuo en el sistema comunista", y me atribuye el sostener que  "el comunismo es la gran panacea a la crisis actual"

En absoluto propongo tal "panacea", simplemente porque si por comunismo entiende el lector el sistema desmoronado hace veinte años,  no creo viable un retorno al mismo. Otra cosa es seguir considerando que la Revolución de Octubre encarnaba los grandes idearios de emancipación de la gran tradición ilustrada.

Y desde luego intento no confundir la "máxima subjetiva de acción" que movía a luchar por el ideario comunista, de las razones múltiples por las que  el sistema de los soviets degeneró en estalinismo y control paranoico de la población. Me parece  parcial intentar reducir este fracaso a motivos internos, y no en parte a la relación de fuerzas que hacía cada vez menos viable la universalización de la Revolución. En cualquier caso sigo considerando que los discursos que homologan fascismo (o franquismo) y comunismo son vejatorios para millones de personas y precisamente por la diferencia entre la "máxima subjetiva de acción" que movía a los que se reconocían en uno u otro ideario. Por decirlo llanamente: el fracaso de la Revolución de Octubre (su degeneración en estalinismo y posterior hundimiento) es una tragedia, un fracaso de los idearios racionales. El fracaso del fascismo (si realmente ha fracasado) constituye sin duda un bien para nuestra condición.

Respecto a las propuestas del ex-ministro de finanzas del Líbano, que yo citaba en mi texto un socialdemócrata  señala "lo que habría que hacer es favorecer que estas condiciones sociales a las que él apunta pudieran ser viables facilitando a este respecto una política y acción posibilista, ¿no le parece?".  Me parezca a mí o no, le pregunto, ¿tiene algún indicio de que esas "condiciones sociales" de posibilidad de dan o tienen visos de darse?

Último apunte: los calificativos que utiliza un socialdemócrata en su escrito, ¿son una  muestra de cómo -a su juicio- habría que tratar en la sociedad de libertades por el preconizada a los que difieren de la propia opinión?

                                                        ***

Felix de Azúa  señalaba que en mi texto faltaba la consideración de una variable importante, a saber, que el auge de países como China, India o Rusia supondrían una desestabilización del sistema económico mundial y un inevitable empobrecimiento de Occidente, al cual estaríamos denominando crisis. Los tijeretazos actuales serían medidas imprescindibles para adaptarse a la situación de menor riqueza, que no podría seguir tolerando el mismo nivel de consumo.

No tengo objeción mayor. Simplemente señalo que estos recortes se hacen de tal manera que afectan en proporción inversa a la altura en la pirámide social (cuanto más abajo mayores "sacrificios") y que ello ocurre simplemente porque la socialdemocracia no se encuentra ya en condiciones de evitarlo.

Felix de Azúa me señalaba asimismo que hoy en día la economía no la gobiernan los estados sino lo que él califica de "mafias"   Y  precisa que el futuro "es negro , no porque el capitalismo sea el mal, sino porque el capitalismo ha sido vencido por el crimen organizado". Mi pregunta es: las agencias de valoración que de la noche a la mañana hunden la credibilidad de un país, ¿son parte del crimen organizado? Cuando el Señor Soros modificaba el estatus de la libra esterlina, ¿estaba realizando un acto criminal? Todo depende  de qué entendemos por crimen. Estoy de acuerdo en que hoy los estados ya poco pintan, pero esta curiosa forma de anarquismo (¡qué lejos tanto del comunismo libertario como de la etapa final del socialismo, según el ideario de la Revolución de Octubre!) no significa superación del capital sino expresión del devenir de éste y de su tendencia a su concentración. El Señor Soros y unos pocos más  sirven al dinero en lugar de servirse de  él. Su poder constituye, en la lógica del sistema, pura justicia.

Los estados revelan hoy su impotencia a introducir algún tipo de norma correctora en los mercados y sólo parecen subsistir en la medida en que se ponen al servicio de los mismos. Pero ¿es esto realmente sorprendente?   ¿No es lógico asociar esta impotencia de la legalidad a la vieja tesis de que abandonado a su propia dinámica el capital genera inevitablemente desorden, que puede suponer su propia destrucción? Obviamente Marx se hubiera quedad o estupefacto al ver que la contradicción no conduce a una involución social, sino a la emergencia de clanes y casi a la lucha de todos contra todos, a la barbarie y concomitante terror. Pero claro, esto ocurre tras el fracaso previo de las tentativas de cambiar realmente el orden en conformidad a ideales ilustrados, tras el fracaso del llamado socialismo real.  La Revolución de Octubre fue realmente una suerte de parapeto, lo que en francés se designa con la expresión "garde fou". Y una vez vencida (entre otras cosas por caer en una forma de locura ella misma) la locura es ya universal "regla". Y con la locura inevitablemente la violencia y el miedo.

 

                                            ***

El lector que firma "Vaya" indica   en  mensaje dirigido " a un socialdemócrata":

.
"La cita evangélica es de Lucas 8, 18. El señor Pin no sólo la saca de contexto, sino que la manipula a su antojo, no se sabe si por ignorancia o por puro oportunismo.
La frase evangélica se refiere a la enseñanza de la verdad de Cristo. En el
 versículo completo se empieza exhortando a los discípulos para que conozcan bien la doctrina de Cristo y la practiquen. Luego se dice esto, que significa que el conocimiento del Logos encarnado es progresivo y requiere un inicio; por contra, el descuido en ese conocimiento reportará una ignorancia total: "...se le quitará aun lo que cree tener
".

No tengo  delante el texto de Lucas, y no voy pues a pronunciarme sobre si significa o no lo que Vaya con tanta seguridad indica,  pero a fin de que los lectores puedan juzgar por si mismos sobre  el de Mateo, que yo sí citaba,  transcribo la parábola  en totalidad.

"El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al

ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno

dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su

capacidad; y se ausentó.

Enseguida, el que había recibido cinco

talentos se puso a negociar con ellos y ganó

otros cinco. Igualmente el que había

recibido dos ganó otros dos. En cambio el

que había recibido uno se fue, cavó un hoyo

en tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de

aquellos siervos, y ajusta cuentas con ellos.

 "Llegándose el que había recibido cinco

talentos, presentó otros cinco, diciendo:

‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.'

 Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en

lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te

pondré; entra en el gozo de tu señor.'

 "Llegándose también el de los dos talentos

dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he

ganado.' Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has

sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.'

 "Llegándose también el que había recibido un talento dijo:

‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste

y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra

tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.' Mas su señor le respondió:

 ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y

recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a

los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los

intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los

diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará;

pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo

inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el

rechinar de dientes."

Mateo 25, 14-30

Leer más
profile avatar
10 de enero de 2011
Blogs de autor

El colapso de la socialdemocracia (III): el papel de los gobiernos

En un artículo reciente, Joaquim  Muns, ex- Director ejecutivo del Banco Mundial y del FMI, en referencia a ciertas proclamas gubernamentales con rescoldo socialdemócrata,  advierte  que la tentación  "de maniatar a los mercados con una nueva regulación impuesta y no negociada no llegará muy lejos".

El economista (además de lo dicho Premio Príncipe de Asturias) critica sin embargo la "filosofía" thatcheriana y reaganiana  según la cual "la solución para hacer frente a la fuerza de los mercados financieros internacionales era dejar que estos funcionaran con la máxima libertad, porque se consideraba que eran instituciones eficientes que se autorregulaban solas".

¿Solución al dilema? Nos la da el propio articulista:

"Los mercados financieros necesitan a los gobiernos para que les garanticen un marco regulatorio que les permita realizar su labor con pocos obstáculos".

Pocos obstáculos en  el arte de rapiñar al débil, garantizando a la vez su supervivencia a fin de  que la maquinaria pueda seguir funcionando. No estoy de ninguna manera haciendo una crítica al profesor Muns, que se limita a describir el estado de la cuestión determinado...por la relación de fuerzas.

Leer más
profile avatar
5 de enero de 2011
Blogs de autor

El colapso de la socialdemocracia (II): hacer uno mismo lo que cabe hacer

Cuando tenía ya redactado el texto anterior leo en un diario un extracto del discurso del Presidente del gobierno en las Cortes relativo a su actitud ante el  conflicto de controladores aéreos: "Los privilegios excesivos son difíciles de erradicar, hay que tener mucho valor y mucha determinación para hacerlo".

Sin duda, y en lo esencial el señor Presidente se muestra al respecto sumamente juicioso y prudente. Pues se limita a atacar privilegios que al propio sistema no le parecen procedentes. En ningún momento ha intentado erradicar los "privilegios excesivos" que son consecuencia de los buenos servicios prestados al sistema, privilegios que resultan de haber sido el "siervo laborioso y honesto" de la parábola bíblica, que merece el reino de los cielos por haber hecho fructificar (con la ayuda de los banqueros o convirtiéndose él mismo en prestamista) los tres talentos que su Señor le había prestado. El señor Zapatero se ha limitado a ser valeroso con los controladores aéreos, anatematizados por todo el espectro de la sociedad, pero también con los parados de larga duración cuyo subsidio difícilmente podía ser considerado un "privilegio excesivo"

Señor Presidente del Gobierno: asumir que un político sólo puede hoy hacer lo que cabe hacer (que de otra forma simplemente le echarán)... !no implica que sea uno mismo quien lo hace!

Pues no deja de haber un aspecto moral del asunto. Renunciar a hacer otra cosa que  lo que cabe hacer, en el marco de la sociedad humana marcada por los imperativos del mercado, no significa que se es fiel a lo que cabe hacer en el marco de la sociedad humana pura y simple. Aquí también hay una cuestión de afirmación o nihilismo.   El análisis marxista del funcionamiento del Capital era profundamente subversivo porque, a la vez que denunciaba los sentimientos biempensantes (esa tentativa de "compensar"  lo intolerable, tentativa que constituye la esencia del funcionamiento caritativo) ponía de relieve que  el hombre en su esencia aspira a la realización de potencialidades creativas que hacen de él un singularísimo caso en la historia evolutiva. Sin esta concepción afirmativa de la esencia del hombre, no hubiera podido denunciar con tal lúcido vigor los estragos de ese prodigioso generador de alienación que es es Capital:

 Marx señalaba que, invirtiendo  su dinero  en mercancías que han de servir de materia para  un nuevo producto, e incorporando en tal labor de  la fuerza de trabajo de los hombres  "el capitalista transforma el valor, el trabajo pretérito, materializado, muerto, en capital , es decir, en valor que se valoriza a sí mismo, en una especie de monstruo animado que rompe a 'trabajar' como si encerrase un alma en su cuerpo".

Glosando este y otros textos, Javier Echeverría (con quien hoy intercambio correspondencia sobre asuntos científico-ontológicos) escribía hace ya treinta años:

"Al dar M [portador de la fuerza de trabajo convertida en mercancía] a luz una obra suya, dicho producto le es arrebatado. Nunca se sabe quién es el autor de un producto manufacturado: obra de todos, su propietario es quien ocupa el lugar correspondiente, el de dominio en el juego... Cuando las mercancías son transformadas por aplicación de una muy específica [la que constituye] la fuerza de trabajo, la vida que se enterró en ellas surge al conjuro de las nuevas manos que las modelan y transforman, hasta el punto que se produce valor...En el proceso productivo las cosas recuperan vida por un momento, renacen al contacto con el cuerpo vivo que trabaja sobre ellas. Al cabo del proceso, retornan al papel de cosas inanimadas. De la metamorfosis ocurrida en el intermedio sólo queda  como símbolo un aumento del valor que corresponde a dicho producto, valor que será materializado inmediatamente por el capitalista..."

Sin duda hoy habría que actualizar los ejemplos. La manufactura no es la expresión paradigmática de la fuerza de trabajo. Pero el proceso de rapiña de las potencialidades del ser humano no ha cambiado. Y cito aquí a Javier Echeverría en lugar de otros que han glosado a Marx, por la proximidad y la nostalgia: nostalgia de unos años en los que, fueran cuales fueran nuestros intereses filosóficos y siendo grandes nuestras diferencias políticas, estaba claro para todos nosotros  que la actitud filosófica es incompatible con la alcahuetería  o la complacencia con un sistema social sustentado en la convicción de que la vida del hombre, inevitablemente trágica, también ha de ser  miserable. Miseria que además del explotado afecta asimismo al gestor de la explotación y al propio "amo". Cito de nuevo a Javier Echeverría: "[el capitalista] no conoce a su enemigo, pues sólo trata fuerzas de trabajo". No conoce en definitiva al ser humano.      

Leer más
profile avatar
29 de diciembre de 2010
Blogs de autor

El colapso de la social democracia (I): el imperio de lo que cabe hacer

Cuando  se consumó el anunciado desmoronamiento de la Unión Soviética,  la reacción general fue a la vez de  estupor (¿quién podría suponer que un formidable imperio cuyo  ejército  había vencido al nazismo, se rendiría sin disparar prácticamente un sólo tiro?) y de aprobación, ya fuera por lo que  precipitación de los acontecimientos tenía de espectáculo gratuito, ya fuera por la propaganda imparable que predecía una   universal era de libertad.

 Sin duda en el bloque soviético, la permanente amenaza que suponía la guerra fría, la renuncia a la universalización del sistema socialista, el nihilismo respecto a las propias posibilidades de competir (en coexistencia pacífica) con un sistema  cuya esencia es la competencia, habían tenido como resultado la canalización de las energías hacia el control paranoico de la población. Interna y externamente fue inevitable que el proyecto comunista quedara identificado al de un sistema policíaco e inoperante, o incluso policíaco por inoperante. Sin embargo, mientras  se derrumbaba el muro de Berlín, una persona en mi entorno se atrevió a avanzar esta inquietante frase: "Quizás todo esto sea efectivamente bueno para los trabajadores de Moscú o de Berlín Este, está por ver si lo será para los  trabajadores de Lyon o de Hamburgo. Pues bien,  lo que entonces estaba por ver se ha ido viendo poco a poco, y pasados ya veinte años el asunto está sentenciado: para los trabajadores de Lyon de Hamburgo, o de Barcelona... el desmoronamiento de la Unión Soviética ha sido simplemente una catástrofe.

Pues sin contrapunto en un bloque socialista, sin el  polo dialéctico que dificultaba la libre realización de sus tendencias, el sistema de mercado se ha convertido en un angosto camino en el que mientras das pruebas de vigor serás tolerado, pero si desfalleces, serás aparcado en los arcenes. El taxista que trabajaba 35 horas trabaja hoy sin rechistar 50, y el empleado parisino autorizado por ley  a una formación complementaria en actividades no necesariamente vinculadas a su profesión, y que podían eventualmente responder a exigencias cognoscitivas o creativas,  sólo puede hoy responder con un sarcasmo al que  le evoque  reivindicaciones de ese tipo.

Entre tanto, sectores de la población que en Lyon votaban al Partido Comunista hoy votan a políticos filo-lepenistas,  y aquellos obreros de Flandes que mantenían alianza de intereses con los de Walonia y se manifestaban en función de los mismos, hoy pueblan  las filas del partido ultra-nacionalista ganador de las elecciones y proclaman que los males de su país se deben fundamentalmente a la unión con los poco competitivos (y en consecuencia, para ellos poco recomendables) walones.

 Todo esto obviamente no ha ocurrido por azar. Y desde luego no se trata de una historia de malos y buenos. Se trata más bien del Mal, sustantivo y casi sujeto, cuando mínimo substrato, y que se  recrea en múltiples epifanías. Ese  mal por el que la energía  antes   encaminada a la protesta es  hoy sofocada, o-lo que es peor- derivada hacia el resentimiento.

Estoy en efecto diciendo que la situación actual no tiene otra perspectiva que la acentuación del  enajenamiento de capas mayoritarias de la población, la progresiva usura de sus derechos y la canalización de su inevitable desazón hacia el desprecio del considerado en situación de mayor debilidad. Se trata en suma de que no es viable que el sistema de mercado se auto-regule a través de leyes con contenido social; no es viable que se eviten las situaciones extremas (como lo que suponían esos cuatrocientos veinte euros cuya supresión el mando exigió al gobierno español); no es viable, en suma, el proyecto de la socialdemocracia.

La socialdemocracia funcionaba en Suecia, en la Alemania  de Schmidt, y hasta parcialmente en los Estados Unidos de Johnson, en razón de que  la ley pura del mercado era imposible: su aceptación hubiera generado un tremendo movimiento de resistencia, inmediatamente utilizado por el bloque socialista. Se daba así la circunstancia de que "el estado era a la vez el protector y el regulador de la economía y de los mercados, de suerte que la distribución de los ingresos no se hiciera siempre en detrimento de las capas más desfavorecidas de la población"; se daba entonces, en suma, esa intervención  en  la economía capitalista no siempre conforme a la lógica del capitalismo mismo que constituye la esencia de la socialdemocracia.

La cita que precede es de G. Corm, ex-ministro de finanzas del Líbano y defensor de un grado de intervencionismo, para el cual simplemente no se dan las condiciones sociales de posibilidad. Pues una política efectivamente socialdemócrata no es cuestión que decidan libremente  unos cuantos más o menos poderosos. Es algo que constituye para el sistema capitalista un mal menor,  sólo  viable cuando hay riesgo de mal absoluto, cuando  el sistema de mercado tiene poderosísimo contrapunto, susceptible de provocar  su derrota. 

En el mismo artículo, publicado en varios países, el citado  G. Corm,  se pregunta: " ¿No sería hora, pues de abandonar discusiones estériles sobre el diálogo de  religiones y civilizaciones ...?¿No sería hora de abordar de forma inteligente y matizada los problemas reales de millones de parados...de campesinos desarraigados... de inmigrantes pobres a los que se ha tentado con el paraíso y que mueren en la travesía del Mediterráneo"

Ingenua interrogación, desde luego, en quien evoca a Hegel, y a otros grandes de la tradición ilustrada, Marx incluido. Viene a pedirle al señor Zapatero, es un ejemplo, que  se deje de monsergas sobre la convergencia de civilizaciones y aplique el programa de intervencionismo socialdemócrata con el que se presentó a las elecciones. Pues bien:

Si el señor Zapatero abandonara sus sermones biempensantes (cosa efectivamente hoy poco relevante, ante la brutalidad de los hechos, los cuales determinan su política efectiva) sería para consagrarse  con mayor atención a obedecer, es decir, a aplicar la sentencia evangélica (aquí varias veces evocada) según la cual "al que tiene le será dado y al que no tiene le será arrancado". Obediencia que le granjeará sin duda la crítica de los parados (de larga o corta  duración), pero los elogios del señor Sarkozy, quien recientemente lo puso (a la par que a la señora Merkel), como ejemplo de político responsable, es decir, "sea de izquierdas o derechas", político que, sabiendo lo que cabe hacer, no se le ocurre hacer lo que no cabe.

 El imperio de lo que cabe hacer,  rapiña  del débil, es sin embargo vigoroso fertilizante  para la simiente del mercado: "han de morir los niños y... ha de crecer la hierba".

Leer más
profile avatar
16 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Objeciones y esbozo de respuesta

El texto que llevaba el título de "La furca en la que la naturaleza retorna"  (alusión a  Naturam expellas furca, tamen usque recurret, en el original de Virgilio que me facilita uno de mis interlocutores)   ha dado ocasión a agudas observaciones de mis amigos el catedrático de psiquiatría Enrique Baca, el filósofo y matemático Javier Echeverría y el profesor de historia de la medicina y ensayista, José Lázaro, a las que intento dar aquí respuesta conjunta. Como las objeciones a veces se solapan, en algún momento se cruzan las respuestas a uno u otro interlocuto.

 Algunas de las objeciones que, en escrito desde Praga, me hace Javier Echeverría apuntan a una auténtica diferencia conceptual o filosófica de fondo entre nosotros (siempre las ha habido y no se ve como sin ellas podríamos estar dialogando). Otras son más bien expresión de un equívoco y mirando de cerca estamos más bien próximos. Por ejemplo lo relativo a las propiedades emergentes, que abogarían en contra de un reducionismo físico que entrevé en mi texto. Javier Echeverría me  señala:

"Las células eucariotas (y otras formas primitivas de vida) fueron propiedades emergentes (o sobrevenidas) a partir de sistemas físicos previamente existentes, más no por ello son explicables en términos puramente físicos. Otro tanto cabe decir de la emergencia del lenguaje humano, o del arte, o de la pólis. La emergencia de nuevas expresiones (y propiedades) a partir de sistemas previamente constituidos es una de las bases de la teoría general de sistemas".

Mi respuesta es que siempre he sido partidario de la tesis de propiedades emergentes,  incluso las llamadas  "de segundo orden", que tendrían por así decirlo vida propia en relación a sus causas y que el pensador americano John Searle excluye por considerarlas contrarias al carácter transitivo de la causalidad  y precisamente por mi convicción de la irreductibilidad del lenguaje humano a las limitaciones de todo código de señales  [1] Cierto es sin embargo que yo tiendo a sostener que sólo en el lenguaje humano se darían esas propiedades o rasgos irreductibles que Searle excluye. Nuestro diferencia reside en el espectro de lo que consideramos emergente e irreductible.

 

En relación a mi cita del profesor Ishman del  Imperial College  según la cual  Mecánica Cuántica es la única de las ciencias que se enfrenta sin ambages al problema del ser, Javier Echeverría escribe:

"Yo no estoy tan convencido de que la mecánica cuántica sea la única ciencia que se confronta al problema del ser, que en todo caso será el problema del ser físico. Otras ciencias también se confrontan al problema del ser, por ejemplo al del ser vivo (¿cuándo un ser vivo es un ser humano?, o al del ser matemático, o al del ser social o al del ser artificial, o al del ser dios. El problema del ser tiene varios modos de ser abordado sin ambages, no uno sólo. A no ser que se presuponga la existencia de una "vanguardia de la ciencia", por ejemplo una ciencia primera, y que ésta sea la mecánica cuántica, hoy en día. La hipótesis de la ciencia primera habría que demostrarla, o cuando menos argumentarla comparando unas ciencias con otras, no basta con aseverarla... Hay varios problemas filosóficos, no uno sólo. Afirmar que hay un problema que tiene primacía sobre todos los demás resulta equivalente a trasladar la figura de Dios al ámbito del deseo de saber: el Dios-filósofo. Bien está ocuparse del problema del ser, pero hay otros problemas no menos importantes, y tan comunes como el del ser.    .

Mi respuesta es que yo  no defiendo exactamentr la tesis de la prioridad ontológica de la física. De hecho enfatizo que la vida, precisamente en su emergencia  misma, supone ya  una relativización del peso ontológico  de aquello de  lo que se ocupa el físico, de lo contrario la biología sería parte de la física. Pero sí estoy de acuerdo con Ishman en que, de manera explicita,  practicamente son los físicos los que proclaman su voluntad de ontólogos, y ello no es por azar: la mecánica cuántica al revolucionar nuestro concepto de naturaleza elemental crea digamos la sospecha sobre el resto de modalidades de la naturaleza (obliga a replantearse nuestras ideas sobre  las mismas ).

La física cuántica tiene ya casi un siglo de existencia , pero sigue produciendo estupor no sólo en los físicos sino en aquellos que por algún tipo de curiosidad filosófica se acercan a ella. El psiquiatra Enrique Baca, en el  escrito evocado, al que respondo  algo más adelante,  confiesa al respecto  lo siguiente:

"No sé (no tengo instrumentos conceptuales para poder saberlo) si la eterna cuestión del ser se agazapa en los meandros de la mecánica cuántica. Sus postulados son, sin duda, fascinantes y los problemas que plantea sobre la realidad y sobre el ser de la realidad (que es, en definitiva, la realidad del ser) me producen vértigo."

Vértigo al que algunos intentan escapar diciéndose que se trata de un problema digamos ya antiguo, y que debe haber interrogaciones filosóficas hoy más imperativas. Pues simplemente:!no¡. La vigencia de un problema filosófico depende de su potencialidad para seguir produciendo estupor en el que toma conciencia del mismo, no del grado de novedad que constituye. Hoy como hace medio siglo elucidar si la naturaleza responde a los postulados clásicos con los que tanto la conciencia científica como la conciencia ordinaria la contemplaba, es algo que  "concierne a la dignidad misma del espíritu humano". Por mucho que se haya dicho de todo sobre la relación de incompatibilidad entre observables (principio de incertidumbre) y sobre la armadura teórica que lo justifica, el que se acerca a su vez al problema lo vive con la frescura con la que lo vivieron sus descubridores.

Este esbozo de respuesta no impide que, a la hora de medir cual es el peso ontológico de una u otra disciplina sea muy útil lo que Javier Echeverría me señala en relación a disciplina emparentadas a las nano-tecnologías:

"¿No afecta a la cuestión del ser y a la filosofía de la naturaleza la posibilidad -hoy en día efectiva- de generar nuevos materiales (nanomateriales, no existentes en la naturaleza) operando a escala nanométrica (y por ende atómica) sobre materiales previamente existentes, y transformándolos?...Dicho de otra manera, los tecnofísicos (nanocientíficos y nanotecnólogos, como ellos mismos se denominan), por supuesto que "operan o transforman en el registro de las entidades físicas" , y lo hacen teniendo muy en cuenta las determinaciones de la mecánica cuántica, incluido el principio de indeterminación de Heisenberg y la dualidad onda-corpúsculo. Para ello no recurren a las matemáticas (aunque las conocen y las tienen en cuenta), sino a algo distinto: las simulaciones tridimensionales de los átomos y las moléculas, hechas mediante ordenador (realidad virtual)."

 Es cierto que no considero suficientemente en mis hipótesis el peso de ciertas tecnologías auténticamente subversivas. Añadiré algo que  el genetista Andrés Moya enfatizó en el último Congreso Internacional de Ontología, a saber, que por mucho  que la ciencia se halle en el origen motivada por exigencias de inteligibilidad, la  técnica contemporánea, surgida de esa misma técnica está en ocasiones posibilitando que quepa intervenir de manera perturbadora en rasgos característicos del sujeto de la ciencia. Quizás el ser marcado por el deseo de conocer se halla a punto de poder ser modificado en su esencia misma por los frutos de su conocimiento.    

 

Echeverría me hace también alguna consideración sobre el uso que hacía en mi escrito del término "creación". De facto yo lo utilizaba más bien retoricamente para excluirlo. Simplemente quería enfatizar el hecho de que, cuando el físico utiliza un operador del cual el vector de estado del sistema no es propio (para ser preciso, cuando operar fisicamente en conformidad a esta situación matemática) y acaba determinando el valor real correspondiente a un vector que sí es propio del operador, de alguna manera ha "creado", aunque obviament no ex-nihilo. En todo caso  es imposible decir que se ha limitado a descubrir algo ya dado.

 

                                                   ***

 

Enrique Baca me hace una serie de objeciones relativas a la tesis de que nota distintiva de la humanidad es la aspiración al conocer, señalando el peso de la "conducta exploratoria", aunque él mismo reconoce que se trata de una  conducta innata, determinada por finalidades inmediatas y circunscrita al mundo circundante (Enrique evoca el um-Welt del hoy raramente citado  von Uexkül). Y efectivamente ahí reside la diferencia fundamental:

 Lo que  Aristóteles  está indicando al poner el énfasis en el deseo de conocer como expresión del rasgo característico del ser humano es lo mismo a lo que apunta el físico Max  Born cuando se refiere al "ardiente deseo de toda mente pensante" precisando que este deseo no se aminora en absoluto por el hecho de que aquello que se trata de elucidar "sea eventualmente totalmente irrelevante para nuestra existencia". El hombre tiene simplemente una aspiración desinteresada al conocimiento. O por mejor decir: el hombre tiende a realizar su condición de ser de razón entre otras formas en el acto de conocer por conocer.

Precisión con la que indico mi simpatía con la tesis kantiana de que la disposición de espíritu que mueve a la actividad artística es una modalidad de la razón no exhaustivamente  reductible a la operación de conocer. En cualquier caso la tendencia a  fertilizar nuestra facultad de lenguaje y de  razón (en los múltiples sentidos en los que Kant se refería al término) con independencia de beneficios prácticos es lo más natural , de ser cierto que en tal facultad reside nuestra nturaleza.

Vinculadas a ests observaciones de Enrique Baca evoco una oportuna advertencia que me hace Javier Echeverría sobre el peligro de que el deseo de saber eclipse otros deseos: "cierto es que el deseo de saber se manifiesta a veces "entre nosotros"; pero también se manifiestan a  veces el deseo de poder, el deseo de tener, el deseo de vivir, el deseo de sentir, el deseo de valer, el deseo de morir y el deseo de ser reconocido (¿y querido?), entre otros muchos. ¿Por qué habría de primar el deseo de saber sobre esos otros deseos "demasiado humanos"?

Tengo un esbozo de repuesta:  los demás deseos están- a diferencia de lo que ocurre con las necesidades animales- mediatizados por los rasgos distintivos de nuestra naturaleza que son la razón y el lenguaje los cuales están en la matriz del deseo de saber. Dicho algo abusivamente: hasta el hambre es en nuestro caso asunto "espiritual", como prueba la simple existencia de patologías psíquicas de todo tipo vinculadas a la alimentación. De todas maneras soy consciente de que esta respuesta hoy ya clásica no es del todo satisfactoria (cabría hablar quizás de esbozos de tales patologías en animales no dotados de lenguaje y razón)

Enrique Baca me señala asimismo sus dudas respecto a mi afirmación de que " conocer es enfrentarse a la alteridad", indicando que el físico no se enfrenta a alteridades sino a realidades. Situación que le separaría por ejemplo del médico para quien el otro yo está tan presente que necesita  precisamente protegerse de tal presencia. Obviamente todo reside en un uso diferente del término alteridad. Yo utilizaba el término en un sentido más genérico que incluye la realidad física  arrancada a su  opacidad inmediata  precisamente por el el trabajo de la razón humana. Pero de todas maneras tratándose de la Mecánica Cuántica, la confrontación a la alteridad del entorno es ya indisociable de la confrontación a la intersubjetividad, dada la dificultad, por un lado de escindir realidad e interpretación de la misma y por otro lado la imposibilidad de separar tal interpretación del acuerdo intersubjetivo sin el cual es imposible hablar de ciencia (empezando porque sin lenguaje no hay ciencia y el lenguaje es imposible sin la intersubjetividad).

En la medida en que la base de mi escrito se sustentaba en el enorme peso filosófico que indiscutiblemente tiene el llamado "formalismo matemático de la Mecánica Cuántica", Enrique Baca apunta pertinentemente a un tema fascinante que por hoy no pudo sino evocar, a saber, el del lazo mismo entre la condición humana y la matemática, cuya potencia -como señalaba Erwin Schrödinger- reside en que tropiezas con ella allí dónde no la esperabas (por ejemplo tras ese universal antropológico que es la música). En cualquier caso Baca parece posicionarse  frente a la inclinación pitagórico-platónica que tiende  a ver en la matemática no sólo la esencia escondida del entorno natural, sino también de la condición humana.  Enrique Baca,  presenta así  a la matemática como una suerte de protuberancia del propio ser humano que iniciaría su deshumanización : "las matemáticas no son humanas  y si lo son (que pueden serlo) "exprimen" la realidad del hombre hasta hacerla inhumana por completo. Y entiéndaseme bien: inhumana en el sentido, si así se quiere, de extrahumana, suprahumana, metahumana.  Que incluye a lo humano  pero ampliamente lo trasciende. Como la metafísica." Dejo el tema para un ulterior debate, en el que tendría mucho que decir Javier Echeverría (por cierto muy partidario de hablar de matemáticas en plural, y no como yo suelo hacerlo de matemática)

 

                                                             ***

 

Por su parte José Lázaro, intercalando reflexiones sobre mi escrito y el de Enrique Baca, me presenta  muy detalladamente un objeción que cabe sintetizar de la forma siguiente:¿en razón de qué privilegiar para la apuesta del filósofo unas disciplinas sobre otras?

Lo esencial de mi respuesta: Simplemente en razón de lo que en ese momento parece conceptualmente urgente...y aquí hay desde luego un aspecto subjetivo:

Está fuera de duda que sin mi inclinación actual a ver una interrogación clave en la cuestión de la naturaleza, no estaría focalizado  en la Mecánica Cuántica todo el día o casi... Y digo casi porque hace unas semanas solicité al propio José Lázaro si podía hacerme llegar un viejo escrito de Javier Echeverría  relativo al  Capital.  El texto de Javier me había parecido en su momento particularmente lúcido en su radicalidad. Y  retomarlo-en lectura más o menos crítica- treinta años después - sería un buen inicio para actualizar entre nosotros la exigencia imperativa de analizar el funcionamiento del dinero,  y las razones por las cuales está efectivamente reduciendo practicamente todas las actividades humanas. Precisamente para dedicarse con decencia a una tarea filosófica (por ejemplo la de sopesar el auténtico peso ontológico del formalismo cuántico

 es necesario  ser lúcido relativamente a los mecanismos que determinan el marco social en el que uno se inserta , y que  por momentos hacen  sentir que el filósofo responde  a la caracterización de "forma abstracta del hombre alienado".

 En suma una lectura militante de ciertos textos de Marx, hoy penetrantes como rayos X,  forma parte de un proyecto de superar la "barbarie del especialismo". Y volviendo a la interrogación general de José Lázaro relativa a la dificultad de sopesar entre las disciplinas especializadas, a fin de determinar cuáles son aquellas de las que no cabe prescindir, esbozo de respuesta es:

 No podemos abarcar todo, pero, cada vez que un problema nos concierne estamos obligados a procurarnos los recursos mínimos para responder al mismo.

 La dificultad estriba en que como nos conciernen problemas diferentes nos dispersamos a veces, pero esta dispersión es sana: es la prueba misma de la imposibilidad de ser unidirecionales.

No hay remedio a esta contradicción. Si he de responder a las objeciones de Enrique Baca (bien próximas por otro lado, pues algunas me las pongo yo mismo) estoy obligado a considerar asuntos técnicos relativos a genética, etología, psicología, etcétera. ¿Qué no doy abasto? Sin duda, por eso la filosofía es siempre un gesto insatisfactorio, pero el que se limita a un ámbito en el que sí da abasto gana en precisión puntual lo que pierde en sentido (el viejo problema de la insignificancia).

De lo que no hay duda es de que hay, más aun que ayer, un problema general de alienación que hace que el trabajo filosófico ha de aspirar no sólo a vincularse a la ciencia y al arte sino a constituir en sí mismo una praxis. ¿Asunto trasnochado? En absoluto. El triunfo absoluto del capital pareció un tiempo trivializar lo insoportable de que la potencialidad de los seres humanos sea convertida en mero instrumento al servicio de ese mismo capital. Puro espejismo. Filosóficamente  tenemos los mismos imperativos que 30 años atrás, pero la urgencia es mayor.


[1]    Vale la pena transcribir aquí la caracterización por John Searle de los rasgos emergentes: "Un rasgo F es emergente 2 si y sólo sí es emergente 1 y F tiene poderes causales que no pueden ser explicados por las interacciones causales de los elementos a, b,  c `(a partir de los cuales emerge). Si la conciencia fuera emergente 2, la conciencia podría causar cosas que no podrían ser explicadas por la conducta causal de las neuronas. " El redescubrimiento de la conciencia, Crítica, Barcelona p.122

 

Leer más
profile avatar
9 de diciembre de 2010
Blogs de autor

A precio nulo

El abogado francés Jacques Vergès, defensor en los años de plomo de los resistentes argelinos (muchos  de ellos torturados salvajemente) y en general de  militantes considerados de extrema izquierda ( incluida Magdalena Kopp, integrante  de la banda Baader Meinhof) sorprendió a muchos cuando asumió  la defensa del terrorista Carlos, pero sobre todo al aceptar defender a  un  nazi conocido como el verdugo de Lyon, el cual, anciano y enfermo,  había sido extraditado desde Bolivia a Francia. El propio Vergès contaba su percepción del juicio, cuya primera secuencia sintetizo aquí  de memoria:

La  expectación había  hecho habilitar  una enorme zona de pasos perdidos.  Acosado por las cámaras e insultado por el público, al acceder a la sala, Vergès se encuentra con la mirada fija de una treintena de colegas que  representaban a la acusación. Tras saludarle, una de las letradas le avanzó que sería enormemente puntillosa y enfatizaría  lo insoportable   de los cargos para el sentimiento moral de los franceses.   Dado que el  turno de esta colega era tardío, Vergès le respondió con ironía: "No te lo aconsejo, una vez oídos los tres primeros letrados será difícil que el jurado siga siendo receptivo al recuento de emociones que no se experimentan".

Jacques Vergès, obviamente no justificaba los hechos de los que el antiguo nazi era acusado. Su  decisión de defenderle  se sustentaba probablemente en la convicción moral de que los crímenes objetivos pesaban menos en boca de los acusadores que las razones para ofrecer una vez más  ante  el  ciudadano francés  (tantas veces comprometido de hecho con las atrocidades de la ocupación en el pasado y con los comportamientos lepenianos en el presente) una  representación del mal que le permitiera sentirse del buen lado a precio nulo.

Este es el quid del asunto: a precio nulo se sitúa uno del buen lado en asuntos morales, como a precio nulo se  juzga sobre lo impactante de la obra de arte. En lo que a cuestiones morales se refiere, no se trata obviamente de repudiar la memoria del pasado. Se trata  de poner de relieve las estructuras sociales que explican  la pasividad, cuando no complicidad de gran parte de la sociedad (francesa en este caso) en lugar de reducir el problema  a la acción contingente de individuos, lo cual sirve  más bien de coartada para  distraernos de los horrores del presente,  o aun para ajustes de cuentas relativos al mismo. Precisamente porque Francia nunca asumió realmente su pasado colaboracionista, el juicio de Klaus Barbie tenía efectivamente cierto carácter de mero espectáculo, dónde un individuo el obligado a encarnar el mal que en realidad a casi todos concierne.

Y con todos los matices que se quiera lo que digo de Francia puede aplicarse a España:  conservar  la memoria del franquismo y asumir el grado en el que marcó la vida de tantos españoles es precisamente la condición de que en un futuro no pueda servir de diversión la crucifixión  simbólica de algún superviviente erigido en azaroso responsable individual. Lo cual por otro lado sería perfectamente compatible con la recuperación de valores franquistas bajo formas asépticas y compatibles con las formalidades  de la democracia.

Leer más
profile avatar
1 de diciembre de 2010
Blogs de autor

La furca en la que la naturaleza retorna

Insuficiencia del conócete a tí mismo

Como es obligado, dada mi condición de profesor de Filosofía, he reiterado aquí una y otra vez la tesis aristotélica relativa a que las facultades que nos singularizan respecto a los demás animales son las que  se fertilizan o realizan a través de lo que denominamos conocimiento: conocer, o más bien desear conocer, es lo nuestro. Y  al menos no hay duda de que en ocasiones el deseo de saber se manifiesta. El ansia de conocer no se satisface sin embargo siguiendo la invitación socrática a intentar ser espejo reflexivo de sí mismo. A veces, conocer es quizás precisamente salir de sí mismo, salir de la redundancia estéril a la que a menudo se reduce la auto- observación.

Conocer es enfrentarse a la alteridad, ya sea superando su opacidad, ya sea generando tal alteridad cuando el conocimiento se vincula a una operación creativa. El científico y el artista serían las dos modalidades paradigmáticas de esta confrontación. Una de las formas del deseo de inteligibilidad que marca a la ciencia es la disposición general que caracteriza al físico. Esta disposición sin embargo es más o menos digamos sofisticada y en parte ello depende del sector de la disciplina.

Transcribía en un texto anterior las palabras de un profesor del Imperial College de  Londres afirmando que la Mecánica Cuántica es la única de las ciencias que se enfrenta sin ambages al problema del ser. Convencido de ello y convencido asimismo de que el problema del ser es de hecho el problema, aquello que (en un registro más o menos oculto a nosotros mismos) a todos concierne, intento aquí hacer concreta esta idea. De alguna manera me sirvo de la Mecánica Cuántica para hacer perceptible cual es el problema ontológico y a la vez intento mostrar que los términos mismos del problema quedan radicalmente perturbados por esa misma Mecánica Cuántica. Permita el lector que empiece hoy recordando asuntos que pueden parecer obviedades pero  alguno de los cuales,  como veremos, quizás no lo sea tanto:

 

Obviedades...que no lo son tanto

El físico es alguien que aspira a observar rasgos de las cosas que corresponden  a su naturaleza inmediata. El físico no se ocupa, por ejemplo, de lo que tiene la complejidad de la vida;  ante un animal el físico hará abstracción de lo que sí estudia el biólogo. Cabe decir que todo lo que determina el físico está implícito en lo que determina el biólogo, sin que la recíproca sea cierta. Por decirlo claramente: todo ser vivo responde a los rasgos más generales de las entidades físicas,  pero no a la inversa.

Pongámonos en la tesitura de que somos físicos: sospechamos que una cosa ofrecería a nuestra observación rasgos interesantes y queremos efectivamente observarlos. A veces  el acceso a lo que nos interesa observar  está al alcance digamos del ojo: descubrimos el velo que la encubre y el rasgo aparece (intento evitar  el término propiedad porque supondría ya considerar que, aunque oculta,  la cosa tiene ya eso que aun no percibimos, asunto que precisamente es objeto de debate ). 

Otras veces, sin embargo, el acceso a lo que nos interesa exige mayores mediaciones. Así para observar un planeta alejado necesitamos un telescopio y para observar el comportamiento de una entidad diminuta necesitamos un microscopio. Atengámonos de momento a lo diminuto. Supongamos por ejemplo que se trata de una partícula elemental, un electrón por ejemplo, y que nos interesa   saber el valor exacto de una magnitud física de tal partícula. Supongamos asimismo que tenemos los instrumentos técnicos que nos permiten acceder a tal observación.

 

La primera pregunta

Obviamente, antes de la intervención física no sabemos la cifra que llegaremos a observar, pero por ello mismo tiene sentido la siguiente pregunta:

¿Tenemos alguna manera de efectuar  una previsión rigurosa  de  lo que saldrá? Es decir: ¿tenemos algún procedimiento matemáticamente formulable que nos permita algún tipo de expectativa? Sí la tenemos, o  sí la tienen los físicos, al menos tratándose de cierto número de entidades y un número limitado de observables. Cabe decir: aunque  aun no exploramos fisicamente la cosa, estamos en condiciones de avanzar una razonable previsión de lo que en ella observaremos. Dejo de lado el problema de la fórmula matemática concreta que permite avanzar lo anterior, para concentrarme, en lo esencial[1]

 

El peso de términos usuales

Lo que permite realizar previsiones sobre la magnitud del rasgo que llegaremos a observar es una entidad matemática llamada operador.  Pongo en cursiva la expresión a fin de enfatizar el hecho de  que es algo cuya esencia es efectuar una intervención, en general transformadora de aquello sobre lo cual interviene, a saber otra entidad matemática.[2]  Este aspecto  transformador  alcanza mayor envergadura si se añade lo siguiente: el procedimiento físico mediante el cual  accedemos  al observable que nos interesa, es hasta tal extremo indisociable del operador matemático que nos permite hacer previsiones que de hecho este último es denominado observable-operador

 

Conocimiento versus redundancia

Lo que estoy indicando es que si efectuar una previsión es operar o transformar algo en el registro matemático, intentar verificar experimentalmente  tal previsión es operar o transformar en el registro de las entidades físicas.[3]  

Hay -como veremos-  casos  en los que el operador matemático se encuentra ya con aquello que debería ser resultado de su intervención y correlativamente alguno de los únicos observables a los que puede conducir el experimento  físico se encuentra ya esperando al experimentador, convirtiendo de alguna manera su esfuerzo en estéril redundancia (como si un cirujano encontrara ya efectuada la única incisión para la que su instrumento es apta, o el ladrón encontrara abierta la cerradura para la que forjó una específica llave). Se trata sin embargo de  casos particulares, haciendo abstracción de los cuales empieza ya a tomar cierto cuerpo la ya casi popular tesis de que conocer no es una actividad neutra, que acceder a observar lo que interesa no se hace sin cirugía. Lo cual no quiere decir que los lugares comunes que al respeto se iteran se correspondan exactamente con la cosa.   

 

Un conocimiento irreductible al descubrimiento y a la creación

Revisemos un extremo esencial de lo que precede:

Antes de proceder a una experimentación en física, tenemos un expediente matemático que posibilita un cálculo de lo que cabe esperar, un cálculo que constituye una  previsión, sin que ello signifique en absoluto que sabemos lo que necesariamente saldrá. Nótese que habría dos maneras de que nuestro cómputo constituyera un saber de lo que necesariamente saldrá:

1)Hipótesis realista:

La fórmula se refiere a algo que la cosa tiene y que antes de la fórmula ignorábamos. Tenemos además  la seguridad de que el hecho de intervenir sobre la cosa para constatar fisicamente  lo que la cosa tiene y que la fórmula ha previsto, no perturba esta misma propiedad, sino que simplemente la desvela. Hemos visto que esta hipótesis no es válida en la generalidad de los casos, y que aquellos en los que sí es válida tienen tan poco interés como el construir más o menos laboriosamente una llave apta en  exclusiva para un  tipo de  cerraduras que ya están abiertas. 

2)Hipótesis "creacionista":

La observación experimental que sigue al cómputo matemático no constituye una mera intervención, sino un  acto de creación. Como el Dios de los filósofos de inspiración platónica, calcularíamos previamente aquello que nos disponemos a hacer emerger. Tampoco esto funciona, al menos si por creación se entiende hacer emerge ex-nihilo, puesto que hay un estado de la cosa respecto a la cual efectuamos nuestros cómputos.

 Se trataría en todo caso de hacer emerger a partir de algo que encierra en potencia aquello que emerge, pero esto es algo que hace simplemente, por ejemplo, el artesano, cuando a partir  de determinado material forja un objeto. Sin duda, al menos cuando es fiel a su origen, la ciencia responde a exigencias de inteligibilidad, y en consecuencia  la disposición  meramente cognoscitiva del físico le separa del técnico o artesano. No obstante la inexistencia en física de caracteres emergentes no explicables  por sus componentes de base (a diferencia en mi opinión de lo que ocurre en el lenguaje poético) hace que el término creación sea decididamente abusivo para referirse  al trabajo del observador cuántico.    

Situándonos  de nuevo en el momento en que, previamente a su experimento, el físico se encuentra barruntando sobre qué saldrá del mismo, sólo cabe  afirmar que tenemos   una fórmula matemática general que, aplicada al caso, nos da  una expectativa respecto a lo que saldrá, sin que esto implique ni lo designado como hipótesis realista, ni lo designado como hipótesis creacionista.  Así pues, ni mundo en el que las cosas tienen sus propiedades (se hallen o no estas cosas confrontadas a nuestras voluntad y capacidad de descifrarlas), ni erección   de las propiedades de las cosas gracias a una potencia creativa que cabría atribuirnos.

 Si no encuentra lo ya dado, ni tampoco forja nada autenticamente nuevo, ¿en qué consiste pues el conocer del físico cuántico?; ¿que estatuto ontológico, es decir, que modalidad de ser, corresponde al observable que le interesa, antes de ser observado; y tras tras la intervención experimental ¿se ha convertido este  observable en una propiedad de la cosa en el sentido clásico del término?

 

La furca en la que la naturaleza retorna

Preguntas todas ellas que se vinculan a la interrogación más general sobre el ser elemental, es decir profundo, de eso que damos en llamar naturaleza, sobre la cual el físico ya no puede limitarse a hacer previsores cómputos que verificara experimentalmente. "Por mucho que expulses a la naturaleza con una furca, la naturaleza siempre retorna". Quizás la naturaleza que retorna es aquella que nunca había estado presente, aquella que había sido objeto de repudio. Pero desde luego es cierto que retorna en la furca misma, en una hija  de la física de la Revolución Científica, a la vez retoño de la visión del mundo de los griegos ( visión marcada -como enfatizaba Erwin Schrödinger-  por la convicción de que el mundo es inteligible y que el conocer es neutro en relación a tal  mundo). Hija sin embargo díscola, que pone en cuestión lo bien fundado de su esplendorosa herencia. Sí, decididamente la Mecánica Cuántica contribuye a que nos abramos a la hipótesis  de una naturaleza extraña, una physis que no responde a los caracteres por constatación de los   cuales reconocíamos precisamente  que nos hallábamos en presencia de algo físico.  Por eso seguir adentrándonos en los meandros de la Mecánica Cuántica aparece hoy no ya  como una exigencia de los filósofos, sino de todo ser atravesado por esa pulsión desinteresada de las mentes pensantes a la que se refería el físico Max Born, es decir , una exigencia de todo ser humano.            


[1]    Dejo asimismo de lado el problema, ciertamente importantísimo que plantea el hecho mismo de que la manera de realizar previsiones sea matemática. Sin duda en las  peripecias generales del ser humano las previsiones sobre lo que nos será dado constatar no se hacen siempre con cálculos matemáticos (al menos conscientes). Ello no significa sin embargo que las consideraciones que siguen no conciernen en absoluto a estas expectativas sobre asuntos digamos básicos.

[2]    En la jerga técnica, y por lo que aquí se refiere, se trata de que un vector  que es expresión del estado del  sistema  es convertido por la acción del operador en un vector diferente, con lo cual cabe decir que el sistema ahora representado es otro. 

[3]    Aprovecho para señalar que utilizo la expresión entidad física sin tener derecho a hacerlo, pues su caracterización depende en gran parte de esta misma Mecánica Cuántica en la que nos estamos sumergiendo.  

Leer más
profile avatar
1 de diciembre de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.