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Escrito por

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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El hablar de Crusoe II

Crusoe construye una casa y Crusoe habla

Cultivando los granos esparcidos por azar en el lado menos tórrido del entorno de su casa y así venturosamente fertilizados, viéndose como potencial criador de ganado, cuando tras haber curado una cabrilla salvaje y mantenerla ligada junto a la casa el animal se acostumbró a pastar en la yerba del entorno y fue domesticándose... Crusoe va descubriendo en sí mismo ese artesano que confiesa no haber sido con anterioridad (" I had never handled a tool in my life"). Pero Crusoe será algo más que artesano, pues en la satisfacción que experimenta ante la forma de la mesa que ha tallado, representa más bien el technités de los griegos, ese ser marcado indisociablemente por lo que nosotros llamamos técnica y lo que nosotros llamamos arte. Y cuando se siente perturbado por la idea de la muerte, Crusoe se halla tentado de buscar refugio en un dios...al que su sano espíritu rápidamente renuncia...
Pero dos son los rasgos que mayormente caracterizan a Crusoe y lo convierten en insignia del proyecto humano. Ya he indicado que Crusoe pese a su soledad construye no meramente una guarida un lugar protegido de amenazas (y en el caso de Crusoe como ya he indicado un verdadero fortín) sino una casa, un lugar dónde hay fuego y amplitud, es decir un lugar dónde recibir a los hombres y compartir con ellos el alimento y la palabra.
Y también he indicado que la soledad de Crusoe no significa que Crusoe está fuera de ese lazo intrínseco con los demás que forja la vida humana. Pues Crusoe no llegó a la isla como podría haber llegado otro animal, eventualmente mejor dotado para sortear los peligros que pudiera encontrar e imponerse en la lucha por la subsistencia. El individuo Crusoe es representante de una especie animal dotada de pensamiento y de palabra. Y la supervivencia de Crusoe no tiene cabal sentido mas que si en el sigue estando presente todo el acerbo que caracteriza a la especie y es en razón de ello que Crusoe construye una casa y Crusoe habla.
¿Con quien habla pues Crusoe si nadie puede escucharle? Pues con aquel mismo a quien se dirige Einstein cuando, entre sus convencionales tareas en una oficina de patentes de Berna, barrunta hipótesis para las que no hay quizás entonces interlocutor competente, y que tendrán consecuencias para nuestra representación del mundo inasumibles por el propio Einstein: tanto Crusoe como Einstein hablan consigo mismos en tanto uno y otro son representante de la humanidad. Y tal cosa hacemos cada una de nosotros en las ocasiones en las que el pensamiento en lugar de complacerse en lo dado se esfuerza por entender, metaforizar o resolver, ya se trate de asuntos teoréticos o de asuntos prácticos; ya se trate de organización general de la sociedad o de asuntos en los que propia intimidad es lo que está en juego.
Crusoe habla, como cada uno de nosotros, todo el tiempo, y lo depurado de su hablar, el hecho mismo de que su situación le fuerce a no corromper su pensamiento y su palabra en la vacuidad de los intereses vanos o meramente narcisistas, se refleja en que no hay barrera nítida entre este su hablar consigo mismo y el hablar con interlocutor en esos guiones, siempre estrictamente construidos, que no son fruto de la subjetividad consciente ( la cual sería incapaz de tal proeza literaria) sino de las fuerzas oscuras de los sueños.

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20 de septiembre de 2012
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El hablar de Crusoe I

Basta un animal humano

" So that had my cave been to seen, it looked like a general magazine of all necessary things and I had everything so ready at my hand, that it was a great pleasure to me to see all my goods in such order..."

 

Nota preliminar

Como los lectores que lo frecuentan saben bien, este es esencialmente un foro filosófico y, de hecho, centrado en la filosofía fundamental o meta- física (reflexión tras o despues de la física) esa disciplina que, como Kant señala, responde a una disposición universal del espíritu humano pero que adopta la forma que conocemos en el pensamiento griego y particularmente en Aristóteles. Precisamente en las últimas columnas abordaba la cuestión de si hemos llegado a un punto en el que la metafisica se ve forzada a replantearse sus cimientos, cuestión planteada por Heidegger pero que puede ser abordada desde otras perspectivas y concretamente como consecuencia de esa radical subversión en la física que supone la mecánica cuántica, abordaje al que he invitado aquí al lector.
Precisamente por retomar las cuestiones de la filosofía fundamental este foro hace obligadas incursiones en asuntos relativos a la situación política y económica pues, como bien sabía Platon el proyecto filosófico de "salvar los fenómenos" (encontrar un soporte racional a lo que se muestra) no es en modo alguno disociable del proyecto de "salvar la ciudad", el cual se traduce hoy en lucha por asentar la vida colectiva en bases que posibiliten la actualización en cada individuo de las potencialidades que caracterizan al animal humano. Pues sin condiciones sociales que garanticen la efectiva libertad ( imposible en una vida de alternancia ente trabajo sin sentido- que ocupa a veces catorce horas- y pavor a perderlo) la vida del espíritu en general, y ese ejercicio de discernimiento que es la filosofía en particular, se convierte en exquisita tarea de ociosos.
El reflexionar sobre las condiciones sociales del ejercicio de la filosofía me ha llevado aquí a preguntarme sobre las condiciones mínimas de posibilidad de la entera esencia de la humanidad esté presente, aunque el conjunto de los individuos humanos humanos en los que esta entera humanidad se proyecta se halle reducido al mínimo.
Tras varias columnas que dedicaré a este tema volveré al tema del fin de la metafísica en el sentido convencional y a la tarea a la que se enfrenta el pensamiento tras la conmoción cuántica.

 

***

Retomo, como lo han hecho tantos otros, la conocida y emblemática historia de alguien que careciendo de futuro generacional y de proyección personal en el mismo, careciendo de proyecto para incrementar su posición en la relación marcada por la rivalidad entre los hombres, careciendo-en suma- de esas cosas que suelen mostrare como incentivos para que el ser humano no se abandone...se propone pura y simplemente que su sola persona sea garantía de que se conserva en plenitud, y hasta se fertilice y refuerce la condición humana. Recuerdo brevemente la trama:
Tras luchar contra las olas que hasta tres veces le arrojan sobre peñascos, alcanzar la orilla y encontrar refugio entre las ramas de un árbol, como una suerte de retorno a la noche originaria, a la luz del día siguiente, sobrevivir es el primer imperativo de Crusoe. Respondiendo a este imperativo, explora los aledaños de la costa, descubriendo así la presencia del barco encallado, de cuyo naufragio era víctima, en cuyo interior encontrará no sólo una bien provista despensa, sino los instrumentos básicos para la construcción de un refugio y hasta semillas que le permitirán un día hacer de aquel territorio meramente natural un territorio humanizado, es decir, sometido a ley. Pues la ley es ante todo cosa de hombres, siendo (como indicaba hace ya muchos años Agustín García Calvo) de enormes implicaciones el hecho de que los términos con los que se intenta verter el griego nómos acabaran designando asimismo correlaciones entre fenómenos físicos.
Pero, cabe objetar, Crusoe está solo en su isla, y si la ley marca los vínculos entre hombres ¿qué ley puede allí imperar? Tremendo asunto que enlaza directamente con la idea que estoy barruntando de que ese nudo de relaciones entre seres de palabra que hace la humanidad no exige empírica pluralidad de sujetos, que la humanidad se proyecta por entero en cada uno de los sujetos que lo encarnan. Crusoe carece de compañía y sobre todo quizás de compañera; Crusoe no tiene a quien dirigir la palabra, ni tiene horizonte en el ciclo de las generaciones; Crusoe carece de objetivo para el cual tenga que contar con los demás. Una vez planificadas razonablemente sus necesidades, en función del tiempo de conservación de los alimentos etcétera, Crusoe podría no imponerse el realizar tarea alguna, desde luego no estar pendiente de la repartición en tareas de una jornada marcada por el ciclo natural. Y sin embargo...
Proponiéndose de entrada construir una cabaña y un fortín protector, Crusoe construye de hecho un vasto espacio, que adecenta con escrúpulo para que, además de refugio y depósito para los bienes de subsistencia, pueda ser lugar de humano reposo. Crusoe hace un calendario que le ayuda a conservar la memoria y reconocer fechas imbolicas y así, pese a su escepticismo respecto a la idea de Dios, se propone respetar la festividad religiosa que el calendario fija, poniendo así de relieve la profunda y tantas veces oculta significación de la misma (1).
Crusoe busca la manera de que su día y vida (preciosa y perdida expresión de los campesinos españoles) alterne momentos de un trabajo fértil para la preservación de su humanidad y no sólo para su subsistencia animal: trabajo en el que continuamente ha de actualizar tanto sus recursos memorísticos como su ingenio, por ejemplo para dotarse de instrumentos; trabajo complementario y no solo alternativo de momentos de asueto en los que, entre otras cosas, escribe su prodigioso diario.
Algunos de los instrumentos que construye no los había visto jamás o no tenía memoria de ello, así una rueda que forja habilidosamente con una cuerda activada con el pie de manera a conservar las manos libres (2). Y en ocasiones tiene el sentimiento de que lo singular de su situación le está convirtiendo en descubridor de posibilidades inéditas de los útiles más elementales (3):
Clave en esta activación de potencialidades desconocidas es la disposición de espíritu que caracteriza el ejercicio de las matemáticas cuya virtud (imprescindible asimismo en las actividades sin finalidad práctica) nos describe en este prodigioso párrafo, que en este reflexión consideraré de nuevo:
"Así emprendí la obra; y aquí he de observar que en virtud de la substancia y original condición de las matemáticas, disponiendo y cuadrando toda cosa a través de la razón y ceñiéndose al juicio estrictamente racional sobre las cosas, todo hombre puede alcanzar la maestría en cualquier arte mecánica"(4).

______________________

1 Crusoe sólo se acuerda de Dios, en momentos de debilidad y de angustia, olvidándose de inmediato del mismo en cuanto retorna su salud y su entereza. Así , tras sentir que ha sobrevivido al naufragio, pese a barruntar lo desesperado de su condición experimenta profunda y positiva emoción que le impide acordarse de Dios para nada. Pero él mismo se reprocha que haya sido así, cuando más adelante se siente afligido. Dios es pues en esta obra claramente el recurso vano al que acuden los afligidos.
Y no son las pietistas consideraciones tardías del protagonista , al final convertido en un lector devoto de la Biblia (en un ejemplar encontrado en los restos del barco) las que harán cambiar esta impresión. Es al respecto casi de un efecto cómico un párrafo al final del capítulo titulado "I travel Quite Across the Island". El protagonista se lanza sobre la Biblia y encuentra las palabras: " nunca te abandonaré ni me olvidaré de tí" La esperanzada emoción que le embarga sería algo más convincente si no hubiera escrito inmediatamente antes que lo que le llevó a abrir el Libro es que esa mañana le embargaba gran tristeza ("One morning , being very sad I opened the Bible upon these words).
Pero lo cierto es que felizmente Crusoe recupera rapidamente la lucidez, pues tras reiterar que era preferible un existencia sin socorro humano pero gozando del beneplácito de Dios que la inversa, exclama contra sí mismo en voz alta: "Como puedes ser tan hipócrita, pretendiendo que estás agradecido por una condición(...)de la cual deberías más bien proclamar que quisieras ser liberado"
Hay sin embargo una excepción en este enfoque que más adelante consideraré.

2  "I had never seen any such thing in England, or at least not to take notice how it was done, though since I have observed it is very common there"

3 "I made abundance of things even without tools, and some with no more tools than an adze and a hatchet, which perhaps were never made that way before".

4 "So I went to work; and here I must needs to observe that as reason in the substance and original of the mathematics, so by stating and squaring everything by reason, and by making the most rational judgement of things, every man may be in time master of every mechanic art".

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18 de septiembre de 2012
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La filosofía como retorno

Nunca se reiterará suficientemente que la filosofía aparece intrínsicamente como retorno, re-encuentro con sus propios problemas tras una larguísima mediación por disciplinas particulares vinculables a la filosofía pero que no son en ellas mismas filosofía. En tal sentido, tanto la reflexión einsteniana sobre los principios reguladores del orden natural como la de los adversarios de sus hipótesis en el marco de la teoría cuántica, son un auténtico paradigma.
Precisamente por constituir una exigencia elemental del ser lingüístico, la filosofía alcanza un elevado grado de complejidad. Pues Las cuestiones elementales a las cuales sí cabe identificar a la filosofía son la auténtica matriz, tanto de la disposición espiritual que conduce a la ciencia. Y una vez que estas actividades de la práctica espiritual se han desplegado, la filosofía ya no puede prescindir de ellas...que a su vez no deben prescindir de la filosofía. Pues, la matemática, la biología o la física teórica, encuentran en la filosofía un auténtico punto de convergencia, una "unidad focal de significación", según la formulación aristotélica. En ausencia de esta última, las disciplinas particulares quedan privadas de significación, es decir reducidas a la insignificancia.
Es en este retorno a interrogaciones que fueron matriz, liberados del lastre que supone una acumulación doctrinal hoy puesta en entredicho que cabe forjar esa metafísica atenta enriquecida por la ciencia natural de nuestra época, a la que aquí vengo refiriéndome.

____________

1 No otra cosa indicaba Descartes, cuando añadía a sus trabajos científicos ese prólogo legitimador conocido como Discurso del Método. Cierto es que la distribución del saber está hoy organizada de tal forma que los lectores de Descartes, o bien son especialistas en algún retazo del contenido científico, o bien son especialistas en el prólogo (estos últimos son precisamente los formados en la facultad de filosofía) Extraña quiebra que Descartes viviría como auténtica mutilación, pero que no escandaliza a los voceros culturales ni a los responsables de nuestra formación. El matemático y filósofo René Thom solía indicar que una expresión tristemente ejemplar de esta situación es lo que hace unos años sucedía con la enseñanza de la matemática (afortunadamente ya no es así). Pues se introducía a los niños en esta disciplina mediante la Teoría de Conjuntos, sin explicarles nunca cuál era la función quizás primordial de la misma, filosófica dónde las haya. Pues Georg Cantor, el fundador de la misma, pretendía ante todo disponer de un arma para abordar el problema esencialmente filosófico del infinito. Y cabe obviamente hacer matemáticas sin teoría formalizada de conjuntos, mientras que es imposible sin ella abordar con rigor "ese delicado laberinto" que, al decir de Borges, constituye la cuestión del infinito.

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11 de septiembre de 2012
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No hay prioridad ontológica ni anterioridad cronológica de la ciencia natural sobre la metafísica

Poner el énfasis en el vínculo entre filosofía y ciencia natural como reiteradamente vengo haciendo aquí, puede ser causa de un gran malentendido, si no se precisa que la filosofía es algo más que meta- ciencia. No se trata en absoluto de decir que tras la práctica científica surgen problemas teóricos a cuya confrontación llamaríamos filosofía. Se trata precisamente de reivindicar una jerarquía contraria:
De las interrogaciones elementales que en toda sociedad y en toda circunstancia los seres de lenguaje necesariamente se formulan, surge la necesidad de análisis de fenómenos, descripción de los mismos, y eventual ordenación en conjuntos, a todo lo cual los griegos, especialmente desde Aristóteles designan con vocablos cercanos a nuestro término ciencia.
De la ciencia pueden surgir aporías, por ejemplo relativas a la coherencia de sus diferentes ramas, que no conciernen directamente a lo que se planteaba en el origen. En este caso la meta-ciencia no es (al menos directamente) filosófica. Mas también ocurre que la reflexión meta-científica enlaza directamente con lo que desde el origen se formulaba, y entonces estamos de lleno en la filosofía. Muchas veces he señalado que la práctica totalidad de la producción meta-científica de Einstein, en este caso meta-física, es puro retorno a los problemas de espacio tiempo, continuidad, cosmología etcétera que de forma más o menos ingenua ocupan a los seres humanos desde siempre (con traza de los mismos en las representaciones simbólicas o en los mitos religiosos), pero cuyo archivo de forma que tiende a ser conceptual se realiza en el mundo griego, precisamente bajo el nombre de filosofía.
Así el caso de Einstein reflexionando con el bagaje de su práctica científica y tras ella sobre ciertos principios cuya universalidad misma esta práctica obliga a replantear, es un ejemplo paradigmático de reencuentro de la ciencia con su origen, del cual pueden darse muchos otros ejemplos.

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6 de septiembre de 2012
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Etapa previa a la actividad filosófica

Ya he tenido ocasión de señalar en este mismo foro que la primera obligación del filósofo es la de determinar cuál es su objetivo, qué tipo de interrogaciones le caracterizan en el seno de aquellos cuya función es plantear interrogaciones, las cuales pueden referirse a lo inmediatamente dado (tanto en el entorno natural como en el registro de lo psíquico), o aspectos más ocultos, eventualmente ya parcialmente explorados por una indagación anterior.
He señalado también aquí mismo que una vez realizada esta tarea, una vez delimitado el objetivo, el filósofo (como toda persona razonable) ha de valorar si se encuentra en condiciones de abordarlo, es decir: si reúne tanto la potencia de pensamiento que el asunto requiere como los instrumentos sin los cuales tal potencia sería inoperante. El filósofo, en suma, como todo aquel que se propone un objetivo, ha de estar provisto de alforjas, y ha de revisar periódicamente las mismas, por si algún instrumental exigido por una imprevista tarea no estuviese disponible.
Hoy estas disposiciones preliminares son si cabe aún más necesarias. Pero en la elaboración de esa metafísica a la que me refería se exige un paso más, a saber, la renuncia a ciertas seguridades mínimas en las que se hallaba anclado el pensamiento. Y a tal renuncia nos fuerza la ciencia misma, es decir lo que consideraba etapa preliminar.
Ejemplo concreto: cuando la ciencia muestra que se dan situaciones de relación no reductibles a lazos entre individuos subsistentes, nos obliga a pensar en que la naturaleza puede responder o no responder a la primacía ontológica de la individualidad, nos obliga a pensar en la posibilidad de orden natural sin individuos propiamente dichos.

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4 de septiembre de 2012
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Un pensar sin arraigo

La tesis que estoy meramente barruntando es que el pensar que surgiría de la consideración de la physis por la teoría cuántica, carece realmente de precedente y no puede en consecuencia encontrar arraigo alguno. El pensamiento presocrático podría más bien presentarse como un rencuentro y dar aliento al proyecto siempre diferido de Heidegger que al pensamiento, indiscutiblemente filosófico, que intenta extraer las enormes implicaciones de los teoremas cuánticos de Kochen- Specker o John Bell.
Faltaría casi un cuarto de siglo para que estos se formularan cuando Heidegger esboza en notas su proyecto reflexivo en ese seminario de invierno de 1941. Pero, en las deslabazadas indicaciones del último párrafo, se perfila en filigrana esa dialéctica interna a la que antes me refería, entre la inclinación a desvalorizar el peso de la teoría cuántica en relación a su propio proyecto y la sospecha de que algo tremendo se fraguaba en la primera.

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30 de agosto de 2012
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La doble tesis de Heidegger sobre la mecánica cuántica

Basta tener en mente el hecho de que en Mecánica Cuántica la medida del mismo observable en dos sistemas en principio idénticos no garantiza identidad del resultado para que se haga perceptible que la Mecánica Cuántica no casa en una teoría del conocimiento como adecuación a una objetividad. Pero el arranque del parágrafo 27 de la Heideggeriana Ejercitación (párrafo que en esta ocasión he traducido yo mismo) parece decir que el problema sí sigue siendo el mismo, lo cual supondría ya una suerte de inscripción de la Mecánica Cuántica en la metafísica de siempre:
"¿En referencia (Bezug) a qué es interpretada filosoficamente la Mecánica Cuántica?¿Desde la perspectiva de la objetualización de los objetos (Vergegenständlichung der Gegenstände) ?Y esto qué es? El representar (Vorstellen) del ente tal como "es"o tal como se muestra. Representar tal...como... Se trata de la referencia de la concordancia del conocimiento con el objeto".
No estoy sin embargo totalmente seguro de que así sea y tiendo más bien a pensar que los propios físicos están hoy efectuando un esfuerzo por acercarse a la filosofía a partir de su disciplina de manera no encasillable. Pero sigamos con el párrafo.
"Esta Concordancia (Übereistimmug) es desde antiguos tiempos la característica de la esencia de la verdad. Así pues, la Mecánica Cuántica ha sido puesta en conexión con la pregunta sobre la esencia de la verdad y sobre el apropiarse de lo verdadero. Lo "fundamental" de este propósito. Ahora bien ¿puede la ciencia sentar algo al respecto?.
No. Y de poder es sólo en el caso y en la medida en que "ella" es filosoficamente interpretada. Eso ella no puede efectuarlo por si misma. La primera pregunta: ¿a qué sitio pertenece la objetualidad de la física en cuanto tal?"
Heidegger parece defender una doble tesis relativizadora del peso de la Mecánica Cuántica: por un lado, la auténtica relevancia de esta disciplina sólo sería resultado de una apropiación de la misma desde el exterior, desde la interpretación filosófica que le sería extrínseca; por otro lado, la única filosofía que podría encontrar alimento en la Mecánica Cuántica sería la filosofía anclada en el problema de siempre, a saber, el problema de la polaridad verdad-objetividad, sea cual sea la respuesta que se da al mismo.
Ciertamente la ciencia no puede en sí misma ser filosofía, pero indiscutiblemente sí puede por sí misma devenir filosofía, mutar en filosofía. Ello empieza a ocurrir cada vez que los objetivos de inteligibilidad empiezan a primar sobre los objetivos de dominio o apropiación, pero sólo empieza. La filosofía es un largo recorrido, es una actitud que ha tenido fruto la historia conocida de la metafísica y puede llegar a trascender tal historia.
Y en relación con lo que he presentado como segunda tesis heideggeriana: la metafísica que se va fraguando simplemente en los seminarios y encuentros entre filósofos y físicos cuánticos no es seguro que sea encasillable en el canónico interrogarse sobre la physis, y en consecuencia en el canónico interrogarse sobre el ser, ya se trate de la forma que este interrogarse adopta desde Aristóteles, ya se trate del pensamiento que precede al pensador de Estagira.
He señalado ya que desde Erwing Schrödinger a Carlo Rovelli ha habido una inclinación de los científicos cuánticos a hacer incursión en la filosofía remontándose al pensamiento llamado pre-socrático. Pero no hay seguridad de que se trate de una vía acertada. Cabe incluso pensar que se trata de una última tentativa de buscar apoyatura, un terreno en el que cabría de nuevo arraigarse.

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28 de agosto de 2012
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“Delicado laberinto…” De los espacios de Hilbert

Pese a la declaración explícita de Heidegger respecto a la irrelevancia de la Mecánica Cuántica para la interrogación que supondría un auténtico viraje en la historia de la ontología, se diría que algo en el asunto sigue escociendo e inquietando al pensador.  Y me atrevo a conjeturar que le escocería más aun, si Heidegger hubiera afrontado la cosa de la manera "suficientemente decidida" que reclama para los grandes asuntos del pensamiento.

Pues en las consideraciones que siguen en la Ejercitación que vengo comentando, algunas de indiscutible sutileza, falta toda referencia a algo esencial, a saber: el dispositivo matemático de la Mecánica Cuántica, que constituye  ciertamente un indispensable útil para los objetivos propiamente científicos de la disciplina, pero que va más allá de los mismos ( más allá concretamente de la   prodigiosa capacidad para efectuar previsiones una y mil veces confirmadas), pues  la engarza en una  trama  férrea menos importante sin embargo por su consistencia lógica, que por sus desconcertantes  implicaciones conceptuales. En efecto:

En esta invitación heideggeriana  a ejercitarse  en la filosofía se mide el peso de la Mecánica Cuántica sin una sola mención de los espacios de Hilbert, los cuales constituyen un ingrediente esencial de aquello de lo qué se habla. "En ese delicado laberinto no me fue dado penetrar" escribía Borges en referencia a la teoría de los números transfinitos de Georg Cantor. El poeta 
lo decía con pesar, pues barruntaba que sin tal teoría  la exploración cabal de ese  infinito que tanto le obsesionaba era imposible. Diferente es la actitud del pensador de Friburgo.

La ausencia de referencia a los mismos parecería indicar  que el formalismo matemático de la Mecánica Cuántica y  los espacios de Hilbert que lo sustentan  formarían parte de la disposición del espíritu ajena al interrogar esencial,  una de esas vicisitudes del pensamiento perdido en la objetualidad de la que cabría prescindir. Creo que se trata pura y simplemente de un error filosófico. Pero esto es ciertamente  más fácil de avanzar de forma  intuitiva que de sostener en base a la cosa misma de la que se trata, lo cual intentaré sin embargo hacer a partir del propio esquema de Heidegger  en esta Ejercitación.

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21 de agosto de 2012
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¿Nada nuevo en relación a la pregunta esencial?

Tras afirmar -cosa en lo que concuerdo con el autor- que la filosofía ha de estar ahí como una dimensión subyacente, un a priori, para que el pensar cotidiano y concretamente el pensar cotidiano de la ciencia, venga a desembocar sobre el pensar de calado (venga a "prestar atención a lo esencial"), y tras  alabar en este sentido la exigencia de Kant, a quien no interesaría una teoría científica de la ciencia natural, sino más bien el filosófico  punto de partida de la misma (aquello a lo  que aquí mismo me refería yo como algo a reencontrar), Heidegger   realiza esta declaración taxativa: "Para la pregunta de Kant,  la teoría cuántica no modifica nada esencial, ni nada esencial puede modificar ningún progreso de la ciencia"(parágrafo 26).

Punto final pues. La Mecánica Cuántica sería una etapa, singular desde luego, pero etapa al fin y al cabo, de la metafísica agonizante, una etapa de la coordinación de la physis bajo  moldes que suponen la desaparición del mundo, desarraigo-desaparición de  la comunidad originaria- entre los hombres y encubrimiento del ser.

Y sin embargo...la cuestión relativa al peso subversivo de la Mecánica Cuántica no queda cerrada. Ello obviamente porque  Heidegger no tiene a priori la última palabra al respecto. Pero es que ni ateniéndose al pensador de Friburgo e incluso a la Ejercitación que viene ocupándonos.

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16 de agosto de 2012
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La propuesta heideggeriana de ejercitación filosófica sobre la mecánica cuántica (I I)

Tras una consideración sobre Kant  y la condición interna de posibilidad de una metafísica, y el recordatorio de que la pregunta de las ciencias naturales es sólo un camino, viene en el texto de Heidegger que vengo evocando esta afimación ya de cierto calado:

"En la Mecánica Cuántica es decisiva la renuncia a la objetivilidad del acontecer natural -der Verzicht auf die Objektiviebarkeit des Naturgeschehens "

En una terminología más bien  imprecisa, Heidegger acaba retomando en sus notas el asunto digamos clásico: Lo que el llama "objetualidad" (Gegenständlichkeit) pasa en la física clásica por la doble determinación del imput  (dirección del movimiento y magnitud del mismo) y de la localidad (Ort). Cabría decir que sin la coomplementariedad de ambas determinaciones, la objetualidad no es completa. Y de tal incompletud  en el mundo de las partículas elementales, la Mecánica Cuántica da testimonio.

Esta constatación podría conducir a una revisión del concepto mismo de objetualidad. Si la objetivabilidad del acontecer natural  tiene el peso que tiene en la historia del apagamiento del ser y de su olvido,  entonces el hecho - reconocido por el autor -de que la física cuántica renuncie a la misma, debería suponer un acontecimiento mayor, algo así como una puesta en tela de juicio de ese apagamiento. No parece sin embargo que Heidegger considere esta vía. Hay finalmente en el texto de Heidegger como un esfuerzo por quitarle mordiente a la Mecánica Cuántica, por encasillarla en la historia convencional de un pensamiento marcado por una suerte de inautenticidad. Veremos sin embargo que esta reducción  ni siquiera casa totalmente con lo que Heidegger sostiene.

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14 de agosto de 2012
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