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Escrito por

Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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El dinero libidinal

"Al terror intermitente y violento de epidemias excepcionales, ha sucedido el temor constante a endemias ordinarias que hasta ahora habían pasado desapercibidas", dice Paul Virilio en Ce qui arrive. La epidemia es, entre el sensacionalismo, la estrella. De un superprotagonismo a otro, /upload/fotos/blogs_entradas/paulvirilio_med.jpgdel "efecto tequila" al "mal de las vacas locas", de la "fiebre aviar" a la "crisis financiera". La película del mundo va plasmándose sobre una pantalla global donde se suceden los sensacionales spots del fin del mundo. Unos más y otros menos, los impactos van todos dirigidos  a convertir el temor en la sensación primordial de la existencia, sea la existencia de los seres humanos o de la Naturaleza. Como en los tiempos primitivos el miedo exterior provoca una introyección de la amenaza y con ella se agudiza la desconfianza permanente, la alerta incesante, la vida suspendida de un hilo, cada vez más fino y débil, expuesto al inminente soplo del Fin Final.

¿Será precisamente esta conclusión la que trae consigo la actual implosión del sistema? Si el capitalismo tuvo su pilar inaugural en el comercio y, dentro del comercio, en la estructura libidinal del dinero, signo de la represión sexual de la mujer y su cosificación como mercancía, ¿qué posibilidades le queda al capitalismo de prosperar cuando la mujer se libera y pasa de objeto a sujeto, de mercancía a especulador, de patrón de intercambio a actor,  de la esclavitud a la manumisión, del encierro de su libertad a su libre proliferación epidémica en todas las esferas del conocimiento, del negocio, de la cultura o del poder? ¿El verdadero fin del mundo conocido? El radical fin del mundo patriarcal con el dinero/fetiche. Los tiempos cambian y precisamente por el flanco que menos era posible  prever. Todos los hundimientos (del sistema, del imperio, de la normalidad,  de la masculinidad, del buque) llegan por el flanco que menos se espera. La Causa Suprema, la Causa Determinante, nunca deja oír sus pasos y jamás muestra el rostro de su causalidad.

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12 de noviembre de 2008
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Capitalismo invisible

Cuando la nada se hace realidad la realidad se convierte en nada. Esta sentencia responde con exactitud al proceso que ha conducido desde la especulación al enriquecimiento instantáneo y desde el enriquecimiento inmediato al grado cero del dinero. Desde una creencia sostenida se ha devenido a una ficción disparatada y de la extrema ficción a las cenizas de su orgía. El encadenamiento se representa mediante un enlace de anillos de ilusión y de desilusión que en su circularidad interna, en su nacimiento y extinción culmina la perversa coherencia entre principios y resultados. La perfección del sueño se cumple no desde la vigilia natural hacia una inconsciencia orgánica ni desde lo tangible a lo inmaterial. La perfección del delito se consuma en la violencia de la irrealidad. ¿Realización de máximos beneficios? ¿Realización de formidables pérdidas? Una y otra circunstancia se funden en la cruel fantasía de lo uno y de lo otro. La inversión del dinero especulativo coincide con el falso espejo de la producción y ese espejo de la producción refleja la producción en falso.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_trabajo_la_riqueza_de_las_naciones_le_concedi_a_adam_smith_med.jpgEn el capitalismo actual, el capitalismo de ficción, el sistema finge incluso su propia muerte, su presente acción funeral. ¿Una refundación del capitalismo para salvar al capitalismo? Se trataría, en todo caso, de una refundación de la falacia puesto que el capitalismo metamorfoseado en naturaleza global no admite otra cosa que su íntima pervivencia o el caos total. El paso del sistema capitalista al capitalismo de la ficción comporta la ausencia de una estructura física a reformar. Todo el edificio capitalista se sostiene en la eficiencia de su falsa función y no tanto en la firmeza de su fundación. De haberse sostenido atado a sus ejes fundacionales el capitalismo habría derivado en un legado mostrenco. Por el contrario, el capitalismo ha desbordado sus cimientos y traspasado la totalidad del planeta gracias a su capacidad de volverse un elixir volátil, un veneno atmosférico inseparable de la política, la ambición, la sexualidad o el arte. Todo es, humanamente, inhumanamente, capitalismo. Una totalidad transparente donde habitan los sueños, los delirios, la música y las muertes.

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11 de noviembre de 2008
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La muerte que ríe

Museos de la ciencia, del traje, del ferrocarril, del libro, de la basura, de la cafetería, la tipografía, el armario, la industria, el juguete o el armamento. Museos de cualquier especie y concepto, museos multiplicándose sin tregua, por epidemia, a través de los pueblos, las ciudades, las autonomías, las aldeas, como nunca antes se habría podido imaginar.

El museo es el soporte de la máxima arquitectura emblemática, la estampa suprema de la nueva urbe y su prestigio visual. Nada más significativo en la postal y nada más significativo, a la vez, de esta época crítica sin muerte.

Frente a las indefinidas construcciones destinadas a espacios para inventar, concretadas en naves sin apenas vistosidad (MIT y ciertos emuladores aparte) la vistosa edificación para conservar. Frente a la desaparición de la muerte en las secuencias de la vida cotidiana, la ocultación de la Historia bajo el proyecto divertido del museo.

El miedo al final, en uno y otro caso, se recicla gracias al bucle del entretenimiento en los tiempos del capitalismo de ficción. Muerte sin tragedia, historia sin dramas. La vida y la visita, la visita o la vida coinciden en el seno del turismo. El museo abolido como dura representación del pasado y derivado jovialmente en representación. La función teatral sin misión añadida, la función sin función ni defunción. Como también, ahora, inevitablemente los medios de comunicación no extraen de la crisis su pestilencia de muerte sino tan sólo la inodora sensación, el sensacionalismo de una gran explosión espectacular, la formidable réplica que sigue a la formidable orgía anterior como voces de igual noción: el espectáculo ruidoso o el clamor que conjura el silencio de la muerte, la desfachatez de la fachada museística que anula su contenido, el descaro de las primeras páginas de los periódicos que acallan la metralla humana y promueven por ediciones equivalentes la intercambiabilidad entre el hoy el ayer, el bien y el mal. Espacios sin apenas cesura del presente continuo. El presente sin más. La muerte inodora y divertida, desviada de su abismo y encaprichada con en el carrusel, en el jovial recreo de la circularidad.

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10 de noviembre de 2008
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El resplandor

"La actualidad no se encuentra después sino antes", escribe Gaston Leroux. ¿Qué significa esto? ¿Significa esto algo? La respuesta debe aludir necesariamente al orden de la significación y para ello será indispensable la recurrencia a un código. Sin embargo, toda información actual, sensacionalista, impactante, es irrecurrente o posee la indefectible naturaleza de lo insólito.

Toda información resulta ser menos estadística que profética o, mejor, apocalíptica. Obtiene su mayor potencia del caos que crea o, como insiste a Paul Virilio, "del peor de los mundos posibles". Los mejores reportajes, falsos montajes publicados tanto en provincias como en las páginas de The New York Times, el uso de lo falso y lo falsificado, la sustitución de lo real por lo efectista, del efecto por el espectáculo o del entretenimiento por la suma de efectos especiales, crean una tensión hacia el mundo explosivo del prodigio. Nada racional vale la pena. La pena o el gozo auténticos provienen de lo irracional, de la especulación, la burbuja financiera, la ruina de la consecuencia como expresión libre del bien y el mal oscuros. Lepra de la cadena lógica, enfermedad de la desmesura, triunfo de la muerte súbita y apilada, de la fortuna instantánea e incalculable, de la soterrada Tercera Guerra Mundial.

"Vivir -dice Ciorán- es verse ciego respecto a las propias dimensiones." No ver el límite o los límites, abismarse en las llanas superficies de las pantallas, patinar sobre la anticipada actualidad que relumbra antes de que la historia la alumbrara. Slow news, no news!, se clama en los periódicos.

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7 de noviembre de 2008
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Las reuniones

Durante dos o tres semanas el Presidente del Gobierno español viaja desesperadamente de un sitio a otro en busca de apoyos para lograr ser invitado a la reunión de Washington el 15 de noviembre donde el G-8 y el G-20 debatirán y acordarán una nueva batería de medidas para contener la Crisis Financiera Global.

Efectivamente España se halla representada a través de la representación de la Unión Europea pero la presencia personal del Presidente añade un punto de importancia, un peso real a la presencia real. Este peso, sin embargo, consiste en la ficción de que el Presidente tiene algo diferente que decir en ese foro y quiere que se le escuche con la mayor atención. ¿Para ser escuchado necesitaría estar presente en el foro? Claro que no. El foro no se convoca para que hablas y escuchas de los representantes puedan hallarse a una distancia física bastante suficiente para poderse oír con nitidez. Tampoco para que las posibles intervenciones revelen positivamente nada nuevo. Todas las autoridades a una determinada altura se hallan al corriente de las propuestas de las demás naciones y especialistas gracias a incontables contactos a una distancia u otra, mediante imágenes, audios y documentos que conocen simultánea y exhaustivamente. La reunión, como todos saben, no tiene por objeto preciso la invención y, ni siquiera, la intervención individual. Tampoco la ocurrencia, inédita o no. La reunión tiene por máximo objeto la misma reunión y por todo sentido su magno ritual. Ninguna circunstancia grave y tanto cuanto más grave puede dejarse correr sin una apresurada reunión de alto nivel. La categoría de los personajes que se reúnen marca la gravedad de la situación y la exalta a la vista de todos. La reunión es, en sí misma, la consagración de la gravedad de la situación puesto que no van a viajar mandatarios del mayor relieve si no existe una materia de tan máximo valor que conmueve los cimientos de cualquier región. Los mandatarios se mueven por tanto de sus centros habituales, abandonan urgentemente la cotidianidad y se citan en un espacio y tiempo sagrados para comunicarse entre sí traspasados de excepción. Enaltecidos por la gravísima circunstancia y perfilados por la velocidad de la urgencia extraordinaria. Estos personajes bruñidos por el accidente total no se encuentran para obtener una fórmula especialmente práctica, tan vulgar que afronte la situación como una herramienta sino que se congregan para escenificar una oración colectiva y de carácter superior. /upload/fotos/blogs_entradas/zapatero_busca_apoyos_en_pekn_para_estar_en_la_cumbre_del_g20_med.jpgDe hecho, el mero acto de reunirse cambia las cosas. No cambia el fondo de las cosas pero cambia la forma de la adversidad. Unidos serán más fuertes, conscientes, expresos, conjuntados podrán ser contemplados como fenómeno excepcional. La voz de la reunión de los más grandes, el mensaje de la Gran Reunión, adquiere la naturaleza de una rogatoria extrema, humana y universal en consonancia con la necesidad de implorar una solución salvadora. La cumbre de los G-20 y los G-8 actúa como una analogía de la conversación entre esta máxima cúspide del poder terrenal y la inmarcesible altura del Cielo. No habrá nunca resultados concretos ni demasiado eficaces. Más bien, como sucede estos días, las actuaciones posibles conducen a resultados insuficientes, tan deficientes que reclaman pronto una nueva reunión y otras reuniones más. El número de reuniones sucesivas, sin embargo, no significa en absoluto el fracaso de la reunión o reuniones precedentes sino la cabal ponderación del acontecimiento cuya magnitud se atiende en toda su extensión. En consecuencia, cuanto mayor es el número de reuniones excepcionales el acontecimiento revela su verdadera excepcionalidad. Podría enunciarse al revés pero siempre se accede al punto crítico en que el efecto evoca a la causa y la causa requiere indefectiblemente del efecto proporcional, bucle o cinta de Moebius donde se patentiza el lenguaje de la circunstancia grave, insólita, incalculable, para la cual nunca será demasiado una reunión y otra reunión más.

Hallarse incluido en ese carrusel extraordinario procura significación. Un Presidente significa en proporción al número de asistencias a las citas significativas de alto nivel. El nivel del gobernante procede, en suma, de contarse entre el grupo de oficiantes que se abrazan, se fotografían en grupo, almuerzan largamente a puerta cerrada y salen después desde su encierro místico al espacio común donde serán fotografiados como superhéroes ya que a la clausura de la reunión sigue inmediatamente la esperanza de un tiempo nuevo tal como si la tarea sustancial del Grupo excelso consistiera en la magia de sustituir el presente por el futuro, la calamidad por la declaración, la Crisis por la Reunión cuya potencia procede no de su lógica sino de su poder simbólico. Que el Presidente español no se encuentre en el interior de esa cámara de transfiguración del mal en su medicina y de lo pragmático en lo simbólico conlleva una pérdida de prestigio imposible de reparar puesto que la reunión no sólo obtiene un efecto sobre los sueños de la asustada población sino que alumbra a cada partícipe con un aura taumatúrgica que alivia la extendida oscuridad. La reunión es como una luz y una célula que aviva una fecha histórica para la posteridad y sus asistentes, de paso, adquieren historicidad. Los grandes nudos de la narración histórica coinciden con esta clase de Reuniones, Pactos, Tratados, signados en la cima. Los lugares de celebración, sus fechas, sus documentos adquieren consideración de hitos o mitos del devenir, marcas trascendentes que recaen también sobre los congregados como sellos plasmados por el Más Allá. O de otro modo: no hay una vía más eficiente para entablar relación con el milagro, la magia, la virtual salvación, que reunirse los más grandes para reproducir, en los tiempos del dominio mercantil, la potencia del ritual y su función religiosa, el travestismo de Presidentes en Sacerdotes y de sus reuniones en magnas ceremonias contra el acoso del Mal.

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5 de noviembre de 2008
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Desconfianza

La recuperación de la confianza es sustantiva al remedio de la crisis. Pero ¿por qué aumentó y sigue aumentando la desconfianza? Un factor prácticamente constante en todas las crisis precedentes (siempre financieras) es el previo panorama de una gran desigualdad en la distribución de la renta. A mayor distancia entre los que tienen mucho y quienes tienen poco crece la desconfianza. Los de arriba no se fían de no ser atacados por la empobrecida muchedumbre y los de abajo recelan de las maniobras de todo tipo  que llevan a cabo los multimillonarios. Una sociedad estructurada de este modo tiende hacia el recelo, el receso, la quiebra. Así ocurrió en la depresión de 1929 y así  ha venido a ocurrir ahora cuando especialmente los salarios de los trabajadores norteamericanos se han alejado espectacularmente de los ingresos más altos y precisamente desde la crisis de los años 70, cuando, a su vez, el ascenso del precio del petróleo y la desmedida inflación llevó al paro y al desamparo a las amplias clases medias. A mayor masa de clases medias mayor estabilidad: la máxima desestabilidad es igual al máximo abismo que el sistema cava entre la cima y su territorio.

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4 de noviembre de 2008
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El pensamiento

No sé bien qué se medita en la llamada meditación pero hacer meditación parece sin más, un bien que promete la paz en no pocos sistemas religiosos. ¿Se trata de pensar en Dios y en sus mandatos? ¿Se trata de abandonarse a Dios y su divina providencia? ¿Consiste en revisar la conciencia y sus accidentes internos?

Cualquiera que sea su objeto, la acción de pensar/meditando o de meditar/pensando se tiene por recomendable y curativa. En realidad la mera actividad de pensar -con o sin meditación incluida- procura, aparte de los bienes metafísicos, un placer tan interesante como atractivo.

El ejercicio del pensamiento, aparte de su utilidad como instrumento científico o camino de perfección moral, constituye, una segura opción de entretenimiento. Los animales, tarde o temprano, transmiten a través de su rostro una impresionante sensación de tedio. Un aburrimiento básico y ancestral que se corresponde con la falta de verdadero pensamiento. Por contraste, los seres humanos tienen a disposición una fuente inagotable de amenidad, juego, tragedia o drama, en el interior del pensamiento hasta llegar al punto de que si alguien cercano nos contempla en silencio se ve tentado a interrogarnos sobre aquello que pasa por nuestros pensamientos. En este y otros casos la reserva sobre nuestros pensamientos potencia objetivamente su interés y su contenido magnético. Con el pensamiento se alcanzan espacios insólitos, combinaciones emocionales infinitas y una retahíla de relatos que mediante la razón, la imaginación o el azar se dicen y desdicen en una trama igual o superior a las intrigas escritas, televisadas o radiadas. Este medio, asociado hasta nuestra época de entretenimiento audiovisual con lo profundo, lo serio, lo utilitario y cabal ha ido liberándose de su primera misión humanista y su papel de supuesta herramienta espiritual para el perfeccionamiento interno. /upload/fotos/blogs_entradas/el_pensador_de_rodin_med.jpgAhora el pensamiento es como el cine, los videojuegos y los You Tube. Se trata de una facultad tan flexible, transformista, plástica, intangible y portátil que desafía a todos los i-pods y los e-books, las cámaras y los móviles más ligeros de peso material y más complejos en sus composiciones electrónicas. En el pasado todo pesaba, incluido el pensamiento pero hoy lo más nuevo, como este pensamiento en alza, no gravita ni tiene por qué ser grave. A "El pensador" de Rodin se le constata abrumado y sombrío por el solo hecho de ponerse a pensar. Ponerse a pensar era ponerse en situación de sopesar la existencia y sus departamentos de amenazas, muerte o destino. Pero hoy, no obstante, cunde otro pensamiento no necesariamente tenebrosos ni trascendente, no redentor ni purificador, ni benéfico ni profético que elige como destino central pasarlo bien. Y no necesariamente por evocación de esto o lo otro exterior y excitante sino por el juego mismo de pensar y dejar a la mente complacerse en sus ríos y laberintos. Todo pensamiento, empotrado en nosotros, actúa como un elemento piezoeléctrico que junta la emoción con la razón, lo trivial con lo severo, lo inteligente con la gente. El pensamiento fluye desde un diamante primordial donde la emoción y la reflexión se funden. Desde un centro individual tan concurrido como sería el bullir de nuestro más íntimo parque temático.

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3 de noviembre de 2008
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Lo incalculable

Algo tan extraordinario como hermoso de esta Crisis es su personalidad incalculable. La crisis parece gigantesca pero sin cálculo posible. Su incalculabilidad forma parte de su identidad. No posee medida, no se puede calibrar ni presumir su devenir. Desmesurada en todos los sentidos. Sin cifras seguras hacia adelante o hacia atrás, sin límite a su profundidad ni extensión, ni ponderación del peso propio de su duración, su volumen o su densidad material. La magnitud de esta formidable monstruosidad alcanza un grado que desdice su graduación y en consecuencia su calificación aproximada. Se trata por tanto de una crisis tan difícil de calificar que la socorrida nominación de "financiera" apenas alude a un inicial componente del problema cuya complejidad ha estallado precisamente de su naturaleza perversa y elusiva a la estimación cabal.
 
Se trata en consecuencia de una crisis delirante que pertenece al interminable universo de la fantasía y escapa a la razón, la certidumbre y el control.
¿Control? El supremo interés de las autoridades ha sido comprobar si las muchas medidas anticrisis producían algún efecto que indicara un principio de control. Medidas de diferente especie para restablecer el orden de un caos que atribuyéndole un vagoroso principio no se le augura ningún concreto final. La efectividad de las medidas indicaría la detección del mal o parte del mal y su intención correctora permitiría confiar en un límite del desafuero, algún linde con que aplicar una forma de cálculo y contra el pavor de la incalculabilidad.
 
La incalculabilidad o su pavor constituyen significativas cualidades del Mal. El Mal crea pánico en coherencia con su alma desmedida o acaso infinita. De este modo, el Mal no se sacia, engulle infinidad de víctimas y billones de euros, se extiende sin coto, alcanza con su destrucción la máxima devastación del conocimiento y su imaginaria aplicación. El Mal avanza sin fin o acaso, en algunas circunstancias, persigue una suerte de devastación óptima, un punto de gran calamidad en cuya cúspide se complace finalmente. Donde se halla ese lugar y su entorno es un arcano. Un espacio imprevisible, indescriptible e ignorado. Espacio aciago y semejante al que pertenece la actual crisis financiera de la que se ignora prácticamente todo y cuya potencia actúa como el mal puro.
 
El Mal sin paliativos. El Mal sin diferencia de regiones, clases y credos, animales, teatros o sexos. Todo se halla en crisis. O más aún: toda la realidad es igual a la crisis. Siendo la crisis un incalculable enigma, tal como correspondería a la fuerza genuina de lo mágico, la pérdida del sistema racional, el desplome de las referencias, los seguros, los bancos, la quema del capital. Y, a su vez, del trabajo, el comercio, el consumo, el crédito, la esperanza. La desacreditación total.

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31 de octubre de 2008
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Crisis y amor (2)

En el principio, mundo y yo, creándose mutuamente, forman un absoluto total tan inexorable como deshabitado. Porque tal como ha demostrado la física moderna y confirma el paradigma hologramático en toda la ciencia la percepción y lo percibido, lo percibido y la percepción son parte de un continuo que se comporta como una tinta desleída en el agua. En ese movimiento el yo se deshace o se liquida. Es precisa la asistencia de alguien más para que la dialéctica deje de ser un desleimiento y se convierta en más que una laguna o un espejo, un fluido o una débil aleación.

Efectivamente no hay preexistencia del espacio ni preexistencia del tiempo, no hay universo antes de nuestra contribución de manera que la concreta realidad del yo, el yo sólido, se encuentra necesariamente unido a la imagen del mundo que se realiza y brota simultáneamente ante la presencia del yo. De esta fórmula se deduce que la soledad se sienta como un veneno casi letal y en su constatación se pruebe el sabor del caos. Hace falta alguien más para que la escena persista, se mueva y no colapse.

De este modo, la falta de relación con los demás equivale a dejar de vivir. La muerte anida en el vacío de la desunión o se posa en la oquedad de una ausencia. El mundo sólo conmigo se borra sin figura ni destino.

Gracias al amor de otro, a la amistad con otro se tiende, en cambio, un lienzo que anula el caos, se crea como una red que protege del barranco y amanece también una medicina que invita a producir, crear y multiplicar los lazos. De todo este proceso hay incontables ejemplos en el arte, en los media, en la economía, en la ciencia, en las teorías de la física cuántica y en las investigaciones positivas de la neurobiología. Existimos en cuanto seres embolicados, insertados, enredados. La crisis es la rotura progresiva de la confianza amorosa, la paradójica liquidación de los cuerpos amantes por la escasez de liquidez. La desaparición del futuro por exceso de desconfianza. La morbosidad de la atmósfera por efecto del virus del miedo, la plaga de la quiebra, la quiebra o la morbilidad.

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30 de octubre de 2008
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Crisis y amor (1)

No sólo el amor parece insustituible para sentirse feliz; sin alguna forma de buen amor caeríamos muertos.

De esta manera tan sencilla se explica la clave de la condición humana puesto que no hay humanidad sin textura amorosa, no hay red social sin enlace humano, no hay efectividad sin afectividad.

De una u otra manera, incluso las empresas, los asesinos, los financieros se aman, se requieren se asocian o se coaligan para sobrevivir como tales o como algo más. Todo comercio, a su vez, reproduce en su nódulo de contraprestación el modelo mismo del intercambio amoroso que es la base crucial de la pareja, el sentido del acoplamiento y la magia de la copulación.

Cualquier doctrina que haya creído ver en el amor una donación sin más no ha entendido nada del básico bien de la coyunda, representada desde el encastramiento de los seres humanos al engranaje de las máquinas, desde el motor de la vida hasta el motor de explosión, sus émbolos y sus cilindros, el tú y yo de la dialéctica que relaciona.

Empezando por el don de Dios la contraprestación es ineludible. Si la divinidad se sostiene es gracias a la creencia de los fieles o, más exactamente, si existe, debe atribuirse a que los seres humanos producen con su necesidad ese suculento alimento de la providencia que todo lo puede dar. Creer y amar se cruzan en una misma insignia. No es Dios el creador de los hombres sino que Dios resulta de la fantasía que nace de su anhelo o su ansiedad.

Pero, a la inversa, una vez Dios en escena, también se hace verdad que los seres humanos se ven apegados a él tal como si faltos de sustancia no lograran sobrevivir. Dios, es así, en cuanto panal o dulce coagulación del amor humano, como un polo de energía que atiende la soledad suavemente, que atenúa la desesperanza o la borra, que neutraliza la confusión y promueve, mediante la fe, el milagro de la autoestima.

Porque siendo la pérdida de la autoestima una enfermedad prácticamente mortal que únicamente se cura soplando desde afuera al corazón un espíritu en que se confía y de quien se deduce la autoconfianza posterior. Del corazón conectado con otros corazones amados se genera un seguro contra el descrédito personal y contra el despeñamiento del yo que llegaría a ser ciego, caería en el abismo sin el soporte de alguna convicción sólo posible por aseveración de otro.

Todo yo, cualquier yo, sólo existe de pie en relación con otro. Todo yo crea automáticamente un mundo a través de su presencia pero el mundo, a la vez, se encarga de hacer el yo. No hay un mundo sin yo ni un yo sin mundo. Esta es la primera evidencia y la primera soledad. La amorosa compañía de otro, sin embargo, crea un punto de mira, una mirada que afirma mutuamente y produce el mundo como un ámbito, el mundo habitable que nace con la pareja del yo.

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29 de octubre de 2008
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El Boomeran(g)
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