Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Blogs de autor

Fibra pretoriana

"Hice la campaña sin consultar a nadie: no habría hecho nada de provecho si hubiera tenido que conciliar mi punto de vista con el de otro. Si me imponéis obstáculos de todo tipo; si debo explicar todos mis pasos a los comisionados del Gobierno; si estos tienen derecho a cambiar mis movimientos, a quitarme o a mandarme más tropas, no esperéis nada bueno. Si debilitáis vuestros medios dividiendo las fuerzas; si rompéis en Afganistán la unidad de pensamiento militar, os lo digo con dolor, habréis perdido la mejor ocasión para imponer las leyes en Afganistán".

Stanley McChrystal es un militar duro y fibroso, todo músculo y cabeza, sin una gota de grasa ni una concesión a la frivolidad. Su única estética es la militar, la de la fuerza bruta debidamente domesticada y comandada. Su biografía no admite dudas sobre el carácter y la fuerza de este hombre con vocación de caudillo. El reportaje que Michael Hastings publica esta semana en Rolling Stone documenta el tipo de militar que hasta ayer comandaba las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán. Como cadete en West Point fue un adolescente indisciplinado y rebelde, dispuesto siempre a asumir riesgos y a meterse en todos los líos. El periodista describe la academia militar de la época en que estuvo McChrystal como "una potente mezcla de testosterona, hooliganismo y patriotismo reaccionario". McChrystal no es un intelectual, sino un hombre de acción. Aunque tuvo su año sabático en Harvard, donde se puso al día en asuntos políticos en la Kennedy School of Government, lo suyo es la acción militar y de alto riesgo. Algunos comentaristas le han comparado erróneamente con el otro general de cuatro estrellas, David Petreaus, el comandante en jefe en Irak que le sustituirá en Afganistán, este sí, un universitario y hombre de pensamiento. El grueso de la trayectoria de McChrystal ha transcurrido en las fuerzas de asalto, los Rangers, con los que se labró su fama de comandante implacable y eficaz, especialmente en Irak, donde se hizo célebre por participar personalmente en misiones de patrulla nocturna y entrar en combate junto a sus soldados. A sus fuerzas se deben la detención de Sadam Husein y la muerte del líder iraquí de Al Qaeda, Musab al Zarqaui, pero también la fama de Camp Nama, un centro de interrogatorio donde sus soldados torturaron a detenidos iraquíes, y el escándalo de la muerte por fuego amigo del jugador de fútbol americano Pat Tillamn, presentada como una caída heroica en combate por el general. Con estas credenciales no es extraño que fuera el niño mimado de George W. Bush y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, responsables de su ascenso a general en 2001. Con ellos actuó de portavoz del Pentágono durante la guerra de Irak, por lo que comparte la responsabilidad de parte de las manipulaciones y ocultaciones. La llegada de Obama a la Casa Blanca poco afectó a buena parte de los militares más implicados en las operaciones en Irak y Afganistán, al contrario. Entre otras razones porque el propio secretario de Defensa, Robert Gates, ya lo fue de Bush en el último tramo de su presidencia. Pero el nombramiento de McChrystal como comandante en jefe en Afganistán, en 2009, sí se identifica con la nueva estrategia de Obama en el país afgano, hasta el punto de que con su destitución tambalea todo el esquema de contrainsurgencia destinado a permitir la salida de las tropas en julio de 2011. McChrystal, en realidad, no podía estar de acuerdo con los planes de Obama para salir de Afganistán y solo se adaptó a ellos para intentar sacar más de lo que ya estaba recibiendo. Su objetivo era obtener más medios y tropas e intentar alcanzar una victoria militar limpia y clara, en vez de una retirada gradual con el traspaso de responsabilidades al gobierno de Karzai. El reportaje de Rolling Stone pudo ser, en su intención, un nuevo medio de presión sobre la Casa Blanca, en la misma línea de la filtración a la prensa a finales de 2009 de un informe en el que pedía un incremento de 40.000 soldados. En aquella ocasión Obama le llamó a capítulo. Ahora, además del acto de indisciplina intolerable, Estados Unidos se ha infligido un revés a sí mismo en la guerra de Afganistán, donde las cosas andan de mal en peor y se atisba un final poco glorioso para Washington y para la Alianza Atlántica. Hay muchas citas célebres sobre Afganistán, país donde caen todos los imperios. Las frases con que se encabeza este artículo podrían haber salido de la pluma de McChrystal, pero hay una pequeña modificación respecto al original: en la cita original, donde dice Afganistán decía Italia, país donde nunca combatió nuestro general e hizo en cambio la fortuna militar su autor, de sobra conocido, que responde al nombre de Bonaparte.

Leer más
profile avatar
24 de junio de 2010
Blogs de autor

El militar deslenguado

La época de Obama no ha cambiado el estereotipo sobre cómo debe ser un jefe militar norteamericano. Sobre sus modales toscos, su pésima consideración de los políticos, su desprecio de los europeos y sobre todo de los franceses, y lo que es más grave, su escaso sentido de la autoridad presidencial y de la jerarquía entre las instituciones, algo que siempre hace temer lo peor en cuanto a sus ideas sobre las relaciones entre poder civil y poder militar. Lo único que ha cambiado con la época es la rapidez y eficacia de las comunicaciones: estas cosas se saben más y mejor que antes y se publican en estupendos reportajes y saltan a la escena incluso antes de que lleguen los ejemplares a los quioscos.

El lunes por la noche empezó a chisporrotear, ayer atizó fuerte la tormenta y hoy terminará con un rayo presidencial que debería teóricamente fulminar al militar deslenguado y pretoriano. Pocas disculpas pueden serle útiles a Stanley McChrystal, el general al cargo de la pieza más delicada del tablero militar norteamericano, el Afganistán sin orden ni solución donde campan los talibanes. En el reportaje de Rolling Stones sólo queda un títere con cabeza: Hillary Clinton. El resto, desde el presidente Obama hasta la OTAN, pasando por el vicepresidente Biden, el consejero de Seguridad Jones, el enviado especial Richard Holbrooke o un ministro francés, quedan de gilipollas para arriba. La gravedad del asunto es doble y tiene la forma de un dilema: a un serio problema de disciplina, en el que es imprescindible que se restablezca la autoridad del poder civil sobre los militares, se suma la situación de Afganistán, cada vez más embarrada y de gestión imposible. Si Obama le destituye para dejar las cosas claras sobre quién manda se inflige a sí mismo una severa derrota política en el escenario afgano. Todavía es peor si no lo hace. McChrystal, de momento, ha destituido a su jefe de prensa, responsable del reportaje y de las numerosas anécdotas que lo esmaltaban de críticas y desconsideraciones; y no tan sólo no ha desmentido ni una sola de las afirmaciones sino que ha pedido excusas. Quizás es lo más grave del asunto: el general pudo conocer parte del reportaje antes de que se publicara y no se opuso a su publicación, entre otras razones porque no debió disgustarle cómo sale parado de la historia. Nadie va a discutir la verdad del reportaje. McChrystal es exactamente como lo pinta la revista, y esto es lo más inquietante del caso, aunque tenga tantas explicaciones como se quiera. A fin de cuentas, sólo en los países que no tienen dificultades para utilizar la fuerza militar a la hora de resolver los problemas se dan personalidades militares como la de McChrystal. (Enlace con Rolling Stone).

Leer más
profile avatar
23 de junio de 2010
Blogs de autor

La presidencia que ha cambiado a Zapatero

?Por primera vez en tres años desde que empezó la crisis financiera un líder europeo ha hecho algo inteligente y sorprendente?. Lo firma Wolfgang Münchau, en el Financial Times, y el líder en cuestión es ni más ni menos que José Luis Rodríguez Zapatero. La presidencia semestral española de la Unión Europea, que termina el último día de junio, ha permitido al menos el milagro portentoso de que el diario que empezó dudando de la capacidad de Zapatero para comandar los destinos de los 27 termine coronándolo como líder excepcional por su inteligencia y capacidad de sorpresa. ¿Qué ha sucedido? ¿O acaso no sabemos valorar en casa lo que tenemos?

La decisión unilateral de publicar los resultados de las pruebas de solvencia (stress test) realizadas a los bancos españoles, desencadenando así su publicación por parte de todos los países, incluyendo los bancos alemanes, es lo que ha suscitado la aprobación admirativa del célebre columnista del FT por el salto adelante que ha significado para la UE en cuanto a transparencia de sus instituciones financieras. Si se suma esta decisión a la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera por valor de 750 millones de euros como fondo preventivo ante cualquier insolvencia de las finanzas públicas, y se le añaden numerosas decisiones de estrechamiento de la vigilancia presupuestaria y financiera, control de fondos especulativos y agencias de rating y primeras incursiones en una nueva fiscalidad sobre los bancos y sobre las transacciones, tendremos uno de los paquetes más trascendentales de la construcción europea desde la creación del euro. Hace falta que todo esto culmine, pero de momento Zapatero ya se ha apuntado el tanto que le reconoce Münchau sobre la transparencia y otro igual o más importante que nadie sensatamente puede hurtarle con este final trepidante y exitoso de su semestre presidencial: ha sido como en un largo partido de baloncesto en el que iba perdiendo por dos puntos hasta el último segundo cuando consiguió una cesta de tres antes de que sonara el silbato de final de partido. Hemos rozado la catástrofe, de eso no hay lugar a duda; y el sólo hecho de evitarla es en sí mismo un enorme éxito. Se ha ganado el partido y el play-off. Además, antes de empezar la presidencia habíamos situado el listón de las expectativas a una altura absolutamente fuera de toda lógica. Parecía que en estos seis meses Zapatero iba a cambiar Europa e incluso el mundo y el universo si nos atenemos a las palabras grandilocuentes de Leire Pajín. Iba a hacerlo, ciertamente, en un momento especialmente difícil: justo cuando empezaba a aplicarse el Tratado de Lisboa, con la definición de los nuevos cargos que le dejaban sin protagonismo en el Consejo Europeo; justo también cuando el nuevo mundo multipolar, con los BRIC en cabeza, empezaban a arrinconar a Europa en las grandes negociaciones y tratos internacionales; en pleno desfallecimiento de las ideas y los liderazgos europeístas y durante el despliegue de la presidencia de Barack Obama. Pero así empezó Zapatero, tan campante, con su sonrisa feliz frente a todo. Al final, ha sido la presidencia europea la que ha cambiado a Zapatero y le ha hecho caer del guindo en que se había instalado, sin reconocer la crisis, anunciando brotes verdes y negando las evidencias cada semana. Se lo reconoció con otras palabras a su comensal de cabecera: ?Íbamos a reformar los mercados y los mercados nos han reformado a nosotros?. Este efecto de la presidencia europea sobre Zapatero es, junto a la cumbre de clausura que ha enderezado el rumbo económico, lo mejor del semestre europeo que ahora concluye. El presidente tiene ahora peor imagen y terribles pronósticos electorales, pero sin duda alguna es mucho mejor presidente que en enero cuando inauguró la presidencia europea o se sentó en Davos a negarlo todo ante los periodistas de todo el mundo, los del FT incluidos. (Enlace con el artículo de Münchau).

Leer más
profile avatar
22 de junio de 2010
Blogs de autor

Después de la crisis, Cataluña

Nuestra sociedad hipercomunicada es capaz de las mayores incomunicaciones. Apenas han suscitado informaciones y comentarios dos entrevistas, emitidas con poco más de una semana de intervalo con motivo del octogésimo cumpleaños de Jordi Pujol, presidente de Cataluña desde 1980 hasta 2003. Se trata de dos documentos excepcionales, tanto la primera entrevista, emitida el 9 de junio en directo, como la segunda, un documental montado a partir de varias entrevistas realizadas desde principios de mayo y emitida este pasado jueves, ambas por TV3. La duración es similar, casi una hora, y similares los temas suscitados; pero son muy distintas en viveza y frescura, mayores en las preguntas y el talento periodístico de Josep Cuní, y en dramatismo y en lenguaje visual, extraordinarios en la realizada de Manuel Huerga, con preguntas de Miquel Calzada. Lo extraño es que estos dos documentos, de valor noticioso pero también histórico, hayan conseguido limitar su repercusión a las páginas y columnas de televisión.

De las dos horas de conversaciones sólo quiero destacar un hilo temático. Europa no tiene proyecto. El catalanismo ha agotado su camino. España es una nación fuerte y avasalladora que terminará comiéndose a Cataluña y su lengua. El independentismo merece una simpatía comprensiva e indulgente: pero hay pocas dudas sobre su irrealismo e inviabilidad política, no económica evidentemente. Pujol no quiere decir con todas las palabras todas estas cosas, duras como pedernal, porque no quiere convertirse en un personaje de la desesperanza. Pero eso es lo que se trasluce de sus palabras, y sobre todo de los funerales de Sefarad, el mito poético creado por Salvador Espriu sobre una España reconciliada y plural, que anuncia y declara una y otra vez con palabras graves e incluso solemnes: ?El camino está cerrado?; ?la solución de Espriu y de Vicens Vives no ha funcionado, y ahora nos ofrecen que liquidemos esto de Cataluña en treinta o cuarenta años?; ?la respuesta que nos llega ahora desde España es que no somos nada, que España debe ser como Francia, una sola lengua y una sola cultura, el resto no existe?. No sabemos cómo será el paisaje del mundo después de la crisis. Lo único que conocemos es el grado de desconcierto y desorientación, de la que son una medida estos dos magníficos documentos televisivos sobre Pujol. ?Hay que encontrar de nuevo el camino?, dice el presidente. ?No tenemos una fórmula de recambio a lo que inspiró y funcionó durante la transición?, añade. El notario Juan José Burniol, en sintonía con Pujol en esta cuestión, ha señalado que ya no quedan márgenes: o la España federal que la propia España real no admite o la independencia. Nadie, desde el campo nacionalista, apuesta ya por recuperar aquellos caminos del diálogo y del respeto anhelados por Espriu en La Pell de Brau; tampoco o apenas desde fuera de Cataluña, aclarémoslo. Pujol es un héroe de la retirada, como lo han sido los grandes políticos del siglo XX. Artistas del repliegue desde posiciones ideológicas encastilladas hacia el pragmatismo. Pero en su caso con una paradoja: eran muy pocos los encastillados al principio; no tuvieron muchos problemas en someterse al realismo, que utilizaron, legítimamente por supuesto, para acrecentar sus filas. Ahora son más: Cataluña se halla en una posición incomparablemente ventajosa en relación a hace 50 años, cuando Pujol empezó sus combates, pero en cambio son muchos mas los decepcionados y embravecidos. Cabe preguntarse, por tanto, hasta qué punto esta sensación de fracaso es producto de la coyuntura o amenaza con quedar incrustada en las futuras relaciones entre catalanes y españoles. Antoni Castells, conseller de Economía y destacado dirigente del ala más catalanista del PSC, proporcionó la semana pasada un inicio de respuesta al callejón sin salida del nacionalismo en la jornada organizada por EL PAÍS bajo el título Catalunya després de la crisis. ?Estamos a punto?, dijo. Cataluña se encuentra preparada como nadie más en España para salir de la crisis y preparada para tirar de nuevo del crecimiento de España, con su economía internacionalizada y sus exportaciones. No es verdad que esté perdiendo peso industrial en relación a Madrid, como dice el primer mandamiento de los decepcionados. Es la hora de Cataluña y es la hora de la política, remachó en un apasionado discurso con ecos del propio Pujol. Hay que volver a empezar. Sefarad está viva. ¿Después de la crisis?: Cataluña. (Enlaces: con la entrevista de Josep Cuní en 'Els matins' de TV3; con 'Jordi Pujol, 80 anys' de M anuel Huerga.)

Leer más
profile avatar
21 de junio de 2010
Blogs de autor

Necesitamos un Despacho Oval

Antes Europa no tenía número de teléfono. Lo dijo en plan gracioso Henry Kissinger hace muchos años, pero ahora, cuando cualquier familia tiene más móviles que hijos, alguien ha instalado un teléfono en Bruselas y ha ido repartiendo el número, empezando por el prefijo 32 que todavía une a flamencos y valones. En el listín quizás se encuentra buscando por Van Rompuy, Herman, presidente del Consejo Europeo. ¿O no será por Ashton, Catherine, la alta representante de la Política Exterior?

Ahora que tenemos teléfono y número, vemos que nos hemos equivocado. No era un problema de comunicarnos con el exterior. Era un problema nuestro, aunque nos empeñáramos en ocultarlo. Lo que necesitamos son dirigentes políticos que sepan dirigir. En cada uno de los países europeos, pero todavía más en Europa. Necesitamos el líder o los líderes que nos saquen de este lío tremendo en que nos hemos metido. En Estados Unidos lo tienen resuelto desde hace tiempo. Tienen el teléfono y el número. Tomen nota: 202 456 1414, marcando antes 001. Pero tienen el puesto de mando, el Despacho Oval. Así las cosas son mucho más fáciles. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? El doctor Kissinger consiguió despistarnos con su chiste. Hay que encontrar gente dispuesta a dirigir primero sus países y luego a dirigir Europa, y para ello hay que ponerle un despacho rumboso, lleno de historia como el que tiene el presidente norteamericano. Lo recordaba Antonio Caño el miércoles a propósito del mensaje de Obama sobre el espantoso vertido de petróleo en el golfo de México: ?George Bush habló desde el Despacho Oval tras los atentados del 11-S. John Kennedy lo hizo en medio de la crisis de los misiles de 1962. Ronald Reagan, tras el accidente del Challenger. Richard Nixon anunció desde el Despacho Oval su dimisión por el escándalo del Watergate?. Europa necesitaría ahora alguien que nos hablara desde nuestro Despacho Oval. Alguien capaz de decirnos la verdad sobre la crisis económica en vez de contarnos el cuento de Caperucita Roja y el lobo. Que nos persuadiera sobre la necesidad de estas reformas tan dolorosas que tenemos que hacer. Que aprovechara la crisis para hacer bien las cosas, como intenta Obama siguiendo los consejos de su jefe de gabinete Rahm Emmanuel. Que nos convenciera sobre el nuevo modelo productivo más verde y competitivo que debemos organizar. Que convirtiera la inmigración en oportunidades y no en amenazas. Que nos acercara a Turquía en vez de ensimismarnos en una Europa cada vez más occidental. Que apostara por más y mejor Europa, en vez de más naciones y peor unión de los europeos. Cuando EE UU está copiando algunas cosas buenas nuestras, lo mejor que podemos hacer los europeos es quedarnos con lo bueno que tenemos y copiar lo bueno que tienen los norteamericanos.

Leer más
profile avatar
20 de junio de 2010
Blogs de autor

Crepúsculo, no aurora

De seguir el actual camino, en otoño habrá elecciones de nuevo en Alemania. La coalición de centro derecha que entronizó por segunda vez a Angela Merkel en la cancillería ha resultado un bluff. Quizás ella misma, tan buena canciller en su gran coalición con los socialdemócratas, sea un bluff. En todo caso, el desgaste de la coalición es brutal. Ahora mismo, según todas las encuestas, recuperaría el poder una coalición roja y verde como la que encabezó Gerhard Schroeder. La valoración de la canciller se halla por los suelos: el 45% de los alemanes no tienen confianza alguna en su gobierno, unos niveles de desaprobación más altos que los registrados en Francia, Italia o España. La crisis que asoma las orejas en Berlín puede ser la gota que colme el vaso. Se verá el 30 de junio, cuando un colegio electoral especial, la convención federal, formada por los diputados del Bundestag más un número igual de representantes nombrados por los estados federados, elija al presidente de la República. No habrá problemas si vence el candidato de Merkel, hasta ahora presidente de Baja Sajonia; pero si el voto de la actual coalición se divide y sale Joachim Gauck, candidato de verdes y socialdemócratas, entonces empezará la fiesta.

El estado de las finanzas europeas no está para bromas y demanda un mensaje claro y contundente por parte de quienes pueden ejercer el liderazgo político, es decir, Francia y Alemania. Hoy debieran darlo junto a los jefes de Estado y de gobierno en el Consejo Europeo de final de semestre. Ya nos han dicho que hay acuerdo sobre la necesidad de un gobierno económico del euro, pero no lo hay, al contrario, sobre cómo debe ser. Menos todavía sobre el papel del Banco Central, rigurosamente independiente y obsesionado por la inflación para Merkel, y sensible también al crecimiento y al rumbo de las economías para Sarkozy. Si para Alemania todo debe construirse entre los 27 socios ?aunque no formen parte del euro o ni siquiera tengan intención alguna de incorporarse, como es el caso de Reino Unido? para Francia, en cambio, sólo deberían gobernar el euro quienes están en el euro, algo en lo que Sarkozy se encuentra con la compañía de la mayoría de socios. El riesgo de la actual crisis de liquidez, que coincide con los drásticos recortes del déficit, es que se produzca un acoplamiento con una crisis política que viene de lejos pero que puede terminar cuajando en un colapso de la coalición de centro izquierda alemana. En propiedad, la crisis política se ha ido incubando en la parálisis europea de los últimos diez años, desde el Tratado de Niza y el lanzamiento infructuoso de la idea de una constitución europea. Pero ahora, con la crisis económica, llega a los parlamentos nacionales y los gobiernos. Hace diez meses muchos europeos creyeron que los resultados electorales en Alemania iban a proporcionar al fin la divina sorpresa de que una mujer, originaria del desaparecido bloque comunista, a la altura de los tiempos y de las difíciles circunstancias que vivimos, se convirtiera en la dirigente capaz de gobernar su país y también insuflar al conjunto de Europa la sensatez y la voluntad para salir del marasmo. Aquellas elecciones contemplaron una gran erosión de los dos grandes partidos, sobre todo el socialdemócrata; un vertiginoso y a lo que se ve efímero ascenso liberal; la consolidación de Die Linke, la izquierda poscomunista unida a los disidentes radicales de la socialdemocracia; y una insólita fragmentación del paisaje político, conformado ahora por cinco fuerzas. Todo esto se leyó como una oportunidad para que Merkel cambiara de fórmula y encontrara finalmente la coalición que necesitaba para completar su recorrido, tan afortunado en su primer mandato en la cancillería. No ha sido así. Ahora se ve cómo la remodelación del paisaje partidista tiene que ver con lo que ha ido sucediendo luego en el resto de Europa: el ascenso de los populismos; el desgaste de los grandes partidos; y, finalmente, la dificultad para encontrar fórmulas eficaces de gobierno, que den seguridad y confianza a unas poblaciones necesitadas como nunca de líderes convincentes, capaces de generar consenso y de aplicar las políticas más difíciles y rigurosas. Como en la estampa tópica de la poesía romántica alemana, nos ocurre como a un durmiente que se despierta súbitamente, admirado por las luces que identifica con la aurora, para advertir con desconsuelo que se ha engañado y en realidad se trata del crepúsculo.

Leer más
profile avatar
17 de junio de 2010
Blogs de autor

El cortafuegos

Este es un problema optativo: no existía y lo hemos creado. Ahora nadie puede eludirlo y no hay más remedio que atacarlo de frente. Nadie había visto a bandas de hombres y mujeres enmascarados con burkas, nikabs, cascos de motorista y pasamontañas por los mercados municipales y las instalaciones de los ayuntamientos catalanes. Tampoco se había producido acto alguno de violencia, delito o ni siquiera un incidente de orden público provocado por estas pandillas de embozados que nadie ha visto por las calles de Cataluña. Y sin embargo, de pronto, distintos concejos municipales de toda la geografía catalana han discutido y aprobado resoluciones y decretos prohibiendo por razones de seguridad el acceso a las instalaciones municipales con el rostro velado por los distintos tipos de coberturas que se utilizan en algunos países islámicos.

No existía, pero las próximas elecciones municipales y l?air du temps lo han creado: ahora ya es un problema obligatorio. Es del género inocente, para no decir otra cosa, oponerse a estas iniciativas. Más inteligente y eficaz es cortar el nudo gordiano como lo ha hecho el gobierno de Zapatero, incorporando la prohibición del burka a la ley de libertad religiosa. Pero tan urgente o más es evitar que los populismos derechistas rampantes en toda Europa nos marquen la agenda política y nos dicten los problemas optativos que deberán convertirse en obligatorios. Hay muchas cosas en las costumbres y en los comportamientos de una nutrida franja de la población inmigrante que debiera preocuparnos más que el burka: por ejemplo, que las niñas no sean desescolarizadas en cuanto entran en la pubertad, que no sean repatriadas a sus países de origen para ser sometidas a la ablación o a matrimonios forzosos, que no se implante de forma subrepticia una poligamia esclavizadora, o que no se permita a los imames el ejercicio de una autoridad fáctica sobre comunidades recluidas y marginadas en guetos. La integración de los inmigrantes musulmanes, sobre todo los procedentes de las regiones más pobres y atrasadas, plantea un abanico de problemas que exigen debate y tratamiento respetuoso con los derechos y exigente con sus deberes como ciudadanos. La introducción del debate del burka en los ayuntamientos ha sido, en cambio, una iniciativa que no tiene nada que ver con la integración de los musulmanes. Es un intento de trazar una raya en el suelo que separe y divida, a los grupos humanos, a las comunidades y a los partidos, para sacar un provecho político y electoral, como parte de un programa más vasto todavía. El anterior intento fue la utilización del padrón municipal para convertir los instrumentos de integración en labores propias del ministerio del Interior. Quienes lanzan esas ideas se presentan como bomberos, pero son pirómanos que buscan el enfrentamiento y el conflicto, el río revuelto al que quieren tirar sus cañas electorales. Bien está, por tanto, el oportuno cortafuegos, pero harán falta muchos más esfuerzos para evitar que los numerosos pirómanos europeos no terminen encendiendo el choque de civilizaciones entre cristianismo e islam. Saben, además, que tienen la complicidad precisamente de aquellos a quienes dicen atacar: nadie más interesado en este choque que el fundamentalismo islámico.

Leer más
profile avatar
16 de junio de 2010
Blogs de autor

Sin relato nos hundimos

También la crisis le ha dado al relato en todo el rostro. Desde que empezaron a quebrar bancos por las hipotecas subprime, hace ya de eso tres años, hemos dado por muerto al capitalismo, ha regresado Keynes, hemos olido la apoteosis de la socialdemocracia pero la hemos visto hundirse electoralmente, de nuevo hemos saludado a Hayek y al final ya no sabemos a qué atenernos. El único relato que cuadra aquí sirve para asustar a los niños y es el de Caperucita Roja y el Lobo de los mercados. En tiempos tan revueltos y dados al populismo como éstos puede colar y cuela, pero sirve de bien poco para quienes desean obtener explicaciones públicas un poco más serias y consistentes.

Urge pues dotar de relato a esta crisis. Y esta urgencia es más pesada todavía para quienes se han visto obligados a dar un giro de 180 grados, o un viraje en forma de U como se dice en inglés, como le ha ocurrido a Zapatero. Ayer se lo dijo con todas las letras José Luis de Zárraga, a quien se le conoce como el gurú demoscópico o sociólogo de cabecera del presidente del Gobierno. ?Zapatero anunció las duras medidas de su plan de ajuste del gasto público sin explicación alguna; enmudecido para su electorado, vino a la tribuna del Congreso a decir: ?Esto es lo que hay??. El problema del Gobierno socialista no surge de la dureza de la crisis; tampoco de su obstinada ceguera ante su llegada; de su negacionismo no menos obstinado cuando se la ha encontrado en la despensa royendo las provisiones; ni de su creencia supersticiosa en la repetición de oraciones optimistas para conjurarla. Todas estas actitudes reprobables serían pecados veniales si no estuvieran acompañadas de un pecado mortal de necesidad como es dejar sin explicación alguna a tantos cambios de humor y a tantas decisiones contradictorias y a veces diametralmente opuestas y capaces de neutralizarse unas a otras. Ahora, al parecer, Zapatero ha empezado a hacer lo que debe hacer según los mercados y según gran número de expertos e instituciones internacionales. Pero no terminará de completar su caída del caballo mientras sea incapaz de encontrar una explicación coherente a tanto cambio y viraje, que le convenza a él mismo, pueda convencer luego a sus compañeros de partido y de Gobierno y sirva luego para convencer a sus conciudadanos. Con esto no tendrá garantía alguna de resolver el problema que le plantea Zárraga: ?Si el único discurso que escuchan es el lúgubre de la economía, los votantes se quedarán en casa?. Inventando incluso un relato convincente no está claro a estas alturas que sirva para recuperarse en cuanto a expectativas electorales. Pero hay más razones a favor del relato. Una política económica sin relato es una política económica con escasa credibilidad. No basta con mostrar las tijeras y demostrar su habilidad para utilizarlas, sino que hace falta además acompañar todo esto de una gran convicción y de una mayor capacidad para transmitirla. Sin ellas el lobo de los mercados seguirá asaltando a las caperucitas del cuento. También en esto ha sido aleccionado Zapatero por su consejero: ?Cuanto peor es la coyuntura económica, más indispensable es la política?. (Enlace con el artículo de José Luis de Zárraga ?Zapatero en la encrucijada?, publicado ayer en Público)

Leer más
profile avatar
15 de junio de 2010
Blogs de autor

¿Pueden evaporarse los países?

Segundo golpe en una semana. Al éxito de Geert Wilders le sucede ahora el de Bart De Wever. Dos neerlandófonos, a la cabeza de sendos partidos populistas, se han llevado el gato al agua en las elecciones de dos países europeos socios y vecinos. Otro partido demócrata cristiano, esta vez el flamenco, muerde el polvo. El mar de fondo es el mismo: en el océano de la globalización las diferencias las proporcionan las circunstancias locales, el rechazo que suscita la inmigración islámica en los Países Bajos y la pulsión separatista flamenca en el caso de Bélgica. Ambos partidos se han convertido en determinantes en los dos parlamentos vecinos, por lo que es altamente probable que se instalen en el gobierno. Han marcado la agenda en los últimos años, lo han hecho con la campaña electoral, y ahora todo conduce a que condicionen los programas de gobierno con sus propuestas en muchos casos de exclusión, aunque antes deberán atender a una cuestión que preocupa mucho más que el velo islámico en Holanda o que la lengua francesa en Flandes como es la crisis económica y sus efectos sobre el euro y la economía de ambos países.

En las elecciones belgas de ayer confluyen dos fuertes vectores de cambio. De una parte, un lento y persistente movimiento centrífugo que viene de lejos, medio siglo como mínimo, por el que cada elección es un paso más hacia la separación entre las dos comunidades que conforman el país, flamencos y valones. De la otra, la colosal turbulencia de la globalización, que rompe fronteras, mueve poblaciones, acopla economías, desoccidentaliza el mundo, encoge a los europeos y arruina y enriquece aleatoriamente según cómo golpean las olas de sus mareas. Ambos movimientos son los que han conducido a la Nueva Alianza Flamenca de De Wever a convertirse ayer en el primer partido de un país como Bélgica, cuya existencia considera obsoleta su programa. La NVA es una formación que no tiene ni siquiera una década de vida, y que se ha situado en el corazón del nacionalismo flamenco con un líder envuelto en todas las ambigüedades que suelen gustar a los suyos e inquietar a los otros. NVA conserva una posición moderada de centro derecha, como su predecesora Volskunie, pero es además abiertamente independentista y republicana. ?No vamos a declarar la independencia inmediatamente, Bélgica se evaporará de forma gradual?, ha declarado hace escasos días De Wever ante la prensa internacional. Muchos consideran que el nuevo líder del nacionalismo flamenco no es trigo limpio: señalan su asistencia a mítines de Le Pen y sus declaraciones exculpatorias con los extremistas flamencos simpatizantes del nazismo. Aunque la crisis económica apriete, todo el mundo entiende que la fuerza del nacionalismo separatista flamenco obligará a emprender una nueva reforma del estado, la sexta desde 1970, y a resolver el conflicto lingüístico que plantea la circunscripción electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde. Las complicaciones que esperan ahora a los belgas descartan cualquier posibilidad de protagonismo en su presidencia europea, que empieza el 1 de julio al terminar la española. La formación de un gobierno es una de las operaciones más largas y delicadas de la política belga. El protagonismo temporal es para unos intermediarios que nombra el rey para negociar con los partidos bajo los curiosos nombres de informadores, formadores, negociadores, facilitadores o moderadores, según el momento y carácter de los tratos políticos, y nadie estará para la presidencia europea. La más larga de estas operaciones se produjo después de las elecciones de junio de 2007, sin mayoría clara de gobierno. Ahora, paradójicamente, un belga francófono y socialista, de origen y nombres italianos, Elio di Rupo, puede ser el hombre de la situación, e incluso el primer ministro. Si tarda en llegar, como ha sucedido otras veces, otro belga, el flamenco Herman van Rompuy con su gabinete de asesores, también flamencos casi todos, será quien sacará provecho de la interinidad como presidente del Consejo Europeo y asumirá todo el protagonismo del turno semestral de su país al frente de los consejos de ministros de la Unión Europea. No será tan sólo protagonismo: dos presidencias seguidas en crisis, la económica española y la política belga, conducen a la extinción práctica de la presidencia semestral. Rompuy puede darse por satisfecho. Quizás Bélgica llegue a evaporarse algún día, pero no sus políticos. Lo que se evapora, de momento, es la presidencia semestral de la Unión Europea.

Leer más
profile avatar
14 de junio de 2010
Blogs de autor

El cóctel del miedo

Inmigración, impuestos, delincuencia y Unión Europea. Estos son los cuatro ingredientes del cóctel populista que triunfa en todas las barras europeas. Su base se resume en una palabra: miedo. Agitados y mezclados en proporciones adecuadas a cada país dan los resultados que conocemos, de momento electorales, en Italia como en Hungría, en Dinamarca como en Francia, y ahora, en grado superlativo, en los Países Bajos, donde el Partido de la Libertad, que lidera Geert Wilders, es el que mejor ha sabido servir la mezcla, en su caso con un toque directamente islamófobo.

Estos cócteles funcionan porque se nutren de ingredientes reales, sentimientos a pie de calle, irracionales en casi todos los casos, pero en absoluto inventados por los maquiavelos extremistas. Tienen además la virtud de que desbordan a los partidos que los utilizan. Si Wilders ha llegado tan lejos es porque roba votos a puñados de los partidos tradicionales, las viejas formaciones de masas europeas, representantes de ideologías moderadas y correctas, que han sido de gran utilidad durante más de medio siglo, pero no han sabido luego renovarse y reconectar con los ciudadanos. Hay que partir de un principio: todo lo que se ha dicho de la socialdemocracia vale también para la democracia cristiana. Cuando el sistema que hemos conocido hasta ahora empieza a caerse a trozos, vemos con nitidez que ambas ideologías eran en realidad los dos brazos de un mismo árbol, responsable de la mayor parte de las cosas buenas que tenemos, como la Unión Europea, el Estado social, o la era más larga de paz, prosperidad y estabilidad de la historia. Y si ahora han entrado en una severa crisis, es porque con la globalización y las turbulencias financieras han entrado también en la zona de lo contingente tanto el Estado de bienestar como la construcción europea; y porque aquellos viejos partidos no tienen idea de cómo acompañar a los ciudadanos en el camino hacia esta nueva Europa que saldrá de la crisis y sobre la que de momento todavía nada sabemos. El ejemplo holandés es explícito: ha sido la democracia cristiana la que ha mordido el polvo como nos tenía habituados en los últimos años la socialdemocracia. Su líder y primer ministro, Jan Peter Balkenende, ha sufrido la humillación de quedar desplazado hasta el cuarto puesto. El partido de Wilders es ahora la fuerza imprescindible, incluso para formar gobierno, con ideas tan peregrinas a cuestas como imponer un impuesto al velo femenino, prohibir el Corán o cerrar el Parlamento Europeo. Ante el cóctel del miedo podemos rasgarnos las vestiduras y escandalizarnos como fariseos. Pero sería más útil que todos, ciudadanos y responsables políticos, intentáramos una seria reflexión sobre sus causas y sobre la marcha de nuestras sociedades y nuestras democracias.

Leer más
profile avatar
13 de junio de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.