Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Blogs de autor

Voces europeas

De las palabras a los hechos. De los discursos de la pasada semana a los hechos de la semana que hoy empieza. En los últimos siete días hemos escuchado varias voces destacadas: el viernes, las de la canciller Angela Merkel en una sesión de explicación sobre la próxima Cumbre Europea en el Bundestag y del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en su primera comparecencia ante el plenario del Parlamento Europeo; el jueves la de Nicolas Sarkozy en un mitin ante 5.000 militantes y simpatizantes en Toulon; y el lunes la de Radoslaw Sikorski en una conferencia organizada por el diario Die Welt y el think tank Deutschen Gesellschaft für Auswärtige Politik (DGAP) con motivo del final de la presidencia polaca de la UE. A partir de hoy, además de las voces, empezaremos a encontrarnos ya con las propuestas, que culminarán, esperemos, en la Cumbre de los días 8 y 9.

Merkel explicó las líneas generales y objetivos de la propuesta que discutirá hoy con Sarkozy en París y llevará luego a la Cumbre. Se trata de reformar los tratados europeos para avanzar en la unión fiscal dentro del marco institucional de la UE, es decir, bajo control de la Comisión y jurisdicción del Tribunal de Luxemburgo. La dureza de su mensaje es bien clara: primero, las normas están para cumplirse; segundo, el cumplimiento debe ser controlado estrechamente; y tercero, quien no cumpla debe ser sancionado. Merkel descarta totalmente los eurobonos que casi todos los otros socios defienden y lo hace por varias razones: cree que más deuda no va a solucionar un problema de endeudamiento; que tampoco resuelve el problema de falta de competitividad de las economías meridionales; y que manda una pésima señal a los malgastadores de que alguien se hará cargo del gasto. Destaca el énfasis de Merkel en la independencia de los tribunales y del Banco Central Europeo, algo que va más allá de la crítica al manoseo que suelen sufrir este tipo de instituciones en boca de muchos políticos. Aseguró en su discurso que nada dirá ni censurará de estas instituciones y mucho menos sobre qué tienen que hacer, porque está en juego no tan solo su credibilidad sino también el funcionamiento entero del sistema. La UE es una unión de derecho y si el actual funcionamiento de las instituciones es imperfecto lo que hay que hacer es cambiarlo y mejorarlo pero no criticarlo desde los gobiernos. Hay un problema en la actitud de Merkel ante esta larga crisis, que ya ha producido enormes desperfectos con Grecia: su lentitud de reacción, su incapacidad para combinar la actuación urgente a corto plazo con las reformas a largo plazo de la UE. Sikorski casi dio con todos los argumentos en dirección contraria. Alemania es el primer beneficiario del euro tal como funciona ahora y no es ?una víctima inocente del despilfarro de los otros?: también rompió el pacto de estabilidad y sus bancos se cargaron de bonos de riesgo, mientras que ahora sus inversores pueden endeudarse a bajo coste después de vender los bonos de los países más expuestos. Advirtió del riesgo de una implosión de las economías vecinas que también afectaría a Alemania y señaló, con gran tino, que ?a pesar de su comprensible aversión hacia la inflación, el peligro de colapso es ahora una amenaza mucho mayor?. Apeló, finalmente, a la responsabilidad alemana, que considera ?especial?, pues están en juego, literalmente, ?la paz y de la democracia del continente?. Los discursos de la pasada semana se hallan en resonancia entre sí. Draghi manifestó su confianza en que ?el nuevo marco de vigilancia (presupuestaria y financiera) restaurará la confianza con el tiempo?, pero a la vez pidió ?una señal creíble?, que ?servirá para dar una seguridad definitiva en el corto plazo?. Merkel, en cambio, rechazó la posibilidad de que cupiera esperar un Big Bang, porque se trata de un proceso largo, comparable a correr una maratón, en la que alcanzar una gran velocidad al principio no garantiza que se llegue a la meta. Sikorski defendió dos valores complementarios como la responsabilidad y la solidaridad: ?Nuestra responsabilidad en las decisiones y procesos, y nuestra solidaridad a la hora de compartir las cargas?, frase de la que se hizo eco cinco días después la señora Merkel: ?No hay solidaridad europea sin responsabilidad nacional?. También resuenan, aunque de forma especial, las voces de Sarkozy y Merkel. La primera, en eco ampuloso de la segunda. Después de refundar el capitalismo ahora vamos a por la refundación de Europa. Da toda al impresión de que el presidente francés está preparando a sus electores para que encajen lo que será finalmente una aceptación casi íntegra del proyecto alemán. Algo que le va a doler por dos flancos sensibles: por un lado, el del Estado colbertista francés, acostumbrado a los déficits perpetuos, de tan buen rendimiento electoral; por el otro, el del soberanismo de matriz gaullista, que necesariamente debe resistirse a una entrega de poder fiscal a Bruselas y a sus instituciones y preferiría compartirlas ?a dos? con Alemania en un directorio europeo. Merkel destacó por su vestido negro y su sobriedad expresiva de Señora No: no a los eurobonos, no a un BCE que sea prestador de último recurso, no a la compra masiva de deuda soberana. Draghi, por su elegante rechazo de la propiedad conmutativa en la salida de la crisis; el orden de los factores sí altera en este caso el producto: primero el Pacto o Unión Fiscal y luego ya llegará la actuación del BCE. Sarkozy destacó por lo que destaca siempre: no puede salirse del papel que la vida política le ha asignado en este guión. No habló de Europa, sino de sí mismo, el presidente que dice siempre la verdad, que todo lo sabía y que siempre acierta. Y no propuso un plan para salir de esta (eso quien lo hace es Merkel) sino un plan para ganar la elección presidencial toreando el lío europeo en el que está metido. Sikorski fue entre todos los gobernantes el más agudo y certero de la semana, porque les dijo a los alemanes lo que nunca habían oído de boca de un polaco: que la principal amenaza para Polonia ya no eran ellos sino un colapso de la eurozona y que un polaco como él empezaba a temer ?menos el poder de Alemania que la inacción de Alemania?. ?Ustedes son la nación europea indispensable?, aseguró en su conferencia berlinesa. Estas cuatro voces contrastan con el silencio oficial español, del gobierno que se va y del gobierno que va a entrar, del presidente saliente y del presidente silente. En mitad de la niebla que ha caído con el traspaso de poderes la única voz que se oye, ayer domingo en EL PAIS, es la de Javier Solana, imagen todavía de la UE a ojos de mucho aunque no tenga cargo alguno, y su advertencia a Rajoy para que se ponga ?las pilas a la velocidad de la luz?. Una vez pasadas las elecciones, derrotado el PSOE y con Zapatero de despedida, ya se puede decir con claridad, como hace Solana, que a diferencia de la crisis anterior ?muchos de nuestros problemas están en Europa? y que por ello es indispensable ?encontrar los consensos nacionales? y ?volver a tener iniciativa en Europa?, algo para lo que se necesitan ?contactos y amigos?, contar con ?una buena red?, y sobre todo que ?España no puede limitarse a quedarse como observador?. Que no le tomen mal los nuevos, pero ahí está la clave del asunto. Con tan espeso silencio, la sospecha es que nadie ha hecho los deberes en cuanto a contactos, conversaciones y mensajes. Nada más que decir: que los hagan esta semana aunque sea a toda prisa y que los hagan bien. Por ejemplo, como los amigos polacos, los más lúcidos europeístas en esta época de ofuscación antieuropea. (Una voz aparte, sabia y escuchada, es la de Helmut Schmidt, el Viejo Canciller, que también habló ayer domingo, desde su silla de ruedas, ante el congreso federal del SPD, el partido socialdemócrata alemán, para exaltar la razón europea pero a la vez reclamar a los alemanes una corazón europeo y compasivo hacia los socios y vecinos. Pocos personajes han analizado con mayor precisión y coraje la actual situación de Europa, continente que envejece, se encoge e incluso se empobrece a ojos vistas, sin que a la vez sepa reaccionar de la única forma posible para evitar el declive: mediante una unión cada vez más estrecha. Schmidt criticó la nueva arrogancia de un cierto tipo de discursos alemanes que amenazan con terminar con Europa. Su discurso se titulaba "Alemania en, con y para Europa?, la diana fue ?el matón alemán? y el lugar donde se pronunció, atención al detalle, Berlín, la ciudad donde más discursos sobre Europa se han pronunciado esta semana). Enlaces: con los discursos de Sikorski, Sarkozy, Draghi, Merkel y Schmidt, y con la entrevista a Solana.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2011
Blogs de autor

Un plato todavía sin nombre

El nombre, al final, será el que hará la cosa. Ahora sabemos qué es, pero no cómo se llama. Es un muro para proteger el corazón del euro. Que permita algún día al Banco Central Europeo ejercer como prestamista de último recurso. Que ponga a disposición de los países de la moneda única europea el cañón listo para disparar contra quien ose tocar la moto de la deuda soberana a partir de ahora.

Encontrar el nombre no debe ser fácil, puesto que llevamos tanto tiempo sin dar con él. Hay una parte en la declinación de esos sustantivos que suena bien: Tesoro europeo, alto representante para el euro, eurobonos, oficina presupuestaria europea, impuesto bancario sobre las transacciones financieras? Y otra que hiere muchos oídos: euro de dos velocidades, directorio europeo, Europa alemana, déficit cero, recortes drásticos del Estado de bienestar, escalada de impuestos al consumo y a las rentas. Podemos imaginar, vistos los antecedentes, la fórmula que se está cocinando en la Cancillería berlinesa con elementos de los dos anaqueles: habrá una entrega masiva, inédita y muy dolorosa de soberanía presupuestaria y fiscal por parte de todos los países del euro actuales y futuros a cambio de que a su vez la deuda de todos los socios quede de una forma u otra garantizada. No sabemos cuál será el radio de este compromiso trascendental e histórico. Parte de la pelea está ahí: Italia va a estar, a la vista de lo bien que se ha movido Monti y de cómo se coló en la cumbre bilateral entre Merkel y Sarkozy en Estrasburgo el pasado 24 de noviembre; España debe estar, a pesar de su nebuloso perfil con un presidente que ya se ha ido y otro que no ha llegado todavía. Grecia y Portugal tienen muchos números para caerse del cartel o quedar en una situación comprometida. Tampoco sabemos si funcionará. Todo lo que se ha hecho hasta ahora ha sido insuficiente. Por poco y por tarde. Esto que ahora se prepara, a cocción lenta, debe tener tamaño y fuerza suficientes para encarrilar de una vez esta crisis intratable. Hay que creer que el secretismo de estos cocineros forma parte de la fórmula de éxito. De una parte conviene para la negociación: hay propuestas que son más bazas negociadoras que objetivos realmente deseados. De la otra es imprescindible para la sorpresa: el nombre y la cosa deben empezar a saberse en el momento adecuado, quizá un viernes por la noche con los mercados cerrados, para despertar el lunes con un nuevo mapa del euro y de sus instituciones. Puede que todas estas conjeturas no sean más que piadosa expresión europeísta y ansias de supervivencia. Hay que estar en todo: unos en cómo sacar partido de la muerte del euro y otros en imaginar al menos que al fin conseguimos evitar el naufragio.

Leer más
profile avatar
4 de diciembre de 2011
Blogs de autor

Aterrizajes de emergencia

Los aviones van aterrizando, pero lo hacen como y donde pueden. Nadie ha pensado en construir una pista, apenas unas balizas improvisadas. Todo sucede con gran sacrificio y una ilusión desbordante en el pasaje y la tripulación, y justo al lado de casa, sin que nadie nos haya pedido nuestra opinión. Con toda la razón. La improvisación y la falta de previsión son nuestras y tendrán consecuencias para todos. Pero la decisión de aterrizar no nos pertenece.

Es una imagen potente, que utiliza Javier Solana en sus charlas sobre nuestro planeta en transformación, y se refiere a la comparación entre las revoluciones de 1989 en Europa central y oriental y las de 2011 en el mundo árabe. La UE puso entonces la pista de aterrizaje para que los países que se habían sacado de encima el yugo soviético pudieran integrarse en la nueva Europa unificada, mientras que Estados Unidos puso la seguridad de la OTAN. Ahora, en cambio, no sucede ni lo uno ni lo otro. No hay pista europea para este aterrizaje. Y tampoco hay seguridad. Al contrario, tanto Bruselas como Washington olvidaron con dolosa desmemoria el tendido de pistas para que los países árabes alcanzaran la democracia. La entera primavera árabe ha pillado a la UE y a EE UU en la peor posición posible, en un momento de profunda somnolencia política y de desordenada reacción ante esas turbulencias financieras que luego fueron crisis de las deudas soberana y ahora ya es del euro y del entero proyecto europeo. Los socios de la UE apoyaron a los regímenes dictatoriales hasta el último minuto y en algunos casos más allá incluso. Mandaron a los países de mayoría islámica el claro mensaje de que Europa es un club cristiano, cuestión que los conservadores de casi todos los países intentaron inscribir en la finalmente nonata Constitución europea. Rechazaron con aplazamientos y obstáculos artificiosos la candidatura de Turquía. Se encastillaron en el proteccionismo agrícola y comercial y, al llegar la recesión económica, impusieron barreras a la circulación de personas y a la inmigración, además de enervar los reflejos populistas más xenófobos e islamófobos. Esas fueron las pistas que tendimos a esos países sometidos a largos años de dictadura: aterriza como puedas. No hablemos ya de las pistas tendidas por Washington: muy pensadas para la estabilidad y la seguridad de Israel y poco para los ciudadanos de estos países. Y sin contar las pistas falsas de Irak y Afganistán, que han conducido al desastre. Por eso el despertar será doloroso. Cuando salgamos de nuestra crisis y despertemos, tomaremos plena conciencia de que las pistas improvisadas son verdes, de un restallante verde islámico, y que lo único que se dilucida estos días es qué tonalidad tendrán. Los primeros datos de las elecciones egipcias no albergan dudas sobre las gamas a escoger. No quisimos el verde moderado turco y podemos tener dos tazas de verde intenso ahora. Se disputan la hegemonía en la zona el verde democrático turco, el rigorista saudí y el autoritario y clerical de los persas. Podemos consolarnos con la idea de que el verde explosivo de Al Qaeda está fuera de juego y que la pista turca sigue teniendo muy buen tirón. Hay que ser claro respecto a los disgustos que procurará este nuevo mapa. Los habrá. En libertades y derechos humanos, estatuto de la mujer, laicidad, y minorías religiosas, como los coptos egipcios, cada vez más vulnerables y desprotegidos. También en la arena de la política internacional, que no se organizará bajo el prisma occidental. Estos países tendrán una actitud distinta y más activa ante el conflicto israelo-palestino; Hamás no será una organización terrorista para ellos; la relación con Teherán no será de enemistad, y mucho menos de incomunicación, sino de rivalidad y competencia por la hegemonía y el liderazgo regionales. Nada de todo esto puede gustar en Washington y tampoco en Bruselas. Pero que no guste no significa que se siga con las mismas políticas que nos han conducido hasta aquí: sin pistas, sin visión estratégica, sin política en definitiva; solo intereses económicos y comerciales y miope oportunismo geopolítico. Los expertos británicos Anthony Dworkin y Susi Dennison, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, han advertido en el informe titulado 'Europa y las revoluciones árabes: una nueva visión para la democracia y los derechos humanos' que los revolucionarios árabes no contemplan a los países europeos como modelo para sus sociedades y para las democracias que están construyendo. ?Mientras el poder global se desplaza hacia Asia y América Latina, sería un anacronismo que la UE se presentara a sí misma como el guardián privilegiado de los valores universales?, señalan. Y advierten que ?si la UE adopta una actitud meramente defensiva, preocupada por los riesgos de la inmigración o la competencia a su sector agrario, quedará muy limitado el impacto que puede conseguir en la región?. Los errores pasados no son garantía de aciertos futuros. Al contrario, son el antecedente. Pero debiéramos evitarlos.  

Leer más
profile avatar
1 de diciembre de 2011
Blogs de autor

¿Qué piensan los árabes?

La encuesta de la universidad de Maryland, sobre la que ya empecé a escribir ayer, ofrece una visión muy amplia de los cambios y estado la opinión en cinco países árabes, a los que pertenecen los 3.000 ciudadanos preguntados sobre temas que van desde el liderazgo mundial hasta la propia identidad. Los resultados, como se verá, están llenos de datos alentadores y de indicios inquietantes, propios todos ellos de sociedades en ebullición, en las que compiten ideologías y actitudes muy conservadoras y a la vez posiciones muy abiertas y modernas, sin que puedan deducirse todavía tendencias muy definidas. Una de las más claras, en todo caso, es la fuerza del islamismo moderado turco como modelo y la dificultad de Estados Unidos para mantener a toda esta región bajo su influencia. La Primavera Arabe parece haber roto el pesimismo tradicional de las sociedades árabes: un 55 por ciento ve con optimismo el futuro del mundo árabe después de las revueltas, frente a un 23 por ciento que ve las cosas igual que antes y 16 por ciento con mayor pesimismo. La interpretación que suscitan las revueltas es muy significativa. Un 57 por ciento piensa que se trata de movimientos de la gente normal por la dignidad, la libertad y una mejora en sus vidas. Un 16 por ciento considera que corresponde a un intento de sectas o partidos por alcanzar el Gobierno. Y un 19, de poderes extranjeros por controlar sus países.

El país que mejor ha reaccionado y ha jugado un papel más positivo ante la Primavera Arabe ha sido Turquía, según un 50 por ciento de los encuestados. El segundo lugar lo ocupa Francia, con un 30 por ciento de opiniones, el tercero Estados Unidos con 24 y el cuarto China con 20. La intervención en Libia suscita opiniones muy divididas, con mayoría, un 46 por ciento, que considera incorrecta la actuación internacional, frente a un 35 por ciento que considera lo contrario. Los rebeldes sirios suscitan una abrumadora simpatía entre los encuestados: 86 frente a 9 por ciento que simpatiza con el Gobierno. Mayor todavía es la simpatía que suscitan los rebeldes yemeníes: 89 a 5. No sucede lo mismo, en cambio, respecto a Bahrein, donde la fractura entre chiitas y sunitas se superpone a las simpatías revolucionarias: solo un 64 por ciento simpatiza con ellos, mientras que un 24 por ciento simpatiza con el Gobierno. La actitud de las opiniones públicas árabes sobre Estados Unidos se halla bajo mínimos, con el único consuelo de que ha mejorado muy levemente en los últimos años. Solo un 4 por ciento tienen una actitud muy favorable, porcentaje idéntico al de 2009. Ha disminuido en cambio el número de quienes tienen una actitud muy desfavorable, del 48 al 38 en dos años. La imagen de Obama ha caído sensiblemente en estos dos años, desde un 39 hasta un 34 por ciento a favor, mientras que las opiniones negativas han crecido de un 24 a un 43 por ciento. Es interesante observar las dos medidas más destacadas que debería tomar Estados Unidos para mejorar su imagen ante los encuestados. La primera, con un 55 por ciento, es obtener la paz entre Israel y Palestina y la segunda frenar la ayuda a Israel con un 42. Más lejos con un 29 está la retirada militar de la Península Arábiga y con un 26 de Irak. Estas dos medidas eran las que figuraban en cabeza hace dos años y ahora han sido relegadas por la centralidad del conflicto israelo-palestino. La visión árabe sobre el conflicto es profundamente pesimista. Un 53 por ciento no cree que se consiga nunca la paz, cuatro puntos por encima de la opinión de 2009. Entonces un 41 por ciento creía que era inevitable pero tomaría tiempo, porcentaje que baja ahora a un 29. Solo un 20, que era del 40 hace dos años, cree que las negociaciones sean el método para alcanzar la paz, frente a quienes creen en distintas proporciones que solo la ven posible por su imposición por Estados Unidos (15), por Naciones Unidas (24) o por la guerra (20). La actitud de los árabes ante Irán es de recelo: una mayoría de un 35 por ciento considera negativa la adquisición de armas nucleares por parte de Teherán, aunque un 25 por ciento es indiferente y otro 25 lo considera positivo. Pero son muchos más los que consideran que hay dos amenazas mucho mayores, como Israel (71) y Estados Unidos (59), con la única salvedad de que es una actitud decreciente: 88 por ciento y 76 por ciento eran los que consideraban un peligro a Israel y Estados Unidos en 2009. Una pregunta altamente significativa se interesa por la superpotencia mundial preferida, algo que permite observar un nuevo cambio brusco de opinión entre los encuestados. El ranking de 2009 era por este orden y en porcentaje: Alemania con el 25, Francia con 23, China con 14 y Estados Unidos con 8; mientras que ahora aparece China en cabeza con 23, seguida de Alemania con 15, Rusia con12 y Francia con 10. Los liderazgos mundiales son también muy significativos. Hugo Chávez encabeza la lista en 2009 con un 26 por ciento de preferencia, seguido por Jacques Chirac con el 10; y ahora en cambio la encabeza Erdogan, con el 22, seguido por Nasrallah y Ahmadinejad con el 13. Obama tenía el 2 por entonces entonces y ahora tiene el 4 por ciento de opiniones favorables. Una cosa son las ideas y otra la vida diaria. La gente quiere vivir allí donde mejor se puede vivir. Los países extranjeros donde los árabes prefieren vivir son por este orden Francia (28), Alemania (22) y Reino Unido (15), con China (11) solo en cuarto lugar. La preferencia por Estados Unidos, del 10 por ciento, se ha duplicado en los dos últimos años. También es significativa la preferencia por EAU (30 por ciento) entre los países árabes y la ausencia en cabeza de país alguno más allá del canal de Suez: Arabia Saudí (14), Catar (12) , Líbano (10) y Kuwait (7). La parte de la encuesta dedicada a la identidad también proporciona datos dignos de reflexión. Es abrumadora la mayoría, un 58 por ciento, que considera los intereses nacionales como el elemento determinante de las decisiones que tomen los gobiernos. Mientras que solo un 16 cree que debe hacerse según los intereses de los musulmanes, un 14 de los árabes y un 10 por ciento del conjunto del planeta. La identidad individual, en cambio, se distribuye de otra forma y se halla en plena transformación. Un 33 por ciento se consideran ante todo ciudadanos de sus países, cinco puntos menos que hace dos años. Un 31 por ciento se consideran musulmanes como primera identidad, en aumento de cuatro puntos. Un 26, árabes, en disminución de siete puntos. Y un 8 por ciento ciudadanos del mundo, la mayor variación puesto que en el 2009 solo un 1 por ciento se veía de esta forma.

Leer más
profile avatar
30 de noviembre de 2011
Blogs de autor

¿Qué quieren los egipcios?

Sin opinión pública no hay democracia, y sin buenas estadísticas y buenas encuestas no hay opinión pública. Aunque a veces en los países donde todo está ya muy asentado nos hartemos del gobierno de las encuestas, conocer y cuantificar las opiniones y actitudes de las poblaciones de países en transición es fundamental, incluso para el éxito de la transición. Hay que tener en cuenta, además, y esto es lo que les da mayor interés, que son opiniones y actitudes en transición, cambiantes y amoldables a los acontecimientos y a las reacciones que suscitan. En el caso de los países árabes el interés viene ribeteado por el mentís de los tópicos que encontramos en la evolución de sus opiniones públicas. Durante casi 60 años los árabes han vivido bajo regímenes anquilosados, donde no se movía ni una hoja sin permiso del sultán de turno. De ahí surge una idea occidental que convierte en inmutables y eternos los rasgos más negativos de los mundos árabe e islámico, como si no estuvieran sometidos a las dinámicas de cambios ideológicos y de comportamiento.

Pues bien, una amplia encuesta publicada la pasada semana, realizada por un equipo de la Universidad de Maryland entre 3.000 ciudadanos de Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos y Emiratos Arabes Reunidos nos demuestra que la primavera árabe y los grandes cambios geopolíticos que está experimentando el mundo en el los últimos años han introducido una dinámica insólita en las opiniones de, al menos, estos cinco países. Hoy voy a resumir lo que dice la encuesta sobre los egipcios, que han recibido un tratamiento específico en la muestra en razón de sus elecciones y de los pactos con Israel. Mañana seguiré con el resumen del resto de este estudio, en el que se reflejan las variaciones de opinión entre 2009 y 2011. Invito además a los lectores a entrar directamente en los resultados de la encuesta a través de este enlace con la cátedra Anwar el Sadat de Maryland que la ha realizado para que cada uno pueda hacer su propia interpretación. Veamos. Un 43 por ciento de los egipcios creen que los militares actualmente en el poder quieren frenar a o revertir la marcha de la revolución y solo un 21 por ciento piensa lo contrario. Un 38 por ciento de los egipcios quisieran que su próximo presidente fuera como Erdogan, un 11 por ciento tienen como modelo a Ahmadinejad, un 9 a Mandela y un 8 al rey saudí Abdulá. Solo un 5 por ciento cita a Obama como ejemplo, detrás de Sarkozy, Chávez y el jeque de Hezbola, el libanés Nasrallah. Muy similar es la distribución de países que se identifican como modelos de futuro para Egipto. Turquía se lleva largamente la palma, con el 44 por ciento, seguido de Francia con el 10 y luego ya con el 8 por ciento ex aequo China, Arabia Saudí y Alemania. Estados Unidos queda atrás, modélico solo para el 5 por ciento. Los candidatos presidenciales más populares son dos ex funcionarios internacionales como el ex secretario de la Liga Arabe y ex ministro de Exteriores de Mubarak, Amr Musa, y el ex director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Mohamed el Baradei, así como el último primer ministro de Mubarak, el ex piloto militar Ahmed Chafik. La distribución de la preferencia de voto según tendencias sitúa a los islamistas en primer lugar, con un 32 por ciento de opiniones favorables, a muy escasa distancia de los partidos progresistas (liberales dice la encuesta, realizada según parámetros americanos) con el 30 por ciento. Un 11 por ciento es para formaciones panarabistas y un 10 para las nacionalistas. Los egipcios están muy divididos respecto al tratado de paz con Israel, con una leve mayoría del 37 por ciento a favor de mantenerlo, frente a un 35 por ciento que quiere anularlo. Esta proporción sube a un 41 por ciento a favor y baja a un 31 por ciento en contra si se crea el Estado palestino en Gaza y Cisjordania. Un 19 por ciento de los egipcios, nueve por ciento menos que en 2009, continuaría combatiendo a Israel incluso en el caso de la paz y la creación del Estado palestino. Mañana, más.

Leer más
profile avatar
29 de noviembre de 2011
Blogs de autor

La búsqueda del vacío

La crisis ha pasado factura. Pero no toda la factura electoral se debe a la crisis. La paga quien tiene ahora el poder y, si dura, los siguientes también sufrirán sus efectos devastadores. Esta es una primera y buena explicación de la derrota socialista del 20-N. Está empíricamente demostrado que todos los Gobiernos europeos han ido cayendo desde que empezó el vendaval. De lo que se deduciría que si la gran recesión persiste, los vencedores de hoy pueden ser los derrotados de mañana y viceversa. Esta es una tesis débil, en todo caso insuficientemente fundamentada, porque falta terminar el experimento: para verificarla deberán perder el gobierno partidos que lo alcanzaron por la crisis, y además deberán ser formaciones conservadoras, porque la realidad es que han sido mayormente las socialdemócratas las que se han pegado el batacazo.

Que sea la crisis la responsable, la única que no puede presentar la dimisión en tal caso, según malintencionada chanza de Rodríguez Ibarra, no quiere decir que baste la crisis para explicar la derrota. Ahí está esa nueva responsable llamada ?la gestión de la crisis?. A ella pertenece un capítulo menor como es el de la comunicación: a pesar de la importancia que le dan quienes se ocupan profesionalmente de ella, roza el ridículo la justificación de los fracasos por los fallos en la transmisión de los argumentos al público. Quien no sabe explicar sus ideas debe revisar urgentemente tanto sus ideas como su capacidad para generar ideas nuevas. La gestión de la crisis va más allá de la comunicación y empieza a rozar el hueso de esta amarga aceituna. Quizás la crisis es ingestionable y está destinada a estallar en las manos que la conduzcan. Quizás es ingestionable desde la izquierda. Recordemos el mantra inicial, cuando esa Gran Recesión solo empezaba a asomar el morro. Había que gestionarla de forma que no fueran los más desfavorecidos quienes la pagaran, evitar que fuera aprovechada por los pocos de siempre para obtener sus pingües beneficios, garantizar la equidad y el Estado de bienestar. Los resultados hablan por sí solos y no admiten ni mejora de comunicación ni matices en la gestión: nadie es capaz de encontrar explicación al contraste entre las ayudas a los bancos y cajas, con sus directivos ricamente indemnizados, y la pérdida de derechos de los trabajadores, o al de las rebajas de impuestos y el recorte de prestaciones. La gestión de la crisis desgasta en todo caso a los partidos cuyo programa e ideología están en contradicción con los remedios que la crisis exige. Los partidos de programa más impreciso y descomprometido, acogidos a una nebulosa gestión pragmática y conservadora de las cosas, tienen mucho ganado, porque sus márgenes de acción son inmensos. Los socialdemócratas lo tienen muy difícil, porque son formaciones de mayor definición y se han visto obligadas a realizar una cosa y la contraria; en definitiva, a desmentirse y descalificarse a ellos mismos. Este oxímoron político, que impide hacer campaña defendiendo el balance del Gobierno, tiene un nombre: Rubalcaba. Si no es la crisis, si no es su gestión, no bastará entonces con salir del atolladero, sino que se exigirá una revisión a fondo de las responsabilidades y un análisis sin piedad de las causas de la derrota. No bastará con criticar la campaña. Habrá que remontarse más atrás, a cómo se han hecho las cosas, los relevos por ejemplo; pero también dar vueltas a las ideas más elementales, ver qué queda del proyecto y de las ideas socialdemócratas, cuáles tienen vigencia y utilidad, y cuáles merecen pasar a mejor vida. Los partidos, como la naturaleza, tienen horror al vacío. Nadie puede esperar razonablemente que se hurgue hasta las últimas consecuencias en las causas de la derrota. Para evitarlo, ahí está la esperanza probablemente engañosa de las elecciones andaluzas. Esta derrota de ahora la gestionarán los mismos o parecidos equipos con idénticas o similares ideas. Después de perder Cataluña, Barcelona y España, es muy posible que haya que esperar al cuarto peldaño andaluz, que toca al corazón del corazón del socialismo, para que llegue al fin el momento de la verdad. A veces es preciso alcanzar el vacío para abrirse a un nuevo comienzo.

Leer más
profile avatar
28 de noviembre de 2011
Blogs de autor

La historia de los humanos

"Los próximos meses verán un nuevo mundo, en el que la historia global será definida de nuevo?. Esta frase aparentemente enigmática, y por ello mismo oracular, apareció hace justo un año en la cuenta de Twitter que mantiene Wikileaks, la organización que milita por la transparencia y dirige el australiano Julian Assange. Poco antes, otro tuit anunciaba la publicación de los cables del Departamento de Estado, que luego sería conocido como el Cablegate, y denunciaba la existencia de ?intensas presiones?.

Mucho se ha discutido sobre los efectos de aquella espectacular filtración, en la que participaron cinco grandes periódicos de referencia europeos y americano, uno de ellos EL PAÍS. La prestigiosa revista estadounidense Foreign Policy (FP) publicó en marzo pasado un reportaje que tituló ?Wikilosers? en el que contaba quiénes han sufrido más intensamente las consecuencias. Encabezan la lista el propio Assange, pendiente de su extradición a Suecia, y Bradley Manning, el sargento procesado por el desvelamiento de los documentos secretos. También aparece el dictador tunecino Ben Ali: la revolución que le derrocó fue la primera y mucho tuvo que ver con la filtración de las historias de corrupción de su familia. Fue una wikirrevolución al decir de los más entusiastas, aunque sería exagerado atribuir a Julian Assange el mérito de la primavera árabe. No está, en cambio, el dictador de Yemen, Ali Abdalá Saleh, que acaba de renunciar después de una accidentada resistencia, y fue también víctima del Cablegate, pues se atribuía los ataques contra Al Qaeda que efectuaba el Ejército estadounidense. Wikileaks ha cambiado muchas cosas. La que más, probablemente, la vida de Assange y de sus compañeros de cuitas. Mucho menos, en cambio, los Gobiernos, la diplomacia, el espionaje o el periodismo, que han sabido reabsorber el golpe en su favor, como suele suceder con las actividades fuertemente institucionalizadas. Pero en el año transcurrido desde la filtración, la catástrofe de Fukushima nos ha redefinido las políticas energéticas; las revoluciones árabes se han llevado por delante a cuatro dictadores y han trastocado el mapa geopolítico de medio mundo; nuevas generaciones de indignados han salido a las calles y acampado en las plazas desde Atenas hasta Nueva York, pasando por Madrid; y, sobre todo, Europa se ha empantanado en la crisis de las deudas soberanas, que ha hecho caer también a cuatro Gobiernos y amenaza con liquidar al euro y al entero proyecto europeo. La frase oracular de Assange ha resultado ser verdad. Aquella filtración fue como la cortina que abre el escenario en el que aparece un nuevo mundo y una nueva historia. Lo dice muy bien una vieja sentencia, atribuida a pensadores de signo distinto como Carlos Marx y Raymond Aron: son los seres humanos los que hacemos la historia, pero no sabemos la historia que hacemos.

Leer más
profile avatar
27 de noviembre de 2011
Blogs de autor

Solo es el comienzo

Es una revolución y su camino, como el de todas las revoluciones, es incierto. La rapidez con que cayeron los dos primeros dictadores, Ben Ali y Mubarak, pudo crear el espejismo de un movimiento instantáneo, limpio y eléctrico como la tecnología usada por los revolucionarios para comunicarse. Nada más lejos de la realidad: una revolución es más un proceso que un acontecimiento. Sus vericuetos son sinuosos y con frecuencia no conducen a ningún lado o regresan al punto de partida. Tienen más de laberinto oscuro que de alameda luminosa. Su éxito no está asegurado ni es como un paseo militar.

Los egipcios, a diferencia de los tunecinos, solo han despachado al faraón, que ya es mucho. Pero nada han tocado del sistema, una dictadura militar desde la misma fundación de la República en 1953, tras la expulsión del rey Faruk por parte de los Oficiales Libres encabezados por Gamal Abdel Nasser. Ni siquiera la idea de la dictadura castrense agota lo que es el ejército egipcio. Su papel en el sistema económico es central, como lo es en la preservación del núcleo vital de los grandes intereses y los pactos estratégicos (Israel, Estados Unidos) que definen el Egipto contemporáneo. Para Shadi Hamid, director de investigación del centro que tiene en Doha (Qatar) el think tank estadounidense Brookings, "la revolución egipcia, en vez de representar una ruptura brusca con el pasado, puede ser entendida mucho mejor como un golpe militar de inspiración popular" (The Arab Awakening. Varios autores. Brookings Institution Press). El punto en que ha llegado ahora, a pocos días de la primera cita electoral para elegir un nuevo parlamento, es la segunda fase de la revolución, en la que hay una pugna entre los socios anteriores, los manifestantes y los militares, unos para sustituir el actual poder militar por un poder civil y los otros para seguir ganando tiempo y evitarlo. Los militares egipcios se guían, como los militares de casi todo el mundo, por el mito que les identifica con el pueblo al que se presume que defienden. De ahí que eviten o difieran hasta el límite la decisión de disparar a su propio pueblo cuando creen que están en juego los intereses supremos. Incluso cuando lo hacen, como ya ha sucedido este año en varias ocasiones, la más reciente esta semana, se evita usar a la tropa y se enmascara para eludir un punto sin retorno en el que el poder militar carezca de todo margen fuera de la represión. La tentación de zanjar Tahrir como Tian Anmen, la plaza pequinesa donde el ejército chino masacró a los estudiantes en 1989, cuenta con potentes argumentos disuasivos, sobre todo desde el prisma de los propios militares. El mariscal Tantaui no puede admitir ni siquiera que la institución que preside tenga deseos o intenciones de perpetuarse en el poder. Ha señalado fecha, junio de 2011 lo más tarde, para unas elecciones presidenciales que deben situar en la cúpula del Estado al primer presidente civil de la historia y planteado la necesidad de un referéndum para decidir si los militares deben entregar el poder inmediatamente. Pero no ha negado, en cambio, ninguna de las pretensiones castrenses, como es mantener un estatuto especial de guardianes de la Constitución, contar con presupuestos e inversiones fuera de la acción y el control parlamentario y seguir con un dominio reservado en un sector de la economía que se evalúa en un 25 por ciento del PIB egipcio. Por eso es de temer que maniobre y manipule la agenda electoral, y las urnas si hace falta, para salir de esta con el poder militar intacto. Hay una situación de doble poder, el militar por un lado y el de la calle por el otro, que los Hermanos Musulmanes quieren desequilibrar en su provecho. También hay dos modelos en competencia: el de una república tutelada por los militares y el de una democracia islamista. Ambos son de inspiración turca aunque referida a distintas épocas: el primero de la Turquía de Ataturk y el segundo de la Turquía de Erdogan y su partido de la Justicia y del Desarrollo. Cabe que del cruce y acuerdo entre ambos salga un híbrido peor, en el que cada uno de los vectores mantenga su vigilancia, militar y religiosa respectivamente, al estilo del muy iliberal modelo saudí. El futuro de las revoluciones árabes se juega de nuevo en Tahrir. En Mayo del 68 se hizo famosa una frase: ?Ce n'est qu'un début, continuons le combat? (solo es el comienzo, continuemos el combate). Era falsa: fue el final de una época y apenas hubo más combates de barricada como aquellos. Ahora es al revés, los últimos compases revelan que, a poco de cumplirse un año del comienzo, estamos todavía en el comienzo, el largo comienzo de una revolución incierta. Si Egipto avanza hacia la supremacía del poder civil, la revolución recibirá un nuevo impulso. Ya sabemos qué sucederá si quienes avanzan y consolidan posiciones son los militares.

Leer más
profile avatar
24 de noviembre de 2011
Blogs de autor

Transiciones peligrosas

No hay transición sin peligro. Nada es gratis en la vida, y no lo iban a ser también los cambios de régimen, de gobierno o de chaqueta. A los márgenes de incertidumbre inherentes a toda transición, hay que añadir los peligros exógenos. En cuanto empieza un tránsito, se relajan los viejos sensores y sistemas de control, se activan en cambio los detectores de las debilidades y se producen percances o incluso ataques desde los límites exteriores.

El peligro suele estar muy acotado en las transiciones más pautadas y experimentadas, como suelen ser los relevos del poder en los países democráticos, pero incluso estas transiciones suelen ser momentos delicados, especialmente en el escenario internacional. Los británicos, con sus añejas instituciones imperiales todavía vivas, efectúan el tránsito en un plis plas. El primer ministro derrotado apenas tiene tiempo de coger los bártulos porque en dos días tiene delante de la puerta del número 10 de Downing Street al camión con los muebles del vencedor en las elecciones y a la familia del nuevo premier que llega para distribuirse las habitaciones. Sus primos americanos, en cambio, hacen una de las transiciones más largas del mundo, entre la cita electoral del primer martes después del primer lunes de noviembre y el 20 de enero, aún a riesgo de encontrarse con disgustos notables, sobre todo en la escena exterior. Podemos hacer la lista demostrativa sobre las asechanzas del interregno presidencial: el desembarco y espectacular fracaso de Bahía Cochinos, preparado por la CIA, se produjo dentro de los cien días de John F. Kennedy; la larga ocupación de la embajada de Teherán, que electrizó todo el último año de la presidencia Jimmy Carter, terminó el mismo día en que Ronald Reagan prestaba juramento como presidente; la fracasada intervención humanitaria en Somalia, que termina con la retirada americana, empezó con Bush y tuvo que ser gestionada por Clinton: o el ataque israelí a Gaza, denominado operación Plomo Fundido, se produjo también aprovechando el intervalo entre Bush y Obama. Ahora mismo, la escena internacional se halla ocupada por la crisis financiera, que mantiene en vilo a todo el mundo por la solvencia cada vez más dudosa de algunas economías europeas, como la italiana y la española, y la creciente fragilidad incluso de otras economías aparentemente más a resguardo, como la francesa, la holandesa o la belga. Uno de los principios más elaborados de las teorías de la transición americana es que Estados Unidos no tiene nunca a dos presidentes a la vez. Para que esto sea así, desde el primer día se ponen a trabajar conjuntamente los equipos del presidente saliente y del entrante, de forma que quien sigue presidiendo y encabezando las decisiones es el primero pero nada se hace sin el acuerdo y el consentimiento del segundo. El relevo de gobierno y presidente actualmente en marcha en España plantea unos problemas muy similares, aunque en este caso la fragilidad internacional no viene porque se puedan producir crisis bélicas o de seguridad sino por la posibilidad de agravamiento de la crisis, con nuevos incrementos de la prima de riesgo, más caídas de las bolsas, rebajas en las calificaciones de la deuda y los ataques especulativos de rigor. Algo se ha hecho bien acortando al máximo los plazos. Hasta 1933 el presidente americano electo tomaba posesión el 4 de marzo, fecha que se avanzó en 42 días precisamente por las urgencias de la crisis bancaria que dominó la transición entre Hoover y Roosevelt. Era la Gran Crisis; ahora es la Gran Recesión. La parsimonia y el silencio no pueden formar parte de un método en estas circunstancias. Rajoy debe hablar. Que lo haga a su estilo: conciso, pero concreto. Pero que lo haga sin demora.

Leer más
profile avatar
23 de noviembre de 2011
Blogs de autor

Lunes sin Pradera

Me han faltado una lectura y una conversación. La lectura era la de la columna de Pradera con su análisis de los resultados electorales, habitual en casi todas las jornadas como la de ayer. La conversación, telefónica en los últimos años, era con él mismo por la mañana del lunes. Puedo abrir el foco sobre lo que le faltará a este periódico e incluso a este país sin su mirada crítica, sus argumentos rigurosos y honestos. Muchos lo han hecho ya con más autoridad y conocimiento. Pero cabe también que limite el haz de luz a mi estricto quehacer y entonces también pudo percibir cuánto me ha faltado hoy esta lectura y esta conversación, en la resaca de la España azul, la Cataluña convergente y el País Vasco nacionalista y cuánto me faltarán esta lectura y esta conversación, con jornada electoral y sin ella.

Su último comentario, escrito el jueves, publicado el domingo, que ya no pudo ver en letra impresa, gira alrededor de una pregunta: ?¿Qué podría ocurrir el lunes 21 de noviembre de 2011, una vez celebradas las elecciones españolas, si estallase con todo el fragor imaginable una nueva explosión de la crisis de la deuda soberana en la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional se viese obligado a una intervención en Italia y en España??. A la vista de lo que ha ocurrido hoy con la popularísima prima de riesgo y con las decaídas bolsas no hay duda de que era la pregunta de la jornada. La política democrática europea y española trabaja a una velocidad de caracol en un mundo donde los movimientos financieros circulan por tubos aceleradores de vértigo. Al buen analista le basta a veces con saber formular la pregunta adecuada. El resorte periodístico por excelencia es la pregunta, normalmente formulada de forma reflexiva e introspectiva y solo más tarde derivada en cuestionamiento público. Por eso las preguntas de Rubalcaba a Rajoy en el debate único celebrado ante las cámaras de televisión fueron lo que más interesó de aquel espectáculo televisivo tan pautado y reglamentado. Aznar le criticó con su peculiar sarcasmo: por preguntón, por periodista. Son las mismas razones por las que se le pudo elogiar. Hizo de periodista cuando los periodistas no podían hacer preguntas. Aprender a preguntar, saber preguntar, acertar en la pregunta que corresponde a cada problema: Javier era un maestro en estas artes y enseñó, nos enseñó, a quienes tuvimos la oportunidad y quisimos declararnos aprendices. Me quedo con las ganas de discutir con él cuál es la siguiente pregunta.

Leer más
profile avatar
21 de noviembre de 2011
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.