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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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Un lugar para el Reino Unido en Europa

Todavía no hemos superado el trauma. Ni unos ni otros. Los brexiters, encabezados ahora por Theresa May, más sensata que Farage, Johnson y compañía, aclaran que no habrá segundo referéndum ni regreso a la UE por la puerta de atrás y repiten como un mantra para atraer la lluvia que Brexit es Brexit, una tautología hipnótica que nada significa mientras nadie sepa aclararnos qué es o puede ser realmente el Brexit.

La Unión Europea se enfrenta a dos dificultades para salir a su vez de la conmoción. La primera es empezar a olvidarse de que el Brexit es una catástrofe, aunque efectivamente lo sea, para empezar a buscar salida al disparate. La segunda es evitar que todo los esfuerzos de la UE a partir de ahora se dediquen exclusiva y únicamente a enzarzarse con Londres para ver quién sale ganando de la pelea.

Jean-Claude Piris, jurista y ex director de los servicios jurídicos de la UE, ha aclarado algo extremadamente importante respecto al famoso artículo 50 en el que se contempla la eventual salida del club. Una vez se activa dicho artículo, cosa que la señora May quiere hacer cuanto antes pero a principios de 2017, quedan dos años para negociar un acuerdo de retirada que deberá ser ratificado por la Cámara de los Comunes, y solo si no hay acuerdo en este plazo de tiempo y a la vez tampoco lo hay para prorrogarlo, entonces se produce la ?desconexión? automática que deja fuera de los tratados al Reino Unido.

Piris señala que mientras no se llegue a este punto, Londres tendrá siempre tiempo para reflexionar e incluso para retirar su petición de salida después de haber manifestado su intención de salirse y que, de hecho, la negociación con la UE como ?país tercero? no empezará hasta que no se haya producido la retirada.

Quedan dos o tres años a más alargar, por tanto, para que los británicos se lo piensen. Pero la mejor manera de ayudarles es que la UE a su vez también piense honestamente cómo debe ser una UE sin Londres y cómo debe relacionarse con Londres esa UE sin Londres. El think tank bruselense Bruegel acaba de publicar un ?paper? que aborda por primera vez el problema y de forma integral, es decir, imaginando un nuevo diseño de la UE que resuelva el problema del Brexit sin dañar el futuro de la integración europea ni siquiera del proyecto de una unión más estrecha entre los pueblos de Europa.

Además del prestigio de Bruegel, este ?paper? tiene el aval de sus cinco autores, personalidades de prestigio académico e intelectual, como Jean Pisani-Ferry, André Sapir, Paul Tucker, Guntram Wolf e incluso político, como es el caso de Norbert Röttgen, presidente de la comisión de Exteriores del Bundestag. Es, por supuesto, un traje a medida pensado para resolver los problemas que plantea el Brexit, pero tiene la virtud de que puede servir para otros países europeos e incluso no europeos.

La idea fundamental, que desarrollaré un poco más en un próximo post de este blog, es organizar una Europa de tres velocidades, con un núcleo alrededor del euro y del proyecto político de integración plena, un segundo círculo de los países que no pertenecen al euro pero aspiran integrarse y un tercer círculo, exterior a la UE pero estrechamente vinculado por la cooperación intergubernamental en áreas específicas, en el que junto a Reino Unido se podrían integrar en un futuro Ucrania, Turquía o incluso Marruecos.

Los autores del 'paper' piensan, y creo que llevan razón, que hay que darle la vuelta al Brexit y convertirlo en una oportunidad para avanzar en la integración europea en vez de quedarnos paralizados o retroceder, como sucederá si solo nos dedicamos a ir distanciándonos y desconectando de Reino Unido sin una estrategia y un objetivo compartido. Quizás haciendo esto, los británicos serán capaces de echar el freno y evitar lo que, al final de las cuentas, será un mal negocio para todos.

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5 de septiembre de 2016
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Politizar el cuerpo femenino

El contraste es duro. Hay fotos de las costas europeas de los años 60 en los que se puede ver a policías que multan a jóvenes en bikini. Este verano, 50 años después, hemos visto las fotos de gendarmes franceses que obligaban a una mujer a despojarse de su bañador integral, el llamado burkini, en una playa de la Costa Azul. Hace medio siglo, en pueblos agrícolas de Italia y España, había todavía mujeres vestidas de negro y con la cabeza cubierta, mientras que en ciudades como El Cairo, Beirut o Argel, muchas mujeres vestían ?a la occidental?, con faldas cortas y cabeza descubierta.

Ha sucedido en Francia, en una región donde tiene una implantación muy fuerte el Frente Nacional de Marine Le Pen, y después del terrible atentado de la noche del 14 de julio en Niza, que dejó 85 muertos y 303 heridos sobre el asfalto y a los franceses en un estado de shock que todavía no han superado. Son 31 los ayuntamientos los que han publicado bandos que prohíben el burkini, objeto de los recursos, primero administrativo y luego ante el Consejo de Estado, equivalente a un Tribunal Constitucional, por parte de la Liga de los Derechos del Hombre, a la que se añadió luego el Comité contra la Islamofobia en Francia.

El burkini no es un burka o niqab, es decir, un velo que cubre el rostro de la mujer. Este último está prohibido en Francia por razones de seguridad, como está prohibido el mero uso del velo por parte de los funcionarios o en las escuelas públicas. La prohibición del bañador completo de pies a la cabeza, pero con el rostro descubierto, tal como han pretendido varios ayuntamientos de la Costa Azul, sería un paso más en contra de los signos religiosos en el espacio público, previo a la prohibición mucho más polémica del velo. Es lo que pretenden varios partidos de extrema derecha con sus programas de desislamización de Europa, que significa la expulsión de la religión musulmana del espacio público y podría llegar incluso a la prohibición de difusión del Corán.

Las opiniones jurídicas están divididas, como lo están las políticas. Un tribunal de Niza dio validez a las prohibiciones municipales, mientras que la más alta instancia constitucional francesa zanjó y las anuló como ?un grave atentado y manifiestamente ilegal a las libertades fundamentales?. El primer ministro socialista Manuel Valls expresó su simpatía con los alcaldes prohibicionistas, probablemente con la vista puesta en las elecciones presidenciales en las que Nicolas Sarkozy y Marine Le Pen pujarán en la subasta islamofóbica, mientras que varios de sus ministros, mujeres incluidas, se manifestaron en contra de la prohibición.

El Consejo de Estado considera que no existe riesgo para el orden público, como pretendía el munícipe prohibicionista y defendía Valls, ni tampoco existe para la higiene, y añade respecto a los orígenes del problema que ?la emoción y las inquietudes resultantes de los atentados terroristas cometidos en Niza el pasado 14 de julio no son suficientes para justificar legalmente la medida de prohibición impugnada?.

Es muy difícil orientarse en la guerra del burkini, en la que las libertades individuales que unos ven transgredidas son para otros agresiones al laicismo e imposición de una identidad islámica con supuestas pretensiones invasivas y dominadoras, al estilo de la distopía descrita por Michel Houellebecq en su novela Sumisión. En ocasiones, las posiciones extremas de los islamistas radicales y de sus enemigos islamófobos coinciden, como sucede con la lectura literalista del Corán. Unos y otros creen exactas, dogmáticas y preceptivas las apelaciones a la violencia o a la discriminación de la mujer que pueden leerse en este, como en otros libros sagrados.

Nada mejor para orientarse en este caso que atender al criterio de alguien que sabe de qué va el velo y el burkini. Por ejemplo, una colega periodista, egipcia, musulmana, abiertamente liberal en terminología estadounidense, es decir, de izquierdas, y con una larga trayectoria de reflexión, discusión y combate por la emancipación de las mujeres, como es Mona Eltahawy, autora del libro Velos e hímenes. Por qué Oriente Medio necesita una revolución sexual (que hay que leer en inglés, francés, italiano o alemán, porque desgraciadamente no hay traducción española).

Eltahawy se puso el velo a los 16 años y se lo quitó a los 25, según confiesa, tras siete años de combate consigo misma. También tuvo que combatir consigo misma para liberarse sexualmente, a los 29 años, en un clima de sublimación de la virginidad y de prohibición de cualquier relación fuera del matrimonio. Fue detenida por la policía de Mubarak durante la revuelta de 2011, sometida a abusos sexuales y malos tratos que le produjeron la fractura de ambos brazos. En sus libros y artículos ha documentado el maltrato y los abusos sexuales que sufren las mujeres en los países árabes, que en su caso se produjeron incluso durante la peregrinación a La Meca por parte de policías encargados de la seguridad de los peregrinos.

Según Eltahawy las mujeres musulmanas usan velo unas por modestia religiosa, otras para dar testimonio de su identidad islámica, algunas para no gastar en ropa y peluquería, otras más para sentirse libres y solas en el espacio público, incluso para no ser acosadas e incluso violadas, y también, en casos extremos, pero muy relevantes, como forma de militancia política antioccidental.

La polémica del burkini demuestra que los radicales islámicos han llegado muy lejos en sus propósitos de atizar la islamofobia, dividir a los europeos y separar a los musulmanes del resto de los ciudadanos. Aunque no sea un esfuerzo coordinado, la violencia de los atentados de una parte y la exhibición de la militancia islámica por la otra se suman en la consecución del mismo objetivo. Los primeros enervan los reflejos xenófobos, racistas e islamófobos que se proyectan sobre los pacíficos creyentes que exhiben los atributos de su fe en el espacio público europeo.

La periodista egipcia apoya la prohibición del niqab que oculta el rostro de la mujer, pero no del velo, es decir del burkini, pero tiene muy clara su posición ante las mujeres que lo llevan: ?El velo, sea hiyab o niqab, es la bandera blanca que levantamos para rendirnos a los islamistas y su conservadurismo?. Me parece que su criterio es muy relevante y útil para orientarnos.

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4 de septiembre de 2016
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Sobre la Revolución húngara de 1956

La revista Foreign Affairs me recuerda que ahora se cumplen 60 años de la revolución antisoviética de Hungría. Lo hace en un espléndido artículo en el que relaciona el combate de los revolucionarios húngaros, comunistas muchos de ellos opuestos a la dominación soviética, con los ideales europeístas que el actual primer ministro Viktor Orban está traicionando. Hace diez años, con motivo del 50 aniversario, escribí un artículo, titulado ?Como gatitos ciegos?, que ahora he releído y que me parece que puede ser de interés para los lectores. A veces creemos que todo cambia pero luego vemos que han pasado diez años y algunas cosas siguen exactamente igual, o peor.

Como gatitos ciegos

Todo estaba preparado, hoy hace 50 años, para aplastar la Revolución. Diez divisiones, con 5.000 carros y 150.000 hombres, más un nutrido apoyo aéreo, se había desplegado por toda Hungría, había bloqueado las fronteras con Occidente y organizado una tenaza sobre Budapest, que iba a cerrarse en la madrugada del 4 de noviembre. El embajador de Moscú en Hungría era Yuri Andropov, el hombre que en 1982 se convertiría en el máximo dirigente de una Unión Soviética gerontocrática que ya se hallaba sin saberlo en fase de inmediato desmoronamiento. Andropov fue el elemento decisivo de aquella operación militar que terminó con una Revolución protagonizada por los jóvenes húngaros, estudiantes y obreros, en su gran mayoría de ideología izquierdista y comunista, pero dispuestos a morir por la libertad y la independencia de su país. El primer intento de ahogar la revuelta, el 25 de octubre, se hizo con una fuerza de unos 20.000 soldados y apenas un millar de carros, preparados para los combates urbanos contra un ejército enemigo, como el alemán, al estilo de lo que había sucedido en la Guerra Mundial. Pero no para enfrentarse a una improvisada guerrilla urbana, con barricadas y cócteles molotov, que obligó al segundo ejército del mundo a replegarse y prometer conversaciones con el nuevo Gobierno pluralista y democrático, encabezado por el comunista reformista Imre Nagy.

Nadie estaba preparado para aquella Revolución. No lo estaba Washington, concentrado en la campaña electoral para la reelección de Eisenhower, que se conformó con mantener el reparto del mundo urdido en Yalta y sólo se permitió alentar a los revolucionarios e incluso criticar por su moderación al Gobierno de Nagy desde su emisora dirigida a los países comunistas. Tampoco Naciones Unidas, que se ocupó tarde y mal de las dos intervenciones soviéticas, pues estaba atareada con la invasión de Suez por Francia, Reino Unido e Israel, que se produjo en idénticos días. Europa todavía no existía, y la mayor prueba era que París y Londres se habían metido en esta última y absurda aventura imperial e iban a recibir la regañina y el castigo correspondiente de Washington. La propia Unión Soviética tampoco podía imaginar que alguien cuestionara su orden y autoridad imperial sobre sus países vasallos. El único preparado, muy bien preparado, para enfrentar situaciones tan difíciles era el embajador Andropov, que consiguió adormecer y engañar al nuevo y legítimo Gobierno, tender una trampa y detener a la cúpula militar húngara y preparar la invasión con modos de fariseo y de tahúr.

Recibió su premio al poco en forma de rápida escalada en el partido hasta alcanzar la jefatura del KGB en 1967, cargo que ocupó hasta 1982, cuando se convirtió en sucesor de Bréznev y antepenúltimo líder de la URSS. El aplastamiento de la Revolución de 1956 llevó al exilio a casi 200.000 personas. Fueron a parar a las cárceles unas 22.000, de las que 330 fueron ejecutadas, entre ellas el primer ministro Imre Nagy. La dirigente comunista italiana, Rossana Rosanda, ha descrito en una frase escueta el espíritu que reinaba en las filas comunistas: "Los camaradas se sentían engañados, tratados como gatitos ciegos". La fe en el comunismo se quebró de forma irreparable. Los 33 años que faltaban para la caída del muro de Berlín iban a ser una larga e inexorable pendiente y una permanente sangría de militantes. Pero aquél fue el año decisivo, en que se desarrolló la primera revolución antitotalitaria en un país comunista, y se conocieron los crímenes de Stalin gracias al informe secreto de Nikita Jruschov ante el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS.

Todo ha cambiado en el 50º aniversario, mal les pese a la extrema derecha y a los populistas húngaros, que buscan estos días imposibles paralelismos. Aunque queda un hilo de inquietante continuidad. El actual señor del Kremlin, Vladímir Putin, también ha sido miembro del KGB, en el que ingresó a las órdenes de Andrópov. Ha sido el jefe máximo de los servicios secretos de Moscú, aunque en este caso con las nuevas siglas del FSB, el servicio federal de seguridad que sucedió al soviético Comité de Seguridad del Estado. Y se aupó en el poder gracias a la guerra de Chechenia, la acción militar que más se parece y que incluso supera a la terrible represión sobre Hungría en 1956.

Como sus antecesores en el Kremlin, que llamaban a capítulo a los Gobiernos de los países satélite para impartir sus órdenes, ahora Putin exhibe el poder que le dan los grifos del gas y del petróleo que Europa necesita para vivir. Sería muy lamentable que gracias a la desunión y a la ceguera de los europeos, los sucesores de Andrópov recuperaran ahora parte de lo que empezaron a perder hace 50 años.

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2 de septiembre de 2016
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Un libro para Pablo Iglesias y Mariano Rajoy

Entre los numerosos rifirrafes de la primera sesión de investidura hubo uno en el que Pablo Iglesias y Mariano Rajoy nos proporcionaron sendas versiones acerca de los orígenes de la Unión Europea. El líder de Podemos, tan amante de las citas célebres y de las frases pomposas, citó a Jorge Semprún para recordarle a Rajoy el papel que jugaron los españoles en la liberación de París en 1944. El presidente en funciones del Gobierno le respondió extrañado --y probablemente desconocedor de la historia de los republicanos españoles que combatieron contra Alemania en las filas de la Francia Libre a las órdenes de De Gaulle--, con su versión, ciertamente verídica, acerca de la creación de la Comunidad del Carbón y del Acero como origen de la actual UE.

La cita de Iglesias requiere remitirse a un libro excelente de la periodista española afincada en Francia, Evelyn Mesquida , titulado ?La Nueve. Los españoles que liberaron París?, cuyo prólogo escrito por Semprún dice, entre otras cosas: ?Solo ahora, después de tantos años, se vuelve a recordar y a reconocer que aquellos combatientes contribuyeron con su sacrificio y su lucha a restablecer en Europa las condiciones de una vida libre y que formaron, de forma inconsciente, el primer esbozo de una futura unión europea. Me lo parece. Como ya me pareció ?mucho después de salir de Buchenwald?que la lucha, la resistencia de todos aquellos hombres, al acabar juntos con el nazismo y el fascismo, constituía uno de los primeros elementos de esta comunidad europea?. Documentar la respuesta de Rajoy, en cambio, es mucho más sencillo, con Wikipedia basta.

Visto y sobre todo oído el trance, parece que ni Iglesias ni Rajoy conocen un texto tanto o más actual porque ha sido precisamente el que ha justificado el lugar de encuentro a mitad de agosto de los tres principales líderes de la Unión Europea, Merkel, Hollande y Renzi, para intentar unir sus esfuerzos en políticas de seguridad, terrorismo y migraciones a la vista de la tremenda crisis a la que nos enfrentamos. Es verdad que estos temas apenas tuvieron presencia en el debate de investidura, donde cuestiones de mucha mayor prosopopeya como la unidad de España o la soberanía nacional alcanzada con las Cortes de Cádiz tuvieron gran protagonismo.

Los tres mandatarios se encontraron en el portaviones italiano Garibaldi frente a la isla de Ventotene y al término de la reunión se desplazaron en helicóptero hasta el cementerio donde depositaron unas flores sobre la tumba donde yacen los restos de Alterio Spinelli, enterrado en la misma isla del mar Tirreno donde le confinó el régimen desde 1939 hasta 1943 junto a numerosos antifascistas de todos los partidos. El lugar de la elección y el homenaje permiten recordar, como destacaron todos los medios, el 'Manifiesto de Ventotene', redactado por Spinelli y Ernesto Rossi y considerado como un texto fundacional del federalismo europeo.

Con tres citas del Manifiesto me bastaría para apoyar la sugerencia a Iglesias y Rajoy de que lo lean inmediatamente y que también lo hagan los otros diputados que no lo hayan hecho:

1.- ?La cuestión que debe resolverse en primer lugar, y cuyo fracaso haría que cualquier otro progreso no fuese más que apariencia, es la abolición definitiva de la división de Euroipa en estados nacionales soberanos?.

2.- ?Se ha revelado como absurdo el principio de no intervención, según el cual todos los pueblos serían libres de escoger el gobierno despótico que considerasen oportuno, como si la constitución interna de cada estado no constituyese un interés vital para los demás países europeos. Se han convertido en irresolubles los múltiples problemas que envenenan la vida internacional del continente (?) que encontrarían en la Federación Europea la solución más simple?.

3.- ?el nuevo organismo [la Federación Europea] será la creación más grandiosa e innovadora que haya surgido en Europa desde hace siglos. Con ella se podrá construir un estado federal sólido que disponga de una fuerza armada europea en lugar de ejércitos nacionales, que haga pedazos las autarquías económicas, la columna vertebral de los regímenes totalitarios?.

Salvando las distancias de lenguaje de la época, me parece que lo que recojo en estas citas es lo que querían decir Renzi, Merkel y Hollande con su homenaje a Spinelli. Pero hay otras citas que probablemente hay que situar todavía más que las anteriores en su contexto de guerra europea y de brutal enfrentamiento entre nazismo y comunismo. Seguro que encantarán a Iglesias y extrañarán todavía más a Rajoy, que no fue invitado o no quiso ir a la reunión de Ventotene.

El Manifiesto quiere una ?revolución europea? de carácter socialista, que limite o liquide la propiedad privada e implante incluso una dictadura del partido revolucionario europeo para que pueda crear ?la nueva y verdadera democracia?. Y asegura, para que no quepa duda alguna, que ?los demócratas no rechazan la violencia por principio, pero quieren emplearla solo cuando la mayoría esté convencida de que es indispensable?.

Pero no nos confundamos, la cuestión central del Manifiesto de Ventotene es el federalismo y su máxima expresión es la creación de un ejército europeo, y no sé muy bien --y quizás eso es lo importante-- cuáles son las ideas de Iglesias y de Rajoy acerca de ambas cosas.

(Hay edición en español del manifiesto: El Manifiesto de Ventotene. Por una Europa libre y unida, y tiene la gracia de que lleva un prólogo firmado al alimón por Josep Borrel, Enrique Barón y José María Gil Robles y una nota de Eugenio Nasarre, presidente del Consejo federal del Movimiento Europeo, sobre Altiero Spinello.)

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1 de septiembre de 2016
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Europa no puede esperar

A más de dos meses del referéndum del Brexit, la economía británica no se ha hundido. La bolsa se ha recuperado. La libra ha caído, para satisfacción de los visitantes que llegan a Reino Unido y en detrimento de los británicos que viajan a Europa. Pero no se ha producido el efecto Lehmann, que arrastró al sistema financiero de Wall Street, tal como se ha encargado de subrayar el Council on Foreign Relations. Este think tank estadounidense ha advertido acerca de la engañosa calma posterior a la expresión de la voluntad británica de abandonar la Unión Europea. Según el dictamen que firman Robert Kahn y Steven Tananbaum (Brexit a los dos meses: la lenta combustión de la integración europea), será un trauma de efectos lentos y con un enorme grado de incertidumbre, que ?puede lastrar durante mucho tiempo en las economías de Reino Unido y del conjunto de Europa y terminar amenazando la viabilidad de la UE?.

Nada distinto ha señalado Angela Merkel en Varsovia, en su gira preparatoria de la cumbre de Bratislava que la ha llevado a reunirse con 18 mandatarios europeos. Para la canciller no es un acontecimiento más en la vida de la UE sino ?una profunda ruptura? en la historia europea, que requiere una respuesta muy bien calculada. Parece claro que el referéndum no fue el final de un proceso sino solo el principio de un camino desconocido y arriesgado. Dos meses después, todo está envuelto en la mayor oscuridad: la ruta, la fecha e incluso su significado exacto. La primera ministra, Theresa May, lo explica con su tautología ??Brexit es Brexit?? y rechaza un eventual segundo referéndum, como propugna el candidato al liderazgo laborista, Owen Smith. Lo único que se conoce de sus intenciones es que activará el artículo 50 del Tratado Europeo antes de que termine 2017, cuando ya sabrá con quien tendrá que encontrarse en la negociación de salida en el palacio de El Elíseo de París y en la Cancillería de Berlín, donde sendas elecciones que se celebrarán entre mayo y septiembre despejarán la incógnita de si siguen Hollande y Merkel en tales funciones.

El Brexit dividió a los británicos en dos mitades en el referéndum ?con un 4% de diferencia entre una y otra?, pero no ha conseguido unirles después del referéndum. La división se ha traslado al Gabinete de Theresa May, que tiene que ponerlo en marcha, entre quienes quieren un Brexit suave, que mantenga el mercado único europeo, y quienes quieren un Brexit duro, sin libertad de circulación de personas sobre todo, a costa de poner incluso en peligro la economía británica y la europea. Y aún los partidarios de este último se hallan también peleados por el control de las competencias en la negociación.

El Brexit divide a todos, laboristas y conservadores, y también a los socios europeos, entre los duros que quieren dar prisa a los británicos y los condescendientes que prefieren darles tiempo y facilidades. Para la UE, el problema es saber qué lugar ocupará en los próximos años en su vida política y si será al fin la tarea que ocupará sus mejores energías en el futuro, algo que sería lo más próximo a la defunción del entero proyecto europeo.

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1 de septiembre de 2016
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Finales de agosto (y 3): De Colombia a Crimea

La mejor noticia del mes, y quizás del año y de la temporada, es la firma de la paz entre las FARC y el Gobierno colombiano. Cierra una larga y dolorosísima etapa de 52 años de guerra civil en Colombia y cierra lo que es todavía más serio e importante, una larga historia de violencia pretendidamente revolucionaria en América Latina surgida en plena guerra fría y persistente hasta ahora mismo. La mayor ironía es que suceda en La Habana, capital de la violencia revolucionaria mundial y latinoamericana, donde siguen al mando quienes fueron sus principales apóstoles y responsables. La paz ahora, muy bien, y ojalá no se tuerza antes de su consolidación, pero algún día los historiadores detallarán las responsabilidades de los Castro en la pérdida de tantos miles de vidas de jóvenes latinoamericanos en aquel proyecto absurdo y al final criminal de convertir el entero continente en un Vietnam.

Cuesta desde Europa valorar una noticia agosteña. Las guerras en Siria, en Libia y en Yemen, los atentados del Estado Islámico, el golpe de Estado en Turquía, las dificultades para gestionar la llegada de los refugiados, la fragmentación europea con el Brexit, el ascenso de los populismos y sus consecuencias contribuyen a oscurecer el horizonte y alientan los temores ante el futuro. Y más cuando este mes de agosto nos ha ofrecido novedades militares en los márgenes de Europa que constituyen auténticas y preocupantes sorpresas. Rusia ha utilizado por primera vez en la historia unas instalaciones de Irán para bombardear en Siria. Turquía, también por primera vez, ha realizado una profunda incursión en suelo sirio. Para postre, se han registrado movimientos militares en Crimea y en las regiones ucranias rebeldes, que han alentado los temores a un nuevo incendio.

Steven Pinker, el filósofo del optimismo que ha documentado la decadencia de la violencia en la historia (Los mejores ángeles), ha escrito un espléndido artículo en The New York Times, junto al presidente Juan Manuel Santos y artífice de la paz, en el que califica el pacto como ?un auténtico hito para la paz en las Américas y en el mundo?. Según Santos y Pinker, ya no estamos en un mundo en guerra, sino en un mundo ?en el que cinco de cada seis personas viven en regiones amplia o enteramente libres de conflictos armados?. ¿Debe llevarnos a un ingenuo optimismo que nos lleve a desentendernos de los actuales conflictos armados? Ni Pinker ni Santos defienden tal idea, al contrario, nos recuerdan la fragilidad de la paz y la necesidad de seguir trabajando contra la violencia criminal y gansteril en la propia América Latina, donde sucede a la guerra en la cuenta de muertes y miseria.

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31 de agosto de 2016
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Finales de agosto (2): personajes

Medio agosto fue para los Juegos de Río, pero el mes entero fue para Donald Trump. Él es uno de mis personajes de agosto, sobre los que he tomado algunas notas estos días.

Lo peor de Trump no es lo que es, ni lo que dice, ni siquiera lo que hace ?nada bueno por otra parte. Lo peor es que todavía puede ganar, a pesar de sus esfuerzos involuntarios por evitarlo. Si gana no será por méritos propios, sino por un grave percance en la campaña de Hillary Clinton, algo que no se puede descartar de ninguna manera.

Erdogan ya fue el personaje de julio pero es de temer que su protagonismo vaya creciendo todavía, más como ya lo ha hecho en agosto. La Gran Purga sigue en marcha y tiene incluso ramificaciones en el extranjero, propagandísticos y de inteligencia, como acaban de descubrir los servicios secretos alemanes. Unos 6.000 agentes turcos se hallan infiltrados en Alemania según publicó el diario ?Die Welt?, dedicados principalmente a perseguir a los partidarios del clérigo Gülen, al que Erdogan atribuye todas las responsabilidades del golpe de Estado. Ni en tiempos de la Alemania dividida hubo tantos agentes secretos del Este, los famosos espías de la Stasi, en el Oeste.

Trump y Erdogan pertenecen a una misma especie política, en la que hay otros notables ejemplares en el paisaje de nuestro mundo, como son Putin y Al Sissi. También Rodrigo Dutertre, el nuevo presidente filipino, pertenece a esta casta que combina la exigencia de la popularidad de las urnas con la idea caudillista de un poder personal por encima de ley. Pocos mandatarios pueden exhibir un cumplimiento tan impresionante de sus promesas electorales como Dutertre: prometió exterminar físicamente a los traficantes de droga sin trámite judicial alguno y en los dos meses que lleva han caído ya asesinados por civiles armados o por la policía unos 2.000 sospechosos, se han producido más de 11.000 detenciones y más 600.000 más se han entregado a la policía, posiblemente para evitar su linchamiento o persecución en la calle.

Pero el personaje de agosto no es uno de los poderosos de este mundo sino precisamente alguien que representa todo lo contrario, de hecho, a todas sus víctimas. Este es el caso de Omran Daqneesh, nacido en Alepo hace cinco años, cuando la guerra ya había empezado. Le grabaron en vídeo sentado en una ambulancia, lleno de polvo, con su mirada aturdida y triste, y sin que se le escapara ni una lágrima, a pesar de que tenía cortes en todo el cuerpo y estaba herido en la cabeza, después de que le rescataran de un bombardeo a cargo de la aviación rusa. Su imagen ocupó todos los informativos de televisión y las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo, sacudiendo una vez más las conciencias de todos, como ya sucedió con la imagen de otro niño sirio, Ailan Kurdi, nacido en Kobane y ahogado en una playa turca cuando intentaba llegar a Grecia.

Hay 100.000 niños como Omran atrapados en Aleppo, sufriendo bombardeos aéreos como el que se abatió sobre la familia Daqneesh, que destruyó su casa y mató a Alí, el hermano mayor de Omran. Las imágenes del niño herido, que se convirtieron en virales en las redes sociales, nos revelan la existencia de otros personajes anónimos y heroicos, que sufren la guerra como Omran, pero lo hacen voluntariamente, porque son los que les rescatan, les curan en ambulancias y hospitales y registran con sus cámaras las imágenes que servirán para denunciar la insoportable matanza que está en marcha en Siria desde hace ya cinco años. Estos últimos son un grupo de activistas y periodistas ciudadanos organizados en el Aleppo Media Center, al que pertenece Mahmud Raslan, el fotógrafo que captó las imágenes.

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30 de agosto de 2016
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Finales de agosto (1)

Mes extraño para quienes nos ocupamos de las noticias. No hay vacaciones para la actualidad, nunca las ha habido, pero las máquinas de la información cambian el ritmo e incluso su sistema de trabajo. Las estrellas de la radio y de la televisión se dan una pausa, casi tan larga como los escolares y sus maestros, y los periódicos ofrecen formatos nuevos, vacacionales, para una lectura de campo y playa. Los columnistas y articulistas habituales son sustituidos por otros aparentemente más refrescantes e incluso innovadores. Solo el mundo digital, y sobre todo el más distanciado de los medios tradicionales, lo que no es el caso de este blog, sigue rodando al ritmo de las noticias.

No tan solo no hay vacaciones para la actualidad en verano, sino que la actualidad más salvaje, la que rompe de verdad las agendas y las previsiones, es la de las revoluciones y guerras. Algo tiene que ver con que los gobiernos y los parlamentos estén de vacaciones, los ejércitos y las policías menguados por los turnos y las libranzas, y muchos observadores de la actualidad ?diplomáticos, espías, periodistas? pasando unos días de paseo por el mundo, en la orilla del mar o en lo alto de las montañas.

Este es el segundo post que publico, antes de que termine agosto. El anterior se titulaba ?Trágicos fogonazos de julio?, el mismo título que podría utilizar para las notas sobre la actualidad de este mes tan lleno de noticias como escaso de reflexión y comentarios. De hecho, cualquier artículo miscelánea o resumen de la actualidad podría llevar este título en el que quise reflejar la dificultad de visión que nos plantea el paisaje crecientemente confuso de nuestro mundo, en el que debemos calibrar el tamaño e importancia de los acontecimientos a pesar de que los fogonazos de la actualidad nos deslumbran y desorientan. Manos a la obra, pues. Empiezo hoy y terminaré el repaso probablemente cuando el mes termine, es decir, el miércoles. Medio agosto, del 5 al 21, ha estado ocupado por los Juegos Olímpicos de Río, un acontecimiento con tantas dimensiones como para ocupar un blog especializado permanentemente. El éxito de unos juegos se mide ante todo por las plusmarcas y por la buena organización que las permite. Los de esta Olimpiada, decimoterceros de la historia moderna, han sido magníficos en estas cuestiones, por muchas cosquillas que se busquen a este Brasil en crisis política y económica. Buena prueba de ello es que al final los focos de la actualidad se han centrado más en el pequeño escándalo del equipo estadounidense de natación, que denunció falsamente un atraco, que en los fallos que hubo de organización. Al final hay que ver el bosque y no quedarse en las hojas y el resultado es que Brasil es un gran país y sus Juegos han sido un éxito.

En todos los juegos están las noticias, que son muchas y serias, en forma de plusmarcas y sobre todo de figuras excepcionales, unas que se confirman, otras que aparecen surgidas de la nada y otras más que se reafirman en su dimensión gigantesca, como Phelps o Bolt. Y luego está la competición y el esfuerzo de todos, los vencedores y los que quedan eliminados en la primera ronda, que proporcionan la sustancia admirable del gran acontecimiento cuatrienal. ?Si estás perdiendo la fe en la naturaleza humana sal y contempla un maratón? dijo Kathrine Switzer, la primera y bien meritoria mujer que corrió el de Boston en 1966 y tuvo que defenderse para que un árbitro no la echara de la carrera, una frase que vale para los juegos enteros.Para los olímpicos, claro, pero incluso más para los paralímpicos que les han sucedido.

Pero los juegos también proporcionan una foto deportiva de la geopolítica mundial que permite abundantes lecturas comparativas, entre continentes, países y épocas. El análisis del medallero no ofrece duda alguna sobre el país que sigue siendo y para mucho tiempo la superpotencia deportiva mundial. Reino Unido, con su segunda plaza, demuestra que se puede tener una excelente política deportiva y una pésima política europea: el éxito deportivo de los británicos nada tiene que ver con el Brexit, aunque algunos pretendan encontrar la relación. El tercer lugar de China, con menos medallas y oros de los esperados, es un revés para las aspiraciones de la superpotencia emergente. Solo dos datos para abrir el apetito del análisis: India, con 1.250 millones de habitantes, ocupa el lugar 67 del medallero, una de plata y otra de bronce, por debajo de Venezuela y Bulgaria; y Africa, con el 15 por ciento de la población mundial ha obtenido el 5 por ciento de las medallas, el mismo porcentaje que Oceanía (38 millones de habitantes).

Como en los cómics, continuará. Me refiero a esta reflexión de finales de agosto. Hasta mañana.

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29 de agosto de 2016
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Trágicos fogonazos de julio

Entre las noches consecutivas del atentado de Niza y del golpe de Estado contra Erdogan, los días 14 y 15 de julio de este año de 2016, quedó agazapada una noticia que en otras circunstancias habría creado una enorme conmoción y hubiera podido abrir una crisis entre Estados Unidos y Arabia Saudí. El Congreso levantó la clasificación como secreto oficial de 28 páginas de la investigación realizada hace 13 años sobre las relaciones entre el gobierno de Riad y los atentados de 2011 en Nueva York y Washington, poniendo fin así a una polémica de años y a abundantes especulaciones sobre la implicación de la monarquía saudí.

Aunque 14 de los 19 terroristas del 11S eran de nacionalidad saudí, cuando en 2003 se publicó el grueso del informe no aparecieron evidencias de la implicación de Riad en aquellos atentados. Y tampoco han aparecido ahora tras su desclasificación, permitiendo a los gobiernos saudí y estadounidense la reversión en forma de exculpación de las sospechas sembradas hasta ahora.

A pesar de la aparente insignificancia de las páginas desclasificadas desde el punto de vista de la responsabilidad judicial, su publicación ha ido acompañada de unas explicaciones atenuantes por parte de ambos gobiernos con el objetivo de evitar que una decisión programada desde hacía tiempo y cuidadosamente evaluada y preparada por las dos capitales se convirtiera en motivo de una crisis. Razones no faltaban.

Ante todo, porque la falta de pruebas de valor judicial no significa que las páginas desclasificadas no contengan indicios sobre la implicación saudí en la organización de Al Qaeda e incluso en la asistencia a algunos de los terroristas del 11S. La mayor preocupación de Riad tiene que ver con las responsabilidades judiciales, sobre todo por la reclamación al Estado de saudí de indemnizaciones por parte de familiares de víctimas de los atentados, que han sido objeto de apoyo legislativo por parte del Senado de Estados Unidos. Las 28 páginas contienen informaciones que refuerzan las sospechas sobre la involucración saudí, al menos de sus servicios secretos y de personalidades de su extensa familia principesca, en el encubrimiento de Al Qaeda antes del 11S y en el suministro de auxilio sobre todo financiero a implicados en los atentados.

Según la interpretación de las páginas desclasificadas que ha hecho Simon Hendersen, del Washington Institute for Near East Policy, y que ha publicado la revista Foreign Policy, algunos de los terroristas pudieron estar en contacto con dos agentes secretos saudíes; uno de los individuos que proporcionó financiación a los terroristas recibió el dinero de un miembro de la familia real saudí; un líder de Al Qaeda estaba en posesión del número de teléfono reservado de la compañía de seguridad que se ocupaba de la residencia del embajador saudí en Colorado; la esposa de uno de los implicados en la financiación del 11S recibió dinero de la esposa del embajador saudí; y hubo contactos entre la fundación saudí Al Haramain con los grupos terroristas y sospechas respecto al ministro del Interior saudí de la época. Con pruebas mucho más débiles, o incluso inexistentes, la administración de George W. Bush pudo justificar la guerra de Irak, lo cual da idea del resultado que hubiera tenido el conocimiento público de la investigación antes de la invención de las evidencias sobre las armas de destrucción masiva de Sadam, que no existían, pero que necesitaban los neocons para derrocarle.

Las relaciones entre Washington y Riad no van a empeorar por unas páginas desclasificadas que estaban descontadas por ambos gobiernos. Los saudíes se sienten despechados por el acercamiento de Obama a Irán, mientras que los estadounidenses se fijan en el papel de los saudíes en la propagación de las doctrinas religiosas radicales que sustentan el yihadismo. No hay buen clima ni confianza mutua entre dos países que han sido aliados y amigos desde hace 70 años pero se hallan ahora en trayectorias divergentes e intentan gestionar con prudencia sus diferencias.

Este parece ser el sino de los mejores aliados que tuvo Estados Unidos en la región desde la Segunda Guerra Mundial. Arabia Saudí empezó a alejarse en 2001, aunque solo ahora se ha hecho tan evidente. Turquía lo hace en estos días a marchas forzadas. Se aleja de Estados Unidos y también se aleja de una Europa atacada por el terrorismo y ensimismada en sus miedos y debilidades. Como en un fogonazo, estas tres nuevas realidades geopolíticas se juntaron dramáticamente entre dos noches trágicas de julio y nos hicieron ver las imágenes inquietantes del nuevo paisaje que se abre ante nuestros ojos.

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8 de agosto de 2016
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Una amenaza existencial para Europa

Tras el golpe de Estado frustrado del 15 de julio sabemos que hay un grupo terrorista más temible para Turquía que el autoproclamado Estado Islámico o Daesh. Es la Organización Terrorista Fetulá (OTF), a la que el presidente Erdogan atribuye el golpe, el intento de asesinarle y una amplia infiltración de la estructura del Estado y de la sociedad turcas para subvertir su orden democrático.

La denominación de la OTF es una invención de Erdogan, a partir del nombre de Fetulá Gülen, un anciano clérigo de 84 años que vive en Pensilvania y es el fundador de Hizmet (Servicio), el auténtico nombre de una cofradía musulmana de inspiración sufí, a la que se atribuye un propósito de infiltrarse en las estructuras del poder económico y político al estilo del Opus Dei católico.

El Estado turco se halla entregado en cuerpo y alma a combatir a esta OTF, hasta el punto de que la purga iniciada en la noche del 15 de julio apenas tiene precedentes en la historia reciente. Hay que acudir a la Revolución Cultural de Mao hace 50 años o más atrás a la Gran Purga estalinista de los años 30 o a la Noche de los Cuchillos Largos en 1934, cuando Hitler liquidó a las milicias de su partido, las célebres SA, para encontrar una represión tan extensa entre antiguos socios y aliados.

Antes incluso que el Estado Islámico hay todavía otra amenaza existencial mayor para Turquía y esta es el PKK, el partido de los trabajadores del Kurdistán, con el que ahora está en guerra abierta después de haberse truncado el proceso de paz iniciado en 2012. Al final, sí, Ankara también combate al Daesh, sobre todo después del atentado en el aeropuerto de Estambul, que costó la vida a 41 personas, pero es su tercera prioridad.

No es extraña esta inversión de prioridades, que difícilmente se entiende en Europa y Estados Unidos pero forma parte de la geopolítica de la zona, donde el terrorismo suele ser un buen instrumento de los servicios secretos de alguno de los Estados en pugna para chantajear a algún adversario. Israel y Arabia Saudí, por ejemplo, consideran a Irán como su principal amenaza existencial. En cambio, para el régimen de El Assad y para Irán, objetivos designados por Daesh, ni siquiera este es su enemigo existencial, sino un mero avatar del poder saudita al que identifican como aliado del sionismo y de occidente en la guerra por procuración entre chiitas y sunnitas en que se han enzarzado.

Al final de las cuentas, solo para los europeos Daesh es una amenaza existencial, porque pretende dividirnos, convertir a los musulmanes europeos en una comunidad aparte, discriminada y estigmatizada, deteriorar el Estado derecho y el sistema de libertades y valores y extender la guerra civil islámica declarada ahora en Oriente Próximo al conjunto de Europa.

A Daesh ya no le queda apenas ejército para mantener el dominio territorial que instauró hace dos años con la toma de Mosul, pero cuenta con el arma de la debilidad de los europeos, incapaces de enfrentarse unidos, en cada uno de los países y luego los países entre sí dentro de la UE, a la mayor amenaza contemporánea que pesa sobre su existencia.

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28 de julio de 2016
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