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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El califato está de moda

Una de las grandes ventajas del Estado Islámico de Irak sobre Al Qaeda es que ofrece a los militantes de la locura asesina el espejismo de un bien muy cotizado en la tradición del islamismo político. Es el califato, que enlaza con el Islam más puro y medieval en su fase de expansión guerrera, y sugiere que los fieles contarán por fin con un territorio delimitado y unas ciudades y un pueblo, árabe naturalmente, a su cargo. El terror es primordial para conseguirlo. Al enemigo exterior se le amedrenta rebanando cuellos de extranjeros y a los enemigos interiores con exterminaciones masivas de los creyentes de otras religiones, cristianos, yazidíes y también chiitas, y con la antiquísima técnica de no hacer nunca prisioneros ni dejar heridos: a los enemigos se les mata en calzoncillos y listos. Ahí le ganan la mano a los seguidores de Bin Laden, auténticos socialdemócratas al lado de la salvaje autenticidad genocida de sus competidores. Los del califato iraquí matan mucho más, se esconden mucho menos, van más lejos todavía en el reclutamiento de carniceros inhumanos europeos y saben utilizar la tecnología con más pericia. Encima, para coronar la faena, alientan a sus partidarios con esa ilusión tan del día de que contarán al fin con un Estado propio, nada menos que un califato, como sucedió tras la muerte del Profeta. Ayman Al Zawahiri, el sucesor de Bin Laden, no ha tenido más remedio que mejorar su oferta. Como en los tiempos del izquierdismo, en que nadie quería tener a nadie a su izquierda, en los califatos del siglo XXI nadie quiere quedarse corto en la carrera del genocidio. Por eso Al Qaeda se ha puesto también en la cosa de crear califatos allí donde alcancen sus bombas, fusiles y cuchillos. Una filial africana ya lo está creando en Nigeria, donde el estado norteño de Borno está a punto de caer en manos de Boko Haram. La casa madre, que ya lo tiene entre Pakistán y Afganistán, ha llamado a erigirlo en India, Myanmar y Bangladesh. El de Afganistán, a poco que sigan tan mal las cosas, será cosa hecha en cuanto se vayan del todo las tropas aliadas europeas y americanas. Y dentro de la fracción más radical y rebanadora de cuellos iraquí, donde el califato está ya instalado, hay marroquíes que llaman a reconquistar Al-Andalus, donde los Omeyas tuvieron uno hace algún tiempo: solo 11 siglos, pero importa poco a quien tiene buena memoria histórica. Puede parecer una broma, pero no lo es. Lo prueban las superproducciones gore de su departamento de propaganda y rebanado de cuellos. Su mensaje es claro y fácil de decodificar: acabaremos con vosotros si antes vosotros no sois capaces de acabar con nosotros. La OTAN debería hacer algo más que tomar nota. Es el peligro más serio que pesa sobre Europa desde la época de la destrucción mutua asegurada.



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6 de septiembre de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Semiótica del terror

El viento mueve la blusa de color naranja del reo y la vestimenta negra del verdugo bajo el espanto de un cielo azul y un sol radiante. Es un detalle realista más de esta secuencia tomada en mitad de una solitaria extensión desértica donde vemos a la víctima, de rodillas, y al asesino, desafiante y en pie, cuchillo en mano. Sorprenden la entereza y la parsimonia con que los dos condenados han recitado el terrible dicterio contra Obama al que culpan de sus muertes. Y la directa apelación amenazante del verdugo al presidente, con la punta del cuchillo, para que sepa que cada bombardeo sobre el Estado Islámico tendrá como respuesta un cuello occidental rebanado. En el primer vídeo en el que habla James Foley antes de ser decapitado, al final aparece Steven Sotlof, preparado para morir y ahora ya asesinado, con el anuncio de la siniestra lista de espera: ahí está en capilla el siguiente, el británico David Cawthorne Haines. El departamento de propaganda del Estado Islámico no ahorra medios --la tortura, sin duda-- y cuida todos los detalles, incluso la dicción y el estado psicológico de los reos, y sabe muy bien lo que quiere transmitir con sus sangrientas producciones. Esos jóvenes y fríos carniceros, salidos muchos de ellos de los suburbios europeos, conocen las técnicas de comunicación que mayor impresión pueden causar a los occidentales. Pero de poco les serviría su cultura mediática, si no tuvieran la vocación y el carácter de los asesinos en serie y en masa que mejor han servido a las mayores causas genocidas de nuestra inhumanidad. El califato recién inaugurado está consiguiendo difundir en muy poco tiempo las más perversas prácticas infernales que hayamos conocido en la historia reciente: crucifixiones, decapitaciones, matanzas en masa, esclavización y venta de mujeres y niños.. En nombre del islam más primigenio y puro se mata y muere sin pestañear, como quien tuitea o llama por el móvil. No hay originalidad en la matanza, sino en el uso cuidado de los medios y de la difusión viral para los propósitos militares y políticos que acompañan a la voracidad asesina. El cuchillo frente al dron, la blusa anaranjada que evoca Abu Ghraib, el asesino de negro que se erige en adversario de Obama, la muerte concreta y visible frente al impacto desde el satélite sobre el convoy islamista... La OTAN reunida desde hoy en Cardiff se enfrenta a dos peligros que llegan simultáneamente sin que se sepa muy bien cuál es peor. En sus confines orientales más inmediatos, una guerra sigilosa e híbrida, que empuja disfrazada para recuperar los lindes que Rusia perdió al terminar la Guerra Fría. Y en el flanco medio oriental, una amenaza directa y arrogante que aterroriza al mundo pero reta y desafía directamente a Obama, a ver si se atreve a poner a sus soldados en Irak, otra vez pie en tierra, como hizo Bush en 2003.



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4 de septiembre de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Europa, frente al califato

Algún día Europa tendrá una fuerza de intervención rápida, preparada para evitar que en su vecindario se instalen ejércitos terroristas como el del Estado Islámico de Irak, que milicias islamistas ocupen el aeropuerto de Trípoli o se produzcan invasiones sigilosas como la de Rusia en Ucrania. El día en que Europa tenga en su mano un instrumento de este tipo, es probable que se lo piensen dos veces quienes emprenden acciones violentas e incluso genocidas en los confines del continente. Estamos todavía muy lejos. De momento, la única fuerza europea de intervención rápida con que contamos es la que conforman los centenares de jóvenes yihadistas salidos de Londres, París, Berlín y Madrid que se han apuntado a una mili espeluznante en Siria e Irak, donde pueden asesinar a placer, cortar cabezas y morir en nombre de un remoto islam imaginario que se expandía a golpes de cimitarra. Alemania rompió su particular tabú en 1999, cuando por primera vez desde 1945 mandó tropas al exterior y precisamente a un escenario europeo como los Balcanes, donde las fuerzas de Hitler habían dejado la huella genocida que todos conocemos. Fue un Gobierno de coalición entre socialdemócratas y verdes el que tomó tal decisión. Desde entonces, Alemania había regresado a la senda pacifista, sobre todo gracias a la oposición a la guerra de Irak en 2003, a la inhibición en la votación del Consejo de Seguridad en 2011 que autorizó los bombardeos sobre Gadafi para proteger a la población civil y al mantenimiento de su prohibición de mandar armas a zonas en guerra. Cuanto más se acercan los tiros al continente europeo, más insostenible es el mantenimiento de la posición inhibida de Alemania en seguridad y defensa. No se puede cargar el peso de tantas responsabilidades económicas e incluso políticas en nombre de toda Europa sin pagar las contrapartidas en compromiso defensivo y en una política exterior más comprometida. La anexión de Crimea por Rusia y la presión rusa sobre las regiones ucranias limítrofes empujan hacia una definición más contundente. Pero todavía reclama mayor compromiso la instalación del califato asesino y genocida entre Irak y Siria, con el doble efecto de la eliminación de las minorías religiosas y étnicas que no quieren plegarse al rigorismo sunní y, lo que es todavía peor, el reclutamiento alarmante de jóvenes europeos para una yihad que amenaza a Europa con su billete de vuelta. La jugada no es fácil. El envío de armas a los peshmergas va a contribuir indirectamente a la consolidación de la nación kurda independiente. Sin contar con que puedan caer en manos de los islamistas, como ha sucedido con otros arsenales occidentales destinados a otros fines en Siria o en Irak. Es solo un pequeño paso de compromiso alemán, pero también es un paso comprometido. Señala una necesidad, pero revela a la vez la desproporción entre la demanda de seguridad y la disposición de nuestras opiniones públicas. Los europeos preferimos que los islamistas vayan a hacer la mili a Irak e imaginar así que nos dejan tranquilos en casa. Pronto tendremos de vuelta a los supervivientes con ganas de seguir su combate. Y entonces veremos qué hacemos con ellos. Hay razones morales para frenar el genocidio en Irak, pero las hay también prácticas, porque la seguridad de los europeos también está amenazada por el califato terrorista.



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2 de septiembre de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La ley de la oscuridad

Llegamos a los días decisivos entre setiembre y noviembre en mitad de la más espesa niebla política que se haya visto jamás. Tres son las espesas cortinas que ensombrecen el proceso de la consulta del 9 de noviembre y que han ido cayendo uno detrás de otro hasta dejarnos con la habitación en la penumbra más absoluta, sin que podamos ver a un palmo de nuestras narices ni saber qué diablos estamos haciendo. La primera en el tiempo y en la construcción lógica, es la espesa cortina de la oscuridad en los propósitos. La formación que dirige el proceso se presentó ante los electores y obtuvo su exigua e incompleta mayoría de 50 diputados en las elecciones de noviembre de 2012 sin explicar muy bien qué quería ni qué proponía. Una parte, la demócrata cristiana, no estaba ni está hoy por la independencia, sino por algo así como la confederación. La otra parte, descubrió súbitamente su vocación independentista poco antes de las elecciones pero prefirió ocultarla en su programa o dejarla en la ambigüedad para no perjudicarse electoralmente: los votos que obtuvo fueron estrictamente en favor del Estado propio dentro de Europa, sin saber muy bien qué sería eso, si como Baviera o como Eslovenia. Con estos bueyes hay que arar y así es como se conformó la actual mayoría y el pacto de estabilidad con Esquerra, que llevó a Artur Mas a adoptar el calendario y la posición de Esquerra --sí al Estado catalán y sí a la independencia--, sin haberla de ningún modo llevado en su programa ni haber obtenido el aval de su electorado, por mucho que ahora se quiera maquillar retrospectivamente. Los nacionalistas quebequeses la han revindicado siempre y Alex Salmond la llevó en el programa con el que ganó las elecciones, antes incluso de que Cameron aceptara en envite. Nadie podía llamarse a engaño: la claridad empieza por uno mismo. La segunda cortina, doble además, es la forma de la pregunta, confusa donde las haya. Dos preguntas a falta de una. Y sin manual de interpretación, para dejar más espacio a la discusión y a la incertidumbre. Sobre la primera --¿quiere que Cataluña sea un Estado?-- ya se ha hecho toda clase de bromas respecto a los estados de la física y las metáforas que ocultan. Todos queremos una Cataluña bien sólida. Aceptamos gracias al filósofo Zygmund Bauman que estamos en una Cataluña líquida. Y nos repugna abiertamente la Cataluña gaseosa, porque ni siquiera la podemos ver, aunque en cierta forma es la que más se asemeja a la Cataluña en penumbra que tenemos. Y en todo caso, poca broma: ¿Qué tipo de Estado? ¿Massachusetts o Baviera, Andorra o Ciudad del Vaticano, Quebec o Singapur? La primera pregunta no sirve para nada, salvo para confundir y aliviar malas consciencias: la buena, directa y clara es la segunda, por supuesto. Llegamos a la tercera cortina, gruesa también, que es la ley catalana de consultas no referendarias. Lo dirá mejor que yo un profesor de Ciencia Política de la Pompeu como Jaume López: ?Podemos decirlo clar i català: una consulta política efectuada al conjunto de los catalanes es un referéndum que, por razones jurídicas y políticas, no puede denominarse como tal? (Ara, 28 de agosto). Esta es una cortina mágica, con trampa por tanto, de las que utilizan los prestidigitadores para hacer desaparecer y reaparecer cosas. Aquí tienen ustedes una consulta no vinculante, un pañuelo, que cuando conviene se convierte en un referéndum con efectos políticos ineludibles, ¡y aquí está una paloma! Además de las cortinas hay un aditamento previo, que rebajó la luz y la difuminó, creando así un estupendo efecto visual para acostumbrar nuestros ojos a la oscuridad actual. Es el velo o gasa del derecho a decidir, ese inaprensible e inconsútil tejido que sustituye al imposible e innombrable derecho de autodeterminación. ¿Derecho de quién a decidir qué y con qué motivo? ¿A decidir la integración en el euro o la participación en la OTAN, la aceptación de las políticas de austeridad o la sustitución de la monarquía por una república? Busquemos el auxilio del mismo Jaume López en su artículo Consulta o referéndum las cosas por su nombre: ?Los juristas dicen que no existe. Que solo existe el derecho de autodeterminación, Tienen razón. No existe formalmente: no hay ninguna norma que lo recoja?. Conclusión: el Gobierno catalán pretende convocarnos a votar el día 9 de noviembre en ejercicio de un derecho inexistente, en aplicación del compromiso de una mayoría parlamentaria que tampoco existe, respondiendo a unas preguntas confusas cuyas respuestas serán de difícil interpretación y aplicando una legislación catalana que confunde adrede las consultas no referendarias y no vinculantes con los referendos consultivos de efectos políticos. Esta es la política de la claridad catalana. Que venga el Tribunal Supremo de Canadá y nos eche una mano, por favor.



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1 de septiembre de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La caza del tigre gigante

Nadie manda tanto en China desde tiempos de Mao como el actual timonel Xi Jinping. Deng Xiaoping, el pequeño timonel, que mandó mucho, nunca acumuló cargos; ni tampoco acumularon tantos los sucesores: presidente de la República, secretario general del Partido Comunista, presidente de las comisiones militares del Partido y del gobierno y presidente del Consejo Nacional de Seguridad, institución de nueva planta que el mismo Xi ha inaugurado. A los 38 años de la muerte del gran timonel, la quinta generación de líderes después de Mao ya no tiene complejo alguno a la hora de acumular el poder. No hay culto a la personalidad al estilo maoísta, al menos todavía, pero hay una fuerte impronta personal en las decisiones y una gran acumulación de poder efectivo. Se acabaron las direcciones colegiadas. Coincide con un hecho característico en este tipo de regímenes: China está de purga, como en los viejos buenos tiempos estalinistas: van cayendo en desgracia decenas y decenas de cuadros comunistas, acusados del mayor delito que se puede cometer en tal tipo de partido: "graves violaciones de la disciplina", eufemismo por la corrupción y el enriquecimiento ilícito propios de un capitalismo tan peculiar como el chino, desregulado en algunas cosas y autoritario en todas. No es una purga cualquiera, como siempre las ha habido, ni una purga a medias como la que sufrió Zhao Ziyang, el secretario del Partido que se negó a disparar contra los estudiantes de Tian Anmen en 1989 y luego fue arrestado en su casa hasta su muerte sin acusación ni juicio. Esta es una purga a lo grande, por todo lo alto, como no la había desde la muerte de Mao. Ahora ha alcanzado a Zhou Yongkang, hasta 2012 uno de los nueve hombres más poderosos, zar de la policía y el espionaje y patrono de la industria petrolera. Xi Jinping lleva poco más de año y medio con las riendas en la mano, pero las sostiene con firmeza: saca pecho en política exterior; incrementa su gasto militar; y descarta cualquier vacilación respecto a la autoridad indiscutible y exclusiva del papel del Partido Comunista. Dos de sus consignas merecen el dudoso homenaje de la cita obligatoria: la idea de que hay un sueño chino, comparable al sueño americano; y la apelación al combate contra tigres y moscas, símbolos de la corrupción, que ahora la caza de Zhou Yongkang ejemplifica en su grado máximo. Hay que regresar de nuevo a la época de Mao para interpretar la actual temporada de purgas. Zhou pertenecía a la familia política de Jiang Zemin, líder de la tercera generación y patrono del gang de Schanghái. Su candidato a sucederle en la cúpula del poder era Bo Xilai, el patrono de Chongqing caído en desgracia después de que su esposa fuera condenada por asesinato. Todos los familiares y amigos de Zhou estaban bien colocados, como lo están también los de Xi y los de todos. La caza del tigre gigante es un cuento con moraleja: entérense de quién manda y de cuánto manda.



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31 de julio de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Consecuencias de la caída

1.- Un bel morir tutta una vita onora. Y viceversa. La muerte política de Jordi Pujol, que es de lo que se trata, ilumina toda su biografía personal y pública con una nueva luz, desnuda y cruel. La primera consecuencia de las revelaciones realizadas por el propio Pujol conciernen a su figura política y a la imagen con que quedará inscrito en la historia. Quien aparecía hasta el jueves pasado como el mejor presidente de la Generalitat recuperada, la de la actual democracia constitucional e incluso la de la II República, y por encima también en duración y envergadura del balance presidente del brillante y fructífero antecedente fundacional que fue la Mancomunidad, Enric Prat de la Riba, es ahora un icono roto y embarrado por los más lacerantes defectos que se le puede atribuir a un político: la corrupción y la mentira, algo que jamás había afectado a ninguno de sus antecesores. 2.? El icono que nace con esta revelación es catastrófico y de terribles efectos sobre su familia y su entorno. La caída del mito invierte el sentido de todos los valores y conceptos que habían cuajado alrededor de su proyecto personal y político. La biografía de Pujol, desde su juventud más temprana, es la de alguien dedicado obsesivamente al catalanismo, con una persistente e indeclinable ambición de poder al servicio de Cataluña, primero económica y cultural, después directamente política, que encuentra el apoyo y la ayuda de su familia, sus padres primero, su esposa después, los hijos en la etapa ya presidencial, además del entorno de hermanos, cuñados y amigos. Nadie del clan familiar podrá ni siquiera intentar un regreso a la política. Su presencia, antaño tan requerida, se ha convertido en tóxica, especialmente para el independentismo. El mayor activo del nacionalismo se ha convertido en lastre. A la luz de las revelaciones, la acción y la historia de la piña familiar nacionalista alrededor del president fácilmente se adapta al relato vulgar y penoso de cualquier grupo humano, llámesele clan o mafia, conjurado en obtener el poder para enriquecerse y defender luego la riqueza ilegalmente obtenida, al igual que ha hecho Silvio Berlusconi en Italia durante dos décadas. 3.? Difícil si no imposible es encapsular el asunto en la privacidad familiar de los Pujol, como ha pretendido Artur Mas. En toda esta historia hay un estilo inconfundible, que se reconoce en todo, incluido el partido, el Gobierno catalán y el conjunto de los líderes nacionalistas. Convergència es un partido fundado y amoldado por el liderazgo de Pujol; su actual líder, Artur Mas, un sucesor nombrado por su familia a la espera de que Oriol Pujol estuviera preparado; y el conjunto de sus dirigentes y cuadros políticos, unas gentes formadas en el ejemplo, el ideario e incluso los gestos y la oratoria del patriarca fundador. La caída del padre de la patria, todavía presidente de honor a título vitalicio, significa dejar a CDC sin referentes y sin historia. Será realmente muy dificultoso refundarlo en un momento de crisis y de declive electoral y cuando el Gobierno de Artur Mas se ha echado en brazos de Esquerra Republicana en cuanto a programa e incluso ideología. Más fácil es, en cambio, que la emancipación y ruptura total con los Pujol signifique diluirse en Esquerra o en una nueva formación sin matriz pujolista alguna. 4.? Artur Mas, como presidente y como político, tendrá difícil inmunizarse ante la infección revelada por Jordi Pujol. Su entera historia profesional y política, incluida su experiencia en la empresa privada antes de entrar en la política, se identifica con el clan de los Pujol, a pesar de los esfuerzos ostensibles por tomar distancias en momentos especialmente delicados. El actual presidente también ha conocido una historia de evasión de capitales y regularización fiscal de su padre, ya fallecido, en la que documentos de la policía de delitos económicos pretendían implicarle personalmente, al igual que les sucedió a los hijos de Pujol. Muchos deducirán que si los documentos referidos a estos últimos se han revelado veraces, también podrían serlo los que se refieren a Artur Mas. En todo caso, quedan debilitadas las teorías sobre una conspiración antinacionalista pilotada desde el Ministerio del Interior que pretendería erosionar sin base alguna al presidente ante el proceso soberanista. Puede que haya habido conspiración, pero no hay dudas de que también había una base en la que asentarse. En cualquier caso, las revelaciones afectan al menos a la solidez del liderazgo del proceso, sometido ahora a nuevas presiones y con la imagen disminuida por la contaminación inevitable que desprende la corrupción localizada en la familia del expresidente. 5.? Muchos son los que piensan dentro del independentismo que lo que desprestigia a Mas no tiene por qué desprestigiar al proceso soberanista. El soberanismo ya ha convertido el optimismo sistemático en un auténtico síndrome. Cuanto más débil sea el presidente más fuerte será el proceso, según dice una teoría que atiende a la sentencia de que no hay mal que por bien no venga, y que ya fue de aplicación a los malos resultados de CiU en las elecciones catalanas de noviembre de 2012. En las bases más radicalizadas, que imaginan el proceso como una ruptura con una transición fraudulenta y con una casta corrupta, la caída de Pujol es el agua de mayo que regará el proceso independentista, reafirmará al soberanismo en sus propósitos y argumentará en favor de la bondad intrínseca de un Estado independiente que refunde la democracia en Cataluña. No es nada seguro, sin embargo, que este mensaje amplíe las bases del soberanismo y lo refuerce entre el electorado más burgués y moderado. Al contrario, la identificación del pujolismo con la corrupción puede inhibir y disgustar a amplios sectores sociales que se habían visto arrastrados suavemente desde el autonomismo al independentismo, gracias entre otras cosas al viraje ideológico de Pujol, de su familia y del entero partido detrás de él. Basta con imaginar el efecto de eslóganes como España nos roba tras las revelaciones de la pasada semana. 6.? Las consecuencias para la idea nacionalista de Cataluña y para el catalanismo son de identificación más lenta y compleja. En lo inmediato son profundamente negativas, sin duda. Para el catalanismo, jibarizado en su último avatar gracias a la apuesta independentista y convertido en una ideología menos transversal y menos plural, la mancha de la corrupción pujolista es una derrota moral y el presagio de una derrota política, aunque contiene un estímulo para la regeneración y el regreso al consenso de la catalanidad y al patriotismo cívico y pactista. Para la idea y la imagen de Cataluña, es un golpe que requerirá tiempo y esfuerzo para reponerse: Pujol se quejaba de la mala imagen que había proporcionado el tripartito, pero es evidente que al lado del pujolismo, aquellos Gobiernos efímeros y desprestigiados brillan como la imagen misma de la decencia política. 7.? Las revelaciones tampoco son buenas para España, de la que a fin de cuentas Cataluña es una parte, en muchos momentos la más visible y vanguardista. Pujol es uno de los personajes más conocidos y reconocidos mundialmente ya no como político catalán sino como uno de los dirigentes españoles que trajo la democracia. Su caída desprestigia a España tanto como a Cataluña y las desprestigia, principalmente, para quienes solo saben y pueden pensarlas juntas. En lo inmediato, la tentación del Gobierno será aprovechar la debilidad de Artur Mas para estrechar el dogal en el cuello del soberanismo, tal como ya piden a gritos algunos. Pero la caída de la casa Pujol marca un antes y un después que no permite lecturas tacticistas ni de circunstancias por parte de nadie. Todos los partidos y todas las instituciones, incluida la Monarquía, han pasado o se hallan en circunstancias muy parecidas. Más sabio sería aprovechar la caída como revulsivo para regenerar la vida política española y encontrar la salida de la crisis entre Cataluña y España. Esto sería la más rápida y eficaz forma para que regresara el perdido prestigio conseguido en la ahora denostada Transición. La última y más irónica consecuencia sería que tras el escándalo diéramos con la llave de la tercera vía, el camino del consenso y del acuerdo que ahora repudian tanto Artur Mas como Mariano Rajoy.



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28 de julio de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ay chinito que sí

Como en la habanera famosa, el presidente chino Xi Jinping puede cantar su particular paloma amorosa con América Latina. Casi dos semanas ha durado la gira que le ha conducido a Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba, y le ha permitido participar en tres cumbres internacionales: la de las cinco potencias mundiales emergentes, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y luego la de estos cinco BRICS con la Unasur (Unión de Naciones Iberoamericanas) y la especial de China con la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe), en las que han estado representados 11 países americanos. Los éxitos de Xi son el reverso de las dificultades de Obama en la conducción del mundo. China no quiere conducir, al menos todavía, pero sí aprovecharse de la defectuosa conducción de Estados Unidos. Cuanto más distantes de Washington se muestren los pretendientes, más fácil será la aproximación de Pekín. Y la viceversa: una gira como esta es una oportunidad para un país latinoamericano que quiera exhibir su distancia con EE UU. El itinerario de Xi, con estaciones en el mausoleo de Hugo Chávez y visita al patriarca comunista Fidel Castro, señala la geografía con resabios de guerra fría de una alianza alternativa al liderazgo vacilante de Washington.

No todo pertenece a la geometría política. Xi Jinping ha viajado chequera en mano y con una larga cohorte de empresarios. China está pasando a una velocidad superior en sus relaciones con América Latina. Su interés supera la simple voracidad de materias primas y se cifra ahora en las inversiones directas y en los grandes proyectos: presas, trenes, autopistas. Y, por supuesto, en la idea estratégica de un edificio multilateral paralelo al que crearon los países occidentales al término de la Segunda Guerra Mundial. El Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, con sede en Shanghái, es la baza para competir incluso con el FMI a la hora de suministrar recursos financieros a sus proyectos. América Latina es una novia cortejada por todos. A Xi Jinping le ha seguido el japonés Sinzo Abe y poco antes estuvo también de gira Vladímir Putin. Con ellos se ha cruzado la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, en su viaje a Chile y Perú, el primero que realiza a América Latina; aunque España, al revés que los emergentes, ha visto desplomarse sus inversiones en la región en los años de la crisis y ahora lo que quiere es meramente empezar a recuperarse. Tampoco todo son inversiones y alianzas de oportunidad. En una gira como la de Xi juega también la ideología. Cuando China penetra en América Latina y coloca los ladrillos de una arquitectura internacional alternativa, exhibe y vende además un modelo de desarrollo sin democracia que tienta e incluso suscita cierta admiración entre las propias democracias latinoamericanas.



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26 de julio de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Cuaderno de guerra

1.- Estamos ante una guerra asimétrica perfecta, empezando por los contendientes: de un lado, el ejército de un Estado democrático pero militarizado, que posee las armas más sofisticadas del planeta y cuenta como aliado a la primera superpotencia; y del otro, un grupo terrorista, ayudado por algunos países árabes y armado, sobre todo, por el Irán fundamentalista. 2.- La mayor asimetría está en los efectos sobre las poblaciones, una perfectamente cubierta y protegida y la otra desamparada e inerme. El balance de destrucción y muerte en un bando es devastador, mientras que en el otro, bajo el paraguas de la Cúpula de Acero, apenas hay víctimas ni destrozo. El grueso de las víctimas israelíes son soldados caídos en los ataques. 3.- La discusión sobre quién empezó tiene un interés acotado. Conviene analizar a quién interesaba la escalada y, probablemente, era tanto a Hamas como a Netanyahu y en ningún caso a la Autoridad Palestina. 4.- Hamas quiere obtener la apertura de los pasos fronterizos, mientras que Netanyahu quiere la neutralización y desarme de Gaza. Israel y Egipto no accederán a lo primero sin garantías de lo segundo. Pero a la vez, es imposible neutralizar militarmente la franja sin una ocupación prolongada y costosa que Israel no se puede permitir, tal como demuestran ya las severas pérdidas sufridas en la invasión terrestre. 5.- Como en toda guerra asimétrica, el bando más débil sacrifica más y también da más valor a lo poco que obtiene. Cada vez que suenan las sirenas de alarma en Tel Aviv es un éxito para Hamas. Como lo es el cierre del aeropuerto Ben Gurión. Para el bando más fuerte, en cambio, cualquier pérdida por pequeña que sea es mucho más dura y tiene mayor significado. 6.- Todo conduce a un empate trágico y a una paz precaria, como siempre, que es en realidad una renovación del estatus quo, el bien más preciado tanto de Hamas como de Netanyahu. El perdedor es la Autoridad Palestina, laminada por los dos extremos y sin márgenes ni camino para avanzar hacia el Estado palestino. 7.- Esta no es una guerra encapsulada. Traslada el conflicto de Oriente Próximo al interior de unas sociedades como las europeas, donde hay una población de origen inmigrante con grandes afinidades hacia los palestinos. 8.-También estimula en Europa los peores reflejos antisemitas, algo que se acomoda a un relato sobre la fragilidad de Israel que produce excelentes rendimientos a su gobierno. 9.- La asimetría entre el poder militar y diplomático de Israel y la debilidad extrema de los palestinos está produciendo a la vez efectos de saturación. Lo demuestra el doble registro utilizado por el secretario de Estado, John Kerry, al ironizar en privado sobre el carácter quirúrgico del ataque de la operación israelí y defender en público el derecho de Israel a defenderse sin atender a los límites y a la proporcionalidad de los medios utilizados. 10.- Las guerras asimétricas suelen premiar la victoria militar con la derrota política.



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24 de julio de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La nación despistada

"Lo que hay que renovar en España no debe salir del tipo de redacción de unos artículos que, en términos técnicos, pertenecen al derecho constitucional, sino que es la idea constitucional superior la que debe ser renovada (?) Y esta idea superior es la de la pluralidad de España o, si se quiere, de la plurinacionalidad. Si esta idea se admite, España estará ya constituida. Y entonces la Constitución escrita no hará otra cosa que traducir esta idea en preceptos aplicables y prácticos". Estas son frases antiguas. Escritas entre 1942 y 1944, cuando no eran precisamente las ideas constitucionales las que estaban de moda. Pertenecen a un libro inédito durante los 70 años transcurridos desde su escritura, aunque algunas copias del original circularon de mano en mano entre una docena de intelectuales y dirigentes políticos de la clandestinidad y del exilio. Su autor, fallecido en 1979, es Maurici Serrahima, abogado, senador real, escritor prolífico y, además, uno de los fundadores y primer secretario general de Unió Democràtica de Catalunya, el partido demócrata cristiano que ha vivido adosado a la Convergència Democràtica de Catalunya de Jordi Pujol desde 1978.

El volumen se titula Mentrestant y tal como señala el historiador y periodista Jordi Amat, editor del volumen y asesor de la Biblioteca del Catalanisme de RBA donde se ha incluido, es "el primer libro de pensamiento político que se escribió, como mínimo en el interior de Cataluña, durante los años de la negra noche franquista". El editor lo rescató del archivo de Josep Benet, uno de los privilegiados lectores del manuscrito, y lo ha puesto a disposición de los lectores junto a Noticia de Catalunya de Vicens Vives o Tot s'ha perdut de Agustí Calvet Gaziel; este último, otro inédito también rescatado por Amat. Gustar al público es lo que se lleva intelectualmente estos días. Los libros políticos de los que se habla en Cataluña son las numerosas y alegres improvisaciones que llenan las estanterías con sus fantásticos dibujos del paraíso de una próxima y gratuita independencia, que se obtendrá como en la máquina dispensadora de bebidas refrescantes: se introduce la moneda de un deseo democrático ferviente y sale inmediatamente la bebida helada de un Estado independiente y feliz integrado en Europa y aplaudido por la comunidad internacional. Mentrestant no es un libro para gustar, sino para pensar. Gustar no puede hacerlo de verdad a nadie que busque confirmación a sus prejuicios, pero puede ayudar a pensar y a salir del atolladero en que nos hemos metido entre unos y otros. Serrahima era un nacionalista indiscutible, que quería para Cataluña el mayor autogobierno posible: eso no gustará al conformismo autonomista o al simetrismo federal. Pero era también una inteligencia realista, consciente de la medida y la fuerza exacta de Cataluña, algo que buena parte del soberanismo ha decidido perder de vista de una vez por todas. Y además, era un catalanista de raíz pratiana y camboniana, sólidamente comprometido con el futuro de España, el vínculo y la aspiración que precisamente quiere erradicar el independentismo sobrevenido de Convergència. La fibra moral y crítica del joven abogado catalanista de 40 años que escribía Mentrestant bajo el franquismo contrasta con la frivolidad y la facilidad de las ideas morales y políticas que suelen acompañar al proceso soberanista estos días. Jordi Amat ha comparado Mentrestant con La extraña derrota de Marc Bloch, libro escrito tras la rápida ocupación alemana de Francia en 1939. No le falta razón, y no tan solo en la justísima dureza con que critica al gobierno catalán respecto al levantamiento armado contra la República en 1934 y a su falta de autoridad e incluso de vocación de autoridad a partir de 1936. En este aspecto, Mentrestant es también un libro que conecta con Abans del sis d'octubre (Quaderns Crema) de Amadeu Hurtado. Pero no basta con criticar a los gobiernos. Hay un déficit de virtudes cívicas, ya no de los gobernantes, sino del conjunto de los ciudadanos, que entra también en el radio de observación de Serrahima, con consideraciones perfectamente válidas en las actuales circunstancias: somos "un pueblo que tiene una mayor consciencia de sus derechos que de sus deberes", con una "visión de la nación como un derecho, o un conjunto de derechos a ejercitar, más que como un deber colectivo". La publicación de Mentrestant explica mucho sobre el talante y el nivel de la Cataluña actual. En otro país y en otro tiempo la aparición de un inédito de este calibre hubiera sido un acontecimiento político e intelectual de primer orden. Aquí en EL PAÍS le ha dedicado un magnífico artículo Valentí Puig, en las páginas en catalán del Quadern, y de momento poca cosa más. A nuestro rico y pluralista espacio comunicativo catalán le interesan más otras cosas. Cataluña es un país sin constituir y esta es al base de todos los fracasos, resume eficazmente Puig en su reseña. Nada lo demuestra mejor que la desatención y el despiste intelectual de nuestras clases dirigentes, incapaces de valorar y utilizar el pensamiento catalán más genuino justo en el momento político que se declara más decisivo de nuestro devenir colectivo.



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21 de julio de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Crímenes, accidentes y provocaciones

El caracter del detonante es lo de menos. Lo que cuenta es que produzca el efecto de desencadenar la explosión. A veces es simplemente el crimen de un loco o de un iluminado. En otras, un desgraciado accidente, fruto de un error o de una negligencia, en una confluencia de circunstancias negativas, la famosa tormenta perfecta que da título a este espacio. Pero con frecuencia surge también de un cálculo cuidadoso y maquiavélico, por parte de gente que busca un objetivo preciso: provocar el conflicto allí donde no existía todavía o no había tomado suficiente forma e intensidad. Crímenes, accidentes y provocaciones no bastan por si solos si no cuentan con las condiciones propicias para que cristalicen los acontecimientos y se desencadene el desastre. Más importantes que los criminales, los distraídos y los provocadores son el clima y el contexto en el que actúan y la capacidad de las instituciones para propiciar o frenar los resultados de sus acciones. Por eso importa determinar la naturaleza de los hechos y por supuesto las responsabilidades de quienes los han desencadenado. Pero si no hemos sabido frenar la reacción en cadena y sacar provecho de la investigación, esta parte quedará meramente para el restablecimiento de la justicia y luego para la labor esclarecedora y explicativa de los historiadores. La historia trágica, mientras tanto, seguirá su marcha. Sarajevo en 1914 fue el escenario de uno de estos hechos singulares que actuaron de detonante de la espantosa catástrofe que fue la primera gran conflagración europea. Por eso, un siglo después, el asesinato del archiduque Fernando Francisco por el nacionalista serbio Gavrilo Princip todavía se proyecta como una luz siniestra sobre los crímenes, accidentes y provocaciones que nos ofrece la violenta actualidad de nuestros días. Importa y mucho saber qué hay detrás del avión de línea derribado con sus 295 pasajeros civiles sobre Ucrania o del secuestro y asesinato de cuatro adolescentes en Cisjordania y en Jerusalén, tres isralíes y un palestino, que inició la espiral bélica entre Israel y Hamas. No es lo mismo derribar un avión civil a consciencia que la confusión con un avión militar. Tampoco es lo mismo el error criminal de un soldado o miliciano que la acción premeditada de los servicios secretos de una superpotencia. Lo mismo cabe decir de los crímenes racistas en Oriente Próximo, surgidos en ocasiones de un clima de odio irrespirable pero en otras de decisiones tomadas por responsables políticos o por servicios secretos. Tanto o más que conocer la cruda verdad detrás del crimen, el accidente o la provocación importa evitar que la infamia de tantas vidas perdidas se propague con efectos mortíferos multiplicadores en guerras siempre de rumbo y desenlace incierto, como sucedió ahora hace cien años a partir del crimen de Sarajevo.



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19 de julio de 2014
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El Boomeran(g)
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