Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Blogs de autor

El escorpión ruso

Poco se puede decir hasta la próxima medianoche. Si el alto el fuego no se respeta, sabremos que Merkel y Hollande estuvieron reunidos inútilmente durante 16 horas con Poroshenko y Putin. Hay estímulos para su aplicación: la Unión Europea aplazó precisamente hasta el próximo lunes la entrada en vigor de nuevas sanciones contra Rusia; prospera la idea, letal para Moscú, de cortar su participación en Swift, el sistema internacional de información bancaria; y queda la amenaza de suministrar armas y equipamiento a Kiev. No importa. El escorpión de la fábula termina picando a la rana a la que pide que le ayude a cruzar el río, aun a costa de ahogarse él mismo y desmentir así a los optimistas que descartan los males que puedan venir por el prejuicio que causen a quien los provoca. El sueño geopolítico de Putin, al que no renunciará fácilmente, es recuperar parte del territorio perdido con la desaparición de la Unión Soviética y crear Novarossiya bajo su zona de influencia. Solo por la guerra más o menos encubierta podrá conseguirlo. El éxito de Minsk es que no siga la escalada hacia la guerra abierta. El fracaso, que no ofrece suficientes garantías para frenar la guerra encubierta que ha producido 5.500 muertos, la pérdida de Crimea y la creación de las falsas repúblicas de Donestsk y Lugansk. El auténtico y definitivo triunfo sería revertir la actual deriva, para establecer con Rusia la relación estable y conveniente para todos que los europeos no han sabido construir desde la desaparición de la URSS. Esto no está ni podía estar en el acuerdo de Minsk, que al final se reduce a un alto el fuego acompañado de algunas declaraciones de intenciones. Pero Minsk es un portillo desde donde se atisba el camino que nos aleja de la guerra y del pantano en que estamos metidos.

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2015
Blogs de autor

Antes de cantar victoria

Bachar El Asad es el vencedor de la guerra de Siria. La aparición del Estado Islámico ha convertido al presidente sirio en un aliado ineludible para quienes querían inicialmente derrocarle. Su régimen ha conseguido sobrevivir a las revueltas populares que estallaron en marzo de 2011 y a la guerra civil --en gran parte guerra civil islámica entre chiíes y suníes-- en la que fueron transformándose las protestas, gracias a la ayuda de Turquía, Qatar y Arabia Saudí principalmente. Cuatro años y 200.000 mil muertos después --además de un millón de heridos y tres de desplazados-- y con los yihadistas campando a sus anchas por Siria e Irak, nadie pide ahora su dimisión, hasta hace poco condición previa a cualquier negociación de paz. Quienes bombardean al alimón al Estado Islámico son la aviación de El Asad y los de la coalición internacional que lidera Estados Unidos, mientras por tierra le ataca el ejército sirio. No hay coordinación directa entre los estados mayores de ambas fuerzas, pero sí un flujo de información muy precisa y funcional ?a través de terceros países?, según se complace en admitir el propio El Asad. Distinguir entre la oposición laica y democrática al régimen baasista de Damasco y las tropas del califato debe ser un difícil ejercicio a la hora de elegir los objetivos militares en muchas zonas del país. Esta es una de las victorias más notables de Asad. Ha conseguido que sus profecías se cumplieran. La primavera árabe de 2011 no era una revolución sino un complot antisirio organizado desde el extranjero. La guerra que libra ahora es contra peligrosísimos combatientes extranjeros que han penetrado en su país. Su régimen era la clave y la garantía para la estabilidad y el equilibrio en la región. A la vista de su aguante, es evidente que el joven oftalmólogo que heredó la vara de mando en 2000, con 35 años, era un político muy bien preparado por su padre, el astuto Hafed El Asad. Primero demostró que tenía la determinación y la crueldad necesarias para atacar las revueltas sin vacilaciones y luego la paciencia y la sangre fría para sostener el aislamiento internacional, dividir a la oposición interna e incluso a la exterior y, sobre todo, ofrecerse ante todos como el mal menor frente al caos. La prudencia le recomienda no exhibir su éxito todavía, pero ha empezado ya a enseñar la patita con sendas entrevistas a dos medios de primera división: media hora de grabación televisada a la británica BBC esta semana y una larga y enjundiosa conversación en enero con el director de Foreign Affairs, la revista más influyente del mundo en política internacional editada por el prestigioso think tank Council on Foreign Relations. Abierto a todas las preguntas, incluso a las más incómodas, El Asad cultiva su imagen tranquila y dialogante justo cuando Washington quiere cerrar su acuerdo nuclear con Teherán, su protector en la región, y Moscú, su protector internacional, pretende patrocinar las conversaciones de paz entre el régimen y la oposición.

Leer más
profile avatar
12 de febrero de 2015
Blogs de autor

Infiernos digitales

El infierno está en la red. Nunca sus puertas habían sido tan anchas. Hay naturalmente unos infiernos personales, en los que se ejerce incluso la violencia, pero eran ya conocidos en la época de los teléfonos de baquelita, cuando Jean-Paul Sartre declaró que "el infierno son los demás". La novedad son los grandes infiernos digitales que nos llegan precisamente de la mano de quienes desean reconstruir el remoto califato del islam, con sus amenazas terribles, sus prédicas demenciales y, lo que es peor, esos vídeos insoportables producidos como armas de destrucción masiva que difunden las imágenes de las ejecuciones. Son tan evidentes sus objetivos militares que se hace ocioso cualquier debate sobre la oportunidad de su difusión: quien lo hace sabe que contribuye a amplificar el efecto letal de esta nueva arma tan diestramente manejada por los terroristas. Con su violencia sin límites, los guerreros del califato buscan amedrentar a las poblaciones a las que atacan, disuadir a los países que quieren frenarles y acrecentar sus filas con la convocatoria a los asesinos vocacionales de todo el mundo. Predican un retorno a un islam medieval, pero su mensaje tiene toda la sofisticación de las técnicas publicitarias. Todo está calculado en la forma de ejecución elegida para el piloto jordano, lentamente, por el fuego, en una jaula y con el posterior enterramiento con escombros por un bulldozer, y ese primer plano final de una mano carbonizada semienterrada entre los cascotes. Sobran las interpretaciones. El horror tiene efectos hipnóticos: la serpiente paraliza a sus víctimas antes de zampárselas. También efectos adictivos, que allanan el camino a una aceptación cínica de la violencia. El califato convoca la atención sobre el injusto destino del piloto jordano, pero nos hace olvidar el genocidio de todas las minorías de Siria e Irak que no responden al rigorismo sunníes: chiíes, azedíes y cristianos. El eliminación de los impíos en la tierra del islam más puro está bien vista e incluso tiene una cierta popularidad en el vecindario islámico. La idea de la banalidad del mal fue puesta en circulación, no sin polémica, por Hannah Arendt, gracias a su libro y reportaje Eichmann en Jerusalén. El mal no es obra de monstruos diabólicos, encarnaciones humanas de seres y conceptos metafísicos, sino de la jerarquía, el orden y la meticulosidad de los obedientes servidores de una máquina política con objetivos infames. Ahora pasamos de la banalidad a la banalización del mal, gracias principalmente a los medios de comunicación y especialmente los digitales, en los que quien determina los contenidos no es la oferta, como en la sociedad industrial, sino la demanda. En el infierno digital, la gestión del mal no está a cargo de los peones de la maquinaria industrial sino del enjambre de usuarios conectados. El infierno somos todos.

Leer más
profile avatar
7 de febrero de 2015
Blogs de autor

Escalada de crueldad

No hay límites para una imaginación perversa. La muerte del piloto jordano Moaz Kasasbeh, quemado vivo dentro de una jaula, supera en brutalidad la práctica ya habitual del Estado Islámico de decapitar a sus prisioneros. Al régimen genocida norcoreano de Kim Jong-un también se le atribuye un método similar, el del lanzallamas, para deshacerse el pasado abril de varios dirigentes --un viceministro, su hermana y el esposo de esta última, un exembajador en Cuba--, acusados de complicidad con Jang Son-thaek, el tío del dictador caído en desgracia, en su caso lanzado según las mismas fuentes no verificadas a una fosa llena de perros hambrientos. No hay testimonio directo ni documentos que acrediten las salvajadas del déspota norcoreano. En cambio, las bárbaras ejecuciones del Estado Islámico vienen documentadas por los propios asesinos, que producen las grabaciones de sus crímenes con esmero artístico, las editan en alta definición y las difunden en el momento más oportuno, es decir, cuando pueden hacer más daño. No hay duda de que la cúpula del poder en Pyongyang vive aterrorizada por la determinación y la saña con que el Nerón coreano al que deben obediencia se deshace de sus enemigos o simplemente de aquellos a quienes tiene ojeriza. Más que una escalada en la crueldad, en su caso hay variaciones en la leyenda truculenta con la que acompaña su poder personal. No es el caso del califato, donde la puja en la crueldad está destinada, sobre todo, al gran público. Hay un impulso en su raíz ajeno al terrorismo y común a los contenidos de todos los medios digitales: la demanda cae con la repetición y aumenta con la originalidad. Tratándose de la difusión vírica de sus grabaciones a través de las redes sociales, saben que sus ejecuciones alcanzarán mayor difusión si consiguen superar en crueldad las difundidas anteriormente. Pero ahora estamos hablando de armas. Esos vídeos donde vemos las decapitaciones y ahora la inmolación por fuego son parte del arsenal del califato. Y son armas de impacto múltiple. De entrada, instrumentos para encontrar reclutas, a los que se convoca al asesinato y a la barbarie, causas que nunca han dejado de tener clientela en la historia de la humanidad, pero que últimamente quizás encuentran una acogida inhabitual. Son también instrumentos disuasivos: junto al vídeo de la hoguera humana han difundido las listas con los nombres de los pilotos jordanos que bombardean el territorio del Estado Islámico. La exhibición de estas ejecuciones quiere sembrar la discordia en las opiniones públicas árabes, divididas entre los apaciguadores que prefieren que sus gobiernos se inhiban y los intervencionistas que consideran indispensable la derrota del califato. El objetivo es debilitar la coalición de 60 países que ahora tiene en frente y alejar a socios como Japón que no participan en los bombardeos pero proporcionan ayuda. Son las razones del mal. La capacidad infinita de una imaginación perversa al servicio de un objetivo racional de poder.

Leer más
profile avatar
5 de febrero de 2015
Blogs de autor

El mundo tal como es

Las ideas cuentan. Aunque no solo cuentan las ideas. También cuenta el poder de la fuerza; es lo que más ha contado en la historia de la humanidad. Cuenta el poder de las ideas, pero hay que calibrar exactamente hasta dónde cuenta. Hay ideas poderosas que pretenden cambiar el mundo y algunas incluso lo consiguen. Además, no hay una sola idea sobre cómo funcionar o debe funcionar el mundo. Las ideas compiten e incluso combaten. Y en el límite, las relaciones internacionales, es decir, la política mundial se puede reducir a una idea. Es verdad, el mundo es una idea, funciona como una idea en la cabeza de los políticos, expertos y analistas, que intentan comprender cómo marcha, para actuar en consecuencia, si es el caso. Las principales ideas sobre el mundo pueden reducirse a dos, como en los viejos manuales escolares de filosofía: idealismo y realismo. Desde esta visión simplificadora, vemos que los políticos idealistas son los que creen en la fuerza de los principios, los valores y las ideas a la hora de modelar la realidad y tienen una visión optimista sobre la naturaleza humana; mientras que los políticos realistas creen en la fuerza de los hechos, la correlación de fuerzas y el poder efectivo que cada uno tiene y, lógicamente, en la violencia que cada actor es capaz de ejercer. Aunque la izquierda suele ser idealista y la derecha realista, la realidad suele ser más compleja, y en ocasiones ofrece un cóctel de ambas posiciones. Bush empezó como un realista, que no quería mezclarse como Bill Clinton en guerras idealistas al estilo de Kosovo, pero se convirtió en idealista con los atentados del 11-S, dispuesto a imponer sus principios a cañonazos; e incluso regresó al realismo al final de su segundo mandato, cuando preparó la retirada de Irak y se deshizo de los neocons que le habían conducido a la guerra global contra el terror. Los neocons son un ejemplo de idealismo de derechas: querían democratizar el mundo árabe y en alguna medida tuvieron que ver con la promoción de las primaveras, aunque luego vemos el resultado que han conseguido. Obama es un ejemplo de realismo de izquierdas, o liberal en la terminología americana, que acepta la dictadura de Morsi, rinde pleitesía a los reyes saudíes y procura la paz con Irán. Pocos periodistas y ensayistas españoles han explicado más y mejor como funcionan las ideas en las relaciones internacionales, incluida esta útil simplificación entre realismo e idealismo, como Xavier Batalla (1948-2012), tanto en sus numerosos artículos como corresponsal diplomático de La Vanguardia como en su libro póstumo El mundo es una idea. Crónicas sobre la guerra y la paz (RBA). Batalla era, sin duda, el número uno de esta rama (la internacional) del oficio (el periodismo), según solía decir el también desaparecido patriarca del periodismo internacional catalán y ex director adjunto de La Vanguardia, Jaime Arias. Fue redactor de las secciones de Internacional de El Correo Catalán, Diario de Barcelona y La Vanguardia. En El País fue subdirector de la edición de Barcelona, en cuya fundación participó. Fue corresponsal en Londres y luego corresponsal diplomático, funciones que le permitieron viajar por todo el mundo y conocer a numerosas y de las mas destacadas personalidades políticas y académicas. A su enorme experiencia y a la atención a la actualidad mundial, sumaba un incansable seguimiento de la actividad intelectual, think tanks, revistas especializadas y novedades bibliográficas. El resultado eran unos análisis impecables, brillantes, llenos de originalidad e incluso de un humor sutilísimo, casi británico, en los que nunca faltaba la última idea, la polémica más reciente, ni el libro más al día. Hay humor incluso en el título de su libro, que preparó concienzudamente antes de morir, en el que se asegura que el mundo es una idea desde una de las visiones más consecuentemente realistas y menos idealista que pueda tener un periodista. Las crónicas y artículos que se recogen en el libro abarcan desde julio de 2003 hasta octubre de 2011, agrupadas en una primera parte en una visión global del siglo XX y en una segunda, completísima, en apartados por regiones del planeta. Nada queda fuera, ningún problema significativo, ningún conflicto relevante. Mención especial merece el prefacio, que es el que explica y justifica el título del libro, y que constituye una magnífica aproximación a la historia de las ideas sobre el mundo, principalmente desde el siglo XX, que es cuando empezaron a desarrollarse el estudio de las relaciones internacionales y el propio periodismo internacional; aunque lógicamente se remonta muy atrás, hasta Tucídides, para darnos la primera referencia de la oposición entre realistas e idealistas. Su visión, pesimista, realista, pragmática, es la que mejor sirve al ideal periodístico de contar la verdad a nuestros conciudadanos: sabemos que la historia es trágica; que hay que conocerla para no repetirla, aunque con frecuencia sea inevitable que tropecemos una y otra vez en la misma piedra; y, sobre todo, sabemos que hay que mirar a los hechos de frente, evitando los prejuicios y las cristales de las gafas ideológicas. El mundo es como es. Sirven las buenas ideas y son necesarias, pero de nada valen si no se tiene en cuenta cuál es la verdadera correlación de fuerzas, donde está el poder y dónde las debilidades que puedan hacer cambiar las cosas. Xavier Batalla lo sabía y por eso son tan útiles y vigentes sus inteligentes análisis.

Leer más
profile avatar
2 de febrero de 2015
Blogs de autor

Leviatán

Tres noticias rusas iluminan la actualidad: una partida militar que tiene como escenario la ciudad de Mariúpol, en la costa del mar de Azof; una pugna política más que financiera, que ya ha empezado, entre Atenas y Bruselas; y la película del cineasta ruso Andrei Zvyagintsev, que lleva por título el que encabeza este billete. Leviatán es el nombre del monstruo bíblico que simboliza el mal en el Libro de Job; da nombre también al Estado, tal como lo concibe Hobbes en el libro del mismo nombre, árbitro virulento y cruel para gobernar una raza virulenta y cruel; y es el título del filme ruso candidato al Oscar a la mejor película extranjera, en el que aparece el mondo esqueleto de una inmensa ballena que fue a varar en la costa del mar de Barentz, tal como la Unión Soviética varó en las costas europeas en 1991. La ofensiva sobre Mariúpol, tres decenas de muertos civiles, tiene como objetivo completar la geografía de la Nueva Rusia, las dos regiones ucranias de Donetsk y Luganstk fronterizas con la Federación Rusa, a ser posible hasta enlazar con Crimea. Y quién sabe si desde allí los tentáculos del monstruo conectarán, a través de la codiciada Odessa, con la Transnistria separada de Moldavia y ahora suelta con sus estatuas de Lenin y su gobierno añorante de los soviets. El sistema es conocido: cohetes rusos, milicianos separatistas y el apoyo sigiloso y anónimo, sin banderas ni insignias, de las tropas desplegadas por los servicios secretos rusos, el cuerpo de funcionarios de donde salió el propio Putin. El gobierno griego de coalición entre la izquierdista Siriza y la derechista y nacionalista ANEL rompe con tres líneas de comportamiento: el reformismo pactista socialdemócrata, característico en nuestros sistemas bipartidistas de turno en el poder; el rigor europeo de la construcción de la unión monetaria y ahora bancaria; y, sobre todo, la tradición atlantista que vincula a los europeos con los americanos del norte en la alianza reconocida como más exitosa de la historia y ahora enfrentada a la Rusia de Putin. La bandera que rompe esas tres líneas de puntos que tejen la historia de Grecia en Europa es la de la soberanía nacional, atributo esencial del Leviatán. Los ingredientes de Leviatán, la película de ruinas soviéticas, paisajes áridos y luz nórdica, son el vodka, el sexo, las armas, la oligarquía mafiosa y la iglesia ortodoxa, por orden creciente. Todavía no se ha estrenado en Moscú. No gusta. Pero ha sido subvencionada por el gobierno y se estrenará. Rusia cumple con las formalidades, faltaría más. No es una mirada hacia el pasado, sino un retrato siniestro del presente, post soviético y más allá, quizás una premonición del futuro que nos acecha. Del momento en que la ley y el Estado de Derecho son meros trámites vacíos y las fauces del monstruo trituran sin piedad a los seres humanos inermes.

Leer más
profile avatar
31 de enero de 2015
Blogs de autor

Shakespeare en el desierto

El rey de Arabia Saudí es siempre un anciano enfermo, de muerte próxima o inminente, objeto de todas las atenciones y rumores. Se conoce el nombre de su sucesor e incluso del sucesor del sucesor, aunque al final son meras cábalas, puesto que este rey tiene todo el poder, incluido el de nombrar a quien deba sucederle, y los sucesores, ancianos normalmente enfermos, pueden morir antes de alcanzar el trono. Shakespeare funciona en el desierto. Oculta en la opacidad de los palacios de Riad hay una larga historia de celos y peleas familiares, asesinatos incluso e intentonas de golpes militares, antes y después de la fundación en 1932 de este reino tribal, en el que los hijos que el fundador tuvo con sus 22 esposas legales son los que han venido sucediéndose en la continuidad de la corona. La función del rey es procrear y mantenerse en el poder, y eso los príncipes sauditas saben hacerlo. Fueron 44 los hijos varones de Abdelaziz Ibn Saud, el primer monarca de un país que, en consonancia con la realidad del poder, adopta el nombre de la familia. Reinan cuando les toca y colocan a sus hijos más capaces en los puestos claves del Gobierno y de las fuerzas de seguridad, defensa e inteligencia, además de prepararles para reinar. Con el actual, Salman, 79 años, son ya seis los hijos de Saud que han reinado y queda todavía Moqrim, 69 años, sucesor ya designado a la espera. El siguiente, Mohamed bin Nayef, 55 años, es el primer nieto de Saud que llega tan alto y deberá esperar a la muerte de sus dos tíos para ese relevo a la tercera generación que todavía no se ha producido. Todo esto es enormemente exótico. La atención europea está en Atenas y no en Riad, y tiene toda la lógica. No es el caso de Estados Unidos, que ha mandado una delegación de altísimo nivel, con Barack Obama al frente, a dar el pésame por la muerte del viejo rey y dar su apoyo al nuevo. El cortejo americano representaba al país entero, todos a una, republicanos y demócratas, la actual presidencia y las anteriores que trataron con Abdalá, la Casa Blanca y el Congreso. Nada que ver con la política doméstica. Y no es casualidad. Saud selló una alianza con Roosevelt, en febrero de 1945, antes de que terminara la II Guerra Mundial, en un célebre encuentro a bordo de un barco de guerra en el canal de Suez, que se ha revelado una de las más sólidas de la historia, tanto al menos como la OTAN. Uno garantiza el suministro de su petróleo inacabable a occidente y el otro ofrece protección y seguridad. No cuentan las diferencias de regímenes y menos las susceptibilidades occidentales sobre las complacencias y rivalidades por la hegemonía entre el rigorismo wahabita de los saudíes y los terroristas islámicos de Al Qaeda o el Estado Islámico, todos ellos sunitas. Tampoco cuentan las fuertes divergencias bien recientes, sobre la guerra de Irak, la primavera árabe o la negociación nuclear con Irán y, naturalmente, un desencuentro de siempre como es el conflicto israelo-palestino. A la vista del cortejo americano, la alianza estratégica sigue plenamente vigente, y con mayor razón justo cuando Washington quiere terminar su guerra fría con Teherán y arden al menos tres hogueras árabes de inestabilidad en Libia, Siria y Yemen, las dos últimas alentadas precisamente por el enfrentamiento entre chiitas y sunitas.

Leer más
profile avatar
29 de enero de 2015
Blogs de autor

China: pura fascinación

Desde 1976 en que salió el primer número del EPS ningún otro país en el mundo ha cambiado más y ha cambiado a mejor, ha crecido tanto ni ha repartido recursos a tanta gente, como lo ha hecho China en esos 38 años. Desde entonces, ha añadido nada menos que 400 millones de habitantes a los 937 que tenía, pero a la vez ha multiplicado 45 veces su riqueza y ha convertido en clases medias a 500 millones de chinos que vivían bajo los umbrales de la pobreza. China fascinaría solo por estas cifras tan elementales. Pero el milagro es que esta transformación se ha hecho mediante la integración de la economía china en la economía global, la apertura de sus mercados y la adopción de los elementos más fundamentales del capitalismo, incluida la competencia y el consumo a gran escala, y sin modificar, en cambio, el sistema político centralizado y de férreo control de la sociedad por parte del Partido Comunista, en un rígido sistema de monopolio del poder. Hay una fascinación lógica con la emergencia de China como superpotencia del siglo XXI, situada en el corazón de un continente, el asiático, hacia donde se están desplazando el poder y la riqueza mundiales, en detrimento sobre todo de una Europa de escaso crecimiento económico, enorme estancamiento demográfico y pérdida sobre todo de voluntad política de existir como tal. Pero hay otro tipo de fascinación más perversa entre las clases dirigentes occidentales, europeas sobre todo, que envidian la capacidad de las autoridades chinas para tomar decisiones impopulares gracias al control político que tienen sobre los ciudadanos. La fascinación por China viene de muy lejos. Antes de que China se abriera al mundo, las ideas de Mao Zedong, e incluso la terrorífica purga política que lanzó el Gran Timonel bajo el nombre de Revolución Cultural entre 1966 y 1976, ya suscitaban admiración e incluso gestos de emulación entre intelectuales y jóvenes izquierdistas occidentales. Fascinó en 1972 la entrevista entre los presidentes Mao y Nixon en Pekín, fruto de una inteligente estrategia de aislamiento de la Unión Soviética promocionada por su secretario de Estado, Henry Kissinger. Y todavía fascinó más su sucesor Deo Xiaoping, el Pequeño Timonel, padre de las reformas capitalistas emprendidas en 1978 que dieron paso a la China actual y autor de una sentencia emblemática que adoptó inmediatamente Felipe González: Gato blanco, gato negro, lo que importa es que cace ratones. Hay incluso una fascinación china por China: la de un país que se sintió en el centro del mundo hasta el siglo XVIII y se vio después humillado por la colonización e incluso el descuartizamiento, y ahora regresa a lo alto de la relevancia mundial, después de recuperar las que fueron colonias de Hong Kong, en 1997, y Macao, en 1999, bajo un lema de ?un país, dos sistemas?, muy buena también para describir la simbiosis entre comunismo y capitalismo. El Partido Comunista de China superó en 1989 el enorme bache histórico que se llevó por delante primero al bloque socialista y a los dos años a la propia Unión Soviética. Al contrario de lo que hicieron casi todos los regímenes comunistas europeos, los dirigentes chinos resolvieron las protestas populares en demanda de democracia con el recurso expeditivo y brutal de las armas, y lo hicieron incluso unos meses antes de que el hundimiento del Muro de Berlín arrastrara al entero sistema socialista. La represión del movimiento estudiantil de la plaza de Tiananmen es un acontecimiento de alcance histórico que constituye todavía un tabú para la opinión oficial china y una referencia secreta para las mentalidades autoritarias sobre cómo abordar los movimientos en demanda de democracia. La atracción que ejerce China en países donde prosperan nuevas formas de autoritarismo, como es el caso de la Rusia de Putin, tiene que ver también con la resolución expeditiva de la transición hacia el capitalismo adoptada por los comunistas chinos. Obliterada dentro por la censura y fuera por la primacía de los intereses económicos, a la fascinación autoritaria que pudiera suscitar Tiananmen le sucedió a mitad de los años 90 la nueva fascinación por una China que se estaba convirtiendo en la fábrica del mundo; ya al borde del 2000 por el crecimiento colosal de sus ciudades; y, una vez en el siglo XXI, por su capacidad de consumo y su proyección económica internacional, como inversionista y sobre todo como comprador de materias primas. China fascina ahora porque a su manera también se ha convertido en una superpotencia imprescindible: lo es por su crecimiento para la economía mundial y lo es por el peso que tiene Pekín en la difícil gobernanza del nuevo mundo multipolar. (Esta es mi contribución als número 2.000 de EPS --El País Semanal--, que salió este domingo 25 de enero bajo el título de 'Dos mil domingos contando historias')

Leer más
profile avatar
26 de enero de 2015
Blogs de autor

La industria de las ideas políticas

El profesor de la Universidad de Filadelfia James McGann es el más notable estudioso mundial de los think tanks, unas instituciones de investigación, análisis y debate político, social y económico de creciente protagonismo en la escena global. Desde 2007 viene elaborando un índice de los mejores think tanks de todo el mundo, que es ya la única referencia sobre los progresos comparativos de estas instituciones. El número uno mundial es la Brookings Institution, un think tank de Washington de inspiración liberal; el número dos es Chatham House (Royal Institute of International Affairs), y el mejor entre los españoles, en el lejano puesto 58 de la clasificación absoluta, es el barcelonés CIDOB (Centre for International Affairs). Cuando McGann empezó sus listas, había en el mundo 5.080. Este año son 6.681. Los think tanks han proliferado en todos los países y continentes, hasta convertirse en una auténtica industria global de ideas políticas. Paradójicamente, su prosperidad no tiene una traducción en mejoras perceptibles en el orden y el gobierno de los países y del mundo. Al contrario, la percepción de los ciudadanos es que cada vez estamos peor gobernados y que en los niveles internacionales y globales no estamos gobernados de ninguna manera. McGann habla de los tsunamis políticos que han pillado desprevenidos a los estudiosos sabiendo que la capacidad predictiva es lo que define la calidad de las investigaciones. En los últimos ocho años en que el número de think tanks ha aumentado en un 25% se han producido los siguientes: la crisis financiera de 2008, Wikileaks y las filtraciones de Edward Snowden, las primaveras árabes, la anexión de Crimea, la aparición del Estado Islámico o, en España, la aparición de fenómenos como Podemos. Los think tanks están de moda y tienen como los futbolistas sus balones de oro, pero el mismo profesor que ha organizado este festival señala que, desde que publicó su primera clasificación, han sufrido duramente los efectos de la crisis en sus presupuestos, mientras aparecían competidores más estimulados por los beneficios inmediatos y los intereses particulares, como despachos de abogados, consultoras privadas e incluso los medios digitales, y en algunos países emergentes sufrían la hostilidad de Gobiernos hiperreguladores. También en Estados Unidos han surgido suspicacias sobre su utilización por Gobiernos extranjeros para utilizarlos como lobistas o plataformas de relaciones públicas. La industria de las ideas políticas es imprescindible. Las ideas por sí solas no resuelven los problemas, pero no hay política sin ideas. Intuitivamente cabe deducir que el mundo está creciendo en complejidad a una velocidad superior a nuestra capacidad de organizar las ideas para comprenderlo y que hay que evitar quedarse siempre atrás en esta carrera desenfrenada.

Leer más
profile avatar
24 de enero de 2015
Blogs de autor

Las puertas del infierno

Todos hemos escuchado en tertulias y redes, nuestro patio de vecinos, que mejor nos habría ido si las primaveras árabes hubieran fracasado y ahora tuviéramos todavía a los guardias de la porra vigilando a los fundamentalistas. En Egipto ya ha sucedido: Al Sisi hace las veces y mejor que Mubarak. En Yemen puede que vaya a suceder en los próximos días: Salé hijo puede suceder a Salé padre. La guerra civil cabalga a sus anchas en Libia y también en Siria, donde propiamente se han abierto las puertas del infierno o, lo que es lo mismo, de un califato sangriento, cumpliéndose así la amenaza del caos con la que todo dictador enfrenta la demanda de democracia. Vladimir Putin es quien mejor ha contado esta historia, como un cuento moral por persona interpuesta: Ramzan Kadirov, jefe de clan y gánster caucásico, su hombre fuerte en Chechenia y presidente regional, ha reunido a centenares de miles de sus conciudadanos en una manifestación para protestar contra Charlie Hebdo y defender el honor del profeta Mahoma. Kadirov combatió contra la guerrilla separatista, ha eliminado a disidentes y periodistas molestos, mantiene bajo vigilancia los brotes jihadistas y carga la autoría de los asesinatos de París a los servicios occidentales, a los que acusa de crear el Estado Islámico. La fábula contraria es la que nos cuenta el presidente de Nigeria, Jonathan Goodluck, que se solidariza con Francia por la matanza de París pero hace como que no se entera de la muerte de 2.000 personas y la destrucción hasta los cimientos de una ciudad por parte de Boko Haram en el norte de su país, para no estropear su campaña electoral. Su ejemplo encaja con la narrativa de Putin: a eso llevan la democracia, la libertad de expresión y las conspiraciones occidentales. Esta es una larga historia, que no cabe en la percepción presentista que estimulan los medios digitales. Nada de lo que está sucediendo se entiende sin la crisis de las viñetas de Mahoma publicadas por el diario danés Jylland-Posten en 2005. Los dictadores que ahora alguien echa en falta, normalmente socios y aliados occidentales, incluso en las sucias tareas del antiterrorismo, son los que lanzaron a las masas islámicas a manifestarse contra las caricaturas. Lo acreditan los cables de Wikileaks, donde se documenta como el Gobierno sirio dio órdenes a los imames para que convocaran manifestaciones al salir de la plegaria del viernes y luego organizaran los tumultos hasta la destrucción de consulados y embajadas. Al igual que el gobierno egipcio de Hosni Mubarak, que encabezó la ofensiva internacional contra Dinamarca como advertencia dirigida a Washington ante las presiones democratizadoras. La fábula que ha saltado por los aires es la de los lobos solitarios, criados y crecidos en los suburbios marginales. Surgen de las puertas del infierno, que cuentan con satánicos conserjes, aliados nuestros, por cierto, y perfectamente instruidos sobre cuándo y cómo hay que abrirlas.

Leer más
profile avatar
22 de enero de 2015
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.