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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Reputación e impostura

El impostor profesional tiene como tarea primordial demostrar diariamente la impostura del mundo.

La reputación en este oficio se consigue cuando se obtiene la capacidad destructiva suficiente como para terminar con cualquier otra reputación. Las reputaciones, buenas o malas, están ahí como los muñecos en la caseta de tiro, para ser destruidas. La función de este periodista es mostrar que todo es impostura.



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5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lo real y lo probable

Así como hay un periodismo de lo real, también hay un periodismo de lo probable. En realidad el trabajo del periodista circula de lo probable a lo verdadero: se trata de convertir un indicio en prueba. No hay, sin embargo, un periodismo de lo posible, por más que se empeñen los agitadores disfrazados de periodistas.

Era alérgico al dominio de lo posible, donde campa la literatura, y se encaramaba en el árbol de la verdad sin probarla. Cuando se incorporó a ese diario donde se hacen titulares de primera con sospechas, conjeturas e indicios, en el campo de lo posible, todos entendimos que su verdad no tenía que ver con la realidad, sino con la ontología. 



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3 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Teología y periodismo

Dice el teólogo que el conocimiento filosófico es individual, mientras que la fe exige al otro: es tradición. En algo lleva razón: creer es confiar, lo contrario de pensar. Pensar es osar pensar y pensar por uno mismo.  

A veces hay que mezclar la teología con el periodismo. El bueno siempre parte del pensar de sus lectores. El otro, el espurio, vive del creer y de la credibilidad acumulada.



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2 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Extraños y ciegos patriotas

Que no ven lo que cualquiera puede ver. Que cuanto más sangre aportan a esa patria que quieren construir más la destruyen y más la alejan del pretendido objetivo de verla libre e independiente. No se dan cuenta que tienen en frente unas resistencias cada vez más duras e invencibles: la de una realidad de un mundo global e interconectado, que desmiente un día sí y otro también sus ensueños de una victoria alcanzada por las armas; y la del Estado de derecho y la ley civil, apoyados ahora, además, por la opinión jurídica unánime del más riguroso tribunal de derechos humanos, que es la corte del Consejo de Europa con sede en Estrasburgo. 

Crecidos por el aniversario de su medio siglo criminal, creen que sólo falta aportar un poco más de sangre al monstruo para que se alce de una vez con su falsa liberación. Pero no se dan cuenta de que la sangre que sacrifican al dragón es la de sus propios hijos y la liberación que se producirá sin duda, más pronto que tarde, es la que nos librará de individuos de esta calaña y de su falso nombre. Ni patria ni libertad: sólo muerte. Este es su programa y su bandera.  (Propósitos para agosto: Voy a quedarme en los márgenes, sí, durante el mes de agosto. Dispuesto a regresar al comentario de actualidad, claro está, si algún acontecimiento lo exige. Así lo hice en 2008 con la guerra de Georgia. Pero en cualquier caso este blog no quedará vacío. He hurgado en mis bolsillos, cajones y carpetas y he conseguido recopilar una serie de textos minúsculos dedicados principalmente al periodismo, mi oficio. Están escritos durante los últimos años en los márgenes de mi tarea y también en los márgenes de cuartillas y cuadernos. Y como suele suceder, cuando se circula fuera de los carriles, también un poco a la contra. Si no hay novedad de por medio, regresaré a la actualidad internacional el primero de septiembre, de nuevo dentro de los márgenes).



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31 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Quimérica Chimérica

Una quimera es un ser mitológico y fantástico, mezcla de dos especies animales distintas. El término se utiliza también en ingeniería genética para designar los seres producidos en el laboratorio con la mezcla de células de animales diferentes. Para la Real Academia es "lo que se propone como posible o verdadero no siéndolo". El británico Niall Ferguson es el inventor de una quimera que además enuncia su propio nombre: Chimérica, palabra que utiliza para designar a un país imaginario formado por China y América, a las que llama respectivamente Chimérica oriental y Chimérica occidental, y que en inglés significa exactamente quimérica.

"Los chiméricos orientales son ahorradores; los chiméricos occidentales son consumidores. Los orientales se dedican a la manufactura; los occidentales a los servicios. Los orientales exportan; los occidentales importan. Los orientales acumulan reservas; los occidentales gestionan déficits y producen bonos denominados en dólares que son codiciados por los orientales". Así es como este imaginativo historiador y periodista explica el funcionamiento de este coloso dual que domina y conduce el mundo, aunque sólo sea por la fuerza de las grandes magnitudes: cuenta con un 13% del territorio mundial, una cuarta parte de la población y un tercio del PIB del planeta.   Hay complementariedad en la quimera de Ferguson, y a ella se debe precisamente el crecimiento de la economía global en los últimos años. Pero también hay elementos que se repelen por su naturaleza misma. Las estructuras de poder en una y otra Chimérica no son tan sólo distintas, sino abiertamente incompatibles. Los chiméricos orientales se rigen por un sistema oscurantista y secreto, en el que no se conocen las reglas y los sistemas de ascenso y selección, que se producen en reuniones cerradas, seguidas de crípticos comunicados y silenciosos gestos de asentimiento. Los chiméricos occidentales en cambio nada pueden hacer si no es a plena luz y bajo el escrutinio público, de forma que quien quiere ascender debe someterse a un examen pormenorizado sobre su vida, sus opiniones e incluso sus parientes y amigos (véanse estos días los prodigiosos interrogatorios parlamentarios a la juez Sonia Sotomayor, designada como juez del Supremo por Barack Obama). Los primeros sacrifican todo, incluso la libertad personal, a la estabilidad del sistema, al prestigio de la autoridad única del partido y a la cohesión nacional. Los segundos, en cambio, ponen la libertad individual por encima de todo y sólo confían en las autoridades públicas sometidas al control de organismos independientes, y a la división y al equilibrio entre poderes. Hay que subrayar que la parte oriental de Chimérica no ha hecho más que ganar peso respecto a la occidental en los últimos años, principalmente durante la etapa de Bush en la Casa Blanca. Pero es el actual presidente de Chimérica occidental el que tendrá que soportar la desventaja concedida. En la cumbre celebrada estos días en Washington, la preocupación de Pekín por el descontrol del déficit público americano y sus consecuencias en el valor de los bonos acumulados se ha hecho notar mucho más que el desasosiego de Obama por la escasa consideración hacia los derechos de las minorías y las libertades individuales por parte de las autoridades chinas. Para que Chimérica tenga larga vida y sea la superpotencia del siglo XXI no basta con una buena ecuación entre intereses mutuos, sino que hace falta algo más de equilibrio y una cierta convergencia económica y política. Su primer y mayor servicio al conjunto del planeta, con el que deberá demostrar su propia consistencia, será reducir sus emisiones de gases a la atmósfera, de la que es líder absoluto y por ello principal responsable de los males que se vinculan al calentamiento global: el 40% de las emisiones le pertenecen, y si su parte occidental es ahora el primer emisor con el 22%, la oriental es el segundo con el 18,5% y pronto se convertirá en el primero. Chimérica es también el nombre que podemos darle a un mundo gobernado, la otra denominación del G-2, la institución que va a sustituir al G-8 y al G-20 si los otros, también los europeos, no espabilan. Pero mundo y gobernado son por el momento términos tan quiméricos como la propia Chimérica. Para que funcionen en el futuro uno y otra, los actuales términos tan desproporcionados de la ecuación que han sido la garantía de éxito deben empezar a invertirse. Y por este lado, el económico, son los occidentales quienes deben realizar el mayor esfuerzo. Pero la mayor convergencia debe ser política, y ahí el esfuerzo corresponde a los chiméricos orientales, aunque algo tendrá que hacer Obama para animarles. Sin pluralismo político, sin un sistema judicial independiente y una democracia parlamentaria eficaz, sin medios de comunicación libres en su parte oriental, Chimérica seguirá siendo una quimera, que en cualquier momento puede desarrollar sus reflejos más monstruosos y amenazantes.(Enlace, con el artículo de Niall Ferguson)



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30 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Y la microhistoria

Como en la política, la historia se mueve en las grandes dimensiones del tiempo y del espacio, pero sus avatares más apasionantes y decisivos se producen en formas concentradas e intensas: en los despachos del Kremlin o de Zhongnanhai, en las mezquitas y aulas de Qom o en el despacho oval de la Casa Blanca. El historiador, el periodista, el chismoso profesional quiere tener un testigo, estar allí aunque sea de forma vicaria, mediante grabaciones secretas, narraciones de fuentes acreditadas y finalmente, si no hay más remedio, recreaciones y fantasías literarias y cinematográficas. A falta de mejores materiales, una serie televisiva como ?El ala oeste? se nutre de esta ansiedad por conocer, al fin, el poder con sus arcanos en el momento en que se toman las decisiones.

Un libro extraordinario, publicado hace apenas dos meses, incide de lleno en este afán de conocimiento verdadero, en este caso de los hechos, reuniones y decisiones que rodearon la matanza de Tiananmen, en junio de 1989. Se trata de las memorias de Zhao Ziyang, tituladas ?Prisionero de Estado?, redactadas durante sus quince años de arresto domiciliario y clandestinamente entregadas al editor de Hong Kong que las ha dado a la imprenta en chino y en inglés. Zhao era el secretario general del Partido Comunista y el hombre al que Deng Xiaoping, el auténtico hombre fuerte de la dictadura comunista, quería convertir en su sucesor. Pero los hechos de Tiananmen terminaron con su carrera en muy escasos días y con su libertad durante los 16 años que sobrevivió a su fulminante destitución. Zhao protagonizó y salió perdedor de una feroz lucha por el poder, que ya había llevado a la destitución dos años antes de su predecesor, Hu Yaobang, erosionados ambos por el poder del ala más conservadora del PC chino que eliminaron así a dos de los mayores liberalizadores de la economía china, a falta de poder hacerlo con su principal protagonista, el propio Deng. Las protestas estudiantiles de Tiananmen empezaron precisamente como homenaje a Hu Yaobang a raíz de su muerte y fueron recibidas muy pronto con comprensión por parte de Zhao y con enorme hostilidad por parte del primer ministro Li Peng y muy pronto del líder máximo Deng Xiaoping, que probablemente fue en estos años cuando terminó de convencerse, al hilo de la perestroika de Gorbachev. del peligro que implicaría para el poder comunista una traslación de la libertad económica al terreno de la política. Las memorias de Zhao permiten seguir con detalle los días que transcurren desde principios de abril hasta el 4 de junio, el día de la matanza, completando así el cuadro que ofreció otro libro imprescindible, a pesar de que sea controvertida su autoría e incluso su autenticidad, como son ?Los Papeles de Tiananmen?, trazando un cuadro tenebroso sobre la infracción sistemática de las propias reglas de juego establecidas por el partido y el estado chino cuando se trata de zanjar en una disputa interna por el poder. Pero van mucho más lejos, tanto en la exposición de sus ideas políticas y económicas como en los detalles del proceso que se le hizo fuera de cualquier legalidad y reglamento. La fuerza de una burocracia impía, el papel central de la comisión militar y de quien la preside (de quien dependen la policía, los servicios secretos y la seguridad del partido), las obsesiones del régimen, el poder de los ancianos, el secretismo y la vergüenza con que se tratan los conflictos y el miedo a perder la cara ante los gobiernos extranjeros aparecen una y otra vez en las memorias y definen las características de un régimen totalitario realmente distinto a los regímenes comunistas europeos. Estos textos de los que disponemos sobre lo que ocurrió en Pekín en aquellos días decisivos de 1989 me hacen pensar que también tendrá el máximo interés conocer algún día la microhistoria de lo que está ocurriendo ahora entre Teherán y Qom, las capitales política y espiritual del régimen jomeinista, con otros protagonistas y otras circunstancias, pero algunos componentes muy similares: una disputa a muerte por el poder interno en el momento de una sucesión, una confrontación entre quienes quieren convertir la dictadura en un régimen aceptable y quienes se encastillan en el poder absoluto, la movilización de unos jóvenes totalmente ajenos a lo que se juega entre bastidores, la sombra de la intervención de una mano exterior enemiga esgrimida siempre por el bando más reaccionario. En este tipo de regímenes es muy probable que sea precisamente en la microhistoria de estos momentos excepcionales donde podemos hallar las mejores explicaciones sobre la naturaleza del poder y de sus arcanos. (Enlaces, con el editor británico de Zhao Ziyang y con el correspondiente de Los papeles de Tiananmen?).



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28 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La micropolítica

Las ideas y las imágenes políticas más potentes se trazan y toman cuerpo en los grandes espacios y en las confrontaciones de dimensión planetaria. Pero las victorias y las derrotas se decantan en esas jugadas confusas dentro del área pequeña, donde se acumulan jugadores y se mezcla el juego sucio con las peores habilidades tácticas y los malabarismos. Lo que marca la diferencia y permite despegar a un dirigente político es su buena actuación en el minúsculo y a veces mezquino territorio de la micropolítica, donde con frecuencia naufragan los mejores y más preparados.

Estas consideraciones pueden valer para la reforma del sistema de salud en la que Obama está comprometido y que ya le está produciendo dificultades e incluso desperfectos en su propio campo. Por más giras gloriosas y discursos admirables que pueda pronunciar, no serán los grandes cambios geopolíticos ni las nuevas estrategias desplegadas con enorme cálculo y prudencia en relación a las regiones más conflictivas del planeta los que vayan a conseguir el afecto de los ciudadanos y las posteriores e imprescindibles rentas electorales, sino su difícil cuadratura del círculo de la asistencia sanitaria, consistente en obtener mayor cobertura para más norteamericanos gastando menos dinero tanto público como privado (que es como tapar más con una manta más pequeña). Si Obama no saca su reforma de la salud antes de fin de año, estaremos ya en 2010 en año electoral correspondiente a las elecciones de mitad de mandato, en las que se renovará la entera Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Si el presidente sufre cuando cuenta con la doble mayoría, gracias a la ausencia de esa disciplina de partido de efectos tan devastadores en países como el nuestro, como está sucediendo ahora mismo con su reforma, hay qué ver lo que será este presidente y cómo va a sufrir sin apoyos mínimos en el conjunto del Congreso: ya lo vimos con Clinton. La propia reelección presidencial se puede jugar por tanto en los próximos meses con la controvertida reforma del sistema de salud como eje central de todo su despliegue político. Pero entremos con detalle en el área de penalti donde se está jugando ahora mismo este balón. La semana pasada hemos visto como todos los esfuerzos de Obama por convencer a la opinión pública se le iban por el desagüe por un detalle aparentemente menor que afectaba a una cuestión finalmente mayor. Su cuarta conferencia de prensa de dos horas, dedicada enteramente a la reforma sanitaria, terminó con una pregunta respecto al trato que suelen recibir los negros norteamericanos por parte de la policía blanca, a propósito de la detención en su casa de Cambridge (Massachussets) del historiador de Harvard Henry Louis Gates, en un confuso incidente con la policía, avisada por un vecino que consideró sospechosa la forma de entrar en la casa de su propietario forzando una puerta atrancada. De pronto, la identidad afro americana del presidente, subsumida y superada hasta entonces por una gestión impecable que convertía en irrelevante la cuestión de la raza, se ha convertido de nuevo en objeto de debate. Bajo la calma y la frialdad de Obama está también el negro airado por el maltrato histórico, del que se sospecha incluso que puede haber sido él mismo objeto de conductas vejatorias por parte de la policía. La debilidad de este hombre que ha llegado a la Casa Blanca con un discurso pos racial y que ha mostrado su capacidad para actuar como presidente de todos es que no puede reprimir el comportamiento estereotipado que va ligado a su identidad, que se expresa como una carga irredimible por parte de todos, de quien la impone y de quien la sufre. Obama se ha excusado con toda rapidez y claridad, de una forma nada habitual en muchos países, el nuestro entre otros, pero la extrema derecha ha aprovechado la circunstancia para poner en duda su lugar de nacimiento y su derecho a la ciudadanía y para resucitar como consecuencia el mito del extranjero, el ?alien? que se ha colado en la propia cúpula del país. Todo se juega finalmente en los detalles y en los detalles es donde se encuentra el peor y más irreconciliable enemigo, que es el diablo.



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27 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Voces no tan distantes

Esos dos hombres nacidos en 1916 que han venido a morir en las mismas fechas no debieran en principio tener muchas cosas que decirnos, si se hace abstracción, lo que ya no es poco, de su celebridad. Uno, el presentador de informativos más famoso de la historia de la televisión; el otro, el más destacado y polémico secretario de Defensa de Estados Unidos. Ambos, personajes prototípicos de la América dominadora y combatiente de la Guerra Fría, perfecta expresión de la meritocracia americana y de su ascensor social, tan bien engrasado para los blancos y todavía hoy tan achacoso para los negros. Ambos también emblema de una época, de sus enormes esperanzas y de sus terribles desengaños, que bien pudieran sintetizarse en dos acontecimientos que ambos vivieron muy estrechamente, como son la aventura espacial del Apolo XI que llevó el hombre a la luna y la guerra de Vietnam, la catástrofe bélica cuyas heridas morales todavía se perciben en la sociedad americana.

A pesar de sus distintas biografías coetáneas y de los hechos que protagonizaron y presenciaron, de estos ancianos nacidos en la segunda década del siglo pasado, enfilando el centenario cuando les ha llegado la muerte, nos debieran llegar unas voces distantes para las nuevas generaciones, con pocas cosas que contar y decir a quienes empiezan ahora mismo a inte3resarse por el periodismo, la política y la historia. Pero no es así, y por eso he querido escribir esta especie de doble necrológica, en honor de Walter Conkrite y Robert MacNamara, fallecidos respectivamente los pasados 17 y el 6 de julio, y según mi parecer voces bien próximas respecto a muchos de los problemas de este siglo XXI, aun siendo tan características del siglo XX. La de Walter Conkrite nos habla con nitidez sobre la credibilidad del oficio de periodista, el esfuerzo de ecuanimidad, la capacidad de transmitir confianza a los ciudadanos. Otro gran periodista, también desaparecido aunque de una generación más joven, David Halberstam (1934-2007), en un artículo enormemente elogioso publicado hace casi un cuarto de siglo, destacó que Conkrite no era un escritor distinguido ni un gran entrevistador, pero tenía una gran capacidad de explicación y de síntesis, que convertían la actualidad en algo comprensible para los millones de telespectadores que le seguían. Conkrite representa lo mejor del periodismo del siglo XX y la credibilidad que obtuvo entre sus telespectadores nos recuerda ahora, a los periodistas del siglo XXI, la credibilidad que nos falta y la distancia sideral que se ha ido creando entre nosotros y los lectores. La voz de Robert McNamara es más trágica y quebrada. Es la de un triunfador derrotado. La de un hombre brillante, duro y preparado que ha tirado la toalla y perdido el control emocional en público en numerosas ocasiones. Su momento estelar fueron sus siete años al frente del Pentágono, en el momento de la mayor escalada de la guerra del Vietnam y de los bombardeos sobre Vietnam del Norte. Si la palabra que identifica a Conkriute es la credibilidad, la que corresponde a McNamara es el arrepentimiento. Arrepentimiento por una guerra perdida para Estados Unidos y arrepentimiento por los daños causados, los millares de muertes de soldados norteamericanos y de civiles y soldados vietnamitas. Todo el resto de su vida, desde 1968 cuando dejó el Pentágono, McNamara se ha dedicado a la penitencia, una mala penitencia, mal llevada y mal explicada, por sus pecados imperdonables. ?La niebla de la guerra?, filme de Errol Morris, forma parte de esta penitencia imperfecta, como su libro autobiográfico ?In Retrospect?, en los que intenta aparecer como partidario de parar la escalada de bombardeos sobre Vietnam o limitar la carrera nuclear, cuando todo lo que nos han contado los cronistas es exactamente lo contrario. McNamara encontró su salvación en el Banco Mundial, que presidió hasta su jubilación, en 1982; retrospectivamente en su protagonismo como directivo de Ford en la introducción del cinturón de seguridad que tantas vidas de automovilistas ha salvado, y sobre todo, en su militancia antibelicista, contra las armas nucleares y contra la guerra de Irak. También Halberstam emitió su juicio, esta vez sin piedad, respecto al antiguo secretario de Estado, al que retrata como un tecnócrata sin alma: ?McNamara nunca tuvo ningún interés en nadie que no fueran sus superiores?. Conkrite es la imagen misma de la seguridad, autosatisfacción y la buena conciencia del oficio de periodista en el momento culminante de su poderío y su influencia, que corresponde a los años previos al Watergate. El segundo, la de la vacilación, el remordimiento y la mala conciencia del civil que ha hecho la guerra y ha abusado de los medios para alcanzar unos fines que también eran erróneos. Si en la primera voz podemos escuchar una apelación a recuperar la moral del periodismo contemporáneo, en la segunda lo que escuchamos es un alegato contra esos políticos que declaran la guerra y la muerte sobre millares de civiles y luego regresan a su vida civil con el rostro imperturbable y la conciencia bien compuesta. (Enlaces, con los artículos de Halberstam sobre Conkrite y sobre McNamara, con el site oficial de ?The Fog of War? y con la transcripción del filme-entrevista).



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26 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Finlandización

Este viejo vocablo de la Guerra Fría, con el que se designaba la peculiar posición de Finlandia respecto a la Unión Soviética, vuelve a tener sentido para los países que un día formaron parte del glacis soviético y ahora forman parte tanto de la Alianza Atlántica como de la Unión Europea. Puede ser una exageración, pero es exactamente lo que piensan los firmantes de la carta abierta, sobre la que ya escribí ayer, y dirigida a Barack Obama por parte de un nutrido grupo de ex presidentes, primeros ministros y ministros de estos nueve países que quedaron separados del continente por el ?telón de acero? y ahora siguen sintiéndose un caso aparte, temerosos del despertar del oso ruso que les ha dominado históricamente.

Estos dirigentes ya jubilados se sienten decepcionados respecto a Rusia, pero también con la protección que les ofrece tanto la UE como la OTAN. Consideran que la primera no acepta plenamente su independencia y su soberanía y tiene una actitud revisionista, ?con una agenda del siglo XIX y unos métodos y tácticas del siglo XXI?. Según su texto, Moscú rechaza que estos países reivindiquen una experiencia histórica propia, sostiene una posición privilegiada en cuestiones de seguridad y libra una guerra económica oculta y a veces abierta contra ellos. Esta enorme prevención antirusa se acompaña de reproches a la OTAN por su debilidad y su incapacidad para asegurar la defensa europea y a la UE por su peso hegemónico entre las instituciones europeas, hasta el punto de que ?nuestros líderes y funcionarios gastan más tiempo en las reuniones de la UE que en las consultas con Washington?. El americanismo de los firmantes de esta carta es profundo y razonable, conociendo sus sufrimientos históricos. Hablan de nerviosismo en sus respectivos países en relación a la nueva política exterior norteamericana. ?Nuestra región sufrió cuando Estados Unidos sucumbió al realismo de Yalta y se benefició cuando Estados Unidos usó su poder para luchar por los principios?, señalan. Por eso quieren asegurarse, ahora que regresa el realismo a la Casa Blanca, que no se harán ?concesiones incorrectas a Rusia?, que conducirían a una ?neutralización de facto de la región?, es decir, a la finlandización temida aunque todavía no nombrada. Piden siete cosas, casi todas ellas lógicas e incluso convenientes para el conjunto de los países miembros. Por ejemplo, que se estrechen las relaciones entre Europa y Estados Unidos y este último se reafirme en su vocación como poder europeo; que la OTAN renazca como principal vínculo de seguridad como única garantía militar creíble; que se avance en la política exterior y de seguridad común de la UE, en estrecha coordinación con Washington; que se reformulen las relaciones entre la OTAN y Rusia, de forma que el diálogo con Moscú se realice desde una posición atlántica coordinada; o, finalmente, que se avance en una política energética europea y transatlántica. Más discutible es el apoyo que prestan al escudo antimisiles a instalar en Polonia y Chequia, inevitablemente condicionado por los deseos de parar los pies a Moscú. Y del todo discutible es su última reivindicación, en la que enseña la patita el orgullo herido de estos dirigentes tan amigos de Estados Unidos: se trata del ?factor humano?, dicen, y se refiere al régimen de visados: ?Es incomprensible que un crítico como el activista antiglobalizador francés José Bové no necesite visa para Estados Unidos y en cambio el ex activista de Solidarnosc y Premio Nobel de la Paz Lech Walesa sí?. Quizás éste es el punto de la carta de más rápida y sencilla resolución desde la Casa Blanca. Pero no es la única incongruencia de la posición política que representan. Estos países apoyaron mayoritariamente a Bush en su guerra global contra el terror, algunos aportaron soldados a la guerra de Irak y otros incluso cárceles secretas y complicidades en la atroz política de seguridad practicada por la administración republicana. Ahora, en cambio, que se sepa, escasa es la colaboración que están ofreciendo a Obama, por ejemplo a la hora de acoger presos de Guantánamo que no pueden ser repatriados a sus países de origen. Quizás en actitudes como ésta también se juegue esta temida finlandización apuntada en la carta. (Enlace con la carta abierta a Obama).



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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Noticias de la no-Europa

1. No ha pasado inadvertida, aunque es evidente que no ha levantado polvareda alguna en el conjunto de la Unión. El último día de junio el Tribunal Constitucional alemán dio luz verde al Tratado de Lisboa, exigiendo únicamente a su Parlamento una modificación legal que permita un mayor control parlamentario de los futuros actos legislativos de la Unión. Han respirado de alivio quienes temían un inesperado descarrilamiento del Tratado en proceso de ratificación, al que sólo le falta saltar un obstáculo sustancial, como es el referéndum irlandés el próximo 2 de octubre. Pero quizá han respirado demasiado hondo y demasiado pronto. La sentencia alemana da por bueno el Tratado, pero respecto al futuro de la construcción europea nos dice que hasta aquí hemos llegado, y que si queremos seguir avanzando, como era reglamentario en el europeísmo al uso hasta ahora, deberemos modificar ni más ni menos que la Constitución alemana.

La sentencia tiene la virtud de la claridad. Es como una lectura jurídica de los últimos avatares europeos, incluidos los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo. Aunque la UE tenga la forma de un Estado federal en algunas de sus políticas, nos dice el tribunal, en cuanto a toma de decisiones internas y nombramientos funciona como las organizaciones internacionales, guiada por el principio de igualdad entre los Estados, y esto no se puede cambiar sin reformar la propia Constitución alemana (y quizá otras constituciones nacionales, según podrán deducir los respectivos tribunales constitucionales o equivalentes). La alta corte alemana desmiente la teoría del déficit democrático europeo entendido como una adolescencia que se curará con el tiempo: no, se trata de algo estructural. No hay un pueblo europeo sino varios, organizados en sus Estados respectivos, los únicos plenamente soberanos.Sabíamos desde el principio que la ampliación de la UE debía ir de la mano de la profundización. Quienes no querían la segunda, encabezados por Londres, abogaron por la primera a toda costa. Y se han llevado el gato al agua: tenemos una gran Unión de 27 miembros, pero deshilachada y sin dinámica alguna que conduzca hacia una futura profundización. Ahora los dos países que en su día ejercieron de motores, Francia y Alemania, han colocado cada uno un obstáculo insalvable tanto para futuras ampliaciones como para futuras profundizaciones. El primero, pensando en excluir a Turquía, exigirá un referéndum para cualquier nuevo ingreso después de la entrada de los precandidatos balcánicos. El segundo pedirá una reforma de la Constitución alemana antes de entregar nuevos poderes soberanos, por ejemplo, en fiscalidad o defensa. El presidente francés y el Tribunal Constitucional alemán son las instituciones que en cada caso han puesto pie en pared, y no es extraño, porque ambos son los guardianes de las soberanías y constituciones respectivas.2. Ocho ex presidentes y primeros ministros, otros tantos ex ministros y otras personalidades de nueve de los socios europeos del este y del centro de Europa (Pecos), encabezados por Václav Havel, han dirigido una carta abierta, llena de dramatismo e incluso de alarma, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, llamando su atención para que no les abandone ante el renacimiento de las ambiciones y reflejos imperiales de la potencia imperial que antaño les sojuzgó. Tampoco esta noticia ha pasado inadvertida, pero todavía ha levantado menos polvareda. Ya no estamos en el corazón de la política exterior norteamericana, se lamentan los insignes corresponsales, que le recuerdan a Obama hasta dónde llegó su lealtad y su agradecimiento por su apoyo durante la guerra fría y sobre todo en la transición hacia la democracia. No se olvidan de mencionar su participación en la guerra de Irak, por la que algunos tuvieron que pagar, según recuerdan, un duro precio. Y su adhesión, más por resignación que por convicción, a un vago europeísmo en el que quisieran ver a Washington más comprometido.3. La opinión pública europea no existe. Le sucede como a sus pueblos. Si hay algo que se le parece es la suma de sus 27 opiniones públicas respectivas. ¿Pero no son éstas noticias europeas? El problema es que son noticias sin Europa. O lo que es peor todavía, noticias de la no-Europa. Lo es la iniciativa de los dirigentes políticos de los antiguos Pecos y lo es también la sentencia del Tribunal Constitucional alemán. Pero la mayor de todas ellas, la gran noticia sobre la no-Europa es la indiferencia de sus ciudadanos sobre el presente y el futuro de esta desunión en el mismo momento en que las sonoras pisadas de China, la India y Brasil hacen temblar los escenarios de la política y la economía internacionales.



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23 de julio de 2009
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El Boomeran(g)
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