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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Morir por Kabul

Las cuentas son claras: 850 soldados norteamericanos, 221 británicos, 131 canadienses, 36 franceses, 34 alemanes, 26 españoles, 22 italianos, 21 holandeses, 15 polacos, 11 rumanos, y así hasta 1463 bajas mortales. Creciendo de año en año desde 2001. En dos operaciones distintas, tan contradictorias en sus objetivos como convergentes en la realidad de la guerra: la estrictamente bélica contra Al Qaeda y sus amigos talibanes, a cargo de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido fundamentalmente; y la de reconstrucción por encargo de Naciones Unidas, a cargo de la OTAN. Todo para evitar que los talibanes derroquen el régimen de Karzai en Kabul y para construir la estructura de un Estado. Con resultados de evaluación sencilla y rápida: mediocres tirando a malos o muy malos.

El último episodio desconcertante ha sido la ceremonia de confusión en torno a los resultados electorales, que se suma a las peleas dentro de la administración norteamericana entre quienes quieren seguir la escalada militar (los mandos militares) y quienes quisieran encontrar una solución política (Obama). El marco regional en el que se está registrando el actual naufragio es altamente preocupante: por un lado, la batalla de Warizistán entre el ejército paquistaní y los talibanes; por el otro, la recrudescencia del terrorismo contra el régimen de los ayatolás iraníes, en la zona fronteriza con Pakistán. Estamos probablemente en el momento más desconcertante de los nueve años de esta guerra que no hace más que crecer en dimensiones y en bajas. La región será la piedra de toque internacional de la presidencia de Obama. Muchos, el propio Obama entre ellos, temen que se convierta en un Vietnam, donde la dirección militar del conflicto se impuso sobre la dirección política, debido fundamentalmente a un motivo: el análisis subyacente era erróneo, como han demostrado luego los hechos. La teoría del dominó se reveló inconsistente y la victoria del Vietnam comunista no hizo caer todo Asia en manos de China. Ahora se enfrentan de nuevo dos formas de enfocar la presencia americana y europea en Afganistán. Si es un problema estrictamente militar, una retirada, por más que sea progresiva, o la fijación de una fecha para terminar las operaciones, con independencia del régimen que se halle instalado en Kabul, son una forma de derrota inaceptable: Estados Unidos no puede irse con el rabo entre las piernas. Pero si es un problema político, entonces quedaría prohibido hacer evaluaciones bajo el prisma de la victoria militar y se trataría de desconectar Afganistán del polvorín paquistaní, para resolver allí de una vez el problema que significa Al Qaeda y evitar que el arma nuclear acabe en manos de gobernantes irresponsables o abiertamente proclives al terrorismo. La OTAN debería bajo este prisma reafirmarse en su misión de reconstrucción, especialmente dedicada a la formación de una policía y de un ejército afganos capaces de hacerse cargo de la propia seguridad. Esta última eventualidad no agota la preocupación por la Alianza Atlántica que subyace en cualquier enfoque de la misión en Afganistán. Ayer mismo subrayaba la columnista del Washington Post Anne Appelbaum la escasa visibilidad que tiene el alto y creciente número de bajas que se están produciendo en Afganistán. Cada país se acuerda y honra a sus fallecidos, pero nadie se fija ni tiene en cuenta lo que les está pasando al conjunto de los aliados y lo que le está pasando a la Alianza. El título de su artículo es suficientemente expresivo: The slowly vanishing Nato. Lo que no consiguió la Unión Soviética quizás lo consigan la acción conjunta de los talibanes y de los errores de los aliados. (Enlaces: con lascuentas de bajas en Afganistán; con el artículo de Anne Appelbaum).



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21 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El globo

¿Necesitamos nuevos y mejores ejemplos del fracaso del periodismo? El globo plateado lleno de ligerísimo helio, que mantuvo en vilo a los medios de comunicación norteamericanos durante una hora y media el pasado 15 de octubre, en su viaje de casi 100 kilómetros por los cielos de Colorado, es la perfecta imagen de la deriva de este oficio.

Lo esencial es que siga el espectáculo diario. Vacío, elevado por efecto de un gas y sin contenido real, pura invención y estafa. Con la mera intención de atraer la atención del público y mantener las audiencias. Sin esfuerzo alguno por comprobar nada. Llevados por la tracción gaseosa. Y a vivir del cuento, claro está.  No había niño, no había peligro, no había nada más que la pericia de una familia organizada y perturbada por la vida mediática. Y sin embargo, todos los medios de comunicación se lanzaron detrás de la noticia. ¿Noticia? No había tampoco periodistas, está uno tentado de escribir: y ya está escrito. Traduzco y transcribo uno de los párrafos subrayados en mis lecturas de este fin de semana: ?Es llamativo cuántos periodistas jubilados ?del Times y de otros periódicos- estuvieron apoyando mi trabajo. Fue como si la distancia de la cultura de las salas de redacción (newsroom culture) les hubiera capacitado para ver lo que quienes están inmersas en ellas no pueden percibir: las distorsiones causadas por una permanente actitud antagonista; la disimulada pero excesiva dependencia de las fuentes anónimas; la búsqueda sin sentido de ?scoops? vacíos; las incursiones a veces crueles en las vidas privadas; todo el complejo de prácticas que se dan por asentadas pero que nos han conducido a la decreciente fe en el periodismo que ahora expresan muchos americanos?. Pertenecen al texto titulado ?Notas sobre una profesión antipática?, que constituyen la presentación del libro ?Public Editor? (PublicAffairs, New York, 2006), de Daniel Okrent, el primer defensor del lector del New York Times, nombrado tras la crisis enorme desencadenada por el caso de Jayson Blair, el joven reportero fabulador de falsas noticias que conseguíoa colar en la primera página del periódico. Okrent sirvió en el cargo los 18 meses estipulados y ha dejado un conjunto de reflexiones imprescindibles para entender el rumbo de este oficio en Estados Unidos y aquí mismo. El prestigio del oficio está en caída libre. No es una opinión, sino una conclusión del Pew Research Center sobre el nivel de fiabilidad de los medios según la percepción del público, pues se halla en su nivel más bajo en los últimos 20 años, etapa en la que el PRC ha efectuado encuestas. (Enlaces: con el vídeo de la familia Heene, en el que simulan la salida involuntaria del globo con el niño dentro. Con las columnas de Daniel Okrent en el Times de Nueva York. Con la encuesta del PRC).



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20 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Berlín

Mentiría si dijera que conozco Berlín como la palma de la mano. Sólo viví unos meses en lo que era todavía la ciudad dividida, en el invierno de 1979, en la parte occidental, y aunque me desplacé en varias ocasiones al Este, nunca estuve más que unas horas en las desoladas y siniestras calles y avenidas de lo que era entonces la capital de la República Democrática de Alemania. Después he visitado Berlín en muchas y variadas ocasiones, antes y después de la caída del Muro. La más reciente, hace apenas unas semanas, durante la campaña para las elecciones que han dado la victoria de nuevo a Angela Merkel y han liquidado la gran coalición. Recuerdo con especial entusiasmo los días que permanecí en Berlín poco después del 9 de noviembre de 1989, cuando corrían todavía los trabis y las gorras soviéticas y las chaquetas de los guardias fronterizos que se vendían en los tenderetes eran auténticas, y no como ahora que son prendas confeccionadas para la siempre próspera industria de la memoria.

La vida y el ambiente de aquel Berlín oriental felizmente desaparecido han sido evocados con bastante acierto por dos películas que han hecho fortuna entre nosotros, como ?Goodbye Lenin? y ?La vida de los otros?. Pero para mi gusto, la mejor evocación de aquel Berlín siniestro donde imperaba la Stasi se encuentra en ?El expediente?, la narración autobiográfica de Timothy Garton Ash, que ahora debiéramos recuperar con este vigésimo aniversario. Cada vez que paseo por las calles de Mitte próximas a la zona donde estaba el Muro no puedo dejar de recordar aquella ciudad desierta y aquella tremenda herida que dividía la ciudad y cercaba el Berlín occidental. Berlín celebra dentro de pocos días uno de los momentos más felices de su historia. La noche de aquel 9 de noviembre de hace 20 años es el último momento de la sincronía trágica entre la historia de la ciudad y la historia del mundo. Con motivo del aniversario y del Premio Príncipe de Asturias concedido a la ciudad, El País Semanal ha dedicado el número entero de este pasado fin de semana a la capital alemana, en el que he participado con un texto sobre la historia de la ciudad en el siglo XX. No conozco Berlín como conozco Barcelona, pero probablemente mucho mejor que otras ciudades donde he vivido mucho más tiempo. Sobre todo su historia, su pasado doloroso, las huellas que todavía pueden localizarse en el presente. Por eso me he atrevido a escribir sobre esta ciudad destinada a ir tomando cada vez más cuerpo como capital cultural y política de la Europa unificada. (Enlaces: con mi artículo ?Berlín, capital trágica del siglo XX?; con las referencias de ?El expediente?, ?Goodbye Lenin' y ?La vida de los otros?).



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19 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Límites y reglas

El poderoso siempre intenta escaparse, encontrar un punto de fuga por donde se produzca la expansión de su poder, conseguir una ley especial que sólo valga para él. Sólo se salvan quienes se incorporan humildemente al servicio de la comunidad, aceptando los límites, comprometiéndose a someterse a las reglas y añadiendo un plus además de autocontención y de prudencia. Son muy pocos. En el panorama europeo soy capaz de señalar a una persona sin mucho riesgo de equivocarme: Angela Merkel. El sistema contribuye, no hay duda, pero no basta. Sus dos predecesores, Helmut Kohl y Gerhard Schroeder, no demostraron las mismas virtudes. Alemania tiene probablemente el Estado de derecho más sofisticado y equilibrado y la democracia más fina entre todos los grandes países; pero no basta. Lo definitivo es la persona, su carácter, su formación, sus ideas y valores.

Estoy leyendo el segundo volumen de las memorias de Jordi Pujol, que ha presidido el Gobierno de la Generalitat de Catalunya durante 23 años y sabe muy bien lo que es el poder, aunque en su caso haya contado con una limitación de principio, constitucional, por el carácter territorial y subordinado que tiene todo gobierno autonómico. En mi lectura he subrayado un párrafo donde habla de la fugacidad del poder y de la política y asegura que ?hemos de tener presente aquellos versos del canto XXIV de ?La pell de brau? de Salvador Espriu que rezan: ?Si et criden a guiar/ un breu moment/ del mil.lenari pas/ de les generacions?? y que en la cuarta estrofa dicen: ?No esperis mai/ deixar record,/ car ets tan sols/ el més humil/ dels servidors?. Gran parte de los poderosos de hoy no creo que quieran dejar recuerdo alguno. Les importa un pimiento la historia y la memoria futura. Pero están dispuestos a sacar provecho del poder hasta apurar sus heces. Ensanchar los límites, fabricar una regla propia y única para su caso y reírse además de lo que vaya a quedar luego. Sin esto no es explica eso que Saramago llama el fascismo con corbata de Armani de Berlusconi. Tampoco la monarquía electiva y regaliana de Sarkozy, que concede títulos y prebendas como en el anrtiguo régimen, empezando por su propio hijo. Ni la personalización del poder de la que hacen gala muchos políticos aquí y allí, entre otros nuestro querido Zapatero. Necesitamos gobiernos de las leyes, rules of law, no gobiernos de los hombres. Esta verdad tan elemental hay que repetirla una y otra vez porque la realidad nos demuestra un día sí y otro también cuán lejos estamos todavía de este grado de civilización. Y baste como último ejemplo de tal comportamiento arcaico y despótico la forma tan hispánica de despachar el embrollo en que se había metido el presidente valenciano, Francisco Camps, con el caso Gürtel. Rajoy ha demostrado también que los límites y las reglas sirven mientras sirven, y cuando no son útiles funciona el cuartelero ordeno y mando y el consejo de guerra sumarísimo y sin contemplaciones. Ar! (Es la primera, pero no será la última vez, que escriba o aluda sobre este libro de Jordi Pujol, titulado 'Tiempo de construir. Memorias (1980-1993)', Destino. Para quien no tenga suficiente conocimiento de catalán, añado la traducción de los versos de Espriu que vienen en la nota de pie de página de la edición castellana: 'Si eres llamado a dirigir/ un breve momento/ del milenario paso/ de las generaciones/ (...) no esperes nunca/ dejar recuerdo/ pues eres solamente/ el más humilde/ de los servidores'.)



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16 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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ZP, en Penn Avenue

Está a medio camino de la Casa Blanca y el Capitolio, en el 555 de Pennsylvania Avenue, la calle del poder americano y mundial, esos 1.900 metros por donde desfilan los presidentes en la Inauguration, la toma de posesión, y además recorrido obligado para los mandatarios extranjeros que, como Zapatero, cumplen con el ritual de entrevistarse el mismo día con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el presidente de los Estados Unidos. En Penn está la Blair House, hotel oficial para visitantes ilustres y lugar de grandes reuniones y acuerdos, donde se hospedó Zapatero en la noche del lunes al martes. También en Penn están los departamentos del Tesoro y de Justicia y la sede del FBI. Y finalmente en 555 Penn está el edificio en cuestión, un museo, el más moderno, inaugurado en abril de 2008.

Durante la jornada de ayer, sus numerosos visitantes tuvieron la oportunidad de contemplar, entre las numerosas imágenes que se exponen, algunas fotografías tomadas el martes en el Salón Oval de la Casa Blanca en las que aparecen, sentados y charlando frente a la chimenea, los presidentes norteamericano y español. Es una foto estandarizada. Hay otras del mismo tipo y en el mismo escenario de González con Bush padre (1989) y de Aznar con Clinton (1997) y Bush hijo (2001). Pero nunca se pudieron ver en este peculiar museo, que todavía no había abierto sus puertas, y donde ayer se exhibían las fotos de Zapatero. Esas imágenes se renuevan a diario, de forma que hoy mismo aparecerán otras y no quedará ni rastro de nuestro presidente del Gobierno, al menos a la vista de los visitantes; todo un símbolo de la efímera traza que dejan la vida internacional y el paso de mandatarios extranjeros por Washington. Aclaremos un poco las cosas. Éste es un museo extraño, cuyo nombre denota una profunda y moderna contradicción. Se trata del Newseum, el Museo de las Noticias. Nada hay más incompatible con el coleccionismo, la antología y la museización que las noticias, las novedades del día. Por fortuna, el Newseum es bastante más que un museo, de forma que la contradicción se resuelve gracias al dinamismo periodístico que anima su organización, del que se puede captar un atisbo en su portal digital (www.newseum.org). Una de las cosas que destaca entre sus salas de exposiciones, estudios de radio y televisión e instalaciones es la galería de las primeras páginas, donde cada día se despliegan, a eso de las 8.30 de la mañana (las 14.30 hora española), más de 700 portadas de periódicos de todo el mundo, la mitad de ellos norteamericanos y sólo siete españoles. Gracias a estas pocas cabeceras podemos ver las fotos de Obama y Zapatero que sobrevivieron a pesar de la mascletà en que se convirtió el caso Gürtel en las mismas horas. Consultar la galería de portadas es un buen ejercicio sobre los titulares y las fotos del día. Permite corroborar cómo funciona el Salón Oval a efectos de la producción noticiosa mundial. Y adquirir conciencia de la posición periférica de nuestra actualidad política. La noticia del martes es, sin duda, la aprobación por la Comisión de Finanzas del Senado del proyecto de reforma del sistema de salud que Obama ha pedido a ambas cámaras. Después de esta votación, queda algo más despejado el camino para el proyecto más difícil y definitorio de esta presidencia en política interior. Hay tres borradores aprobados por otras tantas comisiones del Congreso y dos en el Senado, que deberán terminar refundidos en uno solo. Sólo entonces podrá darse Obama por satisfecho y tendrá asegurado ya un peldaño tangible en su hasta ahora retórica presidencia. No hay duda, pues, del calibre que tiene la visita de dos horas de Zapatero. El Washington Post, el mejor y más importante periódico capitalino, dedica una noticia breve firmada a la única cuestión que llamó la atención del encuentro, como fue la oferta de traslado de dos o tres presos de Guantánamo a España. Si ZP puede hacer pocas exhibiciones de poder en Penn Avenue, lo mismo sucede con los medios y la prensa europeos en el Newseum. De una a otra punta de la avenida se juega una partida en la que el Congreso le gana la mano con mucha frecuencia al presidente. Zapatero es noticia, minúscula, pero noticia, porque le está echando un cable a Obama en su difícil partida con el Congreso. Los congresistas no quieren saber nada del traslado de los detenidos de Guantánamo a cárceles radicadas en sus circunscripciones electorales. Prefieren que se vengan a Europa. Pero el Newseum, símbolo del Cuarto Poder, tiene también algo de panteón, al menos de la prensa escrita. Si allí están sus portadas es porque se hallan ya museizadas, mientras las noticias circulan por otra parte. Para saber el peso de las noticias -ZP en Penn Avenue- hay que dirigirse a otra avenida, esta virtual y más accesible. Google, sin ir más lejos.



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15 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Jerarquía

Siempre se ha sabido donde se cultivaba el desprecio del periodismo. Y sobre todo quiénes. Enfundados, o mejor disfrazados, con los hábitos de estos monjes. Siempre se ha sabido que el mejor periodista es el periodista callado, que no pregunta; censurado, que no rechista; obediente, que no se rebela. Pero nunca en los años de la memoria viva había sido tan soez esta epifanía de la brutalidad y la mentira.

Ahora ya tenemos medios de comunicación sin periodistas, periodistas sin periodismo y pronto tendremos periódicos sin periodistas ni periodismo. La piedra filosofal, al fin. Como los mejores secretos son los que se guardan a la luz pública en las narices de cada quien, el periodista por excelencia y antonomasia nos lo ha reconocido en una entrevista que se ha propinado a sí mismo en su propio periódico. ?No, de hecho nunca pensé que iba a ser director de periódico, sino un lobo solitario. Lo que de verdad me gusta es (?) vivir como un reportero, ser testigo, y luego escribir como un columnista, aportando una interpretación o una opinión. Yo decía que sería o redactor o director, y probablemente, he sido el único periodista que no ha pasado por cargos intermedios: o César o nada?. Para César, el poder, el dinero, la influencia. Para los redactores, la nada. Nadie había osado hasta ahora formularlo tan concisa y magistralmente.



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14 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Antigualla

Sí, el rito de todos los años. La convocatoria de los peores humores de la derecha militarista para que se desahoguen contra el presidente del Gobierno y contra el Rey si se tercia. Las manifestaciones de la ultraderecha franquista y de la extrema izquierda independentista en Barcelona. La ceremonia militar sin emoción cívica de ningún tipo. Los anacronismos: coches de época, uniformes de época, rituales militares y marchas de época. De otra época, de un tiempo pasado pero que no termina de pasar, como sucede con todos los fardos históricos. Siempre cuelgan y siguen colgando.

El fallo, no hay duda alguna, está en la base. En la sustancia y en el carácter de esta fiesta. Que no celebra lo único que pueden celebrar estas festividades: la capacidad de los ciudadanos para gobernarse libre y decentemente a sí mismos, que eso es una buena democracia. En el día escogido, evocador vergonzante de pasados imperiales. En los protagonismos: el Ejército y quien luce del título de su jefe máximo. No son coincidencias, no es gratis: está en el fraseo de la constitución donde había que agradar a la derecha. Todo esto es pasado y antigualla, y lo será cada vez más. Aunque será difícil que alguien se atreva a enmendarlo, porque quien lo intente será acogido como sacrílego, una fuerza enorme pugna por abrirse paso en esta festividad, pero para celebrar otra cosa, para olvidarse de pasados imperiales y conmemorar el futuro. El Festival y desfile VivAmérica, que recorrió el centro de Madrid el sábado durante cuatro horas de música, bailes y vestidos de todos los países latinoamericanos, dice más sobre cómo es este país y sobre todo cómo será que el envarado y ya sin remedio Día de la Hispanidad.



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13 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Más sobre Saturno y sus nietos

No había leído enteras las ?Memorias de un guerrillero cubano desconocido? cuando escribí hace una semana acerca de un libro, ?Un asunto sensible. Tres historias cubanas de crimen y traición? (Mondadori), que se convertirá en trascendental para entender la Cuba de los Castro. Tenía la idea que me habían suministrado algunos adelantos en blogs cubanos y el mensaje e mail que me mandó su autor, Juan Juan Almeida, desde La Habana, en el que pedía que lo leyera y le diera mi opinión. Ahora ya lo he leído entero y he podido hacerme una idea del valor del libro y del testimonio que nos da su autor, miembro de la nomenclatura castrista hasta hace pocos años y ahora declarado y tratado como un paria por sus propios ?compañeros? de antaño, hasta el punto de que le impidieron asistir a las exequias oficiales por su padre, el comandante de la Revolución Juan Almeida, fallecido el pasado 11 de septiembre y le impiden también salir de Cuba como es su deseo y le aconsejan sus médicos para tratarse de una grave dolencia.

Las memorias de Juan Juan documentan a la perfección la tesis del libro de Miguel Barroso. La Revolución devora a sus hijos y si estos se ponen a resguardo, como supo hacer astutamente el comandante Almeida, entonces se zampa bonitamente a sus nietos. No estamos hablando de una entelequia: los saturnos devoradores y hambrientos que tan bien encarnan a la quimera de la transformación radical son los hermanos Castro, dictadores de uno en uno, en ocasiones al alimón, y en complicidad siempre, mientras les dure el cortijo en el que son dueños únicos y sin discusión. Almeida era el teórico número tres, y Juan Juan era como un hijo más para Raul Castro, y sin embargo queda bien claro que allí no hay instituciones ni gobiernos, ni partido ni reglas de juego, ni amigos ni familias: sólo manda Fidel y en su lugar Raúl, su hermano, un gobierno de los hombres y no de las leyes iguales para todos, que es la definición más sutil de la dictadura. Si Fidel se nos aparece directamente de interrogador y de testigo en el libro de Barroso, es Raúl quien lo hace en el de Almeida, y con palabras tensas, cargadas, evocadoras de hechos trascendentales, quizás los más trascendentales de la historia de la dictadura: ?Ahí donde estás sentado estuvo sentado Ochoa y por no decirme la verdad mira lo que pasó?. Arnaldo Ochoa fue fusilado en 1989, el año de la caída del Muro, sin que nada sirviera para ablandar a los Castro: su condición de general, sus numerosos servicios al castrismo, sus actuaciones militares en Africa y los honores recibidos como Héroe de la Revolución. Más bien al contrario: sabiendo de su formación militar en la Academia Frunze de Moscú, su perfecto dominio del ruso y su conocimiento de la evolución de la vida soviética con Gorbachev, es muy probable que todos sus méritos no fueran más que agravantes de la acusación fabricada por el régimen ?tráfico de drogas y corrupción? con la que se le condujo al paredón. Nada que ver con el caso de Juan Juan. Está claro que si Raúl le interroga es porque es de la familia y porque los hermanos están en todo y se ocupan de todo: a fin de cuentas, suyo es el entero cortijo. Y está claro también que iba a despojarle de todos los privilegios y castigarle, pero sin tomarse la molestia de juzgarle o encarcelarle. Aunque vamos a ver qué sucede a partir de ahora si nuestro amigo habanero sigue protestando, resistiendo y molestando como está haciendo. En todo caso, además de su valioso testimonio sobre cómo se trata a las familias de la nomenclatura cuando van mal dadas, Juan Juan ha producido ya en su libro una de las mejores descripciones sobre cómo es el ?hombre nuevo? creado y criado por el castrismo. Veamos: ?Yo soy sólo un ser humano que se crió y formó entre corruptos, inmodestos y modernos corsarios que jugaron a ser estrictos, sencillos y guardianes del honor, pero olvidaron callar frente a los niños. Porque ese niño creció admirando esos vicios heroicos y vandálicos que apologetizaron nuestros líderes haciéndome ver que el asalto a un cuartel, en un país con leyes, puede ser una cosa justa. Haciéndome ver que subvertir países con ideas extranjeras, usando métodos ilegales, era algo necesario. Haciéndome ver que los problemas del Estado se solucionan más fácilmente si ahuyentamos a nuestros propios ciudadanos. Haciéndome ver que repudiar, desprestigiar, pisotear, golpear, escupir o encarcelar era una buena opción para aquellos que no piensan como el sistema exige. Haciéndome ver que el pueblo es una masa amorfa y lejana a la que se tiene en cuenta desde un estrado para elogiarla un poco, azuzarla otro tanto y luego regresar al aire acondicionado. Me hicieron ver tantas y tantas cosas que terminé confundido como millones de cubanos que no sabemos la diferencia exacta entre el bien y el mal. Nunca lo interioricé porque ser guerrillero encerró mucho placer, hasta que un día, y así comienza mi libro, mi historia, y mi novela, se me vino el mundo encima?. (Enlaces: con Nietos de saturno, con el editor de Juan Juan Almeida.)



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12 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿A quién molesta este Nobel?

No por lo que ha hecho, sino por lo que hará. No como un reconocimiento, sino como un compromiso. Ni como un laurel, sino como una carga. Así lo ha entendido el premiado, que recibió la noticia con un discurso en el que transfirió todo el mérito del premio a las ansias que tiene el mundo por contar con unos Estados Unidos que hagan avanzar la paz y el desarme. No suele suceder en la historia de los Nobel de la Paz, que sirven para reconocer méritos efectivos y tangibles, no meramente potenciales o intencionales, en algunos casos por encima de la categoría moral de quienes los han conseguido. Gracias a este sistema, hay en la lista de galardonados algunas personalidades que bien pudieran haber comparecido también ante un tribunal internacional por crímenes de guerra.

El jurado, fiel a la tradición del premio, quiere galardonar a quienes se han esforzado por evitar o terminar guerras y conflictos armados, han construido organizaciones internacionales para mantener la paz y han privilegiado el multilateralismo. Los dos presidentes norteamericanos en ejercicio que lo han recibido, Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, no eran precisamente unos pacifistas, pero el primero vio premiados sus esfuerzos para poner fin a la guerra entre Japón y Rusia entre 1904 y 1905, y el segundo por sus famosos Catorce Puntos, principios regidos por la idea de un orden internacional justo, en el que las naciones se autodeterminarían libremente, con los que se puso fin a la Primera Guerra Mundial. Un tercer presidente, Jimmy Carter, lo recibió en 2002 por su mediación en conflictos, pero el jurado reconoció que sus mayores méritos habían sido los acuerdos de Camp David, de 1978, entre Egipto e Israel, si bien no se le pudo premiar entonces debido a un problema burocrático y fueron nominados en cambio el presidente egipcio Anwar el Sadat y el primer ministro israelí Menajem Begin. Nada de esto ha conseguido todavía Obama. No es extraña la estupefacción. Destaca, sin embargo, la lista de los indignados por el premio, mezclados enemigos y adversarios de todos los extremos, desde los talibanes y Hamás hasta los halcones israelíes, los amigos de Aznar y Bush, neocons, teocons y cons. Luego está la lista de los escépticos, encabezada por Obama mismo. Sabe que no se lo merece y que deberá esforzarse por merecérselo. Sobre todo porque las cosas no le van nada bien. Tiene muchos frentes abiertos y todavía no ha cosechado ni un resultado. Ha esmaltado sus nueve meses de presidencia con bellos discursos, quizás los más bellos discursos jamás pronunciados por un presidente norteamericano, pero necesita con urgencia que empiece la cosecha en alguno de estos pedregosos campos donde ha labrado y sembrado. Este premio puede ayudarle, pero también dañarle. Es un aguijón. Y una amplificación todavía mayor de su proyección internacional, además del reforzamiento de esta marca tan potente. Pero también una elevación sideral de las expectativas y, en consecuencia, de las posibilidades de decepción y de fracaso. Lo peor sería que se lo creyera. Que se diera por satisfecho con la que ha hecho hasta ahora. Nadie se lo perdonaría. Ni él mismo.



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10 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Blair no puede ni debe ser presidente de Europa

Tony Blair está jugando fuerte para convertirse en el primer presidente de la Unión Europea, una vez entré en vigor el Tratado de Lisboa. El ex premier británico está muy calladito, pero otros hablan por él: y no hay duda de que va a por el puesto. Tiene ya el apoyo de su Gobierno. También el de Nicolas Sarkozy, que a cambio quiere el apoyo británico para que Francia se quede con el sillón que ahora ocupa Javier Solana. El último en defenderlo ha sido Charles Grant, director del influyente Center for European Reform, que firma un artículo en el FT donde argumenta que son más los puntos a favor de Blair que en contra. No es, sin embargo, lo más interesante de su alegato. A fin de cuentas, el papel de Blair en la guerra de Irak, su colaboración con las mentiras de Bush e incluso en la fabricación de las falsas pruebas sobre las armas de destrucción masiva y luego su impenitente defensa de su trayectoria de neocon sobrevenido constituyen puntos de suficiente peso como para dejarle fuera de la competición. Lo más curioso es lo que Grant escribe acerca de Felipe González, a quien considera el único candidato capaz de competir con Blair.

El ex presidente español tiene, según Grant, la envergadura política necesaria para el cargo, y su nombre es suficientemente conocido en todo el mundo como para representar dignamente a los europeos y hacerse escuchar. Pero?Los peros no son ninguno de los que pudieran imaginar los españoles. Primero: ya hay un ibérico, Jose Manuel Durao Barroso, un argumento tan burdo como inconsistente. Estamos hablando de personalidades políticas que pertenecen a países soberanos. Portugal tiene tanto que ver con España como con el Reino Unido a efectos de cuotas europeas. Pero el peor es el segundo argumento: González no habla inglés con suficiente fluidez: ?handicapped by his lack of fluent English?. O sea, que hay una nueva condición para ocupar altos cargos en la Unión Europea. No basta con hablar el inglés globalizado de aeropuerto que cualquiera sabe mascullar hoy en día sino que es necesario contar con el proficiency como mínimo. Esta condición tiene gran interés si viene de más allá del canal, de donde han llegado muchas más cosas en estos últimos años, además del apoyo a la guerra de Bush. Por ejemplo: los obstáculos y las promesas incumplidas respecto al euro. Por ejemplo: las dificultades para cualquier avance político o cualquier profundización en las instituciones en el mismo momento en que se producía la ampliación. Por ejemplo: el boicot a cualquier presidente de la Comisión que tuviera la más mínima vocación federalista. Por ejemplo: la candidatura de Barroso. Éstos, y no el fluent English, son los auténticos obstáculos para que Blair sea presidente. Aceptar a Blair, además de premiar la foto de las Azores, es colgar un peso muerto del cuello de la UE, justo cuando termina el calvario del Tratado de Lisboa. El problema es que para evitar a Blair hay que conseguir que alguien de suficiente peso político sea candidato. Todos los otros que se están barajando hasta ahora, excepto González, no sirven para frenar al ex premier británico. La tentación de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 es obtener una cúpula de la UE debilitada ya desde el primer día. Es la forma más simple de contar ellos con la máxima fuerza, una tentación cortoplacista y miope que perjudica a los europeos en su conjunto. La reelección de Barroso como presidente de la Comisión ya va en este sentido. Si luego colocan a la vedette internacional que es hoy en día Tony Blair conseguirán reforzar su propósito. Al igual que si colocan un presidente débil. Lleva razón Grant en una cosa y es que González es la auténtica alternativa, aunque el ex presidente español ya ha dicho por activa y por pasiva que ni es candidato ni quiere serlo. Quizás debieran empezar a meditar sobre todo esto los dirigentes de su partido, el PSOE, el Gobierno, el propio Zapatero por supuesto, y los europeístas con capacidad de influencia. Por supuesto, para convencer a González y lanzar inmediatamente y con toda seriedad su candidatura. (Enlaces: con el artículo de Grant y con el blog Coulisses de Bruxelles) 



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9 de octubre de 2009
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El Boomeran(g)
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