Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La fijación de la identidad

¿Qué significa ser francés? Fijar la identidad se ha convertido en la fijación de Nicolas Sarkozy. Y no estamos hablando de cualquier identidad, una cuestión peliaguda que afecta incluso a los individuos. Tampoco valen ciertas identidades colectivas, como preguntarse qué significa ser marsellés, bretón o europeo. La identidad que conviene es la nacional. Menuda pregunta. Y menudo momento para plantearla. Tiene razón Segolène Royal cuando dice que la nación en su origen era de izquierdas. ¿Pero lo es ahora?

La idea, pensada para lidiar con la inmigración, tiene que ver más con la derecha, incluso extrema del Frente Nacional, cuyos votos Sarkozy persigue, que con la izquierda. Incluso cabe intuir que uno de los objetivos que se persigue es dividir a la izquierda, sabiendo que los jacobinos de tan fuerte tradición y arraigo franceses se agruparán detrás de la pregunta con el presidente de al República y dejarán descolgados a los otros. Quedarán con el pie cambiado quienes piensen en términos de identidades múltiples y solapadas o consideren el debate identitario como una maniobra para secuestrar el concepto de ciudadanía. No es cuestión de traernos el debate de Francia. Si el Gobierno ha querido poner en marcha la maquinaria del Estado, con los prefectos a la cabeza, para lanzar un gran debate nacional sobre la identidad nacional, será por qué no tiene otra cosa más importante que hacer. Pero lo más interesante es que la forma adoptada dice mucho de Francia y de su identidad nacional. Dice tanto que casi puede darse por cerrado el debate. Como es de todos sabido, no es la sociedad, sino el Estado quien construye históricamente la nación francesa. De ahí que nada más adecuado que sea también el Estado quien plantee el debate. Y quien también lo zanje cuando haga falta. (Enlace con el portal oficial del debate).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
4 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La lista de la corrupción

En cabeza de todos, los corruptores. En segundo lugar, los corruptos. En tercer lugar, los facilitadores, todos cuantos aportan sus saberes técnicos, sus habilidades para organizar los manejos: urbanistas, arquitectos, abogados, fiscalistas, economistas. En último lugar, los que miran a otro lado: la oposición, los auditores y controladores, los fiscales y jueces, los periodistas.

Cada uno puede ir llenando la lista. Teniendo en cuenta que muy rápidamente corren los puestos en la escala. Los corruptos que se convierten en corruptores, los facilitadores que devienen corruptos, los despistados que se convierten en facilitadores. Es el sino de la sociedad que no sabe atajar el mal: irá bajando por el cuerpo hasta infectarlo todo. No hay corrupción sin corruptores. Cuanto más poderosos, más intensa su corrupción. (Cuanto más intensa, más difusa). Cuanto más poderosos, más ocultos y de difícil localización. Y cuanto más poderosos, más responsables. El pescado empieza a corromperse por la cabeza. Pero la obligación de atajarla y evitar que la metástasis nos alcance a todos es de todos. Cada vez que alguien mira hacia otro lado, desiste de su reclamación, se deja invadir por la pereza o el desánimo, regala márgenes a la corrupción. Lo mismo sucede en el nivel siguiente, donde están quienes por su profesión debieran denunciarla; cada vez que un controlador (la oposición, los auditores, los periodistas) se inhibe es un tanto para la corrupción. Ya sabemos que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Limitar el poder, controlarlo, contar con buenas instituciones que vigilen y limiten los poderes de los poderosos, es imprescindible para que la corrupción no se extienda. No es un problema de leyes, que las hay y muchas innecesarias. La impunidad es hija de una sociedad satisfecha y conformista que ha bajado la guardia.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
3 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La teoría del oasis

Esta es una metáfora definitivamente condenada. Quien habla de oasis catalán presupone charca de podredumbre. No tiene más vueltas: si acaso tuvo alguna vez un significado positivo, ha quedado inhabilitado para siempre. Hacer a estas alturas genealogías del oasis es un ejercicio redundante, que aporta lo que ya sabemos. Quienes van a seguir utilizándola son quienes están convencidos de que la charca catalana es la excepción respecto a la hispánica normalidad. El tópico de los fenicios especuladores y corruptos no anda lejos de la inversión del oasis. Lo extraño, lo verdaderamente extraño, es la fuerza del tópico entre los propios nacionalistas, que lo han usado estos días casi con tanta intensidad como los otros.

Parece fuera de toda duda que esta metáfora simplona originada por una autosatisfacción bienintencionada tiene que ver más con los deseos que con la realidad. Suele ser un espejismo en el sentido literal de la palabra, que surgió en tiempos republicanos cada vez que las cosas iban un poco mejor en Barcelona que en el resto de España. Su fuerza, ya entonces, estaba en su inmediato efecto boomerang: el espejismo del oasis servía de gozosa demostración de que las diferencias políticas efectivas que se daban en Cataluña no eran más que una excusa para la ocultación del pillaje. Detrás de los sentimientos, las identidades y los símbolos no hay más que la cruda realidad de los más bajos intereses, la charca. Esto funciona siempre, incluso ahora, cuando conocemos la trivialidad del resorte. Es evidente que en Cataluña hay un sistema de partidos distinto, con cinco formaciones, en el que el PP se halla entre los pequeños y una coalición nacionalista ocupa su lugar frente al socialismo. El propio PSC no es el PSOE. El catalanismo es una ideología transversal que penetra incluso dentro del PP. Y hay una gran capacidad de consenso entre los dos más grandes, CiU y PSC, que tiene incluso el nombre de una coalición de gobierno que todavía no se ha producido: la sociovergencia. Pues bien, la ideología de la sospecha anticatalana sabe desde siempre a qué se debe todo esto: son monsergas que sólo sirven para robar. Lo único que cabe concluir hoy en día sobre el oasis catalán es que es un tópico que descalifica a quien lo usa porque conduce indefectiblemente a la idea de una charca fenicia de abiertos relentes excluyentes y xenófobos. Su origen no está en la República sino mucho más atrás. En Quevedo, por ejemplo, que veía al catalán como un ladrón de tres brazos. (Enlaces: sobre el origen de la metáfora; sobre el uso nacionalista del oasis; no he encontrado la referencia sobre Quevedo, que conozco de memoria y añadiré si alguien me echa una mano).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
2 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Correlación de corrupciones

La correlación de fuerzas fue sustituida por la correlación de debilidades. No estaba nada mal. Se trataba de resistir, evitar los errores, anular los riesgos, jugar al quietismo a la espera de que el contrincante fuera quien se la pegara. El resultado, obvio, es catastrófico: nos mecemos todos en un océano de conservadurismo, donde sólo cuenta mantener las cosas tal como están. Si a los comentaristas les da por la vena lírica, incluso es posible que este dulce balanceo se vea acompañado de las nanas sobre el consenso, la estabilidad, el reparto del poder en cómodas cuotas, la excelencia de las políticas previsibles, e incluso la seriedad de los gobernantes y de esa oposición empeñada en seguir viviendo estupendamente en la oposición.

Pero ahora hemos visto que esta correlación ocultaba a otra, que bajo la superficie tersa de este océano tranquilo bulle un submundo donde pululan los peores bichos y se expanden plagas e infecciones. Es la correlación de corrupciones, el cuadro que determinará en los próximos meses el desarrollo de los combates políticos y electorales hispánicos. Quien no se halle infectado, los más pequeños y marginales, recibirán su pequeña piñata electoral. Será suficiente para asustar, pero será un susto inocente, como los que se dan para quitar el hipo. Los grandes sufrirán: faltaría más; se lo han ganado a pulso. Aunque probablemente en grado mucho menor de lo que se merecen. Aumentará de forma brutal el voto de protesta, los nulos y la abstención. Y la campañas se jugarán como se está jugando ya ahora, atizándose unos a otros con el ?y tú más?. No podemos todavía adelantar tesis alguna. No hay suficientes elementos como para dar por sentado que la corrupción de la derecha no pasa factura y que sólo se castiga a la izquierda. El problema será, quizás, el grado de desgaste que tendrá en cada uno de los partidos. Pero lo que debe preocupar, si tenemos la cabeza en la experiencia italiana, es que no aparezca alguien capaz de convertir la podredumbre en petróleo como hizo Berlusconi en Italia. Este sí sería un susto de aúpa. No hay que olvidar que si optó por pasar a la política y presentarse a las elecciones fue precisamente para evitar la cárcel que le esperaba inexorablemente en caso de seguir siendo un civil de a pie. El corruptísimo Caimán es el hijo directo de la correlación de corrupciones que se ocultaba bajo la correlación de debilidades italiana. Así vemos como quienes están en la oposición ponen todo su empeño en seguir manteniéndose en esa oposición dorada donde tan bien se vive y triunfa.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
30 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La reina y el emperador

No se puede llegar tan lejos, en un territorio político densamente poblado y con tantas figuras de relieve, sin mucha inteligencia y modestia. El sigilo y la humildad son herramientas imprescindibles. Y también lo es una virtud difícil como saber suscitar el desprecio de los otros. Es el complejo de Claudio, el emperador al que todos tomaban por incapaz y con el que nadie contaba para suceder a Calígula, tan magistralmente retratado por Robert Graves. Toda la carrera de Merkel confirma que hasta 2005, año en que consigue la Cancillería, responde a la figura del candidato menospreciado; pero incluso después, hasta ahora mismo, le persiguen las reminiscencias de Claudio, cuando muchos ponen en duda su contrato de coalición y su nuevo Gobierno. Esos nueve votos que le han faltado en la votación de investidura en el Bundestag se deben al complejo de Claudio, que lo sufren los otros, pero aprovecha a quien es el objeto de la mirada menospreciativa. Lo mejor que le puede suceder es que no ceje este desprecio que la propulsa.

De momento, el balance de hoy mismo, al día siguiente de su toma de posesión, la sitúa ya en un lugar destacado en la historia contemporánea de Alemania, un país de gran estabilidad que ha sido gobernado sólo por ocho cancilleres en 60 años. Merkel está en este momento por encima de los dos cancilleres menores que fueron Ludwig Erhard (1963- 1966), destacado ministro de Economía pero canciller de tres años y de una única victoria electoral, al igual que su sucesor, Karl-Georg Kiesinger (1966-1969), éste además con la desventaja de que no dejó la huella del primero y de su economía social de mercado, concepto central en la vida social y económica alemana. La canciller está ahora en un pelotón excepcional, en el que hasta ahora sólo había ciclistas socialdemócratas, cada uno con su trofeo: el gran Willy Brandt (1969-1974) y su Ostpolitik, la apertura hacia el Este comunista que abrió el camino a la caída del Muro; el brillante Helmut Schmidt (1974- 1982), que sentó las bases de la unión económica y monetaria europea y de la arquitectura de cumbres internacionales; y el astuto Gerhard Schröder (1998-2005), que incorporó a los Verdes al Gobierno y lanzó la reforma del pesado Estado de bienestar alemán.A partir de hoy, Merkel va a pedalear para alcanzar al grupo de cabeza, donde están dos cancilleres democristianos como ella, pero con la envergadura y la longevidad de los padres fundadores: Konrad Adenauer (1949-1963), el primero de la República de Bonn; y Helmut Kohl (1982-1998), el canciller de la unificación. Su biógrafo Gerd Langguth considera que tiene muchas posibilidades de permanecer en el poder 16 años; algo que la elevaría al altar mayor y sería naturalmente un drama para el SPD. Su reto actual es situar de nuevo a su país sobre los raíles del crecimiento y de la creación de empleo, tirando del resto de Europa como sólo puede y sabe hacerlo Alemania. No está claro que vaya a conseguirlo, sobre todo cuando hay todavía temores de una recaída en la crisis (la doble V) y de una explosión de las cifras del paro, y se sabe de la enorme cantidad de activos tóxicos que permanecen ocultos en el sistema bancario alemán, sobre todo y, al igual que en España, en su sistema de bancos públicos regionales.La receta de la nueva coalición es la de una apuesta de optimismo y esperanza. Las principales medidas fiscales, esos 24.000 millones de rebajas en cuatro años son un estímulo para convertir la salida de la crisis en un arranque de caballo siciliano; pero deberán aplazarse o moderarse si la recuperación es más lenta, para no convertir el déficit en un peso muerto insoportable. En Berlín hay ahora mismo una coalición parlamentaria que arriesga, una canciller reelegida gracias a la confianza que suscita entre los electores y un Gobierno que inicia su labor con un mensaje antidepresivo. Riesgo, confianza y optimismo son casi todo lo contrario de lo que caracteriza a la política en el resto de Europa.Hay también, y es otro mérito de Merkel, un surco de continuidad política sobre el que se asienta el nuevo Gobierno. La reforma del Estado de bienestar que proseguirá este nuevo Gabinete apenas dará un poco más de velocidad a las reformas ya iniciadas por los anteriores, el suyo de gran coalición y los de Schröder de coalición roja y verde. Si Merkel acelera demasiado o enseña en exceso la patita, como pedía el doctrinarismo de algunos liberales o el liberalconservadurismo bávaro, todo puede caer como un castillo de naipes.Seguimos, pues, sin saber quién es exactamente Angela Merkel. Vimos en la anterior legislatura que no era Margaret Thatcher y podemos leer en su contrato de coalición que tampoco quiere serlo en ésta. Es liberal, conservadora y socialdemócrata, a la vez y de forma no excluyente. Su posición no es ideológica sino topográfica: es la reina del centro y es la reina porque ella misma es el centro. Y su reinado será largo y fructífero si consigue prolongar una y otra vez el misterio.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
29 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

País de un solo juez

¡Qué misterioso país! Un solo juez lo hace todo. Perseguir terroristas, procesar piratas somalíes, rebuscar en las fosas del franquismo, desmontar las tramas de corrupción de los partidos, y todo eso después de procesar a Pinochet, revolver en los crímenes de Estado o golpear al narco. ¿Y qué hacen los otros jueces? A veces se diría que rabiar por lo mucho que trabaja el juez único e incluso dedicarse a buscarle las cosquillas para ver si se le puede pillar en fragrante prevaricación.

Pero no generalicemos. Seguro que hay muchos jueces trabajadores y diligentes que son alérgicos a los focos y a la prensa, pero hacen su trabajo con enorme profesionalidad y pundonor. Aunque sea todo un misterio que casi ninguno de los grandes casos caiga en sus manos, no vamos ahora a convertir las hiperactividad de uno en motivo de humillación de todos los otros. En todo caso, un país de juez único es doblemente preocupante. Por la inactividad de unos y por el enorme poder del otro. Aunque peor sería el país, sin duda, si quedara en manos de los jueces de la siesta. De manera que viva el juez y viva el país que puede permitirse el lujo de confiar sólo en una toga para el mantenimiento de una cierta decencia pública.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
28 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Cabezas desmochadas

La lucha por el poder, en esencia, poco ha cambiado a lo largo de las épocas, como tampoco varía mucho de un país a otro. Quítate tú que me pongo yo significa en el límite un combate en el que se juega el todo por el todo, con todas las armas y sin cuartel para nadie. En épocas primitivas era un mero combate de jefes, un duelo a muerte en el que ya se sabía que habría un vencedor y un vencido. Luego, en épocas por fortuna pretéritas, era un juego de astucia y crueldad que se resolvía por el engaño y la tajante resolución final que proporcionaban el puñal o el veneno. En nuestra época todavía aparecen de vez en cuando reminiscencias: con cadáveres auténticos en países como Rusia, con asesinatos simbólicos a través de los medios en los más civilizados. Pero la esencia del negocio sigue siendo la misma: la liquidación definitiva del adversario.

También son interesantes las diferencias que podemos registrar según latitudes y países. Hay países donde todo se hace con gran elegancia, sin despeinarse ni perder en ningún momento la compostura. Es admirable, por ejemplo, el espectáculo de largueza moral que ha organizado Dominique de Villepin ante los tribunales, pasando de acusado a excusador de todos, incluso de quienes han prestado testimonio en su contra o le han perseguido. Es verdad que hay mucha ironía en su actitud, que juega sobre la eventualidad de una absolución total o parcial que le mantenga a flote y le permita desafiar de nuevo la autoridad de Sarkozy. En Italia, el berlusconismo ha conducido a la decadencia del civilizado florentinismo sustituido por la sal gruesa y por los modos agrestes de la mafia siciliana. Es la distancia que hay de Andreotti a Berlusconi y de la democracia cristiana al Polo de la Libertad. La venganza política, en todo caso, se halla inscrita como un emblema imborrable en esa forzada sonrisa odontológica del gran patrón, que exhibe al modo como lo hacen los caninos cuando se ve atacado. Si en Francia estábamos entre mosqueteros, aquí son escenas de gran bandidaje. ¿Y España? ¿Qué decir de las amenazas verbales y miradas torvas entre quienes se disputan el poder dentro del Partido Popular? La tradición que viene aquí en mente es la cuartelera, en la que se combinan largas etapas de pronunciamientos con otras de dictadura, siempre con el espadón al mando, dispuesto a cortar varias cabezas de un solo mandoble. Eso sí, lo que se valora siempre y sale triunfante no es el valor ante el combate ni las dotes militares de estos soldados que se disputan entre sí; sino el valor en la sala de banderas, la capacidad de hacerse con el cuartel y la decisión de fusilar sin piedad a quienes se opongan. Sigamos consolándonos pues y que se sigan consolando las víctimas de estos combates ahora por fortuna incruentos. Nadie desmochará sus cabezas; o sólo sucederá simbólicamente. Todos ellos vivirán para contarlo, y podrán meditar sobre lo que les habría sucedido hace apenas unas décadas cuando el castigo más probable para su ambición hubiera sido el patíbulo o un falso accidente.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
27 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Egocracia

Egos revueltos, los literarios que nos cuenta Juan Cruz en su libro felizmente premiado. Y egos fermentados, en metástasis e incluso podridos se diría los de la política, donde la satisfacción que exige el yo puede llegar a las mayores catástrofes. Nada que decir de los primeros, clave de la creación artística, y mucho que lamentar, en cambio, de los efectos de los segundos sobre la pérdida de calidad de la democracia y de la vida política. Cuando hay democracia y vida política, porque en caso contrario, el ego se erige en epicentro volcánico de la dictadura.

Es evidente en el caso del ego berlusconiano, a cuyo servicio se ha rendido el entero aparato del Estado, la justicia, el parlamento, los medios por supuesto, y sólo se ha podido resistir el tribunal constitucional italiano. Y a pesar del varapalo, la egocracia sigue pugnando por mantener su reinado, aunque siga dejando numerosos despojos por el camino. También lo es en el caso del ego sarkozyano, el otro ejemplar deslumbrante de esos egos inflamados de la política, aunque la fuerza de la costumbre y la sombra moderada y sensata de Carla Bruni lo presenten ahora como un ego mitigado y en vereda. Que no lo es lo demuestra el juicio por el caso Clearstream que acaba de terminar en París, un caso de libro sobre la dificultad de un proceso justo cuando una de las partes en el pleito civil es el presidente de la República, dotado de inmunidad penal y con autoridad sobre el poder judicial y la fiscalía. Sarkozy ha podido exhibir, además, su poder sin límites, realizando manifestaciones que vulneran la presunción de inocencia, al igual que prometió en su día que colgaría de un gancho de carnicero a los culpables de haber falsificado un listado informático que le convertía en sospechosos de corrupción y de poseer una cuenta en dinero negro en Luxemburgo. Todo el mundo sabe en Francia que si su acción ante la justicia se dirige a Dominique de Villepin, el rumboso ex primer ministro, ex ministro de Exteriores y ex secretario general de la presidencia de Chirac, es sólo porque este último, el verdadero rival y probablemente responsable de la maniobra para descalificar a Sarkozy, no queda ya al alcance para la venganza. Esta es una historia política que ilustra los progresos realizados por la humanidad en cuestión de peleas y ajustes de cuentas entre poderosos. No hace muchos años el desenlace no habría sido el vodevil que ha mantenido en tensión a la opinión pública francesa, sino un espectáculo dantesco de dolor y muerte. Los egos incruentos de la literatura se convierten en egos ávidos de venganzas cuando entra el poder desnudo de la política, territorio por excelencia del odio y de la liquidación del adversario, aunque hoy en día quede limitada primordialmente, al menos en Europa, al territorio de la muerte simbólica.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
26 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La banalización de la violencia

La violencia en el cine y en la televisión es un objeto de debate desde que existen cine y televisión pero también un enorme tema para el cine y la televisión. En ?El hombre del traje gris? (1956), de Nunnally Johnson, película inspiradora del serial televisivo ?Mad men?, contrasta el flash back de los penosos recuerdos de guerra del protagonista con el entusiasmo de sus hijos pequeños ante las primeras imágenes violentas de la televisión que acaban de instalarse en las casas. En ?Inglorious Basterds? de Quentin Tarantino, contemplamos el goce infantil de los nazis ante la violencia mientras nosotros como espectadores nos vemos inducidos perversamente a gozar con la violencia ejercida sobre los propios nazis. En ?Katyn? de Andrzej Wajda, en cambio, la austera y rigurosa reproducción de cómo se hacían las ejecuciones mediante un tiro en la nuca desarma al espectador de cualquier veleidad retórica y consigue un efecto documental de un dramatismo insoportable.

Tarantino y Wajda buscan cosas distintas, pero en una misma dirección. Con el primero, el espectador ve retratado en el rostro baboso de Hitler y Goebbels los más bajos instintos que le animan a disfrutar en los filmes bélicos. Con el segundo, por el contrario, consigue hacerse una idea de cómo es en la vida real esa violencia trivializada en la imagen. Entre la Segunda Guerra mundial y la instalación de los televisores en los hogares se desata el mecanismo de la trivialización mediática de la violencia y de la muerte, casi como una respuesta de aceptación cultural de las mayores matanzas de la historia y por tanto de la trivialización efectiva y real de la muerte. Eso ya lo capta muy tempranamente ?El hombre del traje gris?, pero queda en evidencia en la visión paralela de los filmes de Tarantino y Wajda. Es reciente el cierre del bucle, el momento en que la violencia mediática, en sus orígenes vivida vicariamente, se convierte en violencia directamente ejercida, vivida también mediáticamente. Estamos en Abu Ghraib y podemos ver las imágenes producidas y protagonizadas por los soldados norteamericanos Lynndie England y Charles Graner, su novio, que actúan sobre los cuerpos torturados y humillados de sus víctimas iraquíes. También hay película en este caso, aunque non fiction: de Errol Morris, ?Standard Operating Procedure? (2008), y libro del mismo título de Philippe Gurevitch. Quienes se han venido preguntando con escepticismo acerca de los efectos de la violencia en los medios de comunicación tienen en esta filmografía abundante material para la reflexión.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
23 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Katyn sin Auschwitz

Uno a uno, con un tiro en la nuca. Así hasta 21.857. La flor y nata de la oficialidad polaca, pero también millares de profesionales de toda condición. La élite de un país que no quería conformarse a su desaparición y al reparto de sus despojos entre Alemania y la Unión Soviética, las dos grandes potencias que lo habían ocupado en septiembre de 1939. Sucedió en la primavera de 1940, en los mismos días en que las cárceles y cuarteles de la España franquista se habían convertido también en un matadero de hombres, ejecutados también por razones políticas aunque de significado contrario.

El exterminio se realizó a propuesta de Beria, en carta dirigida a Stalin, fechada el 5 de marzo de 1940, y clasificada como ultrasecreta. El escrito ordena a la NKVD (la policía de Estado soviética) que juzgue en tribunales especiales, sin comparecencia de los detenidos y sin acta de acusación, mediante la mera producción de certificados de culpabilidad y que "se les aplique el castigo supremo: la pena de muerte por fusilamiento".Meses más tarde, el 22 de junio de 1941, Hitler invadió la Unión Soviética. De los más de 22.000 polacos detenidos por los soviéticos 448 se salvaron del exterminio, fueron amnistiados y se integraron en el ejército polaco en el exilio al mando del general Anders. Los soviéticos y el propio Stalin se hicieron los locos respecto al ejército polaco aparentemente esfumado, hasta que los alemanes dieron la primera noticia del crimen cuando llegaron a Smolensko y descubrieron unas fosas comunes en el bosque de Katyn.Tres fueron los campos de ejecución, pero sólo en Katyn, donde se asesinó al aire libre al pie de las fosas, quedaron evidencias suficientes de la matanza. Goebbels convirtió el descubrimiento en un arma propagandística, que le permitió neutralizar las noticias que empezaban a llegar sobre los campos de exterminio nazis. La reacción soviética fue salvaje: reconocer Katyn como el crimen soviético que era se convirtió en signo de colaboración con el nazismo. Los aliados actuaron sumisamente ante el dictador soviético: tanto el Roosevelt admirado por Obama y los progresistas como el Churchill adorado por Aznar y los neocons se sumaron al negacionismo de Katyn para complacer a su aliado.En España, en cambio, se supo la verdad en seguida; verdad de un lado sin la verdad todavía más terrible del otro: a los españoles de los años 50 y 60 se les contaba una historia de Europa en la que estaba Katyn pero no Auschwitz. Lo contrario de lo que les sucedía a los otros europeos y americanos, que sabían de Auschwitz sin Katyn. En la historia soviética era peor: ni Auschwitz ni Katyn, todo confundido en la Gran Guerra Patria contra el nazismo con un solo héroe llamado Stalin; ni eran judías las víctimas de los campos, ni eran soviéticos los verdugos de Katyn.La documentación probatoria, con la carta de Beria incluida, fue guardada celosamente en los archivos del PCUS, sin que tuvieran noticia de ella más que los máximos responsables soviéticos. Gorbachov eludió todas las peticiones para su publicación, incluidas la del general Jaruzelski, pero no pudo impedir que la perestroika lanzada por él mismo terminara haciendo luz sobre la matanza. En 1988, finalmente, Moscú admitió la responsabilidad de su policía de Estado en el crimen, aunque la presentación de las disculpas no se produjo hasta octubre de 1990. El día en que cedió el poder a Borís Yeltsin, en diciembre de 1991, le entregó personalmente la carpeta que contenía la carta de Beria a Stalin, con una indicación: "Temo que puedan surgir complicaciones internacionales. Pero eres tú quien tiene que decidir". En 1992, Yeltsin entregó la documentación al tribunal supremo de la Federación Rusa para que la adjuntara al proceso contra el PCUS como organización criminal, así como al presidente polaco Lech Walesa.Se conoce casi todo de Katyn. Los nombres de los ejecutores y los responsables, los móviles del crimen y los documentos probatorios. Nadie ha sido acusado y ni siquiera interrogado en Rusia acerca de todo ello. Andrzej Wajda hizo hace dos años un filme estremecedor, que ahora se ha estrenado en España. Pero en la Rusia de Putin, la niebla cubre de nuevo la memoria del estalinismo. No es extraña la inquietud actual de los polacos.Katyn tiene la misma edad que los hechos de similar crueldad cometidos por unos españoles contra otros españoles. Pero nuestro Tribunal Supremo ha querido procesar a Baltasar Garzón, el juez que quiere saberlo todo sobre aquellos crímenes. Es Katyn sin Buchenwald, Mauthausen y Auschwitz, todavía.(Fuentes: La matanza de Katyn, de Victor Zaslavsky y A puerta cerrada. Historia oculta de la Segunda Guerra Mundial, de Laurence Rees, también resumido en el artículo Katyn de la revista Claves de Razón Práctica, nº 191).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
22 de octubre de 2009
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.