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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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Esclavos del holocausto

Esta expresión pertenece a Idith Zertal, filósofa israelí nacida en un kibutz y autora de un libro imprescindible, que se titula ?La Nación y la muerte. La Shoá en el discurso y la política de Israel? (Editorial Gredos). Esta mujer de 66 años, discípula de Hannah Arendt, critica a quienes han devaluado el Holocausto hasta convertirlo en un proyectil político y retórico para cualquier cosa. ?Calderilla para zanjar sus rifirrafes políticos?, lo denomina en la entrevista que publicó ayer La Vanguardia y donde puede encontrarse también la expresión que encabeza estas líneas. Ahí están, en este grupo, quienes buscan infames simetrías históricas en las que se identifica a Israel con el nazismo y a los palestinos con los judíos; pero también, incluso con mayor vergüenza, quienes hacen lo contrario como identificar a Arafat o Ahmadinejad con Hitler y utilizan a las víctimas del nazismo para camuflar al actual militarismo israelí y al extremismo xenófobo de los colonos. La señora Zertal es una ciudadana inteligente, civilizada y sobre todo compasiva, cuya obra intelectual constituye un timbre de orgullo para Israel y sus instituciones universitarias y para sus conciudadanos, aunque algunos no lo aprecien así. Estas líneas son sobre todo para recomendar calurosamente la lectura de su libro, que aparece ahora en castellano después de su traducción al catalán nada menos que hace cuatro años, por parte de un espléndido y recóndito editor de Mallorca llamado Lleonard Muntaner.

Uno de los atractivos de la edición castellana es el prólogo que ha escrito justo ahora el historiador y ex ministro de Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami. ?Israel necesita dominar la memoria en vez de convertirse en su rehén?, escribe Ben Ami. ?La presión obsesiva de la memoria de la Shoá corre el riesgo de convertirse en base ideológica de una sociedad de víctimas con inmunidad moral en su confrontación con el mundo árabe, y con el mundo en general?, añade. Y con otra cita más, de ésas que hablan por sí solas y parecen pensadas para los últimos acontecimientos y debates, doy por terminada mi incitación a la lectura de Zertal. Es de su mismo libro: ?Israel se ha transformado en un lugar crepuscular donde la Shoá ya no representa un acontecimiento del pasado, heterogéneo y complejo, sino una eventualidad permanente y una ideología comodín, aplicable a todas las circunstancias. A través de Auschwitz ?que se ha convertido en la principal referencia de Israel ante un mundo definido como antisemita y hostil? Israel se dota de un aura de sacralidad, la de la víctima final, y se muestra impermeable a la crítica y al diálogo racional con el resto de la comunidad internacional?. Hay que decir, que probablemente uno de los últimos políticos israelíes que intentó con gran coraje, desgraciadamente sin éxito, salir de este laberinto de la memoria de la muerte fue el prologuista del libro. (Cada día quisiera escribir sobre Cuba y sus presos, sobre la infamia de declararles delincuentes comunes y la mentira del angelismo castrista: dice que nunca ha torturado ni asesinado, y es una verdad como las que describió Orwell en 1984, es decir, que significa exactamente lo contrario. La ficción de un Estado regido por el derecho, al que se someten todos, del comandante abajo, es tan absoluta que se puede torturar y asesinar con el aval de todo el aparato y sistema políticos. El Castro de turno manda y ese Estado ficticio ejecuta, y se acabó. Es la ley del cacique supremo, la autoridad que se ejerce no tan solo sobre las cosas sino sobre el nombre de las cosas. Quien quiera tener un buen canal de noticias y artículos sobre la actualidad cubana, con especial atención por supuesto a los disidentes y al huelguista de hambre Guillermo Fariñas, hoy le recomiendo el portal cubaencuentro.com.)

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5 de marzo de 2010
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El ajedrez nuclear

Barack Obama quiere ganar como sea la partida de la reforma sanitaria, aunque sea a costa de entregar muchas piezas. El presidente americano, según metáfora de Henry Kissinger, abrió el juego político en varios tableros, como hacen los grandes maestros en sus partidas de simultáneas; pero de momento no ha ganado ni una sola partida y se ha empantanado en las que despertaban mayor expectación y expectativas: Oriente Próximo, sin ir más lejos. De todas las partidas en curso, hay una, la más alejada de la vida diaria de sus conciudadanos y la menos aireada en los debates públicos, que no puede empantanarse, pues está destinada a dejar la marca más indeleble en su presidencia por su carácter estratégico y casi definitorio de la época y del papel de Estados Unidos en el mundo, y ésta es la del desarme nuclear.

En los próximos días, Obama deberá dar su aprobación a la llamada Nuclear Posture Review, la nueva teoría sobre el uso del arma nuclear, que pone al día y revisa la realizada por Bush en 2002. El presidente deberá decidir si EE UU renuncia al primer golpe nuclear, algo que le haría avanzar enormemente hacia la visión de un mundo sin este tipo de armas u opción cero, tal como la expuso en su histórico discurso de Praga en abril de 2009. Hasta ahora, Washington ha nadado entre dos aguas, sin renunciar formalmente a realizar un primer disparo nuclear en respuesta a un ataque no nuclear del tipo que fuere: químico, biológico o convencional. Todos los consejos que Obama está recibiendo se dirigen en dirección contraria, a pesar de que la efectividad de un golpe nuclear en respuesta a un ataque no nuclear pertenece al territorio de lo simbólico. El arma nuclear, utilizada sólo en una ocasión en la historia, en Hiroshima y Nagasaki, sirve para disuadir, pero no para atacar ni para ganar guerras. Quienes la poseen tienen en ella el símbolo más ajustado de su poder soberano y de su independencia, y en el caso de EE UU, como sucede con Rusia, de su condición de superpotencias durante la Guerra Fría. Por eso a los asesores de Obama les cuesta aconsejarle que renuncie a su primer uso y se limite a garantizar un arsenal mínimo para mantener la superioridad y por tanto la disuasión. Ésta sería la decisión más coherente con la filosofía que inspiró su victoria electoral y con la nueva política internacional desplegada en el primer año de presidencia. Pero las dos amenazas de proliferación con las que tiene que lidiar actualmente en Irán y en Corea constituyen un acicate para la preservación de la doctrina tradicional e incluso desincentivan la reducción más realista y pragmática del actual arsenal. De ahí que Obama esté obligado a una complicada contorsión que signifique un avance hacia su utopía desnuclearizadora y a la vez evite entregar bazas a los Estados gamberros que animarían a la proliferación. Éste es un año especialmente oportuno para esta partida, con la firma pendiente de la revisión del tratado START II (segundo tratado de reducción de armas estratégicas) con Rusia, que conducirá al recorte más drástico después de la guerra fría con el desmantelamiento de entre 1.500 y 1.675 ojivas; la convocatoria para abril de una cumbre internacional de desarme nuclear; y la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación convocada para este año. El recorte de Obama, sin embargo, estará acompañado del mantenimiento y modernización de un arsenal más pequeño, aunque superior y más letal que el de cualquier otro país, y por tanto con suficiente capacidad disuasoria. La reducción responde a razones objetivas: toda esta cohetería corresponde a otra época y su conservación en los actuales niveles constituye un acicate para la proliferación e indirectamente una amenaza para la seguridad más que una garantía. Pero la crisis económica también cuenta. En el momento en que crecen los déficits públicos y el endeudamiento de los Estados adquiere proporciones gigantescas sería un alivio poder reducir la partida de gastos militares globales por algún lado. El tablero nuclear tiene una ventaja respecto a los otros frentes abiertos, pero es a la vez su mayor inconveniente: si no se avanza, se retrocede; si no se termina de una vez con el peligro de la proliferación, nos adentramos en el mundo oscuro y amenazante de un rearme caótico y en cascada que nos acercará peligrosamente al umbral en el que el uso del arma será altamente probable. Por eso Obama no puede perder esta partida. Ni siquiera hacer tablas, como le sucederá en muchos otros ámbitos. No tiene más remedio que ganarla, aunque no signifique obtener durante su presidencia ese mundo idílico sin armas nucleares. Él mismo ya dijo en Praga que no lo verá en vida. Pero debe al menos revertir de forma definitiva la pulsión proliferadora que ha seguido e incluso se ha intensificado durante los 20 años transcurridos desde que la caída del Muro dio fin a la guerra fría.

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4 de marzo de 2010
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Dinero, fama y tecnología

Es lo que se necesita ahora para lanzar una carrera política. Mucho dinero, por supuesto, con el objetivo en algunas ocasiones de seguir alimentando la máquina del dinero: véase el caso de Berlusconi y su móvil original y básico, seguir haciendo dinero y evitar la cárcel que amenazaba a su avariciosa carrera. Fama, sin duda: una buena imagen, proporcionada por el mundo del espectáculo o del deporte constituye un buen cimiento para una carrera política; aunque obviamente, el primer componente, el dinero, puede echar una mano dentro de unos ciertos límites. El tercer elemento es el más nuevo de todos: el fetichismo tecnológico se ha incorporado al mundo político y sobre todo de los políticos de laboratorio, de forma que la utilización de los móviles, las redes sociales en Internet y, por supuesto, una página web parecen como las varitas mágicas para alcanzar el poder.

Con dinero, fama y tecnología se puede ir muy lejos. Pero el modelo no ofrece novedad alguna. Lo conocemos en versiones más o menos serias o grotescas desde hace años. No serán facebook o twitter los que aporten al político de laboratorio lo que éste no sepa ofrecer por sí mismo. Normalmente, la mayor vaciedad rodea las ambiciones políticas de los famosillos que se creen llamados por la historia para desempeñar un papel relevante en su país. Levantan una bandera, por lo común genérica y mitificada, y luego la rodean de lugares comunes y de sentimentalismo. En el mejor de los casos: por la misma regla de tres pueden esgrimir reivindicaciones teñidas de xenofobia o de sentimientos excluyentes. Lo único que cuenta siempre es su capacidad para movilizar emocionalmente a un público más o menos extenso. Dinero, fama y tecnología permiten tapar las vergüenzas de la falta de ideas, valores y propuestas efectivas por parte de quienes se lanzan osadamente, impulsados por una irrefrenable ambición, por supuesto personal, a salvar patrias y erigirse en lidercillos de pueblos irredentos. Si les queda un atisbo de sensatez y no se dejan engañar por sus asesores, leerán atentamente los estudios de opinión, escucharán el consejo de los expertos, y evitarán convertirse en monstruos políticos, aprendices de brujo destinados a atizar las bajas pasiones sobre las que se construyen las carreras de los políticos populistas.

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3 de marzo de 2010
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El partido de los incorrectos

Lo que se lleva ahora es la incorrección, no sigamos engañándonos. Quienes disfrutan llevando la contraria, navegando contra corriente, ya pueden cambiar de guión. Lo normal, lo habitual, es atreverse a establecer alguna relación entre inmigración y delincuencia, tomar las medidas del país para decir que no cabemos todos, echar en la cuenta de la religión más ajena --el islam-- todos los estigmas, o incluso atreverse a descalificar a alguien por su origen o su lengua. Los artistas de este fuera de juego lo tienen ahora más difícil: son multitud quienes les emulan. En fuera de juego quedan ahora los otros. Aunque pocos: tanto palo al progre ha liquidado prácticamente la especie y los títeres que quedan parecen contratados para recibir gorrazos de sus denigradores.

Es lógico: los incorrectos ya tienen partido y quizás van a tener pronto internacional. Están en el poder o a punto de alcanzarlo en muchos países europeos. Son parte, vaya por Dios, del establisment, todo lo contrario de lo que querían ser cuando mozalbetes. Hay primeros ministros y ex presidentes que compiten entre sí para ver quien lo es más, aunque nadie supera a Berlusconi, el emperador de los incorrectos. En su caso, el mérito artístico va acompañado del premio pecuniario. Nadie le ha sacado nunca tanto partido: este pasado 2009 de nuestras crisis ha sido un año de oro en beneficios empresariales para Silvio y los suyos. Para algo está en el Gobierno: forrado ya, para evitar la cárcel; y mientras va evitándola, para seguir forrándose. Los incorrectos son quienes marcan ahora las agendas. Se les puede llamar populistas o incluso de extrema derecha si se quiere, pero son denominaciones demasiado antiguas. Viene de lejos eso de decir en voz alta lo que los demás murmuran, aunque ahora sea al revés: el murmullo aislado es el de los que conservan todavía algunas reglas absurdas de la buena educación, las voces escandalizadas de quienes no quieren invertir la jerarquía de la palabra sobre las heces. Son tantos en tertulias y columnas los que reivindican su voz políticamente incorrecta que es hora ya de pedirles que revisen su vocabulario: se creen incorrectos, pero la suya es una nueva corrección política. En el caso más leve, la de los prejuicios, los tópicos y estereotipos, y en el más grave la de la xenofobia, el racismo y la exclusión. Lo que faltaba era que alguien que reivindica la ciudadanía utilizara la descalificación excluyente de la incorrección y exigiera después a los insultados un poco más de sentido del humor. Negro, se supone.

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2 de marzo de 2010
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Las personas del verbo

Nosotros y vosotros. El conflicto salta cuando la frontera de la identidad se convierte en la determinante de las relaciones sociales. En el municipio de Salt, en la periferia de Girona, se ha podido ver estos días. ?A mí me robasteis vosotros?, le dice un autóctono a un joven magrebí. ?Erais tres de los tuyos?, remacha. La frontera está trazada. De un lado: nosotros, víctimas de vuestros robos. Del otro: nosotros, víctimas de vuestro racismo. Y sin embargo, unos y otros son víctimas, pero no exactamente de sus mutuas pulsiones excluyentes.

Este suburbio es una olla a presión, a punto de estallar. La crisis económica y el desempleo golpean siempre a los más débiles. Digan lo que digan unos y otros, ellos son los primeros en pagar por la crisis. Y los más débiles son los inmigrantes y sus vecinos humildes, las familias autóctonas obligadas a compartir la franja de viviendas más baratas, los que todavía no han podido subir en la escala social buscando un piso en una zona más acomodada. La búsqueda de un puesto de trabajo o a veces de una minúscula ayuda pública puede suscitar la competencia entre ellos y, como resultado, la reacción racista. Pero también la gestión de la vida de cada día en la comunidad de vecinos. O el incremento de la delincuencia, directamente vinculada al nivel socioeconómico y al paro. Hay problemas de orden público, es evidente. Y también de vivienda, educación, servicios sociales, que han permitido la concentración de la inmigración en determinados barrios, impiden la rápida integración y amenazan con la aparición de guetos comunitarios, aislados y ajenos a las leyes y a la cultura de la sociedad de llegada. Los europeos conocemos de sobra todo esto. Lo extraño es que conociéndolo tan bien y desde hace tantos años no seamos capaces de prever estos estallidos y permitamos lo contrario, que estos conflictos alimenten a una derecha extrema y excluyente. En Francia las ideas racistas y xenófobas de Le Pen llevan avanzado en los barrios humildes desde hace un cuarto de siglo: han devorado al electorado comunista y condicionado la agenda política, hasta obligar al presidente de la República a la ceremonia de la confusión que significa el debate sobre la identidad francesa. En Italia las ideas xenófobas son indisociables del Gobierno de Berlusconi y se han traducido en una panoplia de leyes discriminatorias y culpabilizadoras, que han convertido a los inmigrantes sin papeles en delincuentes. También en la legislación europea ha producido estragos este mal, como demuestra la directiva del retorno, que permite la detención en centros de internamiento de los inmigrantes sin documentación hasta 18 meses sin que sea obligado el control judicial. Hay quien cree que el futuro de España y de Cataluña se juega en el Tribunal Constitucional o en las consultas sobre la independencia. La política y el periodismo suministran abundantes señuelos para que los ciudadanos se angustien por falsos problemas. El futuro de nuestras sociedades se juega en la integración de los inmigrantes. Han llegado para quedarse, ya son imprescindibles para nuestro desarrollo económico y nuestro estado de bienestar, y constituyen el aspecto más próximo y más humano de la nueva realidad de un mundo globalizado. Quien quiera soñar en que las cosas no sean así puede hacerlo, pero seguirá siendo un sueño. Salt no es un síntoma ni un laboratorio. Es el espejo donde debemos mirarnos para observar hacia dónde vamos. En este azogue ahora convulso podemos ver sólo un problema de orden público. Los municipios piden más policía, la policía más contundencia a los jueces, y los jueces se encogen de hombros y aseguran que el castigo a los multireincidentes no es cosa suya sino del Ministerio de Justicia o del gobierno autonómico, que no han creado los registros de quienes cometen faltas en serie para dejarles en la cárcel en aplicación del Código Penal vigente. Nótese que municipio y policía, las autoridades de proximidad, son los que cargan con el peso de la dificultad, mientras que el poder judicial se lava las manos y transfiere la responsabilidad hacia arriba. En realidad estamos, como siempre, ante un problema político: integrar a los inmigrantes es construir un nosotros incluyente que no deje a nadie fuera. Esto es la polis, la democracia, a la que deben someterse todos, jueces incluidos. Lo extraño es que estos temas no lleguen apenas a los parlamentos, ocupados en otras tareas.

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1 de marzo de 2010
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Oraciones para Orlando

No se puede estar en la lista de quienes han llenado su boca con lamentaciones sobre la muerte de Orlando: también están en ella los asesinos.

Cuba no es un Estado soberano sino un país sometido. Soberano es quien protege a sus ciudadanos y garantiza sus derechos, empezando por el derecho a la vida y a la palabra. Mohamed VI tuvo más piedad que los hermanos Castro. La comunidad internacional tuvo más piedad con Aminetou que con Orlando. Cuba libre y Sahara libre: ¿qué libertad es ésa que cambia según las latitudes? Para Raúl Castro la culpa de la muerte es de Obama. Para el PP es de Zapatero. La madre no tiene duda alguna. Tampoco la tienen sus compañeros de cárcel y de disidencia. ¿Y de quién es la culpa según Zapatero y Moratinos? Dos vidas tan próximas y tan lejanas: el metalúrgico Luis Inazio Lula da Silva y el albañil Orlando Zapata Tamayo. Es una muerte inútil, claro que sí. Siempre será inútil la muerte. Pero no es inútil la rebelión ni la protesta. No hay mito alguno ni izquierda de ningún tipo, latinoamericana o europea, que puedan explicar la cruel indiferencia con que los hermanos Castro han dejado morir a Orlando Zapata Tamayo. Un esfuerzo más, no se puede estar en la lista de las lamentaciones: hay que exigir la libertad para los presos políticos cubanos, como hizo ayer, al fin, Zapatero. Pero tampoco basta con eso: hay que pedir la libertad, a secas, para quienes están presos en las cárceles, y para quienes están presos en las calles: para todos los cubanos. (Y oración final para los Castro: Craso error, además de crimen: habéis dado vida a la disidencia, arruinado los esfuerzos de Moratinos por cambiar la posición europea, dilapidado la última moneda que guardaba la miserable hucha de una Revolución que encandiló a medio mundo y ha desengañado luego al mundo entero. Que alguien tan pobre y sencillo como Orlando constituya un peligro para un régimen militar y totalitario; que su palabra, su resistencia y su desacato sean insoportables, son todos ellos indicios de una debilidad extrema de los déspotas opresores y un signo de esperanza sobre su próximo derrumbamiento.)

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25 de febrero de 2010
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Torturadores sin castigo

Nada justificaría que quienes buscaron argumentos legales para perpetrar los crímenes fueran castigados si quienes ordenaron su ejecución y quienes los perpetraron no han sido castigados. Ésa es la conclusión práctica a la que ha llegado el Departamento de Justicia del Gobierno de Estados Unidos en relación con las torturas efectuadas contra sospechosos de terrorismo durante la presidencia de Bush por parte de agentes norteamericanos. Nadie ha perseguido ni perseguirá a los políticos que dieron la orden de buscar todos los resquicios legales posibles para practicar torturas sobre los detenidos, empezando por el ex presidente Bush y siguiendo con su vicepresidente, Dick Cheney, y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. El actual presidente, Barack Obama, señaló acerca de estas escabrosas cuestiones, pocas semanas después de llegar a la Casa Blanca, que no pensaba mirar hacia el pasado.

Será muy difícil que alguno de los torturadores sea conducido ante los tribunales, aunque el actual secretario de Justicia, Eric Holder, ordenó en su día una investigación judicial sobre los métodos de interrogación de la CIA. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la agencia fue una de las primeras instituciones gubernamentales que solicitó a la Oficina de Asesoría Legal de la Casa Blanca que elaborara un dictamen proporcionando cobertura legal a sus interrogadores. Sucedió en un clima de pánico antiterrorista, que aprovecharon quienes querían reforzar los poderes del presidente, sustraerle del control del Parlamento y de la justicia, y contar con manos libres para detener indefinidamente e interrogar sin límites a los sospechosos. Fueron los abogados de la Casa Blanca quienes, en vez de señalar a los políticos los límites de la ley, se dedicaron a forzar sus límites para dar a los interrogadores permiso legal para someter a los interrogados a largas privaciones de sueño, ahogamiento con agua hasta el límite de la asfixia, lanzamiento violento contra la pared o utilización intimidatoria de perros. Consiguieron, además, que juristas y políticos se enzarzaran en bizantinas e indecentes discusiones sobre los límites de la tortura. La realidad se fue ocupando, en paralelo con los informes legales, de desbordar esas frágiles fronteras, puesto que los interrogadores que reciben este tipo de autorizaciones las interpretan como una carta blanca para actuar sobre los interrogados sin otro límite más que el evitar infligirles la muerte. De esta lamentable política contra los derechos humanos surgieron las torturas fotografiadas o filmadas de Abu Ghraib y las que no han dejado rastro perpetradas en las numerosas cárceles secretas abiertas por la CIA en distintos países. En la Casa Blanca de Obama no hay unanimidad sobre los pecados del pasado. Algunos, como el director de la CIA Leon Panetta, quieren evitar cualquier acción que debilite a la agencia o desmoralice a sus agentes. Otros consideran que es imposible evitar el rendimiento de cuentas ante la justicia por parte de quienes han violado la ley desde el propio Gobierno. En caso contrario, aseguran, quedaría consagrado como un antecedente que sucesivos gobiernos podrían utilizar para regresar a estas prácticas repugnantes. Ahora, el caso ha quedado zanjado favorablemente para los rábulas que justificaron las torturas, sobre todo John Choo Yoo y Jay Bybee, los dos juristas más preeminentes en estas sucias labores. El Departamento de Justicia ha decidido que no son "culpables de conductas incorrectas" a pesar de que utilizaron una forma de razonamiento legal errónea, por lo que no corresponde comunicar las faltas a sus respectivos colegios de abogados para que procedan a su castigo profesional. Obama ha conseguido restaurar parcialmente el equilibrio entre seguridad y libertad gravemente perturbado por su predecesor. Pero está todavía muy lejos del simple cumplimiento de sus bellas y generosas promesas: Guantánamo todavía funciona; hay asesinatos selectivos en Afganistán y Pakistán; quedan cárceles secretas como la de Bagram, gemela de la de Guantánamo, en suelo afgano. La exoneración de Yoo y Bybee, en consonancia con tales prácticas, huele a punto final en la rendición de cuentas por las responsabilidades de Bush y los suyos. Hasta aquí ha llegado la ilusión creada por el orador inspirado que ganó las elecciones en noviembre de 2008. (Bush se enfangó en estas monstruosidades porque creía que así protegía a sus conciudadanos frente al terrorismo. Son conocidos los efectos de tales políticas, principalmente sobre la imagen y la voluntad de ejemplaridad ante los regímenes que atentan sistemáticamente contra los derechos humanos. Distinto es el caso de Cuba, donde son sus ciudadanos quienes se hallan desprotegidos ante el terrorismo practicado por el Estado. Si hay que pedir cuentas por quienes cubrieron legalmente, ordenaron o practicaron torturas sobre extranjeros sospechosos de terrorismo, ¿cómo no habría que pedir cuentas y exigir reparaciones de los dirigentes de un Gobierno que tortura directamente a sus ciudadanos, sólo porque sospecha que disienten de las opiniones de los torturadores?)

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25 de febrero de 2010
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La selección de los peores

Hay que cubrir primero y sobre todo el expediente. Rojos y blancos en proporciones equivalentes a lo que han obtenido en las elecciones. Mujeres y hombres en paridad si es posible. Turnos por razón de su origen: toca gente de mar si antes hubo de tierra dentro, de las llanuras si antes fueron montaraces, del este si hasta ahora fueron del oeste. Todo equilibrado y simétrico en cuotas y rotaciones.

A partir de este punto entran en juego otras virtudes. ¿Serán las personales? ¿La experiencia y los méritos? ¡Quia¡ Cada uno de los que ejerce su influencia y luego su voto se decantara por alguien que pueda devolver luego el favor o a quien algo se deba; se procurará que no despunte ni un centímetro más de lo poco que despuntan quienes componen ese selecto y solemne colegio electoral, ni sea más guapo, ni más rubio, ni más gordo; a ser posible sumiso, sin muchas ideas propias y con afán de complacer a quienes les han nombrado. Bueno, al final no habrá más remedio que elegir; y entre un zote y un listo elegiremos al listo, aunque sea perezoso y manirroto. Y así es como se nombrarán los prebostes, gerifaltes y ministros plenipotenciarios en esta inmensa federación de la tierra media. Cada vez más bajitos, cada vez más callados, cada vez más disminuidos. También cada vez más numerosos y mejor remunerados, porque son tantas las condiciones y cupos que se imponen en cada elección que al final siempre hay que añadir una silla a la mesa y un cargo a la carga. Aunque hay que reconocer que tanto da, pues sean pocos o muchos en sus ridículos conciliábulos nada se decide y nada se propone. Tanta indecisión y remoloneo complace en grado sumo a los alcaldes y diputados provinciales cada vez más crecidos, más peleados, más enseñoreados en sus poderosas parroquias. Encaramado cada uno de ellos en sus respectivos campanarios, todos juntos se hallan en caída libre en el abismo de la irrelevancia y del olvido. Pero así viven, felices y gozosos en su decadencia. Con los expedientes cubiertos, es cierto. Sin olvidarse de llenar la boca de vez en cuando con esa palabra mágica: la Unión, sí, la Unión, que grande y bella es la Unión, viva la Unión. Y la Unión, como el Titanic, se hunde lentamente acunada por la orquesta.

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24 de febrero de 2010
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Disuasión sin silenciador

No es fácil restaurar la capacidad de disuasión cuando el enemigo ha perdido el respeto a la amenaza que pende sobre su cabeza. La asimetría de fuerzas en los conflictos actuales ofrece un gran margen al contendiente más débil, de forma que hemos visto guerras en las que se invierte el orden natural de las cosas: pierde quien gana sin recibir apenas bajas y gana quien sufre el mayor desgaste en vidas humanas y en destrucciones materiales. El fuerte está obligado a una victoria total, inalcanzable por medios militares, a menos que signifique la aniquilación absoluta del enemigo, incluida la población civil. Al débil le basta con sobrevivir y seguir levantando su bandera cuando ha terminado la tempestad de fuego y acero que se abate sobre sus cuarteles. El desalojo de la acción política y diplomática en favor de la acción militar es la madre de estas guerras desiguales y de resultado disputado. Y explica el recurso último al asesinato mediante acciones encubiertas de los servicios secretos. Es una forma de restaurar, aunque sea parcialmente, la disuasión.

La forma de disuasión más eficaz es el asesinato selectivo y silencioso de los jefes enemigos, la transmisión de un mensaje sin ambigüedad: quien se ponga al frente de este ejército que me ataca será atacado sin piedad allí donde esté y por más escondido que esté. Para que la amenaza sea de la máxima eficacia debe actuar, efectivamente, con silenciador: todos deben saber de dónde viene la amenaza, pero nadie debe tener las pruebas. Así funciona la posesión del arma nuclear por parte de este país que jamás ha reconocido que la tenga: no se siente interpelado por ninguna negociación ni ninguna convención de desarme, no reconoce su posesión, pero tampoco la niega, para que se vayan enterando los enemigos, y trata como agente enemigo a quienes desvelan sus secretos. En la época de la guerra abierta no le importaba, casi al contrario, que se conocieran sus acciones ilegales en el extranjero para liquidar a responsables de crímenes contra los suyos. Tampoco le ha importado efectuar asesinatos selectivos con medios aéreos directamente a cargo del ejército en el curso de situaciones prácticamente de guerra abierta. La mayor amenaza a la propia disuasión nuclear es que aparezca una nueva potencia nuclear en la región. Si se consuma y lo que ahora es meramente una capacidad futura se convierte en un arsenal presente, el equilibrio regional entero quedará modificado. Un nuevo equilibrio del terror nuclear regional puede trastocar el mapa y la correlación de fuerzas. Estamos hablando, naturalmente, de Israel y de Irán, dos Estados radicalmente incompatibles en las posiciones de sus respectivos gobiernos actuales: el primero considera que la posesión de capacidades nucleares por parte del segundo constituye una amenaza existencial intolerable, cosa que el segundo confirma al rechazar cualquier atisbo de derecho a la existencia del primero. El ataque aéreo contra las instalaciones iraníes por parte de Israel es una hipótesis que ha estado encima de la mesa desde hace ya algunos años, sobre todo con Bush en la Casa Blanca. La llegada de Obama con su mano tendida a un diálogo con Irán y sobre todo la fuerza de la oposición contra Ahmadinajead están desactivando la idea de un ataque que sólo demoraría un par de año la carrera nuclear, pero inmediatamente facilitaría la vida al régimen y desactivaría las protestas. Queda muy poco trecho para recorrer en el silogismo. La acción fulminante atribuida al Mossad en Dubai cabe fácilmente en una operación destinada a recuperar algo de la capacidad disuasiva perdida por parte de Israel. El dirigente de Hamas liquidado por el comando se supone que israelí iba a viajar a Irán para comprar armas. Su asesinato no tan sólo sigue descabezando al grupo palestino, sino que manda un contundente mensaje a quienes vayan sustituirle. Revela, además, la debilidad logística y organizativa del grupo armado palestino: pudo haber un confidente dentro de Hamas que facilitara las cosas; es casi seguro que dos palestinos de Fatah colaboraron en la operación. El único fallo, del que no eran suficientemente conscientes los agentes ejecutores, es que fueron muchas y muy bien situadas las cámaras de video que captaron los movimientos, hasta el punto de dejar una huella visual excesiva, que ha facilitado las cosas a la policía de Dubai de forma muy preocupante para el gobierno de Benjamín Netanyahu. Varios países europeos han lamentado el uso fraudulento de pasaportes de ciudadanos suyos con doble nacionalidad israelí; algo incompatible con el comportamiento de un país que quiere tener una relación cada vez más estrecha y privilegiada con la Unión Europea. Los once agentes han quedado totalmente quemados: sólo podrán dedicarse a tareas de despacho a partir de ahora. El jefe de los servicios secretos, Meir Dagan, pero quien sabe si también el primer ministro Netanyahu, pueden tener problemas en sus viajes al extranjero con los tribunales de distintos países. Para no hablar de las relaciones entre los estados árabes e Israel, enturbiadas ahora por esta acción en territorio de uno de los emiratos que mejor se entendía con el Estado israelí. Si ha sido una acción destinada a levantar de nuevo la disuasión, y todo conduce a pensarlo, se ha producido en la forma inconveniente de un disparo sin silenciador. Y cuando la disuasión se convierte en espectáculo, puede incluso rebotarse en un efecto retroceso contra quien ha perpetrado el golpe. Así de dura es la vida para los espías y los asesinos profesionales en la época de la videovigilancia casi universal.

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23 de febrero de 2010
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Entre Seseña y Barcelona

Esas fotos de desolación urbana habían salido ya en la prensa española hace bastante tiempo. Grandes bloques recién construidos, anchas avenidas, profundas perspectivas e incluso esos semáforos apagados y los impecables signos del tráfico pintados en un asfalto que todavía los neumáticos no han hollado. Todo desierto, sin un alma a la vista, como en una tela de De Chirico. En aquel entonces esas imágenes ilustraban los desastres inmobiliarios protagonizados por El Pocero, el mayor exponente del boom de la construcción y de la corrupción y el tráfico de influencias municipales y autonómicos. Ahora, esas mismas fotos, que casi habíamos olvidado, sirven para ilustrar las crónicas que publican los más prestigiosos periódicos del mundo sobre el abismo que se abre ante nuestros pies, las debilidades de la política económica del Gobierno y las zurras parlamentarias entre Zapatero y Rajoy.

Seseña es el símbolo y resumen de la burbuja inmobiliaria. De la caída en picado del precio de los pisos que más pronto que tarde terminará produciéndose. De las montañas de hipotecas impagadas. De los desahucios en cadena. De los activos tóxicos acumulados por los bancos. De la deuda privada española que desborda cualquier capacidad de refinanciación. En Estados Unidos se concedieron hipotecas a quienes no tenían avales ni garantías, se empaquetaron luego y se vendieron envueltas y escondidas, diferidas y diluidas en fondos sofisticados de alto riesgo. En España se hizo al revés, se construyó mucho más allá de lo razonable y de lo que podía absorber el mercado, a menos que fuera para la especulación, gracias al dinero que fluía como una riada desde bancos y cajas. En uno y otro caso se trataba del esquema de Ponzi (Carlo Ponzi fue un estafador italiano que actuó en Boston en los años veinte y dio su nombre a este tipo de estafa), la pirámide celebérrima de la que Berni Madoff fue supremo arquitecto. Nuestro Bernie Madoff no fue tan sólo El Pocero, muy en contra de lo que dicen las apariencias, sino quienes han favorecido y aprovechado la política de dinero barato, es decir, el euro, para alicatar la costa entera de la Península y empezar luego a enladrillar la meseta. ¿Y quiénes son estos madoffs, entonces? Me temo que las responsabilidades son tantas y tan dispersas que al final nadie es responsable. Zapatero es quien lleva el timón ahora, y a él hay que pedirle cuentas por lo que está pasando, no hay dudas. Y si no porque está donde está, ha dicho lo que ha dicho y ha hecho lo que ha hecho (o no hecho). Pero todos, políticos, banqueros, constructores, propietarios y periodistas, comparten o compartimos alguna responsabilidad en esta burbuja o pirámide nuestra. Ha quedado claro que España no es Grecia. Ahora deberíamos demostrar que tampoco es Seseña y que queremos ser en cambio Barcelona, ciudad donde esta semana pasada se ha producido una de las mayores acumulaciones de talento empresarial y tecnológico del mundo. El Congreso de Móviles, que viene celebrándose desde 2006, con más de 1.300 expositores y 50.000 ejecutivos, entre los que conforta contabilizar más de 50 compañías españolas, es lo que nos permite pensar la perspectiva de una economía que no esté basada exclusivamente en el ladrillo y el turismo. A la vista de lo que han presentado los expositores de aquí, hay que decir que no está nada mal el progreso realizado por las empresas españolas. Muchas de ellas, por cierto, de la España interior, meseta adentro. Cuidado: ni el conjunto de toda la costa y la meseta son El Pocero, ni Barcelona es equivalente a innovación. Todo está muy repartido. También hay poceros y seseñas en la capital catalana. Pero el congreso de telefonía debiera funcionar como emblema frente a Seseña, imágenes ambas del viaje al que nos obliga la crisis: venimos de Seseña y queremos ir a Barcelona. Pero para hacerlo, primero habrá que salir de la vacía ciudad mesetaria: ¿cuánto vale de verdad esta urbe desierta?, ¿qué se puede hacer con ella?, ¿cómo quedarán los bancos y cajas atrapados en el silencio abismal de sus calles? Luego habrá que extremar las medidas y los esfuerzos, para llegar a Barcelona, que quiere decir invertir en educación, investigación y desarrollo; favorecer la pequeña empresa; buscar capital riesgo para las tecnológicas, y contar con un mercado de trabajo ágil y eficaz para que las buenas ideas se conviertan rápidamente en puestos de trabajo.

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22 de febrero de 2010
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El Boomeran(g)
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